Por el Ms. C. José Abreu Cardet, Premio Nacional de Historia

Criando con leche de insurrección a su familia: mujeres y guerra

Las mujeres de la clase ínfima

Proceso a un historiador

Criando con leche de insurrección a su familia: mujeres y guerra

Las mujeres jugaron un papel fundamental en las guerras de independencia. En cierta forma los latidos de la nacionalidad surgieron en el seno del hogar cubano protegido y aupado aquellos primeros impulsos por mano femenina. El arzobispo Antonio María Claret, le aseguró al Capitán General, refiriéndose al alzamiento de 1868, que la: “insurrección […] ha sido más obra de las mujeres que de los hombres, éstas siempre más quedarán rabiando, criando con la leche de la insurrección a su familia desde sus más tiernos años”. (1)

La conspiración que dio inicio a la Guerra de 1868 se fraguó en las casas de los patriotas locales. Un ejemplo de esto fue la familia Grave de Peralta. Se recuerda a los miembros de esta estirpe que alcanzaron altos grados en la insurrección como Julio y Belisario pero las mujeres han sido injustamente olvidadas. El origen de esta familia es el matrimonio de José Andrés de ese apellido con María Rafaela Zayas Cardet. El matrimonio tuvo 13 hijos. Todos ellos de una u otra forma colaboraron con el movimiento independentista. Una de las hijas se casó con Idelfonso Vivanco agrimensor público de San Juan de los Remedios que participó en una conspiración contra el colonialismo. Ella lo acompañó en sus viajes conspirativos. El primer grupo que se alzó en armas en Holguín estaba dirigido por Julio Grave de Peralta.

Luego del levantamiento se dirigieron a la hacienda de Julio. Allí la esposa de este patriota, Josefa Cardet Zayas, “Pepilla” los atendió, les sirvió la comida personalmente pese a tener esclavos y criadas en la casa. Era todo un símbolo de estas mujeres que se disponían a darlo todo por Cuba Libre. José Cardet, Pepilla siguió a su esposo a los campos cubanos. Capturada por las fuerzas españolas se trasladó al extranjero donde continuó colaborando con el independentismo.

Rafaela Grave de Peralta, hermana de Julio, también colaboró activamente con la Revolución. En su casa antes del estallido se reunían en pequeñas tertulias literarias el maestro Manuel Hernández Perdomo y su compañera Juana de la Torre. Manuel era uno de los líderes de la conspiración y Juana participaba activamente en esta. Fue en ese ambiente que se crió Perfecto Lacoste, el hijo de Rafaela. El padre había fallecido años antes del estallido de la contienda. Rafaela al iniciarse la guerra marchó a los campos insurrectos con su familia. Al estallar la guerra no dudó en enviar a su hijo en una canoa a Jamaica junto a Julio. Este se trasladó al extranjero en busca de una expedición. El entonces adolescente Perfecto creció buena parte de su vida en el exterior bajo la influencia de su madre y tía política Josefa Cardet que radicaban allí. En la Guerra del 1895 se convirtió en un agente secreto de Antonio Maceo en el Occidente de la mayor de las Antillas.

A aquel grupo de heroínas habría que agregar a Juana de la Torre, la compañera de Manuel. Puso su casa situada en la esquina de las actuales calles de Narciso López y Martí, en la ciudad de Holguín, a disposición de los conspiradores. En la noche del 12 de octubre de 1868 ayudó a escapar a su compañero de amor y conspiración Manuel Hernández Perdomo, que residía en su casa. Los españoles al enterarse del alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes intentaron detenerlo. Ella se encerró en su casa con dos esclavos, una mujer y un anciano y se enfrentó a los esbirros colonialistas que solo pudieran ocupar el hogar de la patriota muchas horas después de la fuga de Manuel. Juana destruyó la documentación que tenía en su residencia del movimiento revolucionario y se negó a dar información sobre los conspiradores. Al ser puesta en libertad se trasladó a los campos insurrectos de Camagüey, donde vivía con Manuel Hernández en un caserío insurrecto.

