En Holguín existe un extenso y rico territorio que sorprende a los estudiosos de las guerras de independencia. Nos referimos a una región que ha sido llamada como la zona de influencia del puerto de Gibara. Los historiadores a esa zona alrededor de un puerto la llaman el hinterland, término que nosotros utilizaremos.
El territorio comprende gran parte del norte del oriente cubano y conforma los actuales municipios de Gibara y Rafael Freyre, de la actual provincia Holguín. Durante las guerras de independencia se le llamó “La Covadonga Cubana” o la “España Chiquita”.
Una parte de sus vecinos defendieron el imperio español con gran convencimiento. Todo parece indicar que sentían un profundo odio contra los independentistas. Existen diversos testimonios al respecto.
El Diario de la Marina, el 8 de diciembre de 1868, informaba:
Gibara, según se nos dice está hecha una pequeña plaza fuerte, rodeada de estacadas, trincheras y otras obras de defensa entre las cuales descuella un hermoso fortín triangular, rodeado de profundo foso y con su puente levadizo, cuya construcción dirigió y costeo el patriota y hacendado señor Caldero…. (1)
Un ejemplo del convencimiento de los integristas de esta zona se dio durante el ataque a Auras que, en abril de 1873, realizó Calixto García. Un grupo de vecinos se refugiaron en la casa del comerciante Manuel Argudín. La residencia fue incendiada. Un oficial mambí cuenta que “… a pesar de que se les brindó el perdón y se les proponía no tocarles. Prefirieron morir quemados haciéndonos fuego a rendirse” (2)
La situación se repite, en buena medida, con el estallido de la guerra de 1895. Aníbal Escalante Beatón, oficial del ejército insurgente escribió un extenso texto sobre la campaña dirigida por el general insurrecto Calixto García. En el hace referencia a una incursión a la zona de Gibara:
Poblada como estaba la comarca por una mayoría notables de inmigrantes canarios, cuyos sentimientos reaccionarios eran de todos conocidos, los cubanos progresistas la consideraron siempre como una zona enemiga de la revolución, tildándola, al efecto de España Chiquita, con cuyo mote deprimente era conocida por los patriotas. (3)
El estudio del integrismo es una asignatura pendiente de los historiadores cubanos. Se han realizado pocos análisis.
El historiador Francisco Pérez Guzmán, (4) refiriéndose a la pasión que matiza muchos de los estudios sobre las guerras de independencia de la mayor de las Antillas, afirmó en una entrevista (5) que muchos de ellos parecen estar escritos por algún miembro del Partido Revolucionario Cubano (6) o del ejército mambí. (7) De esta manera, el destacado historiador pone de manifiesto la subjetividad que ha predominado en la historiografía cubana, con lo cual se ha caído en extremos de parcialidad que han llevado, en unos casos, a santificar a los libertadores insulares y, por la otra, a satanizar a los integristas, con lo cual se han perdido muchas oportunidades de hacer estudios más equilibrados y objetivos sobre esta trascendental etapa de la historia de Cuba.
Esta falta de objetividad en algunos análisis de la guerra, quizás sea la causa de que los integristas han llamado poco la atención de los estudiosos de la historia de Cuba. Sin embargo, la mayoría de los peninsulares, canarios y baleares establecidos en la isla actuaron con bastante energía a favor de la integridad del imperio.
También muchos descendientes de colonos franceses del sur de oriente y no pocos cubanos pensaban igual. Incluso negros y mulatos pelearon en las filas coloniales. Las referencias más comunes a estos partidarios de España se concentran, casi siempre, en La Habana y en el Cuerpo de Voluntarios. Se les culpa de numerosos crímenes; pero esas turbas cometieron todo tipo de exceso, prácticamente, en todo el país.
