El fracaso del Plan Fernandina con la incautación, el seis de enero de 1895, por las autoridades de los Estados Unidos de los barcos que debían de trasladar a Cuba a los principales líderes de la guerra y armas para que esta estallara en todo el país, creo una situación difícil para los revolucionarios. Pero con ese sentido de lo poco lógico que, en ocasiones, predomina en los movimientos revolucionarios, al divulgarse por la prensa del fracaso se incentivaron los ánimos. José Martí firmó la orden del alzamiento.
Este se produjo el 24 de febrero en diferentes lugares de Oriente y en Matanzas. En este último fracasó pero en Oriente se extendió rápidamente por la región. Se produjeron alzamientos, simultáneamente, en Santiago de Cuba, Guantánamo, Jiguaní, Baire, Manzanillo, Bayamo, Holguín y otros lugares.
En Holguín aunque inicialmente con menor intensidad que en otros lugares, pues un grupo de veteranos de 1868 estaban comprometidos con Antonio Maceo y esperaban la llegada de este para alzarse. Holguín formo parte junto con Santiago de Cuba de un departamento.
Maceo en varias ocasiones operó en este territorio lo que lo convirtió en un líder de arraigo. Pero a partir del 24 de febrero comienzan a producirse alzamientos. El del 24 de febrero no fue un estallido inesperado como ocurrió en otras comarcas. Fue más bien como una ola que se fue extendiendo por la zona. Es un proceso que se inició el 24 de febrero y se extiende por marzo y abril. Toma especial auge con la llegada de Antonio Maceo.
Desde Manzanillo acudió el catalán José Miró Argenter de gran arraigo en la zona. Había residido en la comarca y dirigió el periódico autonomista La Doctrina, que nucleó a un grupo de independistas y se caracterizó por atacar al régimen colonial. La presencia de Miró incentivó el movimiento revolucionario.
Un factor muy importante fue el alzamiento de un grupo de veteranos del 68 que estimularon el movimiento y les dieron confianza a los jóvenes que se incorporaban. Entre estos se encontraba Luis de Feria Garayalde veterano de la guerra de 1868 y de la llamada Guerra Chiquita. Este se alzó en Tacajó. Decenas de miembros de su familia lo siguieron. No menos importante fue el comportamiento del combatiente de la guerra de 1868 Remigio Marrero tenía 67 años, Luis de Feria tenía 60. Estos hombres debieron hacer un esfuerzo considerable para soportar la nueva campaña. Modesto Fornaris Ochoa el último capitulado de la guerra grande también lo secunda. Guillermo Cardet, veterano del 68 “…hombre de ilustración poco común, y muy significativo en la guerra del 68” (1).
Otros veteranos del 68 como Bruno Mariño y de prestigio en la zona de Banes comandó un nutrido grupo de campesinos, Modesto Aguilera Maldonado da el ejemplo en la zona occidental de Holguín. Deja todos sus negocios y se suma a la guerra.
El alzamiento de personas de arraigo en su zona, aunque no habían participado en la anterior contienda, también fue un factor movilizativo a tomar en cuenta. En Banes dio el ejemplo Juan Vicente Cárdenas “…joven de esmerada educación y sólida posición económica, el hombre más querido en toda la región de la ensenada” (2) En ese época Banes era conocida como La Ensenada. Pedro y Elpidio Quiñonez ambos acomodados terratenientes de los Berros también se suman a la Revolución.
La mujer estará presente en el movimiento revolucionario. El médico Faustino Sirven, se alza y lo acompaña su hermana la señorita Mercedes Sirven, Alcibiades de la Peña graduado en la Universidad de Oviedo “… de antigua y rica familia holguinera con su esposa la señora Aniceta García, española de nacimiento que lo acompañó en la guerra y prestó estimables servicios a la revolución” (3) p 122“…Primitivo Aguilera, a quien acompañaba su joven esposa Angelita Gonzalez Tor valerosa mujer que expuso muchas veces su vida y sirvió de enfermera a muchos heridos…” (4)
La geografía revolucionaria de la zona ha cambiado. Territorios de larga tradición integrista durante la Guerra del 68 ahora estarán presentes en el movimiento revolucionario. Gibara pueblo donde en la guerra del 68 prevaleció la defensa del Imperio Español dará su aporte a la nueva contienda. Es de destacar el alzamiento de Ricardo Sartorio terrateniente del barrio de Velasco, a los que se suman Arístides Ochoa un hombre de cultura autodidacta y que alcanzó los grados de Comandante en la invasora, Eliecer Artola y Vialle Felipe y Gustavo Alberti, Ricardo y Antonio Hidalgo, Ángel Rojas, el periodista y poeta Augusto Hidalgo, que falleció en la campaña.