Relevante papel tuvo Josefa Grave de Peralta y Zayas, también hermana de Julio. Esta se casó con el catalán Manuel Masferrer y Criado. Tuvieron cuatro hijos. Josefa los situó, desde pequeños, en los senderos del independentismo. De ellos todos fueron mambises; Miguel Masferrer y Grave de Peralta llegó a Comandante del Ejército Libertador y murió en combate en septiembre de 1873. Rafael murió en la Guerra del 95 en Cifuentes en Las Villas, Luis fue oficial mambí y lo hirieron en combate, Antonio fue expedicionario en la Guerra del 1895. (2)

Josefa, al iniciarse la guerra, se trasladó a la manigua insurrecta. Su esposo murió en 1870. Detenida fue conducida a Guanabacoa, donde la mantenían bajo vigilancia. De nuevo en la guerra de 1895 brindó su apoyo a la lucha de su pueblo. Fue detenida y conducida a la zona de Gibara donde vivió bajo vigilancia. En 1903 murió en Holguín.

Vidalina Ochoa Tamayo es una patriota holguinera olvidada. Nació en Holguín en 1851 hija de Octaviano Ochoa Pacheco y de Josefa Tamayo León. Un hermano de ella Justiniano era miembro del ejército libertador. Vidalina junto a María de Luz y Ramona Tamayo León y Eufemia Morales Tamayo enviaban víveres a los campamentos insurrectos por medio de Justiniano. Estas mujeres estaban emparentadas y formaron una verdadera célula de apoyo a la insurrección. Era frecuente que las familias que tenían algunos de sus miembros entre los mambises los apoyaran. Las fuerzas represivas españolas lograron detectar al grupo de revolucionarias y las detienen. En octubre de 1870 fueron juzgadas y condenadas a deportación hacia Isla de Pinos. Esta era una acción frecuente de las autoridades, tratar de neutralizar el apoyo de las mujeres a sus familiares deportándolas a zonas alejadas. En ocasiones las obligaban a abandonar el país. Estas holguineras fueron enviadas a Isla de Pinos a donde llegaron el 3 de noviembre de 1870, era aquella una zona poco poblada y por la condición de ínsula podían ser estrechamente vigiladas. (3) En esa isla Vidalina conoció y se enamoró de Ramón Navarrete Guillamon con quien fundó familia. Estando desterrada recibió la horrible noticia de que su hermano mambí había muerto a manos de los españoles. En junio de 1873 es indultada. En esta determinación pesó que si sus vínculos con la insurrección eran con el hermano, muerto este se esperaba que no siguiera colaborando. Vidalina se estableció en La Habana y luego en Holguín. (4)

Un ejemplo de devoción a la revolución lo dio Matilde Iñiguez tía de Calixto García. Su hijo Manuel se unió a las fuerzas libertadoras. Caído en combate su cadáver quedó en manos del enemigo. Fue conducido a la ciudad de Holguín. Ante el cadáver del hijo ella exclamó: “Gracias te doy, Dios mío, al permitirme verlo así y no prisionero del enemigo” (5)

Isabel González Carrasco natural de Sagua de Tánamo participó junto a su esposo, el Comandante José Mejías, en las guerras de 1868 y la llamada Guerra Chiquita. Al terminar esta última, bajo la promesa de dejarlo en libertad, se presentó junto a su esposo y otros mambises, fueron detenidos y enviados deportados a España donde sufrió el rigor de las prisiones españolas. Luego de liberada se trasladó a Guantánamo donde falleció en 1887 (6)
Estamos ante la punta de un iceberg, del que solo podemos observar la pequeña porción que flota, mientras debajo del agua se encuentra la parte mayor. Una gran cantidad de mujeres mambisas permanecen en el anonimato.

Notas
1.-Reinerio Lebroc Martínez: San Antonio María Claret y Clará, arzobispo misionero de Cuba, Madrid, 1972, p. 532.
2.-Teresa Fernández Soneira Mujeres de la Patria. Contribución de la mujer a la independencia de Cuba. Tomo I Guerra de los Diez Años Ediciones Universal Miami Estados Unidos
2.-Ibídem p. 237
3.-Ibídem p. 251
4.-Ídem
5.-Ibídem p. 205
6.-Ídem p. 205

Las mujeres de la clase ínfima

Céspedes anotaba en su diario personal: “Casi todos me dicen que llevo una vida muy triste y poco en armonía con nuestra situación excepcional (sic), insegura é indefinida: que á nadie debo miramientos que carecen de razones de ser; y que me hace falta una mujer”. (1)

No tardó el bayamés en materializar lo escrito en el lecho de una vecina. Su esposa había sido capturada y deportada al extranjero. También otros muchos líderes y generales o soldados de filas, humildes convoyeros y asistentes sin nombre buscaron compañía femenina. El sexo en su sentido más amplio devino en factor esencial en la resistencia mambisa.