Durante la etapa álgidamente triunfal de la Revolución de 1959, algunos historiadores oficiales utilizaron de un modo unilateral el concepto pueblo, y consideraron solo como tal a los que peleaban por la independencia o simpatizaban con ella, descalificando o excluyendo a amplios sectores que por diversos intereses y razones defendieron el pabellón español. El idealismo político trasladado al campo historiográfico llevó a que los crímenes, robos y excesos de cualquier tipo solo eran perpetrados por la metrópoli y sus acólitos; en tanto, las fuerzas independentistas y sus colaboradores quedaban exonerados de toda responsabilidad en actos criminales desmesuras civiles o morales, como si, por la sencilla razón de pelear por una “causa justa” ya los convirtiera en paradigmas de justicia y racionalidad.
Tales perspectivas, en la mayor parte de los ejemplos, se adoptaba de modo inconsciente y llevaba también al desconocimiento no solo de los errores o manchas presentes en el campo mambí, sino a no ver o a no poder apreciar en la medida que corresponde los actos de perseverancia, valentía y hasta de altruismo y otros valores de los contrarios. Inclusive en la parte oriental, donde el independentismo tuvo un peso determinante, los integristas combatieron en ocasiones con mucho valor a los insurrectos.
Por supuesto, lo que se ha divulgado de un modo mayoritario por la historiografía cubana han sido los abusos y crímenes de la parte peninsular dentro de la cual, es conveniente aclarar, no todos eras españoles, pues también contó con el apoyo de criollos blancos, y de negros y mestizos de distintos niveles o estamentos sociales.
Hay muchos ejemplos acerca de la leyenda negra que se ciñe sobre el accionar metropolitano en la isla; uno de ellos es que al ser hecho prisionero el general insurrecto, Pedro Figueredo, fue trasladado a la ciudad de Manzanillo en un buque de guerra con otros dos patriotas. Pese a que en esta ciudad se había iniciado la contienda de 1868, y Perucho tenía una amplia fama de independentista, cuando se divulgó la noticia de su presencia en el puerto se creó un estado de indignación colectiva en un grupo de vecinos de la ciudad, lo cual indica que no todos eran partidarios del independentismo. Según un cronista de aquellos acontecimientos:
El cañonero ancló fuera de los muelles, medida que hubo necesidad de adoptar, porque las turbas recorrían las calles pidiendo la cabeza de los prisioneros. (8)
En La Habana una multitud tan furiosa y convencida de su odio, como la de Manzanillo, quería linchar a los estudiantes de medicina acusados, en noviembre de 1871, de profanar la tumba de un periodista español ultimado por los independentistas. Ocho de ellos fueron condenados a muerte y ejecutados. y a otros muchos a diversas penas de prisión
Esta es la imagen que se tiene de los integristas, la de individuos sedientos de sangre, dispuestos a agredir al primer inocente que encuentre a su paso sin tener motivo alguno que no fuera el dar rienda suelta a sus odios contra los cubanos.
Tal parece que son una de esas pinturas de Goya sobre el dos de mayo de 1808, en Madrid, donde los franceses integrantes de los pelotones de ejecución no tienen rostro. Esa multitud de voluntarios del 68, enardecida y cruel, tenía rostro, nombre y sobre todo motivaciones para cometer esos excesos. Por regla se pierde la objetividad y se les condena sin escuchar sus razones.
Sin embargo, los integristas forman parte de la historia cubana. Muchos de los cubanos actuales tienen un antepasado integrista, tan convencido como su bisabuelo mambí. Fue un independentista, como José Martí, quien pidió a la posteridad una valoración menos apasionada sobre estos incondicionales a la metrópoli. Al hacer un análisis sobre las causas que llevaron a los voluntarios de La Habana a asesinar a los estudiantes de medicina nos dice Martí:
En verdad, aquel crimen, concreción y estallido de fuerzas hasta entonces confusas, no tan claramente manifiestas, puede ser, y ha de ser, objeto de hondo estudio, en que se acomode el resultado sangriento a los agentes sordos, y de siglos, que se enconaron y revelaron en él. (9)
De esa forma el cubano genial dejó un reto a los estudiosos de la historia patria que le continuarían. Casi por regla, el integrismo se analiza siguiendo los senderos de las instituciones en que se apoyó. Así en la contienda de 1868 siempre estarán muy presentes los llamados Casinos, mientras en la guerra de 1895, un factor esencial es el Partido Unión Constitucional. En ambos casos estamos, casi ante élites que promueven una reacción en defensa de la supervivencia del imperio. Pocas veces se tiene en cuenta al hombre y mucho menos a la mujer común, sus intereses y motivaciones.
