Acaba de publicarse por el Frente de Afirmación Hispanista, fundación que creo y dirige el intelectual mexicano Fredo Arias de la Canal, el libro: Gómez, Maceo y Martí: sus discordias, de los historiadores holguineros: Ángela Peña Obregón, José Novoa Betancourt y José Abreu Cardet. El libro es un estudio sobre las complejas relaciones entre esos tres patriotas en la organización y en los primeros meses de la guerra de 1895.
A continuación reproducimos el Índice y la introducción de los autores.
La Honra. Prólogo de Fredo Arias de la Canal.
Palabras al lector. Los autores.
Capítulo I: La guerra de 1895: Nuevo Liderazgo.
Capítulo II: El ascenso de los sectores populares: Antonio Maceo.
Capítulo III: Martí, Gómez y Maceo: En el camino del 1895.
Capítulo IV: La Mejorana: El encuentro de los tres grandes.
Apéndice: Diario de Martí (1895) 5 y 7 de mayo (fragmentos) Selección de Fredo Arias de la Canal.
Bibliografía.
Índice Onomástico.
PALABRAS AL LECTOR (Introducción de los autores).
El inicio de todo fue una conversación en el patio del hotel Pernik, en la ciudad de Holguín. Recibimos una inesperada invitación del mentor de muchas obras intelectuales, Fredo Arias, para tomarnos un café. Fue aquella reunión esencialmente de poetas. Comentaba Fredo sobre un libro que recientemente habíamos publicado (1) cuando el diálogo desembocó en una singular petición sobre la posibilidad de que hiciéramos un análisis de las relaciones entre Martí, Maceo y Máximo Gómez.
El tema ha sido bastante tratado por la historiografía cubana, nos preguntamos por qué este interés del intelectual mexicano. Con pasión de poeta Arias de la Canals atrapó más que el universo de contradicciones, que la mayoría ha visto y estudiado en el encuentro de aquellos gigantes, el gran contrapunteo de las sensibilidades, el entrechocar inesperado que a nuestra vista parecen como inmensos témpanos desprendidos de un glacial. Fredo siente apropiarse de ese sentido del común de la gente que, ante lo que no encuentra explicación lógica, lo resume en una frase muy usual: “No tenía palabras para explicar lo que vi y sentí” para continuar con un silencio, un gesticular de manos y brazos, expresiones en el rostro y quizás ahí está la poesía elemental de los aparentemente simples, de los incapaces de organizar un verso, pues es posible que no sepan ni leer; pero como condición del espíritu humano son copartícipes de esa agresión de la sensibilidad que es la poesía. En cierta forma en aquel ir y venir de los tres personajes hay un cabalgar, un entresijo que parece desembocar en la poesía.
Nos vamos por tales caminos para acercarnos a las contradicciones a veces hirientes, en especial hacia Martí. Buscamos explicaciones, en ocasiones, justificamos la acción humillante por el orgullo herido de alguno de aquellos hombres de corazón inmenso; pero todos conformaron el universo de los que en prosa de guerra nos cuenta un mambí del “68” que describía los sufrimientos a que los sometió la ofensiva española de 1870:
“El agua era mala y escasa, la comida no teníamos tiempo para buscarla, los cartuchos se hacían con las cápsulas que los soldados dejaban caer sobre el camino. Así nos sostuvimos cerca de un mes, pero nos encontrábamos mejor; a pesar de lo extremado de la situación, no había habido ni una sola defección, ni un presentado; se habían ido los débiles o cobardes, quedaban allí los puros los resueltos a morir…” (2)
Entre hombres de acción, las fronteras de los errores grandes y pequeños siempre están cercanas. En ocasiones, en los testimonios hay cierta tendencia a resaltar esos deslices o a echar un manto del olvido sobre alguna acción poco edificante que se cometió. Ambos asuntos fusilan la objetividad y reconstruyen ángeles o diablos, personajes demasiados perfectos o inmundos a los que ninguno de ellos aspiró jamás.
