Pocos héroes de nuestras guerras de independencia, estuvieron sometidos a tal número de ascensiones, destituciones y a la reducción de poder, cuando lo poseyó, como Carlos Manuel de Céspedes. Los preámbulos de la primera ascensión comienzan el seis de octubre de 1868: reunidos en la finca de Jaime Santiesteban 16 complotados lo proclaman General en Jefe del ejército con que pensaban iniciar la Revolución contra España. (1) “Hemos elegido un jefe a quien conferimos plenas facultades para dirigir la guerra”. (2) El día 10 este criterio se hizo público en el ingenio La Demajagua en el “Manifiesto de la Junta Revolucionaria de la Isla de Cuba”. Fue aquel documento como el acta de nacimiento de la independencia de Cuba, ese manuscrito que acompaña a cada persona mientras viva y queda copia en el libro de bautizos de una iglesia, en el Registro Civil o en ambos. Es como la constancia, en esta época de letra y papel, de que hemos existido:
“En consecuencia hemos acordado unánimemente nombrar un Jefe único que dirija todas las operaciones con plenitud de facultades y bajo su responsabilidad, autorizado especialmente para designar un segundo y demás subalternos que necesiten en todos los ramos de la administración mientras dure el estado de guerra […] También hemos nombrado una comisión gubernativa de cinco miembros para auxiliar al General en Jefe en la parte política, civil demás ramos de que se ocupa un país bien reglamentado.” (3)
Era el gobierno ideal para llevar a cabo una guerra. El día 11 de octubre se produce la primera destitución, cuando una compañía española derrota a Céspedes y su tropa, que intentaban tomar el poblado de Yara. Luis Marcano tenía la experiencia militar que le faltaba a Céspedes ; era dominicano y había luchado en su patria contra los independentistas que se enfrentaron al retorno del poder colonial español. Abandonó su tierra con el derrotado ejército hispano en 1865.
Un decreto de las autoridades imperiales impedía que los vecinos de Santo Domingo se establecieran en Cuba. Muchos eran negros y mulatos con grados de Generales y Coroneles, lo que sería un ejemplo desastroso para los esclavos expoliados en la mayor de las Antillas. Pese a la prohibición, quizás por magia o buena suerte para Céspedes, unos 15 dominicanos se establecieron en Manzanillo en 1865. Algunos como Marcano quedaron en esta comarca, otros como Máximo Gómez y Modesto Díaz, se trasladaron a Bayamo. Todos serían decisivos para Carlos Manuel en los próximos días.
Luis Marcano fue designado por Céspedes jefe de un ejército que tan solo existía en la imaginación del hombre de La Demajagua. A partir de aquel momento el dominicano organizó a los cubanos y los llevó al combate. Era la segunda ascensión en pocos días. Fue aquel también el segundo cálculo afortunado de Céspedes: comprender la importancia de los jefes de conocimiento militar. El primero fue que entendió que era necesario levantarse en armas lo más rápidamente posible.
El 20 de octubre habían capturado Bayamo y se proclamó Capitán General. Pero tuvo cuidado de ascender a altos cargos y grados militares a los líderes regionales que lo habían apoyado, gente entusiasta y sin disciplina alguna. En pocos días estos dirigieron aquel ejército de campesinos, peones y esclavos que conquistaron para el gobierno de Céspedes gran parte del Oriente cubano.
El 30 de octubre de 1868 trató de explicar por qué tomó esa decisión de autoproclamarse Capitán General: “solo la necesidad de regularizar nuestro ejército y de atender a todos los ramos de la administración pública que hemos instalado, nos hubieran obligado a aparecer ante los ojos de nuestros compatriotas con distintivos y empleos que no cuadran a nuestro carácter ni se ajustan a nuestras aspiraciones”. (4)
La justificación es bastante pueril, casi ridícula. Las intenciones reales eran formar un gobierno centralizado, fuerte y eficiente bajo su mando con el que enfrentar el Imperio Español.
Muy pronto llegaría la primera pérdida de poder. Era considerado como el líder de los independentistas cubanos y Bayamo la capital de Cuba Libre. Existía una compacta geografía; La Habana centro del integrismo, la ciudad del Cauto la del independentismo. El cuatro de noviembre se sublevaron los camagüeyanos, desconocieron el gobierno de Céspedes y constituyeron uno propio. El separatismo desde aquel momento tendría dos capitales, una en Bayamo y otra en los campos del Camagüey. Céspedes había sufrido la primera pérdida de espacio espiritual, más que real, pues Camagüey hasta el cuatro de noviembre estaba bajo el control español, si descontamos un puñado de partidas que ya se habían sublevado.