En el caso de los canarios el asunto es más complejo, pues no conformaron la élite de poder del colonialismo. Lo que pensaban los vegueros de Gibara, en el oriente o La Palma, en Pinar del Río no era tan importante para quienes presidían los casinos españoles en el 68 o el Partido Unión Constitucional en el 95. Por lo que nuestro estudio se concentrará en analizar la visión del canario común.
Sin intentar dar una respuesta definitiva a un asunto tan subjetivo como las motivaciones y mucho menos hacer el “hondo estudio” que pidió el Héroe Nacional de la Cuba, hemos realizado algunos análisis sobre las motivaciones de los integristas y, en particular, sobre el caso de los canarios. Intentamos entender la “concreción y estallido de fuerzas hasta entonces confusas”.
A partir de este artículo y como parte de la conmemoración del 150 aniversario de las guerras de independencia publicaremos una serie de artículos sobre ese acontecimiento. Entre ellos nos referiremos a los integristas como se les llamaba a los defensores del imperio español y los motivos de sus odios.
Notas:
1–Diario de la Marina, martes 8 de diciembre de 1868. Página 2. Columna 2.
2– Nydia Sarabia, Ana Betancourt Agramonte, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970. p. 75.
3–Aníbal Escalante Beatón: Calixto García: Su campaña de 1895, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975, p 29.
4–Francisco Pérez Guzmán, nació en Güira de Melena, en la provincia de La Habana. Llevó a cabo varias investigaciones principalmente sobre las guerras de independencia. Falleció recientemente.
5–La entrevista fue publicada por Pedro Pablo Rodríguez, “Radiografía de un historiador”, En La Gaceta de Cuba Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, marzo abril, 2006, p 19.
6–Partido Revolucionario Cubano fundado por José Martí en abril de 1892 para dirigir la lucha por la independencia.
7–Mambí nombre con que se designaban a los guerrilleros cubanos que luchaban por la independencia. Al parecer e origen del término proviene de Republica Dominicana
8–José Maceo Verdecía: Bayamo. Ediciones Bayamo, 2009, p. 139.
9–José Martí: La Revolución de 1868, Instituto del Libro, La Habana, 1968, p. 330.
Elda Cento Gómez falleció el 28 de octubre de 2019. Este texto publicado antes de su muerte y que hoy reproducimos es un modesto homenaje a una de nuestras grandes historiadoras.
Es costumbre al iniciar un texto de análisis de la obra de un colega comenzar con una fecha, la edad, en este caso eludimos tal cifra pues nos referimos a una mujer, no por que oculta los años que carga a sus espaldas, sino porque estamos ante una renovación constante; más que de lo físico de las ideas característicos de los jóvenes o quizás mejor de esos, digamos, fenómenos humanos que con una renovación constante de sus criterios y análisis parece alejarlos del transcurrir del tiempo.
Elda Cento Gómez goza de una altura intelectual conformada por el cumulo de ideas que ha ofrecido a la historiografía cubana. Nos vamos ante una aristas de sus estudios; las mujeres en la guerra. Quisiera o no la colega tenía que chocar con esa mitad de la humanidad, las mujeres, pues la mayoría de sus textos se refieren a las guerras de independencia. En ellas el papel femenino fue decisivo.
Sus analices tienen un marco regional, la mayoría se centran en su Camagüey natal. En este caso hay un singular hilo conductor entre la región estudiada por ella y Holguín el territorio que más ha llamado nuestra atención en las valoraciones que hemos realizado sobre las guerras de independencia. Aunque hay muchas diferencias también existen no pocas similitudes como la ausencia de una poderosa industria azucarera con una masa considerable de esclavo, el número relativamente reducido de emigrantes españoles, en el caso de Holguín concentrados en Gibara, pero de todas formas cifra modesta para otras regiones de Cuba.