Nosotros agregamos nuestra autoría a la frase grandiosa de Martí: “Todo el que sirvió es sagrado aunque se haya equivocado o empequeñecido.” (3) Señalamos el error, el exceso de orgullo inútil y dañino de algunos de aquellos grandes, pero resaltamos la entrega del que lo sometió todo a la causa de hacer libre la patria. Ellos habían sido bautizados en la sagrada pila de los “resueltos a morir.” (4)
Este es el universo al que nos acercamos y lo invitamos a usted a que nos siga, calladamente se desmonte del potro asustadizo y nos acompañe por el sendero, el trillo como dice el campesino cubano, que la tropa insurrecta en su fuga por el bosque ha abierto. Silencio, allá va Martí cabizbajo, quizás humillado, no apuremos el paso pues Maceo en montura de plata y ropa de buen corte atraviesa una vereda tras una tropa enemiga, cuidado que el olfato fino de Máximo Gómez acostumbrado a la guerra dominicana y cubana, no nos descubra, pues va sigiloso el dedo sobre el gatillo de la carabina, organiza la carga mortal contra un batallón contrario. Todos con sus contradicciones acuestas, con orgullos heridos y rencores acumulados de otros tiempos, como ha sido común en muchas personas en otras latitudes y climas. Maceo se olvida de lo que dijo en La Mejorana, de lo que se dirá de él, y avisado aquel siete de diciembre de 1896 que el enemigo se les echa encima, manda ensillar el caballo y se hace figura de la extrema vanguardia muy codiciada por el fusil hispano que lo hiere de muerte. Martí hecha a un lado los consejos de que se cuide del máuser enemigo, ¡tiene tanto alcance el proyectil!, ¡es tan mortal su impacto! y el día es terrible; 19 de mayo de 1895. La noticia siniestra desemboca en el rancho del Generalísimo Máximo Gómez. Panchito, su hijo nacido en la miseria y la grandeza de la vida mambisa, se le muere junto a Antonio en aquel siete de diciembre de 1896 que nunca debió de existir. Le escribe con premura a María Cabrales, la ya viuda del General Antonio Maceo.
Ud que es mujer; Ud que puede- sin sonrojarse ni sonrojar a nadie-, entregarse a los inefables desbordes del dolor, llore, llore, María, por ambos, por Ud y por mí, ya que a este viejo infeliz no le es dable el privilegio de desahogar sus tristezas intimas desatándose en un reguero de llantos. (5)
Y este “viejo infeliz” ordena la marcha, no hay tiempo que perder es necesario tender la próxima emboscada a la columna que se arriesga en la sabana, capturar a filo de machete y plomo de carabina el fortín que ahoga con su presencia la independencia de esta isla que ha hecho suya el General Gómez.
A los hombres y mujeres de las guerras de independencia se les podrá analizar desde la óptica de los más diversos criterios, pero siempre estará presente un término que no es científico, ni historiográfico pero real y necesario: el agradecimiento de todos los cubanos.
Uno de aquellos mambises de la guerra grande le escribió a un historiador lo que pudiera ser interpretado como el epílogo de una generación que inició una obra que estaba por encima de sus posibilidades:
No tema V. acusarnos y pintarnos como fuimos, con nuestros grandes defectos y con nuestras pequeñas virtudes. La posteridad dispensará los primeros y sólo recordará las segundas, teniendo en cuenta que hemos sufrido bastante para merecer el perdón. (6)
Con este sentido del respeto iniciamos estas páginas.
Notas:
1.-Ángela Peña y José Abreu. El sitio de Holguín: La pasión de un integrista. Ediciones Holguín, 2014.
2.-Enrique Collazo. Cuba Heroica. Imprenta La Mercantil. La Habana, 1912, p. 276 .
3.-Martí, José. Obras Completas. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1975. Tomo XI, p. 243.
4.-Enrique Collazo, ob. cit. p. 276.
5.-José Luciano Franco. Antonio Maceo. Apuntes para una historia de su vida. Editorial de Ciencias Sociales. La Habana, 1975, p. 377.
6.-Carta de Calixto García. Fernando Figueredo Socarrás. La Revolución de Yara. Instituto del Libro. La Habana, 1968, p. 5.
Los trillos de monte tan buscados por caminantes extraviados; pues siempre conducen, a la casa del “guajiro” que puede indicar el camino correcto al perdido. Tales senderos eran el terror de los insurrectos cubanos cuando por descuido los habían hecho de tanto andar y desandar para ir a la Prefectura como llamaban a los lugares donde sembraban sus viandas, tenían sus talleres y sus familias.
Descubiertos estos senderos en el bosque, los españoles los seguían cautelosamente hasta encontrar el caserío mambí y atacarlo. Los hispanos se apropiaban todo lo que encontraban y arrasaban lo que no podían llevar con ellos.
Hoy nos acercaremos a una de aquellas acciones. Al igual que los mambises iban muy callados a sorprender a sus adversarios en la noche, guardemos silencio, abandonemos el teclado de la computadora y nos subordinaremos al testimonio del hombre que dirigió uno de aquellos asaltos realizado contra una ciudad del oriente de Cuba.
