¡El hombre Perfecto!

En una ocasión Alfredo estaba comprando en la tienda y la dependiente cometió un error. Él, intransigente hasta la médula, luego de expresar su inconformidad por todos los medios verbales posibles, ella, para justificarse, recurrió a esa frase facilista con la que muchos nos justificamos de que nadie es perfecto. En riposta, nuestro protagonista sentenció que él sí lo era, e insistió con su contrincante hasta el punto de apostar cualquier cosa para demostrar su supuesta condición excepcional. De esta forma Alfredo mostró su documento de identidad y puso fin a la porfía leyendo su nombre Alfredo Perfecto RamsBeceña.

Con mucho cariño narra Edelis Figueredo Garcés, quien atiende el Sistema de Documentación de Fondos en el Museo de Historia Natural Carlos de la Torre y Huerta, ella, aún en shock y muy dolida por la trágica pérdida, prefiere recordar a su entrañable maestro de esta forma, tan travieso como exigente. Con la museóloga e investigadora, quien está a cargo del registro documental de las colecciones dela emblemática institución holguinera, tuve el place de conversar para conocer parte del bregar de esta prominente personalidad de la cultura en el territorio nororiental, para muchos prácticamente anónimo, pero a quien mucho le debe el patrimonio, y la museografía en específico, de esta isla.

Distinción Nacional por la Cultura, Raúl Gómez García, o Aldabón de La Periquera, son algunos de los reconocimientos más importantes que ostentaba Alfredo Rams hasta el momento de su deceso, el pasado martes 21 de marzo de 2023. Con profundo dolor le despidieron físicamente sus colegas y amigos al día siguiente, y estos párrafos intentan rendir tributo a una inmensa obra fruto del incansable bregar y la exigencia extralimitada.

Al “Viejo”, como cariñosamente le decían, varios de los museos municipales del norotiente cubano, como el de San Germán, poseen una colección de aves donadas por él, recolectadas durante sus andanzas en en la filial holguinera de la Federación Cubana de Caza Deportiva, otra de sus grandes pasiones.

¡Aquí no caben los miedos!

Yo le tenía terror a las serpientes, los ofidios de Cuba en general, pero él no estaba de acuerdo porque al fin y al cabo soy la persona que atiende colecciones. Gracias a sus travesuras superé ese temor a todas las culebras, arañas, ranas, porque en una ocasión me puso un pequeño majá en la blusa y, a pesar del susto inicial, tengo que agradecérselo: no podía decir que le tenía miedo a algo porque ahí venía la broma pesada. Nos enseñó a andar con la naturaleza, era algo fuerte, pero tenía que ser así porque cuando entré a este museo había muy pocos hombres, y las mujeres habían pasado ya por sus travesuras, yo, como era la nueva y mi especialidad anterior eran las plantas, al empezar a trabajar netamente con animales el cambio fue muy fuerte, pero a él se le metió entre caja y ceja que debía perder ese miedo.

Lo mismo pasó con muchos que empezaron a trabajar aquí, sobre todo en los inicios cuando el nivel de escolaridad era muy bajo, aquí algunos escasamente sabían firmar, y con él aprendieron de todo. O sea que no solo era exigente, sino que enseñaba y nos ayudaba a superarnos.

Letra con sangre

El método de trabajo que empleaba para enseñar era chocante, pero efectivo de igual manera, a través de regaños, o decirte sencillamente “eso no sirve”, sin dar explicaciones te mandaba a leer, estudiar, aprender. En una ocasión hice alrededor de cuatro o cinco veces un mismo trabajo, él no me quiso decir qué estaba mal, me mandaba a consultar otras investigaciones o determinada bibliografía: “Yo aquí no quiero una niña bitonga-me decía-, no te voy a regalar las cosas, aprende”; y en realidad esa es la verdadera forma de investigar. A dos personas le agradezco lo que he aprendido de museología, una es él, la otra es María Osorio, que me enseñó todo lo que se refiere al sistema de documentación de fondos, pero ella, es otra que salió de la universidad y vino directamente a trabajar a este museo, y lo “sufrió” desde cuando no era director, sino fotógrafo, hasta que se jubiló, o sea que su vínculo es muy fuerte. Alfredo era ese padre que no es paternalista, nos defendía frente a cualquier persona ajena, pero al interior era bien exigente, la idea es que el colectivo debía proyectar una buena imagen y lograr resultados sobresalientes, ese era su orgullo.

Y cuando necesitabas un permiso por determinada situación te lo daba, pero debías reponerlo después con resultados de trabajo; eso me obligó, me disciplinó. Y todo ello viene de una formación familiar de padres militares de academia, además de una formación en colegios religiosos como el Colegio Los Maristas, actual Fornet, toda esa disciplina es la que adquirió y nos transmitió, un método fuerte pero efectivo.