Casi toda la elite terrateniente cuyas esposas marcharon al exilio o fueron capturadas acabó estableciendo un nuevo hogar en los bosques. El asunto ha sido tomado con malicia masculina. La historiografía pese a las muchas evidencias, sistemáticamente, ha obviado esa realidad.

El 29 de diciembre de 1873 dice Carlos Manuel Céspedes en su diario sobre su cuñado que lo acompañaba en los días tristes de San Lorenzo: “Salí a visitar las familias que están en el campamento y me encontré que con que ya José Ignacio había trabado relaciones con una tal Eduarda Vázquez, tan fresca que ella y la madre se apresuraron a decírmelo, siendo de particular que ni el nombre de él sabían. …” (2)

En ocasiones se desarrollaron relaciones que subordinaron el deber al amor. El general tunero Vicente García era informado, el 27 de julio de 1875, de una malévola pasión de uno de sus subordinados que le hacía olvidar la más mínima responsabilidad: “… que Infante a pesar de saber la llegada del enemigo a las Casimbas el día 29 del ppdo. y estar este punto a cuatro leguas del Mijial no se cuido de avisar a nadie y si ir a salvar a su querida…” (3)

Aunque también el amor podía tener un fin trágico. El destacado patriota bayamés Francisco Maceo Osorio, murió en la Cuba insurrecta, en noviembre de 1873. Juan Spotorno encontraba la causa de la tragedia en: “… que había muerto por ir a ver á la querida que tenía en Naranjo”. (4).

No sé si estamos ante una calumnia o una verdad. Si es cierto se podría afirmar que Romeo y Julieta no solo habían nacido en Verona. Julio Sanguily fue sorprendido y hecho prisionero en el rancho de una mambisa. Este acontecimiento daría como resultado su rescate por Ignacio Agramonte. (5)

Si hemos de creer los comentarios que aparecen en diarios y correspondencia personal no pocos líderes políticos y militares tuvieron más de una amante. Sobre Calixto García escribió un diarista luego que el General había asaltado un centro enemigo donde obtuvo un valioso botín: “Puede ser que trate de concentrar fuerzas para una operación sobre Santiago de Cuba, pero antes pasara por Holguín á llevar su parte de los botines á las queridas que allí mantiene.” (6)

Criterios similares se dan sobre Salvador Cisneros Betancourt. En ocasiones estamos ante mujeres de escasa educación y de costumbres no muy edificantes. Céspedes le escribía a su esposa quien quería retornar del extranjero a Cuba:

“… es imposible que vengas a Cuba, donde no puede hoy vivir ninguna mujer decente. Las cosas han variado infinito desde tu salida, no hay casas, ropas ni comida: se vive en ranchitos o a la intemperie: no tiene ropa sino el que la toma en los combates, o la compra a subidisimos precios para perderla con la mayor facilidad. La comida se reduce a frutas y raíces, y cuando se consigue carne de jutia, caballo, rara vez vaca, y nunca puerco. Solo las mujeres de la clase ínfima pueden residir así en los campos, acostumbradas ya a esas privaciones, y no muy exigentes en cuanto a las leyes del pudor y la decencia”. (7)

Mientras, el Coronel Francisco Estrada no duda en decir que: “De las familias decentes no quedan más en la revolución que Lola Santiesteban y las Cancinos. Todo lo demás es morralla” (8)

El 2 de enero de 1874 anota Céspedes sobre la escasa educación de algunos vecinos de la tierra del mambí: “…una conversación colorada que de un rancho a otro tenían en alta voz varios vecinos y vecinas, me desvelo por mucho tiempo. Cuando saldré de esta atmosfera?” (9)

En algunos de los que vivían en Cuba Libre se estableció una moral de guerra. De gente que no sabían si al día siguiente estarían frente a un pelotón de ejecución: “La corrupción de costumbres, escribiría un patriota, en ambos secsos (sic) se ha jeneralizado (sic) tanto que va á ser necesario tomar alguna medida para contenerla”. (10)