“Comunicada la orden de atacar, marchó el Comandante (Limbano) Sánchez a vanguardia arrollando a las avanzadas enemigas y abriendo paso a las demás fuerzas que invadieron la ciudad, a pesar del fuego de los reductos enemigos que defendían la entrada y que no tardaron en ser abandonados por sus sorprendidos defensores. Reconcéntrose toda la fuerza enemiga a sus cuarteles desde donde hicieron varias salidas con infantería y caballería, pero obligados a desplegarse siempre con grandes pérdidas, quedamos por fin dueño de la población, excepto algunas de sus obras de fortificación.”
“Di entonces orden de incendiar los edificios mandados a ocupar, recomendando solo se verificara, a ser posible, con aquellos en que habitaran españoles o pertenecieran a estos, efectuándose así. (…). A las tres de la mañana dispuse la retirada que se llevó a cabo en el mejor orden, después de saquear las pertenencias españolas. El enemigo ha sufrido pérdidas que no creo exagerado graduar en 500,000 pesos… Nos apoderamos de 30 armas de fuego, cien machetes, varios sables, y un rico botín de ropa, comestibles y oro. Nuestras bajas consisten en cuatro muertos, 20 heridos, contándose entre aquellos el arrojado Teniente Coronel Peña”[1]
Las tropas cubanas se retiran hacia un lugar llamado Camazán donde acampan. Los españoles lo siguen por el rastro y atacan el campamento. Calixto narró aquel combate:
“El 20 acampé en las Cabezadas de Camazán, donde tomé posición para esperar el enemigo. El 22 se presentó este en número considerable recibiendo primero el fuego del Teniente Coronel Borrero que con un batallón tenia destacado a media legua del Cuartel General, batiéndose en retirada según mis órdenes, hasta incorporarse al grueso de las fuerzas. Generalizose entonces el combate con los batallones comandados por el comandante Sánchez, Teniente Coronel Crombet y Comandante Angel Guerra, retirándose el enemigo después de dos horas de combate, en cuyo tiempo hizo seis disparos de cañón… El enemigo dejó numerosas huellas de sangre dando a conocer tanto por esto como por lo precipitado de su fuga, que ha sufrido grandes pérdidas. Los nuestros consisten en tres muertos y un herido.”[2]
Este fue un típico asalto insurrrecto a una población. Se realizó de noche para sorprender al enemigo. Los militares y voluntarios españoles se refugiaron en sus fortines. Intentaron, según el informe mambí, un contraatque que fracasó. Los insurrectos cargaron con todo lo que pudieron llavarse. Incendiaron varias casas. En el informe de Calixto García se afirma que eran propiedad de los españoles y agregó había dado órdenes de respetar propiedad de los cubanos.
El presidente Carlos Manuel de Céspedes había criticado duramente a Calixto por los excesos cometidos por sus tropas en el asalto a un poblado. El General se quería librar de tales regaños llevando al papel un asunto que de seguro le fue imposible confirmar: el buen comportamiento de sus tropas.
En medio de la oscuridad de la noche, avanzando por calles y callejones desconocidos, al chocar con una persona que se desplazaba, el mambí no sabía si era un militar enemigo o un inocente civil que regresaba de visitar a su amante. Ante la incertidumbre el insurrecto lo más probable que haría lo que usted está pensando: abrir fuego.
En este ataque ocurrió lo de siempre. Los españoles humillados por ser sorprendidos hicieron seguir a sus enemigos por el rastro. Es de pensar que estos hambrientos independentistas irían dejando en el camino las sobras de los alimentos que presurosos engullían, las botellas de vino y aguardiente que se tomaban. Incluso objetos que en la oscuridad habían colocado en sus macutos, como llamaban a unas gigantescas y rústicas mochilas donde todo cabía, y a la luz del día se dieron cuenta que eran inútiles. Se afirma que en uno de estos asaltos un mambí cargó con una buena cantidad de recipientes con pintura pensando que podían se alimentos.