En enero de 1869 la ciudad del Cauto fue tomada luego de que sus vecinos la quemaron para no rendirla. Comenzaban las derrotas militares y con ellas la disminución del poder del Capitán General del Ejército Libertador. El 23 de enero de 1869, Donato Mármol se declara dictador en la jurisdicción de Santiago de Cuba, desconociendo el Gobierno de Céspedes. El movimiento es frustrado por acuerdos y conversaciones entre los caudillos. El ocho de febrero de ese año, en Tacajó, Donato renuncia a sus intenciones. (5)
Los holguineros crean un Comité Revolucionario, muy similar al de Camagüey, desconocen la autoridad de Céspedes y se muestran dispuestos, a unirse a los camagüeyanos.
En Guáimaro, el 10 de abril lo hacen Presidente, al crearse la República de Cuba por acuerdo de todos los sublevados pero, como un jardinero que poda arbustos y flores, le quitan el mando unipersonal que había creado en Oriente: la Cámara lo podía destituir.
Fue su peor enemigo, el Imperio Español, quien le restituye su poder real con su ofensiva gigantesca que obliga a la Cámara, por la persecución implacable, a recesar en sus funciones, y Céspedes vuelve a ser una especie de Capitán General-Presidente. No tiene al incómodo Congreso poniendo en duda sus decisiones, tramando su destitución.
Los cubanos han aprendido a combatir y a partir de 1872 comienza un momento de auge militar. En buena medida son su responsabilidad aquellas victorias, entre otras causas, al dejar libertad de acción a los militares que han comenzado a destacarse. La suma de éxitos trae la comida y la seguridad. Enrique Collazo afirmó: «…los continuos ataques a los poblados enemi¬gos trajeron la abundancia de ropas y efectos útiles; las grandes rancherías formadas facilitaban víveres y viandas en gran cantidad; la vida se hizo fácil y cómoda donde antes era áspera y dura». (6)
Esta vida “fácil y cómoda” permitió que la Cámara retornara a sus funciones. Se inicia un proceso de pérdida real de poder del Presidente, pérdida que se irá agigantando en la medida en que la Cámara se gana a generales y oficiales para que la apoyen en el proceso de destitución. No le fue muy difícil este trabajo de zapa. Céspedes, devoto de la honra y del orgullo, había tenido varias contradicciones con alguno de sus generales como Máximo Gómez, Carlos Roloff, Calixto García….
Además, los Generales aspiraban a crear una estructura que les permitiera realizar grandes concentraciones de tropas y llevar a cabo la invasión a las Villas. El Presidente nunca concretó esas ideas. Las disputas entre la Cámara y el Presidente se incrementaban de día en día, y el origen era fundamentalmente la forma de organizar la República. Céspedes quería un mando centralizado donde lo militar fuera lo fundamental. Ese tipo de poder espantaba a muchos, pues se tenía la experiencia de América Latina donde no pocos héroes, se habían convertido en dictadores. La Cámara comenzó a ver y sentir al hombre de La Demajagua como un futuro déspota y muy pronto sumó adeptos a tal criterio. Inteligentemente atrajo a los militares con promesas de cambios necesarios en el ejército que el Presidente no había realizado. Céspedes en su diario personal anotaba un asunto que parece que fue decisivo para agregar importantes simpatizadores a la destitución. El ocho de noviembre de 1873: “Han halagado á Gómez y á C. García con dividir la isla en dos Departamentos solos y ellos a su cabeza; á Calvar con el mando de Cuba y Bayamo a Maceo con otra cosa que ignoro. A V. García le atraen con la secretaria de la Guerra.” (7)
Este parece que fue un factor decisivo para sumar a Calixto Garcia al complot. Manuel Calvar, Antonio Maceo y otros altos oficiales acaban de hecho apoyando a la Cámara. Viendo el asunto objetivamente, las contradicciones comenzaron a afectar el desarrollo de la contienda. De los argumentos de cómo organizar la Republica se había pasado a un enfrentamiento personal. Si nos fijamos en el llamado Diario perdido de Céspedes nos encontramos con anotaciones sobre defectos y acciones poco edificantes de los miembros de la Cámara y otros enemigos del Presidente que nunca sabremos si fueron ciertas, pero nos dicen del grado que habían alcanzado las discrepancias que desembocaron en odios entre patriotas. Generalmente cuando se llega a ese estado en las relaciones es imposible un acuerdo.
Pocos acontecimientos de la historia de Cuba han llamado tanto la atención de los estudiosos como la destitución de Céspedes, realizada el 27 de octubre de 1873 en el campamento de Calixto Garcia en el Bijagual. En ocasiones, parece que estamos en presencia de un antes y un después en la Guerra de los Diez Años. Se considera que la destitución fue el principio del fin de la contienda, sin embargo, esta duró cuatro años y medio más. Se valora como el declive de la beligerancia, pero a pesar de esas opiniones, con el nuevo Gobierno se abrió un periodo de éxitos insurrectos, la mayoría de los combates de mayor relevancia librados por el Ejército Libertador se desarrollaron luego de su destitución, como La Sacra, Palo Seco, Las Guásimas, y otros. Incluso se realizó la ansiada invasión a Las Villas.