Aunque es difícil generalizar sobre asunto tan complejo sobre los límites de la moral. Estos criterios fueron emitidos por miembros de la burguesía terrateniente y tomaban como referencia sus prejuicios respecto a la moral. Tales generalizaciones sobre cuestiones morales pueden tender a tomar límites muy estrechos en las definiciones. No se tiene en cuenta el rasero moral de otros grupos. Tal análisis es demasiado simple. En el no cabrían mujeres como la sufrida Manana o a la heroica María Cabrales. Y otras muchas abnegadas mambisas de la guerra grande. Tales criterios tienen un trasfondo prejuiciado. En Cuba Libre coexistió gente de los más diversos orígenes. Con criterios morales disímiles por lo que una generalización tan simple no parece justa. Incluso si nos limitamos a las valoraciones de estos terratenientes hay bastantes aristas sobre el asunto. El mismo Céspedes no dudó en escribir en su diario: “Estuvieron aquí unas mujeres de apellido Pérez que según me han informado, sin tener padre ni madre, se han sostenido honradamente durante la guerra, con solo su trabajo personal”. (11)

Pero de todas formas era común que hombres y mujeres formaran parejas. De estas relaciones saldrían varios hijos naturales de ilustres padres ilegítimos. Uno de estos vástagos sería el futuro general del 95, Calixto Enamorado. Retoño de las relaciones de Calixto García y la manzanillera Leonela Enamorado. También las relaciones de Céspedes con su antigua amante, Candelaria Acosta, (Cambula), durante la guerra y en los días tristes de San Lorenzo con una vecina del lugar dejarían descendientes. Los que conformaron toda una mitología de pequeños dramas de celos de su esposa Ana de Quesada. Esta se encontraba en el exterior. Un biógrafo de nuestro primer presidente comenta al respecto: “… a los oídos de la joven esposa llegaron noticias de infidelidades más o menos reales del presidente y ella se sintió profundamente herida.” (12) Lo que hizo que sus cartas fueran: “… secas, con un saludo siempre igual: “querido esposo” y una despedida ceremoniosa: “… tu fiel esposa Ana Quesada…» (13)

En el caso de Calixto conllevó una resistencia de por vida de su esposa Isabel Vélez a que fuera reconocido el niño ilegítimo. Tan solo lo recibió concluida la guerra en el día triste del entierro del General en La Habana. (14)

La información que existe sobre el papel de estas mujeres en la guerra es escasa. Se le menciona esporádicamente en diarios y cartas.

Como a “Matilde querida del cocinero Marcos” (15) anotación que hace en su diario el patriota Jorge Carlos Milanés y Céspedes sobre esa mujer que le brinda un café. El mismo diarista se refiere en otro momento a “la esposa de Jesús, Rosalía Borrego…” (16). Luego en una nota muy breve menciona “la mujer de Galán “ (17) Mientras “la mujer de Duran “(18) le da un ajiaco.

Algunas anotaciones están cargadas de misterios y se pueden interpretar de diferentes formas como una nota del General Vicente García en su diario personal del 6 de julio de 1876: “Tuve entrevista en las inmediaciones de Las Tunas con unas mujeres que encontré de íntima amistad y confianza.” (19)

Estas mujeres que hicieron el papel de amantes de la elite terrateniente política y militar, generalmente, eran campesinas, varias de ellas negras o mulatas algunas incluso antiguas esclavas. Ellas dieron un aporte a la resistencia conformando hogares en pleno bosque para estos perseguidos. Viviendo las amarguras y la incertidumbre de la guerra. Muchas veces sus compañeros de estos años difíciles fueron desagradecidos y tendieron a olvidarlas en la paz. No siempre los hijos de esta relación fueron reconocidos. En la república tampoco se les premió su resistencia de 10 años en la manigua insurrecta. Una sociedad machista no pudo entender la realidad de crear un hogar cálido para los héroes del 68.

Casi todas han sido olvidadas. Candelaria Acosta “Cambula” quizás fue la única recordada ocasionalmente… porque confeccionó la bandera de Demajagua. Hemos olvidado que esas mujeres sin nombre tejieron en buena medida la historia de la gran resistencia del 68.

