José Abreu Cardet

Contra naufragios

En el siglo XIX, tan solo, existía un puerto en las costas del territorio de la actual provincia Holguín: el de Gibara. Numerosos buques entraban y salían de aquella bahía lo que conllevaría a no pocos naufragios. Para dar solución a la seguridad de la navegación el estado español construyó el faro Lucrecia. Inaugurado, por cierto, el 10 de octubre de 1868 el mismo día que se iniciaba la guerra de 1868.

El siglo XX traería nuevos problemas a la navegación en estas costas. El norte de oriente se había convertido en una región de grandes inversiones de capital estadounidense. En el territorio de la actual provincia Holguín se encontraban los centrales azucareros Boston y Preston propiedad de la United Fruit Company. A esto había que agregar las plantas de Nikel de Nicaro y Moa, estas también propiedad de empresas estadounidense. Tierra adentro se encontraban otros centrales azucareros como el Tacajó, Báguano y San Germán. Estas industrias generaban un activo tráfico marítimo que requería una mínima seguridad.

Muy pronto comenzaron a aparecer nuevos puertos y subpuertos o simples embarcaderos como el de Vita, Antillas, Nicaro, Preston, Boston, Felton, Cayo Mambí, Moa. El tráfico naval se intensificó, tanto el de cabotaje como internacional. Se destacaba el puerto de Antillas hasta donde llegaba un ramal del ferrocarril central y por allí se llegaron a exportar el azúcar de gran cantidad de centrales azucareros.

Se requería un sistema de faros y alumbrado que ayudaran a estos navegantes a sortear el peligro de los bajos.

En el primer gobierno de la República, el de Tomás Estrada Palma, se situaron luces que guiaban a los navegantes en las bahías de Banes y Nipe. (1) En esta zona comenzaban importantes inversiones estadounidenses que le dio un rápido impulso al comercio.

Al crearse la Marina de Guerra en 1909 la atención a estos medios auxiliares de la navegación pasó a su jurisdicción. Este servicio se extendió a otras bahías del litoral holguinero. Antes de 1923 se habían instalado señales en las bahías de Tánamo, Vita y Samá. (2) La marina de Guerra Cubana aprovechó los adelantos que se hicieron en la tecnología. Este sistema de señales fue mejorado, a partir de 1928, con el establecimiento de medios de alumbrado más modernos y seguros en las bahías de Nipe y de Tánamo. (3)

En Banes fueron colocadas siete balizas ciegas es decir que no poseían iluminación, pues se consideró que por las características de esa bahía y el tráfico no eran necesarias las lumínicas. (4)

Para mejorar la navegación entre 1935 y 1941 se reparó el faro de Punta Lucrecia (5) En 1954 se estableció en Antillas una estación de servicio. Esta era una dependencia de la marina de guerra que estaría encargada del mantenimiento de las señales establecidas en las costas que les fueran asignadas. La estación de servicio contaba con una oficina, un almacén, un tungar para cargar las baterías de las balizas de señales, un mecánico de faros y una embarcación con su dotación. (6) El mundo de la navegación en las costas holguineras es un tema inédito. Los faros y la señalización de las bahías forman parte de ese pasado desconocido que espera por que sea sacado del olvido.

NOTAS
1–Milagros Gálvez Aguilera, La Marina de Guerra de Cuba (1909- 1958), Primera parte, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007, p. 199
2–Ídem
3—Ibídem p. 201
4—Ibídem p. 202
5–Ídem
6—Ibídem p. 204

Las desdichas de un guardacostas

Al analizar la Guerra desarrollada entre las fuerzas del Ejercito Libertador de Cuba, Estados Unidos y España en 1898 generalmente se recuerda los combates por la toma de Santiago de Cuba y otras operaciones de ciertas envergaduras como los bombardeos a Baracoa, Manzanillo entre otros. Se olvida que en la bahía de Nipe en el territorio de la actual provincia Holguín, norte del oriente de Cuba se desarrollaron algunas acciones de esa contienda.

Uno de los acontecimientos menos recordado fue lo acontecido con el cañonero español Baracoa. Esta era considerada en la marina española como una embarcación de tercera clase. Fue construido en 1895. Contaba con casco de acero y tenía 20 metros de eslora, es decir de largo y unos 3.75 metros de manga. Lo que en términos marinos es el ancho. Desplazaba 40 toneladas y tenía un motor de 200 caballos de fuerza. Podía alcanzar hasta los 10 nudos de velocidad y recorrer 800 millas sin recibir combustible. La tripulación era de 22 hombres.