La destitución de Céspedes, aunque fue uno de los acontecimientos más relevantes en la guerra, no podemos valorarla como la única ni la de más envergadura de los movimientos políticos. Desde antes del inicio de la guerra las contradicciones, los motines y sediciones habían sido una constante; recordemos las discusiones para determinar la fecha del estallido. El mismo alzamiento de La Demajagua en cierta forma era la primera sedición, pues Céspedes, sin oír las razones de los demás comprometidos ni avisarles, se alzó. Incluso la destitución del Presidente fue, en cierta forma, la más “legal” de las sediciones, si es que se le puede dar ese nombre. Contó con el apoyo pleno de la Cámara y se aprobó durante una reunión de esta.
Aunque faltó un voto: solo lo hicieron siete, pues el octavo era el de Salvador Cisneros Betancourt, quien, con el pretexto de que la presidencia caería en sus manos se abstuvo. Había hecho un esfuerzo considerable para destituir a Céspedes. De seguro sabía que todos votarían contra el Presidente y el de él poco influiría.
Depuesto Carlos Manuel, el trillo de las bajas pasiones se convirtió en avenida. En cinco años de poder de Céspedes se habían acumulado muchos resquemores y resentimientos entre líderes militares y políticos, como siempre ocurre en toda estructura de Gobierno, y seguramente que la venganza ruin ocupó un espacio al ser destituido. El Presidente depuesto fue humillado.
El asunto que se presentaba al nuevo gobierno era qué hacer con el expresidente. El gobierno debió de sentirse como si el Pico Turquino se hubiera desprendido de la Sierra Maestra, no había espacio para aquella mole gigantesca en la Cuba insurrecta. Mantenerlo en la Isla era en extremo peligroso, el exmandatario tenía no pocos seguidores. La deposición no había apagado la lucha política, su presencia en los campos insurrectos podía exacerbar los ánimos de no pocos para intentar restituirlo.
Se esboza hasta un complot que es abortado. Calixto García, partidario del presidente Cisneros, nos dice al respecto: “Trátese de una conspiración, de que se me ha dado parte esta mañana con objeto de deponer el actual Presidente de la república y volver a Céspedes, siendo yo destituido también para nombrar General en Jefe al General V. García”. (8)
Los partidarios del nuevo gobierno actúan enérgicamente para mantener el poder y el orden. Calixto García le dice a Félix Figueredo en marzo de 1874: “Mucho ojo y caña si es necesario para salvar á Cuba de discordias civiles”. (9) Debido a esta “caña” sucede la muerte del comandante Castellano, uno de los líderes del motín de los partidarios de Céspedes.
Céspedes solicitó su traslado al exterior. El gobierno se negó a autorizar la partida. Los motivos debieron de ser variados, incluida la pasión miserable de humillarlo. Aunque también estaba la gran importancia que tenía la emigración revolucionaria. Desde allí llegaban las expediciones. Céspedes en el exterior podría llevar a cabo una campaña contra sus enemigos. Basta leer el Diario perdido en los meses siguientes a su deposición para entender que estamos ante un hombre de un gran resentimiento, humillado y desplazado del poder. El resentimiento es una enfermedad incurable.
Podía convertirse en el exterior en un acusador de la Cámara y el nuevo Gobierno y, lo peor, incrementar las divisiones internas de la ya debilitada emigración. En general había un criterio en contra de que miembros de la insurrección se trasladaran al exterior; el propio Céspedes lo expresaba en su correspondencia anterior al 27 de octubre de 1873. Debía ser contraproducente que el iniciador de la guerra se fuera al extranjero. Es de pensar el efecto que hubiera tenido en los soldados de filas que la figura cimera de la guerra se trasladara al exterior. Finalmente lo situaron en San Lorenzo, en plena Sierra Maestra. En el tipo de guerra que se realizaba en Cuba, su protección era muy difícil. Muchos líderes militares o civiles que por enfermedad u otros motivos se establecieron en alguna ranchería mambisa acabaron cayendo en poder del enemigo, como Pedro Figueredo. El nuevo presidente, Salvador Cisneros Betancourt, solicitó el 28 de noviembre de 1873 a la Cámara “proveerlo de una custodia que haga difícil cayera en poder del enemigo”. (10)
La historiadora Elda Cento afirma, con el sentido común que la caracteriza, que: “No obstante las atinadas reflexiones, nadie –incluido Cisneros– tuvo la energía y la honradez necesaria para tomar una decisión que hubiera salvado la vida de quien era símbolo de la independencia”. (11)
La muerte el 27 de febrero de 1874, en lucha contra una unidad hispana que atacó San Lorenzo, “solucionó” un problema al gobierno y creo una duda gigantesca e infame. ¿Qué responsabilidad tuvieron el gobierno y el ejército en su muerte? Se ha especulado que fue una denuncia fraguada en el gobierno o algún líder lo que llevó a los españoles a su escondite. No existen pruebas de tal ignominia, pero la duda se mantiene de generación en generación pues en la condición humana todo es posible. La muerte no detuvo el proceso de deposiciones y ascensiones.