Todo esto ha ido creado aspectos comunes y uno de ellos es la participación de la familia y la mujer como parte fundamental de esta en la guerra. A todo lo largo de la obra de Elda se destaca el papel de la mujer en capítulos de libros, en artículos publicados en revistas y periódicos, en exhaustivas compilaciones y en general insertada en sus libros las mambisas aparece con frecuencia. Aunque no podemos considerar que fue la primera que se acercó a este tema pero si hay un hecho interesante y es la conformación de un aparato crítico y en gran medida teórico tomando referencia de diferentes estudiosos de otras latitudes
En este breve artículo nos acercaremos a unos de sus textos más sugerentes tanto por el título como por la información y análisis que nos ofrece. “Nadie puede ser indiferente. Miradas a las guerras (1868-1898), Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2014. Andando tras los criterios elaborados con otras miradas la colega nos ofrece una larga y esclarecedora cita que la inicia con una pregunta que parece hacerle al pasado: “¿Por qué las mujeres se fueron a la guerra, llevando consigo hijos y otros familiares no aptos para el servicio de las armas?”
Elda le entrega la palabra a las intelectual Bárbara Potthast:
“En la historiografía tradicional no hay más que un motivo: patriotismo incondicional. Se pinta un cuadro de la familia ideal en la que todos pelean por igual, sin escatimar pena o sacrificio por la patria. Las mujeres en este caso, dan “todo por la patria”, sus alhajas, su trabajo y hasta lo más querido que tienen: sus esposos e hijos. […] Cabe preguntarse, si esta interpretación de los motivos vale para todas las mujeres, dada la educación y el papel en la sociedad decimonónica. En algunos casos, ciertamente existían razones políticas; en la mayoría, sin embargo, la necesidad de huir ante el enemigo y, sobretodo, los estrechos lazos familiares parecen haber sido más decisivos. Es decir su papel dentro de la familia las obligaba a permanecer junto a sus hijos, esposos o padres en los campamentos. Su tarea era cuidar a la familia, que al fin y al cabo es la unidad básica de la sociedad […]” (1)
Aunque Elda no se conforma con lo objetivo de tal criterio y de su propia cosecha nos dice:
“Es muy posible la conjunción de ambas razones como resultado de factores que pudieran transitar desde la educación y el rol social, hasta las posibilidades económicas. Las consideraciones que pudieron haber impulsado a las esposas —y con ellas, a la familia— de los hacendados bayameses y camagüeyanos ¿serían iguales a las que animaron a las compañeras de los sitieros del Valle del Cauto? ¿El debate sobre la conformación de la nacionalidad, no debería tener también un componente de género? ¿Cuáles serían las respuestas si giramos los ojos hacia el “rincón oscuro y tranquilo del hogar”? (2)
Hace un análisis que no siempre realizan los que se acercan al tema sobre el sentido de pertenecía a una región y el termino familia, asunto muy elásticos en el marco de la isla en la época a que se refieren sus estudios.
“La senda del independentismo se abrió con el sentido de pertenencia a un territorio determinado, sentimiento arraigado en —y por— la familia, “sostén de apertura al mundo social”. (3) Ella es un símbolo del modo de vida cubano, y ya en el siglo XIX era “más que refugio, como había sido para los primeros colonizadores, verdadero taller en que toma parte activa, con sus trabajos y sus pasiones, el cabeza de familia, la esposa-madre —el alma de la casa— los hijos que comienzan a despuntar, los amigos, los socios y parientes”. (4)Téngase en cuenta que en Cuba, al margen de reflexiones teóricas sobre la definición de esa categoría, es común que ese término incluya a más personas que las vinculadas consanguíneamente, de modo tal que esos parientes y amigos son considerados como “de la familia”.