Descubierto el campamento los españoles lo atacan, pero los embravecidos mambises lograron rechazarlos. Un asunto peculiar de este asalto a Holguín es que se apropiaron de los instrumentos musicales de la banda enemiga. Céspedes nos dejó una interesante descripción del campamento independentista y la alegría por el exitoso ataque a Holguín en una carta a su esposa:
“El 21 por la mañana me incorporé al Cuartel General… Encontramos a todos muy animados y bien vestidos: el campamento tenía el aspecto de una exposición. Me dieron muchos vivas y me recibieron a los acordes de una orquesta completa que sacaron de la ciudad. Nos invitaron a un magnífico almuerzo. Hubo muchos brindis y discursos elocuentísimos. La alegre expansión fue general. Los detalles serían interminables. Por la noche la música completó la obra con retreta y baile” [3]
Aquel ataque significó muchas cosas, pero una de ellas, muy poco recordada, es la devoción de los cubanos por la música. Asombra que ésta gente siempre hambrienta dejaron de lado jamones y quesos, tasajos y vinos, para cargar con un instrumento musical.
Hay un asunto que perfilaba el futuro. Céspedes en la referida carta afirma que Salvador Cisneros Betancourt : “…estuvo dos días borracho, hablando cosas inoportunas y siendo el ludibrio de la soldadesca!”[4]
Calixto García elogia a los miembros de la Cámara que estaban presentes, Cisneros era su presidente, y nos dice: “…hace acreedora de los mayores elogios, el Presidente de la Cámara de Representantes, y los Diputados Pérez Trujillo, Rodríguez y Fornaris.” Podía ser cierta la afirmación del General, pero es necesario recordar que la Cámara en su guerra contra el presidente Céspedes estaba tratando de ganarse a Calixto García para que los apoyara en la destitución, lo que por fin logró. Nos surge la pregunta: ¿En fecha tan temprana como diciembre de 1872 ya se habían puesto de acuerdo para la destitución los Generales y la Cámara? Esta se produjo en octubre de 1873.
Es probable que nunca lo sepamos, pero lo que sí es cierto, que pese a todo su heroísmo como el ataque a Holguín, donde se derramó con generosidad la sangre, los independentistas habían entrado en el camino de la autodestrucción involuntaria: el de las divisiones y contradicciones entre los líderes de la guerra.
[1] Periódico La Independencia. Órgano de los pueblos hispano – americanos, marzo 1 de 1873, número 7. El ejemplar consultado tiene 258 renglones mutilados ilegibles. Biblioteca Nacional de Cuba, Sala Cubana. Fondo: Periódicos.
[2] Idem.
[3] Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo, Carlos Manuel de Céspedes: escritos, Editorial de Ciencias Sociales ,La Habana, 1982, tomo 3, p. 180.
[4] Idem.
Publicado en el sitio web de la UNEAC: Link:
Morir o matar en los oscuros callejones de la ciudad – UNEAC
En un día olvidado en la memoria de la gente, Abel Julio Sastre Matos se fue de archivo en archivo, de biblioteca a parques públicos, de estatuas y jardines, para retornar con su texto Electa Aneral: La imagen absoluta, publicado por la editorial La Mezquita, Holguín 2022 y que se presentará en la Feria Internacional del Libro de esa provincia en mayo próximo. Hay tantas biografías apologéticas y aburridas por este mundo que uno se asusta de acabar desembocando en el tedio, un mal incurable que propagan los libros mediocres. Pero Abel corta de un tajo los senderos que llevan a tales males y pone a nuestra disposición un texto profundamente ambicioso y de compromiso con esta pintora mexicana: Elena Electa Arenal Huerta.
Electa Arenal, como ha quedado en la memoria cultural mexicana y cubana, nació el 16 de mayo de 1935 en México, en el seno de una familia de comunistas. Leyendo con placer la obra de Abel nos enteramos que en 1949 Electa ingresa en la Academia de San Carlos, nombre por el que fue más conocida la Academia de las Nobles Artes de San Carlos de la Nueva España, institución fundada en 1783 y actualmente denominada Escuela de Artes Plásticas de la Universidad Nacional Autónoma de México. Cursa estudios completos de bellas artes: pintura, escultura y grabado en palabras del autor: “En 1955 se matriculó en la Escuela Nacional de Artes Plásticas, La Esmeralda, actualmente llamada Centro Nacional de Artes.”
Electa Arenal / Foto tomada de Baibrama, portal cultural de Holguín
Según el Máster en Ciencias “Era casi una niña cuando percibió la importancia del movimiento de arte público, marcándose en ella la influencia del Muralismo mexicano. Como la mayoría de los artistas de su generación, Electa no anhelaba trabajar para las galerías. Se sentía parte integrante del movimiento plástico mexicano”. El autor cita al artista David Alfaro cuando caracteriza a Electa:
“… Estaba tan convencida de la inutilidad del pequeño gabinete, del esfuerzo solitario, del encierro cobarde, que no solo intentó escapar a las responsabilidades que plantea la profesión de pintor, sino que tampoco fue dañada, como la mayor parte de sus compañeros de generación, por los vanguardismos subjetivistas. Electa se burlaba y despreciaba todas esas formas de arte que la publicidad se había encargado de idealizar”.