Con la creación de la República, en 1902, comenzó la conformación del Panteón de los Héroes. Fue creado siguiendo el criterio de los hombres del 95 que se convirtieron en presidentes, senadores, congresistas, historiadores y maestros. Eso influyó para que las figuras de mayor relieve en esa reconstrucción histórica fueran los que habían llegado a la última guerra y desempeñaron en ella un papel relevante. Habían sido los compañeros, los jefes o inspiradores de la élite política que dirigió la desdichada República desde 1902. Se formó la triada de los grandes héroes: Maceo, Martí y Máximo Gómez. Los que habían fallecido en el 68 pasaron a un papel menos relevante. Alcanzaron cierto grado de héroes regionales o provinciales. A Ignacio Agramonte lo convirtieron en camagüeyano antes que cubano. Céspedes fue esencialmente oriental, sobre todo bayamés y manzanillero. En cierta forma se produjo la primera destitución en el imaginario.
La instauración de la Revolución socialista, poco después de 1959, traería para Céspedes una situación delicada. Terratenientes y grandes propietarios se opusieron abiertamente al nuevo sistema. Las amenazas y agresiones llovían sobre la Isla con la misma fuerza que aquel vendaval que en octubre de 1868 se desplomó sobre la derrotada tropa de Carlos Manuel. Hubo una reacción enérgica contra el enemigo de clase. Con un criterio simplista, alguien recordó que Céspedes había sido propietario y esclavista. En los mitos de la revolución fue pasando a un segundo plano. Se olvidó por entero que si bien Martí fue el autor intelectual del asalto al Moncada, el impulso de aquella acción tiene mucho del arranque de Carlos Manuel. Viéndolo en su momento, La Demajagua y el Moncada están unidos por el tenue hilo de lo ilógico, parecía tan descabellado alzarse con machetes y escopetas en octubre del 68 retando a un imperio como asaltar la segunda fortaleza de la Isla con escopetas en julio de 1953. Pero de la autoría cespedista del Moncada nadie se ha acordado.
Fidel Castro, al doblar de los días de Revolución, se encontró en un recodo del pasado al relegado y lo retornó al poder espiritual en su discurso por el centenario de la guerra de 1868. Catarsis y justicia.
Un grupo reducido de historiadores y escritores se han declarado sus admiradores incondicionales, formando una singular cofradía. Es como un título nobiliario, del espíritu más que de la sangre: cespedistas.
Uno de esos intelectuales cespedistas, nos brindó una nota útil para comprender la singular relación de ambos líderes, el del 68 y el 59: “hay un episodio de justicia histórica que recuerdo de memoria, y fue la iniciativa del líder revolucionario de que las aguas de la represa Carlos Manuel de Céspedes cubrieran el sitio de la ignominia en que se convirtió el campamento del Bijagual.” (12) Gesto simbólico el de Fidel Castro, el cinco de julio de 1968, de aplastar bajo las aguas vivificadoras el lugar donde “Céspedes vivió días duros y azarosos”. (13)
Un cúmulo de acontecimientos heroicos, de figuras relevantes y sufridas del largo proceso revolucionario llegó buscando un espacio en el imaginario cubano. Luego de los días esplendorosos de la conmemoración del centenario del “68”, donde fue figura central el Presidente viejo, como le decían los campesinos después de la destitución, ha ocupado sitio no secundario sino más bien modesto en el panteón nacional.
Hoy podríamos preguntarnos qué pensó cuando al enterarse que su hermano Pedro había sido ejecutado por los españoles escribió: “En fin sea por Cuba! Nadie tiene más derecho á padecer por ella que mi familia.” (14) o cuando llego a sus oídos la noticia que nunca un padre quiere escuchar y expreso: “Oscar no es mi único hijo, lo son todos los cubanos que mueren por las libertades patrias” (15)
El 27 de febrero de 1874 ya no tiene un ingenio, un hermano, un hijo que entregarnos tan solo ese cuerpo envejecido que carece de fuerza para alcanzar la salvación de un bosque y su revólver. Pero tiene tan pocas balas y son tantos los contrarios. Alcanzado por el proyectil de un esbirro cualquiera se desploma en el barranco “como un sol de fuego que se hunde en el abismo”. (16)
Poco importa las destituciones y ascensiones, las estatuas y monumentos, los olvidos y recuerdos mucho menos tantas interpretaciones, los criterios vertidos como si no quisieran dejarle un momento de reposo a quien más que General en Jefe, Capitán General, Presidente o Padre de la Patria fue Céspedes lo demás poco importa.
