El 14 de junio de 2019 se inauguró en la sala Fausto Cristo de la Unión Naciones de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), de la ciudad de Holguín la exposición personal del fotógrafo Michel Johnson: La Torre de Marfil. En las palabras inaugurales Martín Garrido Gómez aseguró: “En este fragmento del ensayo fotográfico” “La Torre de Marfil”, Michel Johnson nos ofrece una personal reflexión sobre el cuerpo humano y su relación con la danza, una especie de puesta en escena que nos remite al cerrado universo del ballet, un espacio donde la luz, el movimiento y la música constituyen las coordenadas a partir de las cuales los bailarines hacen posible la magia fugaz de la representación.”
El artista Michael Johnson Sánchez nació el tres de enero de 1988 en Manatí, provincia de Las Tunas. En este joven artista se resumen los muchos caminos que han conformado las raíces de este archipiélago. Sus antepasados procedían de las Antillas Británicas, Holandesas y España.
Atrapado por el ballet, Michael, comenzó a escribir poemas, hasta ahora inéditos, para intentar llegar a una comprensión de esa danza mágica. El descubrimiento de la fotografía le permitió encontrar otra forma de hacer llegar el ballet al público. Esta exposición es un ejemplo del dominio que alcanzó con el lente y sus visiones sobre el cuerpo sometido a la disciplina que requiere la danza.
Siguiendo los criterios de Martín Garrido Gómez nos dice: “Este conjunto de fotos, de gran formato e impecable factura, es el medio de que se vale el artista para mostrarnos como el ballet, en tanto disciplina artística, somete el cuerpo humano a una violencia cuya finalidad es transformarlo en un instrumento idóneo para expresar el contenido de obras caracterizadas, en lo esencial, por la estilización y la convención. Son cuerpos entrenados para realizar el complejo movimiento de coreografías que, en mayor o menor medida, remiten al nacimiento de este arte, nacido en tiempo de los Luises franceses y que, en lo esencial, no ha cambiado mucho con el paso de los siglos. El resultado final es, siempre, de una belleza distinta a la belleza que se encuentra en la naturaleza, porque es una belleza quinta esencia, culta, depurada y, en resumen, intelectual.”
Martín a quien hemos recurrido para que nos asesore en la confección de este breve texto es historiador de arte, crítico, investigador y curador. Graduado de pintura en la Escuela de Artes Plásticas El Alba, de Holguín (1969). Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana (1978). Ha publicado reseñas, artículos e investigaciones relacionadas con las artes visuales y la literatura. Con tal trasfondo cultural nos afirma: “Tal vez sea por estas razones que el fotógrafo opta por colocar a sus modelos en un espacio neutro, distinto al del escenario decorado para la representación, porque de este modo la atención del espectador se concentra en el cuerpo que posa para la cámara, modelado por la luz, revelador de una belleza singular, escultórica, que para algunos podrá tener resonancias eróticas pero que, a la larga, es como el arte al que remite: sensible, si, pero cerebral y lógico”.
La curaduría museográfica de la exposición fue realizada por Julio Méndez Rivero. El diseño por Javier Erid Díaz Zaldívar y el montaje por el Equipo UNEAC. Las palabras al catálogo son de Martín Garrido Gómez, con el criterio de este estudioso del arte damos por concluida la breve reseña sobre la exposición:
“Es este, en definitiva, un cuerpo reestructurado por la disciplina, la voluntad y el entrenamiento, una obra de arte en si mismo, bello como esas estatuas clásicas, tan perfectas, que podemos admirar en los museos pero que difícilmente esperamos encontrar en la vida diaria. Misterio del arte que Michel Johnson nos ofrece con su obra, tan virtuosa y elaborada como el mundo peculiar que con ella nos revela”.
El asunto de los motines regionales son los ejemplos más argumentados sobre la indisciplina de los oficiales y soldados libertadores. El tema es complejo y merece una reflexión. Había que hacer concesiones al regionalismo y el caudillismo cuando en una comarca no aceptaban a un jefe; pues soldados y oficiales podían desertar.
Hay un ejemplo muy elocuente de esto los bayameses, en 1871, tienen contradicciones con el jefe de esa división, Modesto Díaz, Céspedes lo destituye pues: “… muchos individuos de su Distrito se manifiestan descontentos con él y se separan de las filas.” (1) Estamos ante una situación que aterraría a cualquier jefe de un ejército regular moderno. Los soldados descontentos con el jefe abandonan las fuerzas armadas. Sin embargo, el asunto es que el presidente de la República y comandante en jefe del ejército toma muy calmadamente esta situación. En cierta forma acepta el criterio de los soldados. Destituye a Modesto Díaz. Es designado jefe de esta fuerza el bayamés Luís Figueredo. El presidente le hace a este general una interesante aclaración: “…no vaya a servir de paralización de sus operaciones la idea de que aun esté pendiente la resolución definitiva acerca de la colocación del General Díaz “(2)
Si nos guiamos por estas palabras tal parecería que existía un criterio de que hasta que al jefe depuesto de una división no se le asignaba un nuevo mando el sustituto no entraba plenamente en sus funciones.
