En los últimos meses de 1958 las fuerzas del Ejército Rebelde comenzaron a operar con gran intensidad en todo el territorio del oriente de Cuba. Realizaban con frecuencia emboscadas a las patrullas que se desplazaban por las carreteras. El Ejército de Cuba, nombre oficial de las fuerzas armadas de Batista, tomó medidas para enfrentar esta situación.
La costa norte del oriente de la Mayor de Las Antillas estaba en la jurisdicción del El Regimiento 7 de la guardia rural y comprendía desde el antiguo municipio Victoria de Las Tunas hasta el de Sagua de Tánamo. Este regimiento contaba en 1958 con varios blindados T 17 de ruedas de goma, de fabricación estadounidense con una tripulación de cuatro soldados y con una torreta rotatoria que tenía un cañón de 37 mm (1) También con un tanque de guerra Sherman m 4, que tenía una tripulación de cinco hombres y un cañón de 75 mm. (2) Estos equipos fueron considerados como una especie de reserva “estratégica”, pues se emplearon en operaciones de gran envergadura. Pero estos blindados no siempre se podían utilizar para proteger los numerosos desplazamientos de las topas.
El ejército para trasladarse por las carreteras utilizaba autos. El Regimiento 7 de Holguín llegó a contar con ocho de estos. En las emboscadas los rebeldes (combatientes por la libertad de Cuba bajo el mando de Fidel Castro) tenían todas las ventajas dado que tales medios de transporte no ofrecían protección a sus ocupantes. El 3 de mayo una orden del Estado Mayor del Ejército establecía que en las incursiones de las tropas: “…siempre que vaya en vehículos, los primeros los hagan en camiones de hierro con sacos de arena.” (3)Pero tal orden no se había aplicado. Por las carreteras más importantes de cada municipio se continuaron haciendo patrullajes en autos.
El 31 de octubre el presidente Batista dispuso suspender las patrullas en autos. Estas debían de hacerse en camiones blindados. El coronel Ugalde Carrillo, jefe del Regimiento 7, ordenó adquirir siete camiones de doble tracción y pidió al Estado Mayor el envío de planchas de acero. (4)
Cumpliendo estas órdenes las fuerzas del escuadrón de Delicias construyeron un rudimentario camión blindado. Lo que nos puede dar una idea de cómo eran tales equipos. Para esto utilizaron los talleres del central azucarero y un camión, que al parecer era de la compañía propietaria del Delicias, lo forraron con planchas de hierro. Uno de los obreros que trabajó en la adaptación de aquel equipo civil en una máquina de guerra recordaba años después:
Querían forrar el camión con chapas de tres octavos, por lo que nosotros le metimos bastante hierro, bien forrado y con mirillas en los costados y el frente. También decidieron ponerle un pedazo de tanque algo fuerte y demasiado grueso pero lo pusimos, con lo que se protegía la parte del cristal delantero. Solo se dejaron unos pequeños agujeros para el chofer, quien se subió al camión y dijo que eso no le permitía buena visibilidad, que por ahí no se veía y mandaron a agrandarlo. Entonces se hicieron una ranura de tres pulgadas de ancho por doce de largo. Todo ese cuadro fue soldado, por lo que resulto un cajón hermético, donde los guardias iban de pie. En su parte trasera poseía una puerta con una escalerita. (5)
Al camión blindado lo mandaron a realizar patrullas entre el central Delicias y el Chaparra. Se desplazaba sin más protección que la que le pudieran brindar sus ocupantes y no hacían una labor de exploración para determinar la posible presencia de una emboscada enemiga. El 27 de noviembre el camión fue alcanzado por una mina en un lugar llamado La Cadena en la carretera de Chaparra a Delicias. El error de un rebelde que explotó la mina antes de que el vehículo estuviera sobre ella salvó aquella rudimentaria máquina blindada. De todas formas tres soldados fueron heridos. (6)
La idea del ejército de blindar un camión, en esencia era correcta. Este equipo, pese a lo primitivo que era, podía tener un buen efecto en compañía de más fuerzas. Pero enviarlo solo fue un error que estuvieron a punto de pagarlo muy caro. Pese a que eran equipos muy elementales los camiones blindados ofrecieron una buena resistencia. En el combate de Los Palacios, acción desarrollada en los últimos días de la contienda, un soldado narraba que:
“Como a las diez de la mañana puedo coger un camión blindado y en el logró salir del cerco, aunque antes de obtenerlo una mina explota debajo del vehículo que lo levanta, y lo tira para una zanja, de la que al fin puede salir y continuar, aunque con todas las gomas reventadas. Llegamos a San Germán rodando sobre las llantas, pero vivos…” (7)
Los camiones blindados demostraron una gran resistencia a los ataques rebeldes. Eran favorecidos por el hecho de que los revolucionarios no contaban con equipos antitanques. Incluso las minas eran artesanales. Estos medios de transporte del Ejército de Batista es una historia por escribir.