NOTAS
1.-Se ha respetado la ortografía original de los documentos reproducidos textualmente.
2.-Fernando Portuondo del Prado y Hortensia Pichardo Viñals: Carlos Manuel de Céspedes Escritos, La Habana, Ed. de Ciencias Sociales, 1982, tomo I, p. 104.
3.-Ibídem, p. 108.
4.-Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo: ob. cit., t I, p. 118.
5.-Museo Casa Natal de Calixto García. Centro de documentación: Documentos Históricos 1868 -1878, Tomo I, p 168.
6.-Enrique Collazo: Desde Yara hasta el Zanjón (Apuntaciones Históricas), La Habana, Instituto del Libro, 1967, p. 30.
7.-Eusebio Leal Spengler: Carlos Manuel de Céspedes. El diario perdido, La Habana, Publicimex S.A., 1992, p. 166 y 167.
8.-Archivo Nacional de Cuba. Donativos y Remisiones. Legajo 472, núm. 48.
9.-Biblioteca Nacional de Cuba. Colección Morales, t. 75. n. 79 (hoja suelta). Publicada con cambios y como postdata a la carta remitida a Félix Figueredo del 27 de mayo de 1872 en la Revista Cubana, t. VII, p. 538, 1887.
10.-Elda Cento Gómez y Ricardo Muñoz Gutiérrez: ob. cit., p. 187.
11.-Ibídem, p. 38.
12.-Comunicación personal de Norberto Codina, al autor.
13.-Discurso de Fidel Castro Ruz del 5 de julio de 1968. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/1968/esp/f050768e.html
14.-Eusebio Leal Spengler. ob. cit. p. 178
15.-Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo ob. cit. p. 63
16.-Ibídem p. 92
Desde diciembre de 1956 operaba en la Sierra Maestra la guerrilla dirigida por Fidel Castro. Esta se había fortalecido y envió columnas a diferentes territorios como parte de esos planes de extender la guerra en abril de 1958 comenzó a operar un destacamento bajo las órdenes de Camilo Cienfuegos en los llanos del Cauto. Allí se habían organizado pequeñas guerrillas, que mal armadas lograban mantener la lucha contra la tiranía. También existía un movimiento clandestino.
William Gálvez combatiente e historiador nos relata el inicio de la misión de Camilo en el llano en estos términos.
“El 31 de marzo cumpliendo instrucciones de Fidel, el Che le ordenó a Camilo bajar a los llanos del Cauto al mando de una parte de su pelotón. Su misión consistía en organizar a los grupos que combatían al enemigo en esos territorios y agruparlos bajo un mando único”. (1)En total fueron 22 hombres (2) La misión inicial era que apoyara la huelga de abril: “Lo cierto es que el día 9 de abril Camilo y su tropa esperaban instrucciones, las cuales no llegaron ni por radio ni por mensajeros. Por tanto, no pudieron realizar acciones en apoyo a la huelga” (3)
Pero Fidel establecerá un cambio significativo que expresaría en una carta que le remitiría desde las montañas:
Sierra Maestra, abril 16/1958
De acuerdo con las conveniencias tácticas y atendiendo a la necesidad de coordinar nuestras fuerzas, se nombra jefe militar del triángulo cuyos vértices son las ciudades de Bayamo, Manzanillo y Victoria de las Tunas, al Comandante Camilo Cienfuegos.
Las obligaciones del Comandante Cienfuegos son las propias de su grado y la coordinación del esfuerzo de las diferentes guerrillas que operan en la zona, para lo cual debe comunicar este nombramiento a los diferentes capitanes, tenientes y encargados de grupos.
Queda también bajo su mando el área urbana de las ciudades de Bayamo, Victoria de las Tunas y Manzanillo, debiendo coordinar los abastecimientos y las acciones de sabotajes dentro de los pueblos.
Queda, así mismo, bajo su responsabilidad la organización de la Reforma Agraria y la modificación del régimen de justicia, siendo esto del resorte del auditor de la Columna No.2
Fidel Castro.
Comandante en Jefe de las Fuerzas Revolucionarias (7)
En la práctica quedaron supeditados a Camilo el territorio de los antiguos municipios de: Holguín, Gibara, Victoria de las Tunas, Puerto Padre y parte de Bayamo. Esta sería la zona que luego formaría el Cuarto Frente “Simón Bolívar”. De esa forma, por primera vez, se creaba un mando único tanto para las guerrillas como para el movimiento clandestino en esta región. Todas las tropas revolucionarias de la zona quedaron subordinadas a Camilo menos la dirigida por Orlando Lara que continuó directamente bajo las órdenes de Fidel. Al respecto William Gálvez nos narra que Camilo, en carta del 25 de mayo, le expresa a Fidel sobre Lara: “Fíjese en las órdenes que le dio y vera que lo pone a trabajar fuera de mi mando…” (8) Este fue el primer guerrillero que operó en el territorio del Cauto.