Estamos ante una embarcación construida para el servicio de vigilancia no propiamente combativa. Pero tales barcos eran en extremo útiles para la lucha contra los mambises. Por su escaso calado podían navegar por aguas pocos profundas y vigilar las costas desde muy poca distancia. Como los mambises muchas veces utilizaban botes y goletas para traer vituallas de Jamaica y otras islas cercanas podían perfectamente interceptar a estas embarcaciones y capturarlas o hundirlas. Además por su escaso calado era una nave ideal para realizar operaciones en aguas poco profundas como ríos o en el interior de las bahías. Los mambises tenían salinas en las costas y además realizaban actividades pesqueras en pequeños botes y canoas cercas de las costas o en los ríos. El Baracoa podía aparecer inesperadamente en la cercanía de una salina y abrir fuego sobre los desprevenidos insurrectos, atacar a los que se dedicaban a la pesca. También se podía utilizar para el traslado de pequeñas unidades hasta determinados puntos para realizar lo que hoy llamaríamos una operación anfibia. Desembarcar esta tropa para que incursionara en territorio donde los independentistas tenían sus centros de abastecimientos.

La declaración de guerra de abril de 1898 de Estados Unidos cambio bruscamente la situación del Baracoa. Ya no podía moverse libremente por las costas en persecución de expediciones insurrectas. Podía encontrarse con una moderna unidad enemiga y ser destruido. Recibió órdenes de situarse en la cercanía de la desembocadura del rio Mayarí. Allí se encontraba en junio de 1898 cuando fue avistado por dos cañoneros estadounidenses. Apenas descubrieron la embarcación española se lanzaron a su caza. Las diferencias eran abismales. Los cañoneros yanquis poseían superioridad por el número y su artillería. La nave hispana estaba construida más para la vigilancia que el combate. Los marineros españoles comprendieron que era imposible aceptar combates. Se refugiaron en el río Mayarí pero hasta allí lo siguieron los cañoneros enemigos. No había salvación posible para la nave hispana o se rendía o sería destruida. En estas circunstancias escogerían por salvar sus vidas y quedar libre. Hundieron el barco y alcanzaron la orilla.

La historia de la lancha Baracoa había concluido. Por lo menos esos creyeron tanto los marinos españoles como los estadounidenses. Quedaría a la acción del tiempo y la corrosión. Pero otra seria la suerte de esta embarcación. Leonardo Wood gobernador estadounidense de Oriente durante la ocupación de 1899 dio órdenes de ponerlo a flote y repararlo. Lo utilizaría como transporte en los viajes de inspección que debía de realizar en la provincia bajo su mando. Al instaurarse la republica mediatizada en 1902 el “Baracoa” paso al servicio de esta. Fue bautizado como “Carlos Manuel de Céspedes” y realizó diversas misiones. En el mes de octubre de 1910 naufrago producto de los embates de un ciclo en un lugar conocido como Arroyo de Mantua en Pinar del Río. La embarcación se perdió para siempre y arrastro a los fondos marinos a varios de sus tripulantes.

Curiosa historia de esta embarcación que fue una de las primeras con que contó la República de Cuba Otras dos lanchas patrulleras españolas tuvieron una historia similar El “Guardián” un pequeño cañonero español fue obligado por barcos de guerra de los Estados Unidos a embarrancar en las costas de Manzanillo. Rescatado posteriormente fue utilizado como guardacostas con el nombre de “Ignacio Agramonte” El cañonero español “Intrépido” también pasó al servicio de la república con el nombre de Antonio Maceo.

FUENTE:
1- Milagro Gálvez Aguilera La Marina de Guerra de Cuba (1909 1958) Primera parte Editorial de Ciencias Sociales La Habana 2007 p. 5

Un intento cubano de comprar barcos de guerra en EE.UU.

Muchas veces la historia se ve en su resultado final y no en su desarrollo. El proceso independentista cubano se vincula con las expediciones organizadas por la emigración revolucionaria. En ocasiones, se piensa que apenas estalló la guerra comenzaron a arribar estas embarcaciones trayendo las deseadas armas. Pero esto no fue así en todas las regiones. En algunos territorios las primeras expediciones tardaron bastante tiempo en llegar, como el caso de la jurisdicción de Holguín.