En Santa Lucía se alza Don Lorenzo de la Cera, oficial de la guerra del 68, en Fray Benito José García Portelles, Diego Yebra y Pedro Ricardo, en la zona del cerro de Yaguajay, Manuel Riverón y en Aguada de la Piedra Juan Sierra Jomarrón.
Miro Argenter recordará de aquellos días: “…hermoso y animado panorama el de nuestras campiñas al resplandecer los albores de la revolución. Donde quiera se veían grupos de campesinos a caballo; salían del fondo del bosque, de la llanura limpia, de lo alto de la sierra, de la cuenca del río, convocados no se sabe por quién no por qué pregones acudían, sin embargo al llamamiento de la patria, aviados del todo, en son de guerra. El sitiero dejaba su estancia, el veguero sus posturas, el labrador sus utensilios de trabajo; todo el mundo abandonaba la faena a medio hacer…” (5)
Un grupo de profesionales se incorporan a la nueva revolución en los días posteriores. Entre ellos Rafael Manduley del Río, también los abogados Francisco y José Fernández Rondán. El periodista José Ramón Torres, Miguel Ignacio Aguilera uno de los que publicaba el periódico Autonomista La Doctrina, Julio Albanés escritor toman el camino de la manigua insurrecta, Entre los artesanos se destacan por marchar a la guerra los miembros de las familias Urbino, Avilés, Milord. El músico Manuel Dositeo Aguilera, autor de la música del himno invasor también sienta fila en la partida mambisa.
El general español Álvaro Suarez Valdés, en carta al comerciante Javier González Longoria, diputado a cortes sobre los alzamientos en Holguín: “agradezco a Ud., su información sobre la nueva intentona separatista; aquí han llegado noticias que el cabecilla Luis de Feria anda con una gruesa partida, no olvido el trabajo que nos dio en la guerra chica y el mal rato que nos hizo pasar cuando tratamos que depusiera las armas. De haber estado yo en ese mando lo hubiera puesto a buen recaudo. Pronto estaré en Holguín y veremos como damos termino a esa algarada.”(6)
Holguín respondió al llamado de Martí.
Cita
1— Constantino Pupo Aguilera Patriotas Holguineros Holguín 1956P. 118
2—Ibídem p. 118
3— Ibídem p.122
4— Ibídem p. 119
5— Ibídem p. 120
6– Ibídem p. 125
Entre 1957 y 1958 se llevó a cabo en Cuba una intensa lucha guerrillera contra la tiranía de Fulgencio Batista. La historiografía ha estudiado aquellos acontecimientos dedicándoles numerosos libros.
Pero hay un camino abandonado y es la participación de la mujer y la familia en general en la guerra. Se han realizados estudios sobre las féminas que combatieron en el lado rebelde pero las esposas, las madres, las hijas de los revolucionarios que no marcharon a las guerrillas o a las células clandestinas son menos conocidas. Tampoco las mujeres que no tuvieron una militancia política en uno u otro bando han tomado boleto en ese tren del olvido.
Las menos recordadas de todas fueron las que integraron las familias de los represores. Las esposas, amantes y novias de los militares tal parece que no existieron en aquellos años cruentos. El pueblo llamaba a estos soldados “casquitos”, en especial a los incorporados por medio del Servicio Militar Emergente para enfrentar el desarrollo de la lucha revolucionaria. No pocos militares llevaron con ellos a sus esposas a los poblados donde estaban dislocadas sus unidades. Estas, de pronto, se vieron inmersas en el universo bélico. ¿Fueron simples espectadoras, siguieron a sus hombres y aceptaron sumisamente la decisión del varón o realmente tenían un criterio político? Para tal pregunta no tenemos respuesta y a estas alturas, es difícil encontrarla.