NOTAS
1–Fidel Castro, Por todos los caminos de las Sierra: La Victoria Estratégica, Oficina de publicaciones del Consejo de Estado de la República de Cuba, La Habana, 2010, p. 843
2–Ibídem, p. 844
3–Instituto de Historia de Cuba. Fondo: Ejército 24—5.2—1:3.1—1-23
4–Instituto de Historia de Cuba. Fondo: Ejército 24—6.1—6.2.6—1—13
5–Omar Villafruela Infante, Fusiles rebeldes en Chaparra, Editorial Sanlope, Las Tunas, 2008, pp. 31 32
6–Instituto de Historia de Cuba. Fondo Ejército 24—5.1—:6-1:-1- 0—1—24
7–Rumbo al triunfo de Enero Columna 16, “Enrique Hart” ob. cit. p. 231
En la ciudad de Holguín Julio Grave de Peralta y Manuel Hernández Perdomo con otros patriotas se incorporaron a la conspiración iniciada por los bayameses que dio inicio a la guerra de independencia cubana de 1868.
Fundaron en esta ciudad, hoy capital de la provincia de igual nombre en el norte del oriente de Cuba, una logia que los protegía de las miradas de los espías coloniales. Julio desde su finca en Cacocum organizaba el alzamiento apoyado por un funcionario español, Eduardo Cordón, que informaba a sus superiores que nada ocurría en Cacocum mientras Grave de Peralta y sus más cercanos colaboradores reunían armas, hombres y hacían propaganda abierta en calles y comercios. Hernández Perdomo, maestro camagüeyano, establecido en esta tierra, organizaba el alzamiento en Yareyal un barrio cercano a la población holguinera.
El estallido, más que esperado, ansiado, por todos, los sorprendió. Carlos Manuel de Céspedes se alzó en su ingenio La Demajagua el 10 de octubre de 1868. No fue aquella explosión volcánico asunto exclusivo de los hombres. Eduardo Cordón sentía el apoyo incondicional de su esposa Leonela de Feria Garayalde, hermana de mambises y celosa guardiana del hogar de conspiradores. Mientras, Julio Grave de Peralta apenas tiene conocimientos de la sublevación de Carlos Manuel convoca a amigos y parientes, a los peones de su hacienda, a sus esclavos y arrendatarios y se subleva en las orillas del río Cauto. Se dirige a su finca enclavada en aquellas verdes llanuras salpicadas de las orgullosas palmas cubanas. Las mujeres de la familia encabezadas por su esposa Josefa Cardet preparan cartuchos para las escopetas, alimentos para la tropa. Su “Pepilla” como él le llamaba en sus momentos íntimos, aparta a la servidumbre y con su propia mano les sirve la comida a aquellos héroes. Quizás comprendió que asistía al principio del fin del hombre que tanto amaba y que caería en combate el 24 de junio de 1872. Pero aquel día no había tiempo para preocupaciones por el futuro incierto. Como no dudó Juana Isabel de la Torre Pupo, la compañera de conspiración y amor de Manuel Hernández, cuando en la noche del 12 de octubre de 1868 sintió que los esbirros coloniales intentaban derribar la puerta de su casa situada cerca del centro de la ciudad de Holguín.
-Huye tú le dijo al amante, señalando el camino del alzamiento. Era necesario atraer sobre su casa al tumulto de verdugos para que Manuel aprovechando la noche escapara. No hacia el universo del miedo y la seguridad que puede, en ocasiones, ofrecer la fuga, sino a sublevarse al día siguiente en Yareyal. Dos esclavos una joven y un anciano, Leonarda de la Caridad y Benigno Pupo, ayudaron a Juana a fortalecer ventanas y puertas y obligar al enemigo a que concentraran toda su atención en la recia casona permitiendo que escapara Manuel.