Esta región ocupaba gran parte del norte del oriente de Cuba. A los siete meses de iniciado el alzamiento es que llegó la primera expedición: la de buque Perrit, mayo del 1869. Esta compensó la larga espera, pues en esa embarcación se encontraba una gran cantidad de equipos bélicos que no solo sirvieron para abastecer a los mambises locales sino una buena parte de los insurrectos del Oriente.

Pero aquellos siete meses iniciales de la guerra sin fusiles, sin parque debieron de ser terribles en medio de la gran ofensiva española. Los mambises holguineros no se sentaron a esperar la llegada de las armas, hicieron todo lo posible para gestionarlas. De inicio apoyaron el adquirir buques en el extranjero. El gobierno presidido por Carlos Manuel y establecido en Bayamo, al cual se subordinaron los holguineros, intentó comprar un monitor en el exterior para atacar a las embarcaciones hispanos y trasladar recursos a los insurrectos. De inmediato el líder natural de Holguín, Julio Grave de Peralta se sumó a ese singular intento de crear una marina mambisa. El 30 de diciembre de 1868 Tomás Estrada Palma, presidente de la Junta Central de Fondos del gobierno independentista establecido en Bayamo le escribió a Julio Grave de Peralta solicitándole un apoyo monetario para la adquisición de un buque de guerra.

““Enterado del oficio de U. treinta del pasado relativo á los fondos que deben reunirse para la compra de un monitor debo manifestarte que sin embargo de no ser facil entrar en Holguín donde sin perdida de tiempo pudiera disponer de los doce mil pesos que U. me indica;(1) siendo necesaria esa cantidad para la compra de dicho buque puede contar que si no es todo no faltarán de ocho mil al completo de aquella, si asi fuese preciso para ese pago; pudiendo además contar con mil tercio tabacos ó mas que tengo destinados para nuestra Causa sin contar mas de dos mil que el Gral. Marcano tiene embargados a los enemigos por su parte y de acuerdo conmigo y que precisamente corresponden también á nuestros fondos. Yo espero si tengo buen tiempo ver á usted cuanto antes me sea posible y entonces hablaremos sobre el particular. Dios, Patria y Libertad. Enero cinco de 1869= El Gral = Julio G. de Peralta = Al Presidente de la junta central de fondos Tomas Estrada Palma Bayamo.” (2)

La idea argumentada por Grave de Peralta era vender ese tabaco en el exterior para aportar ese dinero a la causa independentista. Se trasladaría en viajes clandestinos realizadas por pequeñas embarcaciones que tenían en su poder los insurrectos.

Un monitor era un navío de guerra blindado y artillado. Se había utilizado en la contienda civil entre el Norte y el Sur de los Estados Unidos finalizada en 1865. Los independentistas cubanos, seguramente, que pensaban que el vecino país los vendería como sobrante de guerra. Por eso la colecta de dinero para adquirirlo.

Los cubanos no podían imaginar que mientras ellos hacían estas desesperadas gestiones para comprar un monitor dos buques de un país que apoyaba al independentismo cubano se acercaban lentamente a las costas holguineras. La República del Perú se tuvo que enfrentar a la acción depredadora de España. La antigua metrópoli reclamó el dominio de unas islas situadas en las aguas peruanas. Envió una pequeña flotilla para imponer su dominio.

Fracasó en su intento. Pero para fortalecer sus defensas Perú compró en los Estados Unidos dos monitores que era material sobrante de guerra. De esa forma la República del Perú hacia realidad las aspiraciones de los cubanos de adquirir esas embarcaciones. Los peruanos iniciaban en estos una larga travesía. En esa época no existía el canal de Panamá por lo que debían de bordear todo el continente sudamericano hasta Perú. En esa época el combustible era el carbón mineral por lo que debían de abastecerse en el camino del precioso material.