Se dieron casos que las esposas de militares ante un ataque se refugiaron en los cuarteles. En el poblado de Alto Songo uno de los puntos elegidos por el ejército para la defensa fue el ayuntamiento. Las mujeres de algunos soldados, con sus hijos los acompañaron. En el combate los rebeldes incendiaron el edificio: “Una nota dramática se unía al suceso: en el edificio se encontraban varios familiares de los empecinados defensores incluidos mujeres y niños, situación que los rebeldes desconocían. La evacuación hubo que realizarla desde el tercer piso, utilizando unas sogas como improvisadas escaleras, ya que las llamas impedían la salida por la vía normal.” (1)
Otro ejemplo se dio en de Sagua de Tánamo cuando la guarnición fue sometida a un largo sitio por los rebeldes en diciembre de 1958. En los últimos días del combate un grupo de soldados lograron escapar hacia los campos cercanos. El objetivo era intentar llegar hasta Cayo Mambí controlado por el ejército, la esposa de uno de uno los militares los acompañó, la mujer y el grupo fueron capturados. (2) Mientras en Imías, en la zona de Baracoa la esposa de un militar se refugió en el cuartel durante el ataque rebelde. Fue herida y capturada por los guerrilleros, la atendieron como pudieron pero sin recursos la llevaron a la base naval y la dejaron en una de las puertas con una veintena de soldados heridos y solicitaron que fueran atendidos en uno de los hospitales de esa instalación militar. Tan solo la mujer y un herido muy grave fueron admitidos en un hospital de la base. Los otros fueron abandonados por las autoridades de la base bajo el sol hasta que en una fragata de la Marina de Guerra Cubana los trasportaron a Santiago de Cuba.
Pero hasta donde sabemos estos fueron casos excepcionales, lo más común era que las mujeres de los militares cuando los rebeldes sitiaban la guarnición donde estaban estos trataran de mediar para que sus esposo cesaran la resistencia. Quizás por su condición de madres, tenían más sentido común y se dejaron aturdir menos por consignas y senderos políticos que engatusaron a sus hombres. Mucho antes que sus belicosos maridos, ellas se dieron cuenta que la dictadura se desplomaba.
Durante el ataque a la guarnición de Cueto (3) entre el 8 y el 9 de noviembre de 1958 se dio una situación que se repetiría en otros lugares. Varios militares tenían familiares en el poblado, por lo que esposas y madres de algunos sitiados se brindaron para tratar de convencer a sus seres queridos para que cesaran en la resistencia. El jefe de las fuerzas rebeldes narró en estos términos aquellas negociaciones:
“En esas condiciones varias mujeres esposas y madres de soldados, se acercaron a nuestros combatientes para que les permitieran llegar al lugar donde estaban atrincherados y pedirles que se rindieran. Las autorizamos y hasta cierto punto aquello ablandó a los batistianos. A esa importante y humana labor se unió un comerciante que tenía su establecimiento al lado del edificio donde el enemigo estaba atrincherado” (4)
Los mediadores intentaron acercarse al cuartel pero los soldados dispararon sobre sus cabezas para dispersarlos, estos insistieron y varias madres y esposas hablaron por medio de un altoparlante pidiendo la rendición a sus parientes. Se organizó una nueva manifestación de familiares de los soldados. El jefe batistiano aceptó entrar en conversaciones para la rendición. La que se produjo horas después.
En el sitio de Sagua de Tánamo unas mujeres de militares pidieron permiso para llevarles comida a sus maridos. Un oficial rebelde “…le plantea a las mujeres que si están dispuestas a llevar un mensaje al jefe de las garitas. Una de ellas, esposa del sargento Carbonell se ofrece…” La mujer llevo la carta. Las buenas intenciones de esta mujer no se cumplieron. Los soldados que defendían esas posiciones llamadas garitas, aceptaron una tregua que aprovecharon para escapar asesinando a dos guerrilleros. (5) La mayoría fueron capturados poco después.