Mujeres y hombres, jóvenes y ancianos, negros y blancos, campesinos y citadinos todos estarían representados en el alzamiento holguinero, cubano y cespedista. Desde aquel 10 de octubre de 1868 todo fue diferente.
Fuentes consultadas:
Archivo Nacional de Cuba, Fondo: Comisión Militar. Legajo 125. Signatura 7.
Constantino Pupo Aguilera, Patriotas Holguineros, Holguín 1956
Museo Histórico de Holguín. Documentos de la Guerra de 1868. Número 202. Carpeta 3.
Antonio José Nápoles Fajardo, Sitio de Holguín, La Habana 1869
El Ejército de Cuba, nombre oficial de las fuerzas armadas de la dictadura de Fulgencio Batista durante el desarrollo de la guerra que se efectuó entre 1956 y 1958, comenzó a tener serios problemas con el abastecimiento de combustible. Esta situación se hizo candente luego de la derrota de la gran ofensiva contra los rebeldes (mau mau) en la Sierra Maestra.
El Ejército Rebelde creó varias columnas que llevaron la guerra a Las Villas, las llanuras camagüeyanas y toda la provincia de Oriente. Una de las instrucciones que tenían esas tropas era impedir el transporte terrestre. Este era el medio más utilizado para abastecer de combustible los diferentes poblados y ciudades cubanas.
El Regimiento 7 de la guardia rural tenía su jefatura a pocos kilómetros de Holguín, en la carretera central que iba de esa ciudad a La Habana. La jurisdicción de esa unidad comprendía desde el antiguo municipio de Victoria de las Tunas hasta el de Sagua de Tánamo.
En tiempos normales el combustible llegaba a la jurisdicción del Regimiento 7 de la refinería de Santiago de Cuba por la carretera central. En Holguín existían tres grandes tanques de la ESSO Standard Oil, uno de 25 000 de gas oil otro de igual capacidad de gasolina especial que, en la época, se utilizaba poco y el tercero de 106 000 galones de gasolina regular donde se guardaba ese precioso liquido. Luego se iba distribuyendo según los pedidos por Tunas, Holguín, Cueto, Mayarí, Puerto Padre y otros lugares. (1)
La ofensiva rebelde en los últimos meses de 1958 cortó por completo el suministro de combustible. La carretera central que unía a Holguín con Santiago de Cuba se encontraba prácticamente bajo el hostigamiento de todos los frentes guerrilleros que actuaban en la provincia de Oriente. El mando del regimiento no se convirtió en un ente pasivo del desarrollo de los acontecimientos y decidió tomar medidas para abastecerse de combustibles. Para complicar más la situación tropas de la Columna 14 Juan Manuel Márquez en la noche del 2 de noviembre de 1958 incursionaron en Holguín y sabotearon las instalaciones de la ESSO Standard Oil situados en las afueras de la ciudad provocando un incendio. Este sabotaje creó un problema muy serio, pues no se contaba con medios para extinguirlo.
Al día siguiente, 3 de noviembre, del Regimiento le comunican al mando superior le informe la dirección en La Habana de la ESSO Standard Oil de parte del administrador de esa empresa en Holguín que envíen por avión extinguidores, pues no se había podido controlar el incendio. (2)
La ESSO responde de inmediato; se fleta un avión con personal técnico, equipos y ejecutivos a las 13.30 horas de ese día. Del Estado Mayor le ordenan a la jefatura del Regimiento: “Interesa facilidades aterrizaje campo militar por cercanía depósitos a lo que se ha accedido” (3) El incendio fue extinguido pero el sistema de suministro de combustible a gran parte del norte de la provincia de Oriente había sido seriamente afectado.
Hay un interesante testimonio sobre aquel sabotaje de uno de los empleados de la empresa, Sabas David Garcia Batista:
“Yo era dependiente de planta de la ESSO Standard Oil en Holguín, soy el único de sus empleados vivos que queda en Cuba. Esa empresa recibía el combustible de Santiago…”
“Para la protección de los tanques existía un sereno, esa noche le tocó a Indalecio Feria, el me contó que los rebeldes entraron por la costa del río Jigüe y el trató de desaparecerse pero se quedó enganchado en la parte de debajo de una cerca de alambre de perles que rodeaba los tanques, cuando los vecinos supieron que eran rebeldes salieron de sus casas, se lo encontraron a él y tratando de desengancharlo le chivaron la columna vertebral.”