A las alturas de la Bahía de Naranjo en la costa Norte de Oriente se quedaron sin combustible. Podían haberse abastecido en el cercano puerto de Gibara. Pero existía un estado de hostilidades entre España y Perú. Incluso el país andino en un gesto de solidaridad con sus hermanos cubanos había reclamado a los Estados Unidos que no le vendieran a España unas cañoneras que tenían como objetivo perseguir a las expediciones insurrectas. Al final el gobierno del Norte vendió las embarcaciones a los hispanos. Pero los cubanos nunca olvidarían aquel gesto de solidaridad.

El jefe de la pequeña flotilla decidió arriesgarse a llegar a alguna solitaria bahía cubana para obtener madera que le sirviera como combustible y continuar el viaje. Los marinos peruanos sentían que se acercaban a un mundo misterioso. Es posible que en las costas se encontraran tropas españolas que los atacaran en el momento en que derribaban y transportaban arboles hacia los buques.

Mientras los barcos se acercaban a la bahía de Naranjo y eran observados. La vigilancia de las costas era un asunto en extremo importante para los insurrectos. Al frente de una columna que patrullaba la costa se encontraba el Coronel Jacinto López de Guereño. Al recibir aquella orden imprevista del General Julio Grave de Peralta, de que se hiciera cargo de la vigilancia y protección de aquel gigantesco fragmento del litoral holguinero que comprendía desde la Bahía de Bariay hasta la de Naranjo trató de imaginarse aquellas costas de mangle y rompientes y se asombró que con tan pocos hombres y menos armas que disponía pudiera cumplir tan difícil misión. Pero se entregó con fervor a su nueva tarea. Jacinto López de Guereño no era hombre que se dejara amilanar por las circunstancias. En octubre de 1868 había dejado su finca y familia para unirse a la Revolución. Por su capacidad e iniciativa había sido ascendido a Coronel. En febrero de 1869 recibía tan inusual orden que lo convertía en una especie de guardia-frontera de la naciente Revolución cubana.

Iba pensando todo esto en su marcha hacia la Bahía de Naranjo a donde llegó el Coronel para dejarse envolver por el aroma del salitre y asombrarse una vez más por la belleza hiriente de aquella bahía. Alguien le informó que un vigía había visto dos monitores en la bahía de Naranjo y no eran españoles. Pensó que un largo trago de aguardiente de caña había trastocado la visión del insurrecto. Al llegar a la bahía comprobó que no era por los efectos del alcohol lo contado por el vigía. El desgarrón de un manglar dejó ante sus ojos los barcos peruanos anclados en medio de la bahía. La comunicación, como siempre ocurre entre gente de un mismo ideal, fue rápida.

Los mambises holguineros ayudaban a sus hermanos peruanos en las labores de búsqueda de madera y otros trabajos necesarios que en breve tiempo pusieron a las embarcaciones en condiciones de continuar la marcha. Es de pensar que los abastecieron de agua y alimentos. Los peruanos no tenían armas que dejarles a sus hermanos en la lucha contra el colonialismo, pero al alejarse las embarcaciones tras sus estelas quedaban la esperanza sembrada entre los insurrectos que no estaban solos en su lucha contra España.

De esa forma aquel puñado de desarrapados mambises holguineros se hacían propietarios de un singular gesto de solidaridad con un pueblo latinoamericano. El primero llevado a cabo por la Revolución cubana. (3)

NOTAS

1.-Esta afirmación de Grave de Peralta que podría obtener doce mil pesos si lograba entrar a Holguín nos sitúa ante una interrogante. ¿Habría ocultado este General insurrecto esa cantidad en su ciudad natal como era costumbre en la época entre las personas que contaban con recursos? En marzo de 1871, al trasladarse al exterior para buscar una expedición el General holguinero llevo consigo una cantidad importante de dinero. ¿Serian esos a los que hace referencia en esta carta? ¿Permanece ese dinero todavía enterrado en algún patio de este centro urbano? Más que ese dinero el verdadero tesoro de Julio Grave de Peralta fue su entrega a la independencia de Cuba por la que dio su vida.

2.-Museo Provincial de Holguín. Fondo Julio Grave de Peralta Libro borrador de correspondencia carta numero 30 De Julio Grave de Peralta a Tomas Estrada Palma

3.-Información brindada sobre la visita de los monitores se encuentra en el Archivo privado del fallecido historiador Juan Andrés Cue Bada, en Santiago de Cuba, que en gesto desinteresado, como era habitual en el colega, se la ofreció al autor de este articulo.