No exigieron en los días terribles de la guerra nada a sus hombres. En la paz no reclamaron espacio alguno. Ni siquiera el derecho elemental a que se les recuerde.
Pero siempre estuvieron presentes a la hora de resolver la necesidad imperiosa de los héroes de tener un hogar y mujer. Quizás no es agradable recordar que ellas, no pocas veces, huyeron con su hombre por las veredas sin nombre de las montañas y los campos bajo el fuego de las avanzadas españolas. No es necesario narrar que recibieron en ocasiones a esos altivos generales cuyas estatuas se levantan en plazas y calles convertidos en piltrafa humana, en seres temblorosos por la fiebre, deshidratados por las diarreas, quejosos por las heridas. Los curaron y atendieron para devolverlos al combate. Mucho menos imaginar que estos intransigentes pudieron tener momentos de debilidad, quizás abandonar la guerra y retornar con su familia en el extranjero, es muy posible que en la intimidad tibia del bohío llegara el consuelo de la amante fiel que por instinto de cubana lo convenció para continuar la resistencia.

La mayoría de ellas no debieron ser bellas ni delicadas en el trato, pues es de pensar que se marchitaron en lo físico y espiritual tempranamente por la vida de campaña. Muchas no sabían leer ni escribir. No conocían de geografía ni de historia. Seguro que no pocas eran incapaces de concebir en un sentido abstracto lo que era Cuba. Nunca comprendieron el papel que habían desempeñado en la historia de su país.

Fueron amantes discretas, desapreciaron cuando ya no eran necesarias. Ni siquiera dejaron constancia de una queja, de una protesta por la ingratitud que recibieron de la posteridad. Quizás la mayoría de ellas en ese sentido de lo intangible que siempre guardan las mujeres prefirieron el anonimato y entraron para siempre en los misterios de la guerra de 1868.

NOTAS

1.-Eusebio Leal Spengler. Carlos Manuel de Céspedes El diario Perdido. Publicemex SA , Ciudad de la Habana, 1992, p. 297
2.-Ibidem p. 238
3.-Archivo Nacional de Cuba, Fondo Donativos y Remisiones, Caja 474, Número 10
4.-Eusebio Leal Spengler. Ob. cit. p. 179
5.-Francisco J. Ponte Domínguez. Historia de la Guerra de los Diez años. Desde la Asamblea de Guáimaro hasta la destitución de Céspedes. Academia de la Historia de Cuba, La Habana, 1958, p. 286
6.-Eusebio Leal Spengler. Ob. cit. p. 228
7.-Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo. Carlos Manuel de Céspedes Escritos. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982, t III, p. 84
8.-Francisco Estrada Céspedes. Cartas familiares, Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, 1969, p. 107
9.-Eusebio Leal Spengler. Ob. cit. p. 241
10.-Eusebio Leal Spengler. Ob. cit. p.133
11.-Eusebio Leal Spengler. Ob. cit. p. 248
12.-Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo. Ob. cit. p. 52
13.-Ibídem p.52
14.-ANC Donativos y Remisiones, Fuera de Caja, Número 123
15.-Jorge Carlos Milanés y Céspedes. Apuntes de Bio Arriba. En Ludin B. Fonseca García. Haciendo Patria. Colección Crisol. Bayamo. Granma. 2004 p. 28
16.-Ibídem, p. 39
17.-Ibídem, p. 42
18.-Ibídem, p. 49
19.-Diario de Vicente García, en Víctor Manuel Marrero Vicente García: Leyenda y Realidad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992, p. 233

Proceso a un historiador

Preguntarle a Novoa, es indicación común entre los que se acercan a la historia y visitan archivos y bibliotecas. Tal parece que ese personaje todo lo sabe o te indicara el camino donde encontrar la información que necesitas. A esto es necesario agregar que es autor de más de una veintena de textos de historia. Por lo que es comprensible que los holguineros le han dedicado, junto a otro prominente intelectual vecino de estas tierras, la semana de la cultura de Holguín.

José Novoa Betancourt nació en el batey del central Delicias hoy Antonio Guiteras, Puerto Padre un dos de enero de 1956. Fue la casualidad de un regalo lo que lo llevó a los senderos de la historia. Hoy el nos dice: “Un libro cubano fue el que despertó mi amor por la historia: La revolución de Yara de Fernando Figueredo Socarrás, que se acompañaba de La tierra del mambí de James O’Kelly, ambos reditados en 1968, en el centenario del inicio de las Guerras por la Independencia.

Fueron regalos de mi madre y de mi tía materna María Luisa, maestra, en mi cumpleaños de enero de 1969. El libro de Figueredo me mostró en verdad el drama de la Historia de Cuba en la Guerra Grande y, su excelente factura narrativa, me prendó para siempre. Ahí aprendí que la Historia entra por los caminos de la emoción, antes que por los racionales.

¿Cómo pasaste de un lector a un investigador?

