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En la ciudad cubana de Holguín nació José Agustín García Castañeda, Pepito (1902-19822). Fue uno de los 7 hijos del profesor de matemáticas Eduardo García Feria, y de la ama de casa Mercedes Castañeda Mayasen. El padre influyo en el interés del niño por las ciencias y la madre según dijo él mismo, contribuyó de forma directa en su disciplina y organización.
El muchacho creció entre centenas de piezas arqueológicas que su padre había coleccionado y guardo en su casa el cual marcó su futuro desempeño.
Realizo sus estudios en su ciudad natal, pero el bachillerato lo termino en La Habana en diciembre de 1918, en sus memorias explico el porqué de esa situación:
(…)solo me faltaba aprobar una asignatura para el bachiller, Ciencias Naturales, pero no encontraba la forma de conseguirlo(…)en la Habana explique mi situación solo me falta esa bendita asignatura que para nada me servirá porque yo estudiare leyes(…)
Y por cosas del destino fue profesor de botánica, zoología, anatomía y de nociones de geología y mineralogía en el pre-universitario de Holguín.
Se graduó en Derecho Civil en la Universidad Nacional el 3 de julio de 1923. Hombre valioso de nuestra sociedad, Notario Público y Mason Grado 32.
En 1926 participo en su primera excavación estudio un sitio arqueológico en el cerro de Yaguajay y en 1927 se incorporó a las actividades desarrolladas en el museo familiar creado por su padre.
José A. García Castañeda, fue Miembro de las siguientes Sociedades:
Espeleológica Cubana
de Malacología
Asociación de Arqueólogos del Caribe
Investigación Universitarias
Academia Nacional de la Historia de Cuba, presidida por el culto doctor Emerio Santo venia.
Junta Nacional De Arqueología y Etnología.
Inicia su trabajo como profesor y fundador del Instituto Enrique José Varona de Holguín, donde permaneció durante tres décadas. Creó el laboratorio experimental de ese Instituto, acción que compartió con sus alumnos. Esto le permitió, desarrollar las clases con mayor cientificidad. Según criterios de sus alumnos, sus clases eran activas, científicas y cada vez más interesantes, acompañadas de cierto humorismo y jocosidad, que propiciaba una atmósfera emocional agradable, en la que se manifestaban relaciones entre los estudiantes y de estos con su profesor.
En 1937 fue nombrado ayudante del museo del Instituto el cual se convirtió en el más importante de la ciudad durante todo el periodo republicano.
Su actividad como historiador e investigador, le dio la posibilidad, de participar en congresos celebrados en diferentes localidades del país, en Honduras, Puerto Rico y en el Congreso de Historia Municipal Interamericano de La Habana.
En su trabajo titulado Cómo lograr la eficiencia en la labor educacional, aborda la necesidad de convertir los museos de almacenes de antigüedades, en centros de enseñanza popular, lo que se obtendría al reunir, ambos conceptos, exhibición de ejemplares y estudios de los mismos. Esto evidencia, la dimensión que alcanza su pensamiento pedagógico, que no se queda en valorar la importancia de su propuesta solo para sus alumnos, sino que su pensamiento trasciende hasta los miembros de la comunidad, al referirse, a que los museos se convirtieran en un centro de enseñanza popular.
Su obra La Municipalidad holguinera, constituye uno de los libros más completos y consultados de la historia local en Holguín, tiene información no sólo político social y económica, sino también de índole educacional y cultural, de gran interés.
Su vasta obra escrita, permite conocer a Holguín en sus diferentes aristas, desde el período que abarca a los aborígenes, hasta la década de los años 1970. Sus trabajos reflejan aspectos del origen y evolución de esta localidad, a tal punto que revela lo identitarios, en correspondencia con la cultura.
En 1973 se trasladó definitivamente al Museo ¨La Periquera¨, donde fue Catalogador Docente e Historiador, lo que le proporcionó la oportunidad de relacionarse con distintos documentos que le ofrecieron una vasta información de la localidad holguinera.
Esta personalidad, llena una época en nuestra ciudad y a él le debemos conocer de tantas cosas pasadas que se guardan en la caracola del tiempo y que él fue descubriéndolas para dárnosla con el espíritu científico e histórico que poseen.
En reconocimiento a sus méritos, el 22 de diciembre de 1967 recibió la Orden Nacional por, as de 25 años de servicio en la Educación, que le otorgó la CTC y el Ministerio de Educación. En 1981 le otorga la Asamblea Provincial del Poder Popular le entregó el 23 de septiembre de 1981 el Hacha de Holguín, máxima distinción de la localidad.
Muere el día 3 de noviembre de 1982 en Holguín, la ciudad que tanto quiso.
Bibliografía
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