Las tropas que actuaban en los llanos y quedaron bajo las órdenes de Camilo eran las de: Alcibiades Bermúdez, en el Dorado; Idelfredo Figueredo (Chino), en Veguitas; Raúl Jiménez, en el Humilladero; Gerardo Hernández Silva “Machado”, en Cauto Embarcadero; Concepción Rivero, en Victoria de las Tunas; Carlos Borjas entre Cauto Cristo y San Germán. (9) Algunos de estos grupos han logrado reunir una cantidad relativamente considerable de combatientes como el de Gerardo Hernández Silva conocido por “Machado” que llegó a tener 64 hombres, pero armados con escopetas y revólveres. Grupos así tenían que moverse continuamente sin enfrentarse al ejército. Una prueba de esto fue cuando “Machado” con sus hombres, el 1º de abril, ocuparon el poblado de Cauto Embarcadero y permanecieron hasta el amanecer que el ejército avisado los atacó y le causaron 10 bajas. (10)
Pese a esas derrotas estas pequeñas guerrillas obligaban al enemigo a escoltar los transportes de abastecimiento de los poblados. De otra forma podían ser capturados y destruidos. Por citar un ejemplo, en los primeros días de abril entre Bayamo y Cauto el Paso se desplazaba un camión con leche para abastecer a la primera ciudad, era escoltado por 5 militares. (11) Esto conllevaba una dispersión de las fuerzas del ejército, pues otros muchos transportes de mercancías debían de ser escoltados.
Uno de los asuntos más serios que tenía Fidel con estas guerrillas era el parque. Para estas fuerzas era difícil el capturar proyectiles. Aunque realizaban emboscadas y lograron causar bajas a patrullas enemigas, pero estas acciones se realizaban en lugares llanos y de fáciles comunicaciones. Si no liquidaban rápidamente a la tropa contraría podían estos recibir refuerzo o acudir la aviación. En resumen gastaban más proyectiles del que tenían. Por lo que era necesario enviar con cierta frecuencia a los dos grupos más importantes, el de Lara y el de Camilo, proyectiles. El 3 de abril el Che le envía a Camilo 800 balas y le dice “Con Mendoza irán más”. (12) El 5 de abril le informa que “Van 800 balas más”. (13) El 26 de abril Camilo le solicita parque a Fidel y le informa “Comandante, aunque me llegaron balas tengo los Springfield en 70 tiros y los Garand en 136…”. (14)
Existía un bien engrasado aparato represivo dispuesto a desatar toda su furia contra los enemigos de la dictadura. El Regimiento 7 de la guardia rural (15) tenía su sede a pocos kilómetros de la ciudad de Holguín. Era una moderna instalación situada en una pequeña meseta que corría paralela a la carretera central que de Holguín conducía a La Habana. El Regimiento tenía una pista militar donde podían aterrizar hasta los aviones bimotores de transporte C47. Además, en el aeropuerto de Camagüey el ejército situó varias naves de combate, que podían rápidamente volar hasta los llanos del Cauto y otros escenarios de la guerra en el oriente de la isla. Es frecuente que en los testimonios de los guerrilleros que operaron en esta región se haga referencia a la presencia de aviones. Camilo Cienfuegos anotó el 3 de abril de 1958: “El día ha transcurrido con bastante tranquilidad en nuestro campamento, alterándose el profundo silencio reinante solo por la presencia de algunos aviones que han volado bajo.” (16) Aunque la fuerza rebelde no fue descubierta en esta ocasión, pero la estampa de aquellas naves sobrevolando lugares donde lo más usual era que no hubiera donde protegerse fue una amenaza constante. Los desplazamientos de las guerrillas, muchas veces, se hacían por zonas llanas y descubiertas. Camilo se refería a que el 4 de abril: “…hemos estado caminando por guardarrayas de cañaverales, arroceras y potreros…”. (17) La marcha por esos descampados se extiende desde las doce y media del día hasta las cuatro y media de la tarde que llegan a un río donde están árboles frondosos en sus riberas. Eran los llamados bosques o arboledas de galería que se desarrollan junto a los ríos y arroyos. También existían áreas cubiertas de bosques que habían sobrevivido a los desmontes. En ocasiones, fueron fundamentales para proteger a los guerrilleros del llano de los artilleros de las naves de las Fuerzas Aéreas del Ejército de Cuba (FAEC) el nombre oficial de la aviación de la tiranía.