Céspedes decidió trasladar a Díaz a Holguín. Jesús Rodríguez, representante a la Cámara mambisa por ese territorio, protestó ante el presidente. Este le contestó, el 27 de enero de 1872, explicándole el motivo de su decisión pues en Holguín “no existe prevención alguna (contra Díaz) contrariamente de los que ocurre en Bayamo” (3). Era un reconocimiento implícito al papel que tenían los soldados en la aceptación de los jefes regionales.
Pero al mismo tiempo era necesario tener en cuenta el criterio de los caudillos regionales para realizar cualquier cambio de jerarquía. Al año siguiente Modesto Díaz fue de nuevo asignado en el mando de las tropas bayamesas. En cierta forma Díaz, pese a ser dominicano, se había convertido en un caudillo regional bayamés. Estuvo muy estrechamente ligado a esta zona desde antes del estallido de la guerra. En general era aceptado por sus subordinados. Por lo que no es de extrañar su retorno a este territorio. No tenemos información de las causas de estas inesperadas desavenencias entre el General y sus subordinados. Pero su regreso creo otro problema: ¿Dónde situar al general Luis Figueredo? Calixto García le escribe a Céspedes el 4 de septiembre de 1872:
Debo manifestarle, con referencia al Brigadier Luis Figueredo, que desearía verlo colocado; pero se me presentan graves inconvenientes para su colocación. Tengo la seguridad de que como 2 Jefe del Departamento(oriental), no lo veía con grado, el Brigadier Calvar, mucho mayor repugnancia mostraría para aceptarlo como 2 de (Santiago de) Cuba, algunos jefes que se consideran, acaso fundamentalmente en este Dpto, con tanto o más derecho y aptitud para desempeñar ese destino. Así pues para que, aún cuando aludidos Jefes obedecerían puntualmente a cualquier disposición que emanara de ese gobierno, la que se dictara, es este sentido podría originar serios disgustos entre ellos, entorpeciendo la marcha y progreso de las operaciones” (4)
Estamos ante dos situaciones. Era necesario tener en cuenta el estado de opinión de los soldados de fila de una región para asignar un jefe. Pero también debían de escucharse a los caudillos como ocurre con el criterio que tenían los oficiales respecto a Luis Figueredo. Es usual que los historiadores al hacer un análisis tan solo valoran las opiniones de los caudillos. El soldado de fila y los oficiales de poca graduación han sido olvidados.
Si nos guiamos por esta situación existía una interrelación muy estrecha caudillo y soldados y oficiales de poca graduación. Este tipo de relación era compleja y se podían ver alteradas en uno u otro sentido. Pese a estas contradicciones ambos Generales, Modesto Díaz y Luis Figueredo continuaron combatiendo en las fuerzas mambisas hasta el fin de la guerra de 1868.
Notas:
1.-Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo Carlos Manuel de Céspedes. Escritos. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana. 1982, T. II pp. 148 y 150
2.-Ibídem. p. 169.
3.-Ibídem. p. 336.
4.-ANC. Academia Historia, Legajo 358, núm. 50 – A
Entre 1957 y 1958 los revolucionarios cubanos combatieron y derrotaron a la dictadura de Batista. Se han realizado numerosas investigaciones sobre aquellos años terribles y publicados numerosos libros, pero menos se conoce qué pasó con la población civil. Intentemos acercarnos a esos momentos dramáticos desde la visión de los vecinos de los campos y ciudades durante la contienda.
El apoyo de la población al ejército rebelde se demostró durante los ataques a los cuarteles. Un ejemplo fue el primer asalto a Cueto, realizado entre el 8 y el 9 de noviembre de 1958, donde por un lado parte de los vecinos ayudaron a los rebeldes y también otros llevaron a cabo un intento de mediación para conseguir la rendición del enemigo que se había fortificado en una edificación.
Al penetrar los rebeldes en el poblado: “…los combatientes prepararon cocteles molotov con ayuda de la población…” (1) y “…algunos ciudadanos se ofrecieron como mediadores para evitar más derramamiento de sangre y la destrucción del pueblo.” (2) Estos pidieron la rendición de la guarnición.