-Mis hábitos de investigación comenzaron en el segundo año de la carrera. Sucedió que el compañero de aula Hernel, era hermano de Hiram Pérez Concepción que desde el Partido dirigía el Movimiento de Activistas de Historia, promovido por Fidel Castro en 1968. A Hernel e Hiram debo haberme vinculado a los estudios de la Historia regional, en particular de Holguín.

Consideras que amerita estudiar las raíces de esta población que cumplirá 300 años en 2020. ¿No te sientes un poco disminuido ante los 500 de otros lugares?

-La Biblia dice que todo tiene su tiempo, es decir, hay una gradación del movimiento histórico en momentos cronológicos. Y cada momento es un acontecimiento de valor y de criterio de selección.

Considero de mucho significado conmemorar los 300 años del pueblo, porque significan el comienzo de la vida de una comunidad urbana antes no existente y porque, a partir de ahí, nada fue igual en la zona. No es lo mismo un complejo de estructuras socioeconómicas productivas con algunos aislados caseríos familiares que una urbe como centro de ese complejo. Fíjate, es además el primer pueblo estructurado al Norte del Cauto y próximo a la costa entre las bahías de Manatí y Nipe, que era la demarcación Norte de la jurisdicción de Bayamo, la madre de Holguín. Y porque fue el resultado de un impulso propio no de una decisión gubernamental colonial. Si, fue una propuesta del regidor bayamés Luis de Silva y Tamayo, pero que sin el decidido apoyo local esa idea no hubiera fructificado. Y ese impulso creativo y fundador no se detuvo nunca más.

Tu criterio sobre la obra de quienes comenzaron estos estudios como Francisco de Zayas, Diego de Ávila, García Castañeda. ¿Qué aportaron que tú crees que le debes?

-Francisco de Zayas, Diego de Ávila y García Castañeda marcan el inicio y plenitud de la historiografía local, cada uno en su momento histórico concreto. Sin ellos, todo fuera más difícil en el estudio actual de los campos por ellos estudiados. Hoy se exige una historiografía académica y crítica al nivel del momento en que vivimos; pero siempre creo habrá que volver a ellos por la masa informativa acumulada, por sus puntos de vista, por su amor por estas tierras.

¿Por qué esa atracción por la figura de García Holguín. Se ha llegado a poner en duda su existencia?

-García Holguín, el supuesto conquistador y fundador colonial, me atrae porque es el típico hombre pleno de aventuras del Renacimiento, su vida ahora conocida está plagada de aventuras. La historia aún no ha dicho la última palabra de si este personaje fue o no, el exacto precursor. El otro candidato es Diego Holguín, quizá su hermano y de cualquier manera su pariente. Al final la solución del problema queda en esa familia.

Conozco y me son graciosas las opiniones sobre si el personaje existió o no, porque hay varios simultáneos con ese nombre. El problema de investigación sobre su figura ya dura 154 años, desde Diego de Ávila a acá, pero me emociona saber que más dura, con todo respeto, el referido a la existencia de Cristo, dos milenios. Ahí está Cristo y ahí está García Holguín.

Personalmente todavía sigo considerando que el Capitán García Holguín fue el fundador colonial y que, a pesar de los criterios formales lógicos de algunos de mis más queridos colegas, mientras no haya una documentación que pruebe lo contrario, pudo haber saltado fácilmente de Centroamérica a Bayamo en 1545-46. La distancia, la edad, la naturaleza son poca cosa ante un hombre dado a la aventura.

¿Crees que hay un hilo conductor de esas primeras figuras, muchas de ellas olvidadas y otras mal interpretadas al cubano de hoy? ¿Tenemos una deuda con ellos?

-Si lo creo. Todos respondemos a una historia familiar y al contexto específico donde nos movemos. El pasado está más presente en nuestras vidas, que lo que las gentes creen y no solo por el nivel genético sino particularmente por las tradiciones recibidas. Siempre somos deudores del pasado. No olvides que el ángel de la historia avanza casi de espalda hacia el futuro, mientras con sus ojos desorbitados mira el pasado lleno de horrores y grandezas, junto a la obra aún inconclusa del hoy. Dije “casi de espaldas”, porque la historia también predice lo esencia del futuro.

¿Por qué has estudiado con tanta pasión la esclavitud y en especial el primer mártir abolicionista holguinero? ¿Crees que se le conoce suficientemente, se le ha rendido los honores que merece?