Pero, incluso, no siempre cuando había árboles eran lo suficientemente frondosos para que los ocultasen de la aviación. En una ocasión Camilo anotó sobre el campamento: “El monte es muy claro y la aviación puede localizarnos” (18). El 25 de abril de 1958 en un informe a Fidel se refería a que los desplazamientos: “…los hacemos de noche debido a los claros que son inmensos y la aviación.” (19) También las lluvias prolongadas, aunque podían afectar a los movimientos de los militares de la dictadura, pero tenían desventajas para las guerrillas. Camilo el 3 de abril se refiere a que (20): “Vamos a partir, pero comienza a llover y esto detiene nuestra marcha, pues con la tierra mojada dejamos unas huellas muy fáciles de encontrar”. (21) Las guerrillas no siempre localizan suministros en estos llanos de potreros y arrozales. Camilo anotará: “En todo el día no hemos tomado agua ni comido nada; el calor y el sol son desesperante junto al hambre…”. (22)
Pese a estas desventajas las fuerzas bajo el mando de Camilo realizaron varias acciones contra el enemigo. La más espectacular de ella fue una incursión en la ciudad de Bayamo. Uno de los asuntos más significativo es que crearon un mando único en esta región. Por primera vez el clandestinaje y las guerrillas que actuaban en el territorio quedaron bajo un mando central.
En junio, por orden de Fidel, Camilo y sus hombres retornan a la Sierra Maestra. Sobre ella se desarrollaba una poderosa ofensiva y Fidel había dado órdenes de concentrar en ella varios destacamentos guerrilleros. En los llanos quedaron algunos grupos de escopeteros. Para dirigir a estos Cienfuegos designó al capitán Carlos Borjas.
NOTAS
1.-William Gálvez Rodríguez, Camilo Señor de la Vanguardia, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1979 p. 20.
2.-De la Otilia salieron 14 incluyendo a Camilo luego se le unirían 8 combatientes.
3.-William Gálvez Rodríguez, ob. cit. p. 33.
4.-La ciudad de Holguín también quedó subordinada a Camilo Cienfuegos.
5.-Cada columna rebelde tenía un auditor encargado de impartir justicia. El auditor de la fuerza de Camilo era el capitán Osvaldo Herrera.
6.-La tropa que dirigió Camilo en el llano se designó como columna 2.
7.-William Gálvez Rodríguez, ob. cit. pp. 40- 41.
8.-Ibídem. p.71.
9.-Ibídem. p. 23.
10.-Ibídem. p. 28.
11.-Ibídem. p. 71.
12.-Ibídem. p. 33.
13.-Ibídem. p. 35.
14.-Ibídem. p. 49
15.-En total la guardia rural tenía siete regimientos en el país. En Pinar del Río el nº. 6, en La Habana el 5, en Matanzas el 4, en Las Villas el 3, en Camagüey el 2, y en Oriente había dos, el nº. 1 en Santiago de Cuba, y el 7 en Holguín.
16–William Gálvez Rodríguez, ob. cit. p. 26.
17.-Ibídem p. 27.
18.-Ídem.
19.-Ibídem p. 47.
20.-Se ha respetado la ortografía original de los documentos citados textualmente.
21.-Ibídem p. 26.
22.-Ibídem p. 28.
Me es imposible recordar donde conocí a Graciela Chailloux; en una feria del libro, en una biblioteca, un archivo, una conferencia. Quizás, en todos esos lugares o en ninguno, pues ella tiene ese don de la lluvia de verano que aparece cuando menos lo esperas para irse inesperadamente con rumbo ignoto.
Tal afirmación no tiene nada de mágico ni increíble porque sus estudios tienen ese don de mostrarnos asuntos tan evidentes que muchas veces ni cuenta te das que existen. Uno de ellos es intentar encontrar las raíces de nuestra nacionalidad. Mostrarnos de dónde procedemos y sobre todo presentarnos a los grandes desconocidos del pasado cubano. Los que nunca fueron ni capitanes generales, ni presidentes; pero que son carne de nuestra carne.
Esa es la intención de su libro El trabajo que cruza el mar, publicado en el 2015 por la Universidad de La Habana, centro en el que es profesora.
El texto tiene como objetivo estudiar como las grandes empresas azucares establecidas en la Isla en las primeras décadas del siglo XX lograron obtener mano de obra barata que abasteciera sus centrales de caña. Al acercarnos al índice nos sorprende pues más que epígrafes nos asalta con preguntas de por qué y cómo se logró la promulgación de una ley que autorizaba la inmigración de braceros.
Por qué y desde dónde vinieron los trabajadores abundantes y baratos. ¿Por qué sobraron los brazos baratos?