Elda realizo un acercamiento a las mambisas que se vieron obligadas a trasladarse al exterior donde tuvieron que trabajar arduamente para mantener a sus familias. Existen diversos ejemplos como las mujeres de la familia de Calixto Garcia o Julio Grave de Peralta para hacer referencias a dos de nuestra región. Al respecto la colega inserta un análisis interesante y desmitificador:
“La Guerra de los Diez Años cambió la imagen de la mujer cubana, no solo como resultado de su comportamiento heroico en la manigua, sino también porque en el exilio muchas provenientes de familias patricias tuvieron que buscar empleo, en muchos casos como único sustento de la familia. Contrario a lo que puede pensarse en la actualidad dada la apreciable cantidad de escritos que años después glorificaron este actuar; algunas de ellas tuvieron que imponerse a las críticas. Amalia Simoni, según recuerda su hija Herminia “fue la que proveyó para su madre e hijos. Tuvo discípulas, cantó en varias iglesias y cuando las necesidades aumentaron en su casa, dio conciertos que le daban buenas ganancias. Fue madre ejemplar dedicando sus esfuerzos para educar a sus hijos”. (5)
No obstante los elogios que recibía por la calidad de su voz, en el mismo periódico donde se reseñó la celebración patriótica-religiosa que el reverendo Joaquín Palma organizó en la iglesia de Santiago de Nueva York en conmemoración del 10 de octubre de 1868 —en la cual Amalia cantó en el Te Deum dirigido por Emilio Agramonte Piña— la viuda de El Mayor tuvo que hacer publicar una carta en respuesta a un anónimo donde se le reprochaba cantar en público a solo un año de la caída de su esposo. En la referida misiva afirmaba que su esposo “no sólo aprobará mi propósito de ganar mi sustento y el de sus hijos por tan honroso medio, sino que se complacerá mucho viendo a su desgraciada viuda orar en un templo cristiano el 11 de octubre de 74, para que el Dios de justicia y misericordia premie al que murió el 11 de Mayo de 73, y á todos los mártires de la independencia de Cuba y se apiade de todos los enemigos de la libertad de Cuba”. “ (6)
Deseamos por ultimo terminar este breve texto con un criterio de la colega sobre las mujeres que permanecían en el campo insurrecto y su papel. Consideradas por otros autores como un estorbo Elda nos ofrece una visión diferente.
“No es objetivo de este trabajo reflexionar acerca del controversial asunto de la presencia de las familias en el campo insurrecto. Es indudable que su permanencia en las cercanías de los campamentos mambises y las ausencias a filas motivadas por el afán de visitarlas y cuidar personalmente de ellas —aunque ese fuera el objetivo medular de la creación de las prefecturas—, trajo numerosos inconvenientes en el servicio activo de las armas, pero también es cierto que su contribución a las tareas de la logística y la sanidad —sin mencionar el impacto afectivo— fue de mucho valor.”
Nos queremos concluir sin ofrecerles a los que quieran andar en el pasado el universo de conocimiento que obtendrían con la lectura del libro: “Nadie puede ser indiferente. Miradas a las guerras (1868-1898), una obra que nos ofrece singulares análisis sobre las guerras de independencia y en especial la participación de la parte femenina de la población cubana.
NOTAS
1–Bárbara Potthast: “Mujeres, guerra y nacionalismo. Una comparación sobre la función de las heroínas nacionales en Cuba y Paraguay”, en Olga Portuondo y Max Zeuske (coordinadores): Ciudadanos en la nación, Fritz Thyssen Stiftung, Oficina del Conservador de la Ciudad, Santiago de Cuba, 2002, p. 165.
2–Son parte de las conocidas palabras que Ana Betancourt Agramonte pronunció el 14 de abril de 1869 en Guáimaro. V. Nydia Sarabia: Ana Betancourt Agramonte, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970, p. 59. Atiéndase al simbolismo de los adjetivos.
3–María Eugenia Espronceda: El viaje histórico de la sociedad cubana por los senderos del parentesco, Ediciones Santiago, Santiago de Cuba, 2002, p. 7.