El cuartel de Báguanos fue atacado en la noche del 31 de diciembre de 1958 por las tropas rebeldes. Sobre las ocho de la mañana del siguiente día enterados los atacantes de la fuga del tirano se lo comunicaron a los atacados. Los soldados no creían la noticia por lo que. “… se envió a una joven, esposa de uno de ellos, con un mensaje para su jefe, en el cual se explicaba la situación. La muchacha regreso informando que no creían en la noticia, por lo que se le volvió enviar, pero esta vez con un radio, para que ellos mismos la escucharan.” (6)
La guarnición continuó combatiendo hasta las 5 de la tarde en que se rindieron. Durante el desarrollo de la guerra si el marido fallecía en el combate estas mujeres quedaban en una gran indefensión. Casi siempre el salario del militar era la única entrada en el hogar. Residían en poblados reducidos, de escasas posibilidades laborales para una mujer. Aunque el ejército cuando se producía el fallecimiento de uno de sus integrantes en acción llevaba a cabo una indagatoria con los familiares más allegados del infortunado para saber sus necesidades. Desconocemos si cumplían las promesas que le realizaban a la viuda o la madre del desdichado militar. Sabemos de una mujer cuyo esposo fue capturado en un combate, hizo un desesperado esfuerzo para recibir ayuda del ejército. Le escribió al jefe de las fuerzas armadas:
Sra. Ramona Rodríguez
Esposa del Soldado Emiliano de Diego
CACOCUM, Prov de Oriente
Cacocum, Oriente, Junio 4 de 1958
Al Mayor General
Sr. Francisco Tabernilla y Dolz
Mayor General en Jefe del Estado Mayor Conjunto
Ciudad Militar
Respetable Mayor General:
Con vuestra benevolencia por Ud. tengo el honor de tomarme la facultades de escribirle a Ud. estas líneas porque la situación que atravieso tristemente me encuentro desesperada y desamparada.
Soy la esposa del Soldado Emiliano de Diego destacado en el Escuadrón 71 del Regimiento 7 CALIXTO GARCIA de Holguín y el estando destacado en el Puesto de la Guardia Rural de MIR, Oriente fue sorprendido dicho Puesto el 31 de Marzo por los Rebeldes.
Desde esa fecha no he tenido noticias ninguna y me he dirigido al Regimiento haber si es posible se me facilite parte del sueldo de mi esposo ya que no tengo recursos de ninguna clase pues mi esposo era el ÚNICO sostén que tengo para mí y mis dos pequeños niños y hasta esta fecha nada me ha resuelto el Regimiento, y como hasta mi han llegado rumores que se quiere juzgar a mi esposo por cobardía yo sabiendo como son las cosas me dirijo a Ud. para aclarar que nada de esto es cierto, pues testigos presenciales saben que fueron cogidos a traición y en estas condiciones no es posible defenderse y yo viendo tanta injusticia que tras de verse prisionero también según rumores o decires lo piensan juzgar por otra causa injusta.
No teniendo consuelo en estos momentos y sufriendo por todos lados ya que como repito el único que contaba era con lo que el ganaba y al no tenerlo a el considere la situación económica estoy pasando y espero se me atienda en esta suplica que es justicia que pido y las versiones o rumores espero sean falsas para tranquilidad mía y honor de mi esposo que ha sido siempre fiel y antiguo soldado del Ejército del cual vivía orgulloso y satisfecho.
Por todo lo expuesto a Ud. suplico muy encarecida y respetuosamente se me atienda a mi triste situación y en honor al prestigio de mi esposo como pundonoroso militar.
Sin mas y en espera de sus noticias, quedo de Ud muy respetuosamente su amiga y S.S:S.-
Sra. Ramona Rodríguez de Diego
CACOCUM, Oriente. (7)
El general Tabernilla solicitó el criterio del jefe del Regimiento 7 al que estaba subordinado el esposo de Ramona.
16 de Junio de 1958
General en Jefe
Francisco Tabernilla y Dolz, MMNP
Jefe del Estado Mayor Conjunto
Cuartel Cabo Parrado.
Ciudad Militar.