Atraídos por ese inusual asalto de dudas nos internamos en la lectura del libro. Un asunto interesante es que trata de entender el fenómeno de la emigración barata en un marco antillano, en Cuba. Así nos afirma:
«Otro factor que marcó el cambio de siglo en la producción y comercialización del azúcar en la región del Caribe fue la salida de productores ineficientes y la emergencia de Cuba, República Dominicana y Trinidad y Tobago como los nuevos enclaves productivos por excelencia en la región. Pero al igual que ocurriera con el ingenio, ahora el central también requería de grandes cantidades de brazos, pues la transformación que dio como resultado una nueva cualidad en la productividad industrial no tuvo el menor impacto en su parte agrícola. Y si la fórmula de solución para el ingenio consistió en el empleo del trabajador esclavizado, la del central fue echar mano de los sujetos desempleados en los territorios que quedaron fuera del circuito de comercialización de materias primas de origen tropical, así como de los provenientes de lejanos confines: los braceros antillanos, europeos y asiáticos. Quedó demostrado, una vez más, que la circulación de las mercancías, del capital y del trabajo no reconoce fronteras en el contexto del creciente proceso de interdependencia económica, política y social que crea el capitalismo en su desarrollo.» (1)
Para inesperadamente acercarnos a casos muy específicos como: ejemplificar con los braceros traídos por la United Fruit Company a su inmenso latifundio que abarcaba gran parte del territorio de la actual provincia de Holguín. Al mismo tiempo hace un análisis de la situación general de la República al decirnos:
«El siglo XX en Cuba se inauguró con el estreno de un nuevo status político: la independencia tutelada por el gobierno de Estados Unidos, recién devenido potencia mundial en medio del pleno ascenso de un pujante capitalismo monopolista. En ese contexto, la estructura económica plantacionista debió modificarse, pero solo para ajustarse a las nuevas exigencias de las demandas del mercado internacional, especialmente del estadounidense. Cuba reforzó su condición de productora y exportadora casi exclusiva de azúcar barata para un mercado metropolitano que proporcionó el financiamiento externo; el cambio tecnológico circunscrito a su fase industrial satisfizo la elevada dependencia de las importaciones y contribuyó al abasto de la fuerza de trabajo importada y barata necesaria.
Todos ellos fueron factores que estaban sujetos a normas mercantiles impuestas desde el mercado mundial en proceso de ensanchamiento; este resultaba un proceso que generaba una extrema vulnerabilidad de las economías dependientes a las sacudidas coyunturales del mercado y por eso la economía supeditada estaba caracterizada por una notable inflexibilidad para reajustar su funcionamiento a los cambios operados en los negocios internacionales.» (2)
La Chailloux, como le dicen algunos colegas en reconocimiento a esta creadora de caminos y visiones nuevas, nos ofrece también una panorámica de las fuentes que consultó:
«Las fuentes de información que han servido para este primer intento de reconstruir el episodio del trabajo barato en Cuba que aquí se narra son disímiles y no siempre sistemáticas, por lo cual no es posible afirmar que ellas cubren todos los contenidos propios del fenómeno ni que permitan seguir el hilo lógico de algunos de sus desarrollos. No obstante, podrá juzgar el lector cuán suficientes son para ilustrar el fenómeno del trabajo barato en Cuba durante las primeras cuatro décadas del siglo XX. La consulta de la legislación sobre la inmigración a Cuba es de fácil acceso en los compendios de la Gaceta de la República de Cuba. Los archivos de las empresas azucareras prácticamente han desaparecido y para este estudio solo se pudo disponer de los Managers Letters Books de la División Banes de la United Fruit Company.
En el Archivo Histórico Provincial de Santiago de Cuba fue localizado un expediente sobre la crisis de los braceros en 1921-1922 en la antigua provincia de Oriente, en el que se compila abundante correspondencia intercambiada entre el gobernador y otros funcionarios provinciales y nacionales, los alcaldes de los municipios, directivos de las compañías azucareras, oficiales de las embajadas de los países vinculados al asunto, etcétera. En el mismo Archivo se localizó otro tipo de información que también ha sido utilizada. Del Archivo Histórico Provincial de Las Tunas se obtuvo información de interés sobre las empresas azucareras establecidas en esa demarcación, por ejemplo la poderosa Cuban American Sugar Mills, propietaria de los centrales “Delicias” y “Chaparra”, y sobre el primer embarcadero privado de azúcar localizado en el Cayo Juan Claro, unido a tierra firme por el primer pedraplén construido en Cuba, 11 así como de su estación cuarentenaria.» (3)
Estamos ante un libro necesario que va más allá de lo folclórico y enmarca en esa especie de nueva esclavitud del siglo XX tanto a los haitianos con su vudú «exótico» como a los muy católicos braceros españoles. Todos quedaron atrapados en las maquinarias implacables de las grandes compañías azucareras.
NOTAS
1-El trabajo que cruza el mar, CEDEM, Universidad de La Habana, 2015, p. 13
2-Ibídem. p.14
3-Ibídem. p.16
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