Abel nos dice que “Entre 1952 y 1954 Electa formó parte del equipo que ayudó a Diego Rivera en los murales al exterior del Estadio de Ciudad Universitaria, La Universidad, la familia mexicana, la paz y la juventud deportista, del Teatro de los Insurgentes: Historia del Teatro y del mural Sueño de paz, pesadilla de Guerra”.
Se había casado, en 1955, con el arquitecto Gustavo Vargas Escobosa , con quien tuvo dos hijos: Leopoldo Valentín y Silvestre Emiliano. El matrimonio en un gesto solidario decide trasladarse a Cuba. Arriban a la isla el 15 de diciembre de 1960 y radican en Holguín.
Los hijos llegarían después, y estuvieron en Cuba desde 1961 hasta finales de 1962. Valentín asistiría al jardín infantil y Emiliano a la primaria, en un centro donde otrora hubo un antiguo cuartel convertido en escuela por la naciente Revolución Cubana. En una entrevista, reproducida por Sastre, Electa expresa que:
Abel Julio Sastre Matos junto al Monumento a las Pascuas Sangrientas de Electa Arenal ubicado en el Bosque de los Héroes / Foto cortesía del escritor
“Un día nos dijimos: Actualmente no hay otro lugar en la América Latina donde el aporte de artistas y profesionales revolucionarios sea más necesario. En Cuba se lucha por establecer la sociedad justa. Vámonos allá. Veremos una verdadera Revolución. Participemos en ella. Es nuestro deber militante.”
Ambos dejarán huella profunda en la cultura cubana, él como arquitecto se encarga de varias obras, la más conocida, la culminación del hospital Lenin en Holguín. Crea un cine club, el primero que se funda en la referida ciudad.
Ella abre caminos a la escultura y la pintura en Holguín. “El mural escultórico Canto a la Revolución fue el primer proyecto realizado por el Taller de Escultura creado en Holguín por la artista mexicana Electa Arenal Huerta. La obra fue presentada al concurso convocado para ser ubicada en la fachada del Hospital Regional de Puerto Padre, hoy Hospital Pediátrico Raymundo Castro Morales, edificio proyectado y construido por el arquitecto mexicano Gustavo Vargas Escoboza.”, apunta Abel.
Día a día deja huella profunda en Holguín y Puerto Padre, detalladas por el autor como:
“La guerrillera venezolana Nancy Alvarado Palma, fue asesinada por la dictadura de Rómulo Betancourt en la década de 1960, en Venezuela. Electa conoce de ello y confecciona el busto Guerrillera Nancy Alvarado, esculpida en marmolina negra pulida, utilizando como referencia las fotos y reportajes que sobre su muerte salieron en los periódicos. La obra, de 365 x 370 x 805 se encuentra en la Sala de Arte del Museo Provincial de Historia La Periquera.”
Entre los años 1964 y 1965, la artista trabaja en la escultura y la pintura. Realizando el mural pictórico Revolución Cubana, de 12.10 x 3.00 m, en la segunda planta de La Periquera, edificio construido en la década de 1860, sede cien años después de las Junta de Coordinación, Ejecución e Inspección (JUCEI) y actualmente Museo Provincial de Historia.
Electa y su esposo regresan a México en 1965. La artista muere en un trágico accidente mientras trabajaba en un mural. Sastre los describe en estos términos:
“Electa pintaba las figuras de la parte más alta de la bóveda central, trabajo que nadie quería hacer precisamente por temor a un accidente. Sostenida únicamente de su pincel y lo más grave fue que en el camino recibió un golpe que casi le cercenó la cabeza, causándole la muerte en forma instantánea. Trazaba en la bóveda del Polifórum los contornos de un Adán y una Eva que siguen y seguirán allí amándose, para alimentar la marcha sin fin de una humanidad que busca la dicha elemental o necesaria. Era el 12 de junio de 1969.”
Abel Sastre nos ha abierto un sendero hacia la olvidada vida de una gran artista mexicana y su obra en México y la isla caribeña en Electa Arenal: La imagen absoluta.
Hay que agradecerle a este investigador, que desde su Puerto Padre, donde reside e investiga incansablemente, nos haya legado este libro de la artista noble y solidaria que dejó en tierras cubanas una bocanada de sensibilidad y dedicación.
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