Mi Querido Jefe y amigo:
Acorde con la carta de fecha 4 del actual, que le ha dirigido la SRA RAMONA RODRIGUEZ, esposa del SOLDADO EMILIANO D DIEGO, del Escuadrón 71 de la Guardia Rural, que fue prisionero, por los forajidos que atacaron el Cuartel de Mir, tengo el honor de informarle lo siguiente:
En el informe emitido por el Teniente Cor. Julio Diez y Díaz, MMP,(8) en relación con el caso que nos ocupa, dicho Oficial Superior participa, que el soldado Emiliano D Diego, junto con el Jefe del Puesto, son los mayores responsables de la destrucción de dicho Cuartel por el primero o sea el Soldado Diego, que cubriendo su turno de imaginaria (9)y teniendo en su poder la mejor armas del Puesto, en lugar de repeler la agresión, como era su deber, a los primeros disparos de los atacantes, hubo de gritar, “NO ME TIREN QUE SOY BUENA GENTE, palabras estas, que fueron oídas por un Soldado de apellido Rosales, y sin hacer un solo disparo, caminó desde la puerta hacia donde estaban los forajidos, entregándose a los mismos, habiendo cometido con esto un delito de cobardía, toda vez que de repeler la agresión, hubiera dado tiempo a que sus compañeros se prepararan para la defensa, pudiendo quizás, si hasta evitar la destrucción del Cuartel, y aun mas rechazar el ataque.
Como Ud, podrá apreciar, mi querido Jefe, la conducta de dicho Soldado, que se supone prisionero del enemigo, no fue la que debió de esperarse de él, como Militar, digno y responsable y con concepto de la alta misión, de que lo ha investido la Patria.
Reciba como siempre el afecto sincero, de su leal subalterno, comp. y amigo.
D Sogo Hernández, MMNP
Brigadier Jefe Regimiento Nº 7 de Guardia Rural (10)
Años después un guerrillero que participó en aquel combate esclarecería que el referido soldado combatió con su ametralladora hasta agotar el parque bajo el fuego, sin protección alguna, ante la amenaza de que le iban a lanzar una granada se rindió. (11) La culpa del desastre era de la jefatura del Regimiento que había situado aquel puñado de soldados en un cuartelito de madera, sobre pilotes sin posibilidades de defensa, en momentos en que las guerrillas operaban en la zona. La mujer con los dos hijos fue abandonada a su suerte. Estamos ante la historia de unas dobles perdedoras; por ser esposas de soldados del ejército vencido y por su condición de mujeres. Es una visión de la historia de la guerra que esta por escribir.
NOTAS
1–Comisión de Historia de la Columna 17 Triangulo de Victorias, Columna Numero 17 Abel Santamaría. Editorial Verde Olivo, La Habana, 2008, P 200
2–Comisión de Historia de la Columna 19 “José Tey”, Columna 19 “Jose Tey” Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 1982 pp. 366 -367
3–Cueto hoy es un municipio de la provincia Holguín en la época pertenecía al municipio Mayarí.
4–Comisión de Historia de la Columna 17 ob.cit., p. 231
5–Comisión de Historia de la Columna 19 “José Tey”, ob. cit. pp. 365- 366
6–Comisión de Historia Columna No 16, “Enrique Hart”, ob. cit. p. 239
7–Instituto de Historia de Cuba Archivo del Ejercito de Cuba 24/5.1/6:1.2/ 1.127
8–Mérito Militar y policiaco, una condecoración otorgado por el ejército.
9–Estaba de centinela frente al edificio del cuartel.
10–Instituto de Historia de Cuba Archivo del Ejercito de Cuba 24/5.1/5:1.2/1-127
11–Entrevista a Oscar Orozco Viltres por Jose Abreu Cardet el 15 de mayo del 2010.
El regionalismo jugó un papel muy importante en las guerras de independencia de Cuba. Primero fue un factor de unidad, pues agrupó a los vecinos de las diferentes comarcas que se sublevaron alrededor de sus líderes.
Pero cuando fue necesario ver la guerra como un asunto de todo el país el regionalismo fue desastroso pues muchos no querían salir de sus comarcas lo que debilitaba al Ejército Libertador.