-He estudiado la esclavitud motivado por razones cognoscitivas e ideológicas. En el plano del saber no se puede comprender la Historia colonial si no se sabe de la esclavitud, columna vertebral del sistema hasta su abolición formal en 1886 y luego, su remanente cruel: el racismo.

Por eso me he preocupado por la historia de 1812 y del ahorcamiento de Juan Nepomuceno, el primer mártir holguinero en las luchas por la libertad del hombre. Y no creo se le conozca suficientemente ni que se le rindan los honores que merece. En abril de 2012 en Holguín se habló popularmente más del centenario del naufragio del Titanic, que del bicentenario de la ejecución del héroe. La tarja colocada en su memoria, nunca fue oficialmente inaugurada.

¿Qué ha significado para ti la historia regional? ¿Lo consideras asunto menor?

-La historia regional es la base de la historia de cualquier nación y la base de la educación patriótica de la población. Para mí es imprescindible.

¿Qué fue para ti la Casa de Iberoamérica que dirigiste por varios años?

-La Casa de Iberoamérica entre 1994 y el 2002 es un momento entrañable en mi vida, por todo lo que aprendí, por las gentes maravillosas con las que conviví — fíjate no digo: trabajé – y todas las personalidades de la cultura que me nutrieron, cubanos o no. En realidad, fue una casa y una familia.

Eres uno de los pocos cubanos que ha recibido el premio Vasconcelos, ¿qué significó para ti ese premio?

-El Premio José Vasconcelos fue una grata sorpresa inesperada y soy uno de los cinco cubanos que lo poseen. Desde ya hacía varios años, gracias a la inolvidable Lalita Curbelo Barberán, tenía relaciones con el Frente de Afirmación Hispanista A. C. y su presidente el Sr. Fredo Arias de la Canal. El Premio lo considero un gesto muy noble del Frente y de Fredo, un reconocimiento a los historiadores regionales. Recibirlo es asumir un renovado compromiso con la cultura hispanista y su lengua. Una obligación a trabajar más la historia común. Un reclamo a defender nuestra identidad frente al hegemonismo y la inhumanidad. El Frente es una gran familia y me honro en integrarla.

¿Cuáles son los senderos por donde transitas?

-En la actualidad sigo trabajando en la historia económica colonial y sueño con un estudio sobre las haciendas comuneras centro-orientales con el historiador Arturo Sorhegui, a partir de los fondos del Archivo Histórico de Sancti Spíritus. También me preocupo por un acercamiento al pueblo de Holguín a través de la organización de la información brindada en las dos versiones conocidas del padrón de 1735, pero su análisis no me corresponde, esa es una tarea que deberá asumir la Doctora en Ciencias Económicas y Genealogista María Dolores Espino.

Mucha de tus obras la hiciste formando parte de un equipo, ¿que es para ti el trabajo en equipo?

-El trabajo en equipo es difícil, más es la solución a muchos problemas. Dos mentes piensan mejor que una y permiten ver más aspectos. Uno aprende y comprende mejor el complejo funcionamiento de una orquesta.

A los historiadores no nos gusta entregar información que se acerquen a nuestra pequeña parcela. Sé por experiencia que eres generoso entregando información e ideas a desconocido. ¿Por qué?

-Nunca he temido compartir mis fichas ni me información, porque quizás la vida no me dé la oportunidad de trabajar todo eso y también he aprendido que el mismo aspecto, cada quien lo expone de forma diferente. No monopolizo nunca nada.

Cuéntame de tu familia…

-Soy casado, desde 1978, con Dulce María Mojarrieta Diéguez, compañera de estudios. Tenemos dos hijos, uno de sangre: Raymond y otro de crianza: Maikel Pavón Ramírez, ambos tienen el mismo valor y son mi futuro, cada uno en su propio camino.

Háblame de tu trabajo en la universidad…

-Desde el 2012 sumé de nuevo todo en la Universidad. Primero en el Departamento de Historia y luego en el Centro de Estudios sobre Cultura e Identidad (CECI). He impartido Historia contemporánea de Europa (1968 – actualidad), Historia regional, Historiografía e Historia de la Filosofía. En el CECI en el que me encuentro desde el 2014, existe un gran colectivo multidisciplinario de profesores investigadores, muy productivos en sus especialidades y en sus publicaciones. El líder natural del grupo es el Dr. C. Carlos Córdova Martínez.