Varios militares tenían familiares en el poblado, por lo que esposas y madres de algunos sitiados se brindaron para tratar de convencer a sus seres queridos para que cesaran en la resistencia. El jefe de las fuerzas rebeldes narró en estos términos aquellas negociaciones:
“En esas condiciones varias mujeres esposas y madres de soldados, se acercaron a nuestros combatientes para que les permitieran llegar al lugar donde estaban atrincherados y pedirles que se rindieran. Las autorizamos y hasta cierto punto aquello ablandó a los batistianos. A esa importante y humana labor se unió un comerciante que tenía su establecimiento al lado del edificio donde el enemigo estaba atrincherado” (3)
Los mediadores intentaron acercarse al cuartel pero los soldados dispararon sobre sus cabezas para dispersarlos, estos insistieron y varias madres y esposas hablaron por medio de un altoparlante pidiendo la rendición a sus parientes. El jefe batistiano aceptó entrar en conversaciones para la rendición. (4)La que se produjo horas después.
Elementos de la burguesía local y otros vecinos durante los ataques rebeldes en ocasiones intentaban mediar entre rebeldes y soldados para evitar un ataque, lo que hubiera significado pérdidas humanas y materiales importantes. En medio de un escenario de derrotas, tales acciones de negociación podían traer resultados morales desastrosos para el ejército. El mando del Regimiento número 7, al que estaban subordinadas las fuerzas que actuaban en el norte del oriente cubano, se opuso enérgicamente a entrar en conversaciones con el enemigo. El 5 de noviembre informaron desde el Escuadrón 75 de Banes al Regimiento que el alcalde había recibido comunicación de los rebeldes solicitando que se entregasen para evitar derramamiento de sangre. La respuesta del regimiento fue tajante: “al que condujera un mensaje solicitando la rendición se le fusile y se resista el ataque.” (5)
Pese a esto las guarniciones locales no pudieron impedir que vecinos de los poblados, donde estaban situadas, entraran en contacto con los rebeldes. La situación se hizo tensa respecto a los abastecimientos por el bloqueo en los diferentes centros urbanos de la jurisdicción del Regimiento. Los soldados no pueden bridarle protección a los camiones encargados de llevar las vituallas a los comerciantes. En Sagua de Tánamo la jefatura de la columna guerrillera que operaba allí autorizó la solicitud de comerciantes locales de que le permitieran el viaje de algunos camiones de Cayo Mambí a esa población. (6) Demostraba la impotencia de los miliares.
También la población, en ocasiones, se vio atrapada en medio del combate y fue víctima de los indiscriminados bombardeos de la aviación de Batista; en Manatí una bomba mató nueve civiles el 2 de diciembre de 1958. (7) En Jobabo el ataque de la aviación mató a una niña de cinco años. (8) En esta comunidad, según el recuerdo de un rebelde durante el sitio “hombres, mujeres y niños se habían sumado a nosotros y casi todo el mundo ayudó (salvo algunas excepciones) de una forma u otra.” (9) Al abandonar los rebeldes el poblado al no poder rendir la guarnición varias familias lo dejaron por temor a las represalias y a un grupo de hombres, pese a que estaban desarmados, fue necesario admitirlos en la guerrilla pues por su colaboración durante el sitio “… no podían regresar a sus casas.” (10)
Aunque menos conocido, pero también hubo partidarios de Batista en la zona de operaciones. Los rebeldes narraron el apoyo de algunos civiles al tirano. El capitán guerrillero Cristino Naranjo se refería a un caso de solidaridad con la dictadura en el poblado de Cauto Cristo, situado en la carretera central entre los límites de la jurisdicción del Regimiento 7 y la zona de operaciones de Bayamo:
“También le reportara que hombres a mi mando procederán a ocupar toda la medicina existente en la farmacia de la Sra. Caridad. Dicha señora cedió su casa al ejército para que acampara. En esa ocasión que el ejército de Cauto Cristo abandonó el pueblo se le quedó una buena cantidad de parque y se lo guardó hasta que volvieran, negando su existencia en esa ocasión a mis hombres. Casi todo el pueblo la acusó de delatora, por lo cual procedí a ocupar la medicina de la farmacia de su propiedad.” (11)
Lo interesante de esto es que tal acontecimiento ocurrió alrededor del 18 de diciembre de 1958 a las puertas del desplome de la tiranía. Asimismo, en ocasiones se producen denuncias de algunos vecinos a las fuerzas del ejército. El 27 de octubre, como consecuencia de una delación, el ejército sorprende a un grupo de escopeteros en el valle de Santa Rosa, en la zona de Báguanos y asesina a uno de ellos. (12)
Eddy Suñol se refería también a un individuo que de forma espontánea apoyó al ejército:
“El día 29 de octubre amanecimos en la carretera que une de Chaparra a Velasco, allí nos mantuvimos has¬ta las dos de lo tarde, quemando once carros que cir¬culaban de día. Sabía que en Velasco se encontraba el capitán de Delicias (13)y que lo estaba esperando para liquidarlo, pero por causa de un campesino que de lejos nos vio (por estos lugares no hay matojos don¬de meterse) se fue rumbo o Velasco y encontró a los soldados que ya venían, dándoles el chivatazo, regre¬sando los soldados a Velasco, llamando a la aviación, teniendo que retirarme” (14)
En un lugar conocido por Jobabito, en Tunas, un vecino colaboraba con las fuerzas del regimiento y por medio de un carro bomba de su propiedad apagaba los transportes que intentaban burlar el boqueo rebelde y eran incendiados. (15) El dos de noviembre fuerzas de la columna 16 se emboscaron en un lugar conocido como Loma de La Uvilla, en Banes: “Ese mismo día, un camión de soldados se desplazó por la carretera procedente de Banes y, cuando ya parecía eminente que cayera en la trampa, una mujer salió sorpresivamente del monte, avisándoles que no siguieran avanzando, porque más adelante estaban los rebeldes.” (16)
Aunque La Maya no estaba en la jurisdicción del Regimiento número 7, pero es interesante lo que le declaró un vecino que participó en la defensa del cuartel, al oficial batistiano encargado de realizar la investigación sobre la rendición de la guarnición que defendía ese poblado:
“Que como el veintiocho de noviembre (1958) dejo su comercio que tenía en la Maya y se fue al cuartel a ponerse a las órdenes del mismo llevándose sus equipos ….Que tiene tres hijos que los alisto en el Ejercito en el mes de Marzo de este año, que uno de ellos cayó preso en la defensa de Baltony y el otro se encuentra con el aquí; que siendo batistiano de corazón y admirando el ejército, decidió tomar parte personalmente en ayuda del Ejercito al lado de sus hijos” (17)
¿Qué papel desempeñó la familia de los soldados y oficiales durante la lucha? Sobre el tema no se ha hecho un estudio. No lo existe sobre la familia de los rebeldes menos se ha pensado en ese segmento de la población que defendió la dictadura. Las únicas referencias que constan sobre las esposas, novias, amantes o madres de los militares son sobre su papel tratando de convencer a las guarniciones donde estaban sus seres queridos que se rindieran durante los ataques de los rebeldes. Los revolucionarios se valieron en muchas ocasiones de estas mujeres para enviarles cartas pidiendo la rendición de los militares. Hasta donde conocemos hay un solo caso de una mujer que acompañó al esposo militar cuando este y sus compañeros se fugaron en el sitio de Sagua de Tánamo hacia los campos intentando llegar a Cayo Mambí, la mujer y el grupo fueron capturados. (18)
En los estudios sobre la dictadura de Batista predominó mucho la emotividad. Pero es necesario también conocer “el otro lado de la colina” el segmento de la población que, aunque era minoritario, por diversos motivos apoyó aquella dictadura. Aunque las evidencias demuestran una solidaridad mayoritaria de la población a las guerrillas y al movimiento clandestino de las diferentes organizaciones que ha todo lo largo del país combatieron a la dictadura.
NOTAS.
1– Comisión de Historia de la Columna 17 “Abel Santamaría” Datos tomados del libro Triángulo de Victorias, Columna 17 “Abel Santamaría”, Casa editorial Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2008. p. 231
2–Ibídem p. 231
3–Ibídem p. 231
4–Ibídem p. 231
5–Instituto de Historia de Cuba, Fondo: Ejército 24-6.1-6:1.4-1.16
6– Comisión de Historia de la Columna 19 “José Tey”, Columna 19 “José Tey” Segundo Frente Oriental “Frank País”, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982. p. 333
7–Colectivo de autores: Síntesis Histórica Provincial Las Tunas, Editora Historia, La Habana, 2010, p. 251.
8–Ibídem p. 248
9– Yero, Esteban: En el centro de mi memoria Compilación de testimonios del general de División Jesús Bermúdez Cutiño, Editorial San Lope, Las Tunas, 2006. p. 76
10–Ídem
11–Carta de Cristino Naranjo a Fidel Castro del 18 de diciembre de 1958 Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado Ciudad de La Habana.
12–Comisión de Historia de la Columna 16, Rumbo al triunfo de enero Columna número 16, Enrique Hart, Ediciones Verde Olivo, 2007. p. 48
13–Se refiere al capitán Guerra jefe del escuadrón de 73 que tenía su jefatura en Delicias.
14–Carta de Eddy Suñol a Fidel Castro del 4 de noviembre de 1958 Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado. Ciudad de La Habana.
15–Informe del 26 septiembre de 1958 de Cristino Naranjo a la Comandancia rebelde Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado, en la Ciudad de La Habana.
16–Comisión de Historia Columna No 16, “Enrique Hart”, ob. cit. p. 88
17–Instituto de Historia de Cuba, Fondo: Ejército 24-4.8-8-8:2.-1.23
18–Comisión de Historia de la Columna 19 “José Tey” ob.cit. pp. 366- 367
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