Territorios como el de Tunas, Bayamo, Camagüey entre otros se caracterizaron por fuerte amor de sus vecinos al terruño natal. Holguín no fue una excepción. Aquí apoyaron movimientos donde el regionalismo y el caudillismo eran importantes como Lagunas de Varona, Santa Rita, incluso se creó un cantón independiente que se separó de la República de Cuba mambisa.
El regionalismo ha sido analizado desde diferentes puntos de vista. Pero en este caso queremos ver como se reflejó ese amor por el terruño natal en la poesía. Hemos tomado los poemas de Carlos Manuel de Céspedes, para tratar de entender ese fenómeno tan importante en el pasado cubano.
Una de las figuras más complejas de la guerra de 1868 es Carlos Manuel de Céspedes, estamos ante un hombre que podríamos considerarlo de ideas cosmopolitas, de un accionar universal pero también encuadrarlo en los mecanismos mentales de los caudillos de las llanuras del Cauto. La mayoría de los altos oficiales del Ejército Libertador, al inicio de la guerra, pertenecían a antiguas familias. Tan solo en Bayamo y Puerto Príncipe, de un estudio realizado con 27 de los generales y coroneles que se alzaron en 1868 de sus antepasados de dos de ellos llegaron en el siglo XVI, de diecisiete en el siglo XVII, de seis en el siglo XVIII y de dos a principios del XIX. (1) Esto le creaba un vínculo muy estrecho con las regiones donde se habían establecido estas estirpes. La familia de Céspedes pertenecía a este exclusivo club de la élite. Por la parte del padre residían en Bayamo desde la primera mitad del siglo XVII. (2) Había un profundo orgullo de haber nacido en estas comarcas. Uno de estos futuros generales insurrectos del oriente de la isla le expresaba a un amigo en 1856:
[…] ofrecí escribirle algo sobre las costumbres de los campesinos de este país que usted desea tanto conocer, y cuando digo este país no crea que hablo de nuestra isla de Cuba en general, no: yo trato de la comarca que ocupa la gran faja de tierra entre los rios Yara y Jibacoa. (3)
Gente para los que parece que fuera de estos vastos herbazales, que han ido creciendo al impulso de los ricos sedimentos dejados por el Cauto, el mayor de los ríos cubanos, no existe otro universo. Se pulsa en ellos ese orgullo que Céspedes llevó al papel al escribir en respuesta a unos pobres diablos que azuzados por la envidia lo despreciaron por Guajiro: “[…] yo tengo a mucho honor haberme criado en los campos menos esclavos de Cuba.” (4) En su poesía Céspedes refleja ese orgullo.
Los accidentes geográficos de su región natal en su criterio no tienen comparación con los de otros lares. No parece existir río más hermoso sobre la tierra que el Cauto al que en vibrante poesía describió:
Al Cauto.
Naces ¡oh Cauto!, en empinadas lomas
bello, desciendes por el valle ufano,
saltas y bulles, juguetón, lozano,
peinando lirios y regando aromas
Luego, el arranque fervoroso domas,
y, hondo, lento, callado, por el llano
te vas a sumergir en el Océano;
tu nombre pierdes y sus aguas tomas. (5)
Incluso en la presurosa corriente de aquel río se tiende a resumir todos los sentidos de la vida humana, pues según el poeta:
Así es el hombre. Entre caricias nace;
Risueño, el mundo al goce le convida;
Todo es amor y movimiento y vida
Mas el tiempo sus ímpetus deshace,
y, grave, serio silencioso, umbrío,
baja y se esconde en el sepulcro frio. (6)
Céspedes se siente tan impresionado ante el pico Turquino, como Heredia en su momento ante las cataratas del Niágara. Al igual que aquel también debió de hacer un desesperado llamado a su musa y bien podía iniciar su poesía con similares versos a los de Heredia:
Dadme mi Lira dádmela que siento
En mi alma estremecida y agitada
Arder la inspiración (7)
Escribió una poesía que tituló “Al pie del monte Turquino” en la que nos sitúa ante el caminante que, inesperadamente, ha chocado con la mole gigantesca de piedra y tierra que empequeñece la condición humana;
Cuando contemplo tu elevada cumbre,
soberbio monte, levantarse al cielo;
cuando miro tu mole y pesadumbre,
tu enorme base y nebuloso velo,
y las corrientes límpidas de plata
que tu seno basáltico desata;
cuando miro tu larga cabellera
de altos pinos mecerse en el espacio,
y hender audaces la celeste esfera,
coronados de zafir y topacio
y que ilumina tu gallarda frente
el lucero del alba refulgente;
entonces en pensamientos encontrados
me confundo a la vez, terrible monte,
y sólo ven mis ojos apagados
tu sombra oscurecer el horizonte,
tu, gigante, que alzas la cabeza,
y es pequeña a tus pies toda grandeza. (8)
Hay cierto orgullo porque en su tierra natal se encuentra una montaña de tales proporciones que al contemplarla reduce la condición humana.