4–José Miguel Rueda y Ana Vera Estrada: “La sociedad y la familia en el Caribe”, Ana Vera Estrada (compiladora y redactora principal): Cuba, cuadernos sobre la familia, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1977, p. 5
5–Citado por: Roberto Méndez Martínez y Ana María Pérez Pino: Amalia Simoni. Una vida oculta, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009, p.148,
6–La Revolución, Nueva York, 15 de octubre de 1874. Recorte en el archivo personal de Gustavo Sed.
Entre 1957 y 1958 se llevó a cabo en Cuba una intensa lucha contra la tiranía de Fulgencio Batista. La historiografía ha estudiado aquellos acontecimientos dedicándoles numerosos libros. Pero hay un camino menos recordado y es la participación de la mujer y la familia en la guerra. Las menos recordadas de todas fueron las que integraron las familias de los represores. Las esposas, amantes y novias de los militares. Aunque tuvieron un papel triste, pero de todas formas son parte de la historia cubana. Hay una dramática historia de la esposa de un soldado prisionero de los guerrilleros en el ataque al cuartel de Mir.
Durante el desarrollo de la guerra si el marido fallecía en el combate estas mujeres quedaban en una gran indefensión. Casi siempre el salario del militar era la única entrada en el hogar. Residían muchas veces en poblados reducidos, de escasas posibilidades laborales para una mujer. Aunque el ejército cuando se producía el fallecimiento de uno de sus integrantes en acción llevaba a cabo una indagatoria con los familiares más allegados del infortunado para saber sus necesidades. Desconocemos si cumplían las promesas que le realizaban a la viuda o la madre del desdichado militar. Sabemos de una mujer cuyo esposo fue capturado en un combate, el mando militar le suspendió el sueldo que debía de recibirlo la esposa. Ella hizo un desesperado esfuerzo para recibir ayuda del ejército. Le escribió al jefe de las fuerzas armadas:
Sra. Ramona Rodríguez
Esposa del Soldado Emiliano de Diego
CACOCUM, Prov de Oriente
Cacocum, Oriente, Junio 4 de 1958
Al Mayor General
Sr. Francisco Tabernilla y Dolz
Mayor General en Jefe del Estado Mayor Conjunto
Ciudad Militar
Respetable Mayor General:
Con vuestra benevolencia por Ud. tengo el honor de tomarme la facultades de escribirle a Ud. estas líneas porque la situación que atravieso tristemente me encuentro desesperada y desamparada.
Soy la esposa del Soldado Emiliano de Diego destacado en el Escuadrón 71 del Regimiento 7 CALIXTO GARCIA de Holguín y el estando destacado en el Puesto de la Guardia Rural de MIR, Oriente fue sorprendido dicho Puesto el 31 de Marzo por los Rebeldes.
Desde esa fecha no he tenido noticias ninguna y me he dirigido al Regimiento haber si es posible se me facilite parte del sueldo de mi esposo ya que no tengo recursos de ninguna clase pues mi esposo era el ÚNICO sostén que tengo para mí y mis dos pequeños niños y hasta esta fecha nada me ha resuelto el Regimiento, y como hasta mi han llegado rumores que se quiere juzgar a mi esposo por cobardía yo sabiendo como son las cosas me dirijo a Ud. para aclarar que nada de esto es cierto, pues testigos presenciales saben que fueron cogidos a traición y en estas condiciones no es posible defenderse y yo viendo tanta injusticia que tras de verse prisionero también según rumores o decires lo piensan juzgar por otra causa injusta.
No teniendo consuelo en estos momentos y sufriendo por todos lados ya que como repito el único que contaba era con lo que el ganaba y al no tenerlo a el considere la situación económica estoy pasando y espero se me atienda en esta suplica que es justicia que pido y las versiones o rumores espero sean falsas para tranquilidad mía y honor de mi esposo que ha sido siempre fiel y antiguo soldado del Ejército del cual vivía orgulloso y satisfecho.
Por todo lo expuesto a Ud. suplico muy encarecida y respetuosamente se me atienda a mi triste situación y en honor al prestigio de mi esposo como pundonoroso militar.