“Los rebeldes le entraron a tiros al tanque de 106 000 galones de gasolina regular, salieron los chorros y le tiraron cocteles, a los de al lado no los prendieron. Por la madrugada me fue a buscar la policía a la casa para que fuera a apagar el tanque, al otro día llegaron dos americanos y un ingeniero cubano en un avión desde La Habana, junto con los bomberos logramos apagar el fuego como a las tres de la tarde, fue posible recuperar 75 000 galones en rastras mientras se luchaba contra el fuego, los bomberos echaron tanta agua que el combustible derramado dentro del muro de contención que rodeaba el tanque corría el riesgo de desbordarse y que regara la candela por todo aquello, por eso prendimos nuevamente el combustible que quedaba dentro del tanque para que se gastara, se consumió totalmente alrededor de las nuevo o las diez de la noche.”
“Recuerdo que sobre las diez de la mañana se apareció un avión y ametralló toda la zona de la loma del Caguayo y el rio Jigue donde habían aparecido los rebeldes la noche anterior.” (4)
Los militares no se amilanaron ante esta situación que le había creado el referido sabotaje. El 11 de diciembre 1958 el mando del Regimiento pedía el envío por mar de petróleo a Juan Claro, un embarcadero en la bahía de Puerto Padre. Lo trasladarían por medio de un oleoducto al pueblo de Puerto Padre. Desde allí pensaban transportarlo a Holguín en convoyes protegidos. (5) Pero esta medida fracasó. Era demasiado riesgoso atravesar esa zona bajo el hostigamiento de las fuerzas guerrilleras con gigantescas pipas de combustible que podían convertir los enfrentamientos con el enemigo en una especie de tiro al blanco. La situación con el combustible llegó a ser tan difícil que se trató de paliar la falta de este por medio de la aviación. El 17 de diciembre el mando batistiano pidió combustible por vía a área a Santiago de Cuba. (6) El 23 de diciembre de 1958 se solicitaba traer gasolina por aviones desde Camagüey. La empresa Sinclair estaba dispuesta a dar ese servicio desde esa ciudad. Los militares argumentaban que “Holguín se quedara sin agua por falta de combustible. Cada avión puede traer 1480 galones en tanques de 55 galones. Solo nos queda para mañana agua hoy suprimida para darla mañana 24” (7)
El jefe de la Fuerza Aérea del Ejército dio órdenes de situar en el aeropuerto de Camagüey 25 bidones que serían trasladados a Holguín en avión. El puente aéreo se iniciaría el 25 de diciembre de 1958. (8) Ya fuera por tierra o por aire el suministro de combustible no cesó por completo. El ejército tuvo suficiente para mantenerse en operaciones hasta el final de la guerra. Este contrapunteo entre guerrilleros y militares por el combustible es una historia muy poco conocida.
NOTAS
1–Ochoa Minervino, Dolores Feria, José R. Murt Mulet, José Abreu Cardet: Misión especial de operaciones, Editado por la Sección de Investigaciones Históricas de Holguín, 1990. p. 114
2–Instituto de Historia de Cuba. Fondo: Ejército 24-5.1-6:5.1-1-52
3–Instituto de Historia de Cuba. Fondo: Ejército 24—6.1–6:5.1-1-52
4–Ochoa Minervino, Dolores Feria, José R. Murt Mulet, José Abreu Cardet: Misión especial de operaciones, Editado por la Sección de Investigaciones Históricas de Holguín, 1990. pp. 114 – 115
5–Instituto de Historia de Cuba. Fondo: Ejército 24—6.1—:6-2:-1-1-76
6–Instituto de Historia de Cuba. Fondo: Ejército 24—6.1—6.2.6—1—13
7–Instituto de Historia de Cuba. Fondo: Ejército 24—5.1—:6-1:-1- 3-15
8–Instituto de Historia de Cuba. Fondo: Ejército 24—5.1—:6-1: 3-1—20
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