Edificios de su tierra natal como la Torre de Zarragoitía dejaron huella en la sensibilidad, en su visión regional que siempre lo acompañó. Esta residencia está situada en el extremo suroeste de la ciudad de Bayamo y tomó su nombre de su último propietario Ignacio Zarragoitía de quien “Varias leyendas circulaban en torno a esta persona, que aparece rodeado de un halo de misterio, al igual que la propia torre”. (9) En una sobredimensión de la imaginación a los ojos de Céspedes el inmueble inscribe su estructura en la mitología que rodean las ciudades antiguas y en un breve poema que le dedica parece compararlo con Notre Dame o a la Abadía de Battle.
Yo no pregunto, derrocada torre,
cuál fue tu suerte en tus primeros día;
mas cuando por tus salas, ya vacías,
como un blando gemido, el viento corre,
el velo del pasado se descorre
formas revisten tus cenizas frías,
aun resuena el rumor de las orgías,
un suspiro aun tus bóvedas recorre. (10)
La hacienda ganadera, el sitio de labranza, el bohío del guajiro, está en sus bocanadas de sensibilidad y que él registra en un momento de desgarramiento y reconocimiento a sus raíces que lo aleja de los “halagos del suicidio.” (11)
Halléla en los ganados que bramando
se acercan al aprisco perezosos;
halléla en los guajiros cabalgando
sobre potros indómitos fogosos, (12)
Con poca modestia pero mucha verdad nos dice de su vida en los campos, de las planicies del valle del Cauto: “Aunque soy tan buen jinete como el mejor sportman del Jockey Club, pues me he educado sobre el caballo a la manera de los tártaros cabalgando por las inmensas sabanas de la isla de Cuba… (13) Aunque Céspedes estaba orgulloso de su tierra natal y en especial del oriente de la isla pero hombre de dimensiones universales fue capaz de superar esos límites y convertirse en una figura fundamental en la historia de Cuba.
NOTAS
1-Jorge Ibarra Cuesta: Marx y los Historiadores Ante la hacienda y la plantación esclavista Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2008, pp. 291 a la 299.
2–Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo. Carlos Manuel de Céspedes. Escritos, Editora de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, t I, p 11.
3–Pedro Figueredo “Excursión a la gran sabana de Yara” en la Piragua, La Habana, 1856, p 55-6 76-8, 102-6. Citado por Jorge Ibarra. Regionalismo y Esclavitud Patriarcal en los Departamentos Oriental y Central de Cuba En Revista Anales del Caribe. Centro de Estudios del Caribe. Casa de las Américas, Número 6, 1986, p 30.
4–Ibídem. p. 22.
5–Fredo Arias de la Canal, Céspedes Padre de la Patria cubana sus apóstoles, Frente de Afirmación Hispanista. A.C. México, 2008. p. 3.
6–Ídem
7–José Fornaris, Joaquín Lorenzo Luaces, Cuba poética, Edición Facsimilar, Frente de Afirmación Hispanista. A.C. México, 2018. p 24.
8–Fredo Arias de la Canal, ob. cit. p. 5.
9–Ludín Fonseca García, Bayamo: toma, posesión y quema (1868 1869) Dionisio Novel e Ibáñez, Fernando Figueredo Socarrás, Antonio Miguel Alcover Beltrán, Ediciones Bayamo, 2013, P. 72.
10–Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo, Carlos Manuel de Céspedes: escritos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982, tomo I, p. 401.
11– Ibídem. p. 406.
12–Ibídem. , p. 407.
13–Ibídem. p. 455
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