Predicar desde el ejemplo

Muchas de las investigaciones del Museo son de Alfredo, desde la historia del inmueble en general, hasta sobre especímenes en la naturaleza. Participó además en reportes nuevos de especies que por primera o segunda vez se veían, no había un lugar a donde no fuera, desde la expediciones en busca del carpintero real, hasta las ciénagas, los cayos alrededor, no quedó un pedazo de esta isla a donde no fuera y eso lo transmitía como conocimiento, lo llevaba a investigación, y hacía que las personas que estuvieran bajo su mando también participaran de ello.

Alfredo era, además, altamente competitivo, se presionaba mucho para ser el primero en todo, el mejor, y eso se los transmitía sus trabajadores, quienes lo heredamos y nos sentimos muy orgullosos, aunque a veces cuando hacemos algo que nos queda a medio camino o nos gusta, no nos sentimos orgullosos, y la culpa la tiene él-mientras una sonrisa nostálgica se escapa en el rostro de Edelis-.

Cátedra del patrimonio holguinero

Hizo tanto por la museología en Holguín…con su propio estilo, era tan sincero que se hacía muy difícil no aceptar lo que te planteaba en las discusiones, incluso aunque tuvieras la razón, no te la daba, pero quedabas en empate. Muchos investigadores que actualmente son personas de renombre nacional y reconocimiento en la red, salieron de aquí y estuvieron bajo la tutela del “Viejo”, incluyendo Carlos Peña, quien actualmente labora en la delegación territorial del Citma, en Recursos Naturales, y está al frente de los programas de protección del Medio Ambiente, otro es Nils Navarro, formado desde muy joven también.

El trabajo de Alfredo en pos de la protección de la naturaleza, de su estudio, fue de tal consagración y envergadura que incluso se le dedicaron algunas especies, algo que para el mundo científico deviene en uno de los homenajes que más causan motivo de orgullo porque es algo imperecedero; y una de las arañas de aquí de Holguín, se llama Cirtopholis ramsi, precisamente por Rams, su apellido, cuando se dedica a una personalidad determinado nombre de una especie se le añade la letra “i”. Gracias a él se creó además una revista que se publicaba desde este Museo, la Revista Garciana, en homenaje a José Agustín García Castañeda, de índole eminentemente científica, en ella se publicaban los resultados del trabajo investigativo del Museo, pero también de otros colaboradores que necesitaban la referencia bibliográfica, se editaban aquí y en colaboración con el museo en Alemania se imprimían.

De gran notoriedad paraa la museología y el patrimonio holguinero y nacional es la obra imperecedera de Alfredo Rams, quien estableció vínculos institucionales fuertes con museos, no solo cubanos, sino de otros países como Alemania, lo que posibilitó además del intercambio académico, donaciones producto de su gestión, no solo científicas, sino para el beneficio particular de los trabajadores del “Carlos de la Torre”. En el panorama local sobresale además su gestión para que en los museos existiera la plaza de conservador y programador, de vital relevancia para el trabajo de estos centros.

Un desapego hacia los efectos personales, así como humildad de sobra le caracterizaban, al punto de poner en función su medio de transporte propio, un Moskovich, para que no dejaran de hacerse las Ediciones del Festival de las Aves del Caribe, que tenía como sede el municipio Gibara.

Independientemente de su carácter fuerte y autoritario, Alfredo no desestimaba ninguna idea o proyecto útil para su institución, defendiendo las ideas de sus trabajadores por delante incluso hasta de sus superiores.

A pesar de ser bastante reservado parapromocionar sus logros, este héroe anónimo fue en su momento el único en la provincia que asumió el cargo de director sin tener los títulos académicos necesarios pues, al decir de Edelis, lo habilitaron a través del curso de museología en el antiguo Centro Nacional de Conservación, Restauración y Museología(CENCREN), donde también estuvo Georgelina; “pero en el caso específico de Alfredo, por dispensa del Ministro de Cultura, estuvo muchos años desempeñándose como líder del Museo de Historia Natural holguinero sin tener los galones necesarios”.

Eventos de gran envergadura como la Expedición Nacional en Busca del Carpintero Real, o el Primer y Segundo Taller Nacional de Colecciones Biológicas, constan entre sus tantas inserciones para vivir intensamente esa pasión que ya desde los primeros años, siendo parte del Grupo de Jóvenes Arqueólogos, junto con Georgelina Miranda, Hiram Pérez, y otros de no menos renombre, conformaron ese grupo de jóvenes soñadores que tanto ha aportado a la museología, la historia y la cultura holguinera.