Sin mas y en espera de sus noticias, quedo de Ud muy respetuosamente su amiga y S.S:S.-
Sra. Ramona Rodríguez de Diego
CACOCUM, Oriente. (1)
El general Tabernilla solicitó el criterio del jefe del Regimiento 7 al que estaba subordinado el esposo de Ramona. Este le respondió.
16 de Junio de 1958
General en Jefe
Francisco Tabernilla y Dolz, MMNP
Jefe del Estado Mayor Conjunto
Cuartel Cabo Parrado.
Ciudad Militar.
Mi Querido Jefe y amigo:
Acorde con la carta de fecha 4 del actual, que le ha dirigido la SRA RAMONA RODRIGUEZ, esposa del SOLDADO EMILIANO D DIEGO, del Escuadrón 71 de la Guardia Rural, que fue prisionero, por los forajidos que atacaron el Cuartel de Mir, tengo el honor de informarle lo siguiente:
En el informe emitido por el Teniente Cor. Julio Diez y Díaz, MMP, (2)en relación con el caso que nos ocupa, dicho Oficial Superior participa, que el soldado Emiliano D Diego, junto con el Jefe del Puesto, son los mayores responsables de la destrucción de dicho Cuartel por el primero o sea el Soldado Diego, que cubriendo su turno de imaginaria (3) y teniendo en su poder la mejor armas del Puesto, en lugar de repeler la agresión, como era su deber, a los primeros disparos de los atacantes, hubo de gritar, “NO ME TIREN QUE SOY BUENA GENTE, palabras estas, que fueron oídas por un Soldado de apellido Rosales, y sin hacer un solo disparo, caminó desde la puerta hacia donde estaban los forajidos, entregándose a los mismos, habiendo cometido con esto un delito de cobardía, toda vez que de repeler la agresión, hubiera dado tiempo a que sus compañeros se prepararan para la defensa, pudiendo quizás, si hasta evitar la destrucción del Cuartel, y aun mas rechazar el ataque.
Como Ud, podrá apreciar, mi querido Jefe, la conducta de dicho Soldado, que se supone prisionero del enemigo, no fue la que debió de esperarse de él, como Militar, digno y responsable y con concepto de la alta misión, de que lo ha investido la Patria.
Reciba como siempre el afecto sincero, de su leal subalterno, comp. y amigo.
D Sogo Hernández, MMNP
Brigadier Jefe Regimiento Nº 7 de Guardia Rural (4)
Ramona actuó con valor y entereza tratando de defender la imagen de su esposo y recibir el salario de este, la única entrada que tenían ella y sus hijos. Debemos situarnos en esa época, en un pequeño poblado del oriente cubano con los prejuicios que existían sobre la mujer es indiscutible que estamos ante una mujer de coraje. Años después un guerrillero que participó en aquel combate esclarecería que el referido soldado combatió con su ametralladora hasta agotar el parque bajo el fuego, sin protección alguna, ante la amenaza de que le iban a lanzar una granada se rindió. (5)Actuó con arrojo pero aquellos generales que nunca habían conocido un combate fueron superficiales en sus análisis. La culpa del desastre era de la jefatura del Regimiento y de su jefe que había situado aquel puñado de soldados en un cuartelito de madera, sobre pilotes sin posibilidades de defensa, en momentos en que las guerrillas operaban en la zona. La mujer con los dos hijos fue abandonada a su suerte. Estamos ante la historia de unas dobles perdedoras; por ser esposas de soldados del ejército vencido y por su condición de mujeres. Es una visión de la historia de la guerra que está por escribir.
NOTAS
1–Instituto de Historia de Cuba Archivo del Ejercito de Cuba 24/5.1/6:1.2/ 1.127
2–Mérito Militar y policiaco, una condecoración otorgado por el ejército.
3–Estaba de centinela frente al edificio del cuartel.
4–Instituto de Historia de Cuba Archivo del Ejercito de Cuba 24/5.1/5:1.2/1-127
5–Entrevista a Oscar Orozco Viltres por José Abreu Cardet el 15 de mayo del 2010.
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