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José Abreu Cardet
Era un constante ir y venir entre las guerrillas que actuaban en la Sierra Maestra y las que combatían en el llano. Las guerrillas serranas envían, por lo menos, dos tropas a estas llanuras. Primero fueron alrededor de ocho soldados que, por orden de Fidel Castro, reforzaron a Orlando Lara, el primero en alzarse al frente de una pequeña tropa en los llanos.
El acontecimiento se produce entre diciembre de 1957 y principios de enero de 1958. A finales de marzo envía a Camilo conduciendo unos veintidós hombres a los llanos y lo designa jefe de las llanuras del Cauto.
Mientras, se desarrollaban estas singulares relaciones entre las montañas y las planicies del Cauto el enemigo preparaba las condiciones para aniquilar a la guerrilla serrana. El 27 de febrero de 1958 se presentaba al mando superior del ejército el plan titulado FF fase final o fin de Fidel que era, en esencia, la ofensiva que se llevarían en los próximos meses por alrededor de 10 000 militares. (1) El 21 de marzo se realizaba una conferencia de los altos jefes de las fuerzas armadas en el estado mayor: “…para discutir los planes futuros de operaciones.” (2) Se concretaban las medidas que se tomarían para exterminar la guerrilla serrana.(3) La ofensiva se inició el 25 de mayo de 1958 con 7 000 militares que se incrementaron hasta 10 000. Los rebeldes contaron con alrededor de 300 combatientes para enfrentar lo que Fidel llamó: “…el torrente de soldados que nos venía encima…”.(4) Una movilización de unas dimensiones nunca vista en el siglo XX en Cuba hasta aquellos momentos.
Fidel ha comprendido que la guerra se decide en La Sierra Maestra. Por lo que concentra en esta la mayoría de las unidades de las que se ha desprendido para llevar la beligerancia a otros territorios. En un inicio pensó dejar a Camilo en la zona de los llanos. El combatiente e historiador William Gálvez ha hecho el siguiente razonamiento:
“Incluso el 4 de junio, en una pequeña nota al capitán Orlando Lara, queda implícita la decisión que todavía mantenía el Comandante en Jefe de mantener a Camilo en los llanos cuando afirmaba: “Los muchachos allá deben sostenerse en espera que se puedan enviar algunos esfuerzos verdaderos desde aquí, la suerte de ellos como la de Camilo y Raúl van a depender de la suerte que corramos nosotros”.(5)
Fidel acertada y rápidamente avisoró que en aquellos momentos la revolución se decidía en los picachos serranos. Años después haría un esclarecedor razonamiento sobre las medidas que tomó para rechazar la ofensiva enemiga:
“La estrategia de la dictadura fue concentrar el grueso de sus tropas contra el Frente número Uno de la Sierra Maestra, sede de la Comandancia General y de la Emisora Rebelde. El mando rebelde, después que el enemigo hubo dispuesto sus fuerzas y suponía dividida las nuestras, movió secretamente todas las columnas del Sur y Centro de la provincia hacia el Frente número Uno. La Columna 3, al mando del Comandante Juan Almeida que operaba en la zona de El Cobre; la Columna número 2, al mando del comandante Camilo Cienfuegos, que operaba en el centro de la provincia; la Columna número 4, al mando del comandante Ramiro Valdés, que operaba al Este del Turquino; la Columna número 7, al mando del Comandante Crescencio Pérez, que operaba en el extremo Oeste de la Sierra Maestra; fueron movilizadas hacia el Oeste inmediato al Turquino. (6)
Orlando Lara al frente de un grupo de sus hombres se dirige a la Sierra Maestra antes de partir hacia Camagüey, para aclarar una confusión por la remisión de unos proyectiles. Había recibido orientaciones de la comandancia de la Sierra de invadir con su tropa esa provincia. Fidel ante la ofesniva enemiga le da órdenes de quedarse en la cordillera con su tropa lo que Lara obedeció. La carta que le envía a Camilo, el 11 de junio de 1958, ordenándole su retorno a la Sierra Maestra nos da a entender, en buena medida, el pensamiento de Fidel en aquellos momentos:
“Después de estudiar detenidamente la situación y analizar los planes nuestros y del enemigo he decidido enviarte con carácter urgente este mensaje.
Te necesito aquí con todas las armas buenas que puedas disponer. Se va a librar en la Sierra una batalla de mayor trascendencia. Ellos van a concentrar contra esto el grueso de sus fuerzas tratando de dar un golpe decisivo. El número que ellos puedan concentrar aquí no importa a los resultados finales, lo que importa es que nosotros dispongamos del mínimo necesario para aprovechar al máximo las extraordinarias ventajas de este escenario donde sabemos que se va a librar la lucha. Ese mínimo se completa contigo.” (7)
Camilo con sus hombres retorna a la Sierra Maestra y deja al frente de los llanos al capitan Carlos Borjas Garcés. En el período en que se desarrolla la ofensiva contra la Sierra Maestra, entre mayo y parte de agosto de 1958, las relaciones de la comandancia con los grupos guerrilleros que han quedado en la zona bajo las órdenes del capitán Carlos Borjas, prácticamente, cesan. Tal parece que reina el silencio en los trillos de montes utilizados por los guerrilleros para mantener las comunicaciones. Pero la situación pronto varía. Derrotada la ofensiva con las armas capturadas comienza la contraofensiva rebelde. Como parte de ella se envían a los llanos tres columnas que conformaron el Cuarto Frente “Simón Bolívar”.
NOTAS
1– Fidel Castro Ruz, Por todos los caminos de la Sierra: La Victoria Estratégica, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado de la República de Cuba, La Habana, 2010. p. 10.
2–Ibídem. p. 12.
3–Ídem.
4–Ibídem. p. 16.
5–Gálvez Rodríguez, William, Camilo Señor de la Vanguardia, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1979. p. 82.
6–Fidel Castro Ruz, De la Sierra Maestra a Santiago de Cuba La contraofensiva estratégica, Oficina de publicaciones del Consejo de Estado, República de Cuba, La Habana, 2010. pp. 14 y 15.
7–William Gálvez Rodríguez. Ob. cit. p. 83.
Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en internet.
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Desde el dos de diciembre de 1956 hasta el primero de enero de 1959 se llevó a cabo una intensa guerra entre las fuerzas armadas de la dictadura y las guerrillas revolucionarias. Durante ella fueron atacadas y capturadas varias guarniciones. En no pocas ocasiones los militares que las integraban ofrecieron una tenaz resistencia. Fidel Castro lo reconoció: “porque sé que, aun sin razón para combatir, los militares cubanos defienden las posiciones con tozudes y nos han costado muchas vidas.” (1)En los últimos meses de la guerra, cuando los guerrilleros llevaban a cabo una intensa ofensiva en los diferentes Frentes, se aplicó una singular forma de lograr la rendición de las tropas contrarias que defendían algunos cuarteles.
Se llegaba a un acuerdo con el mando enemigo. Estos entregaban las armas y el parque, los oficiales conservaban sus armas cortas y la tropa se le permitía retirarse hacia el territorio ocupado por sus fuerzas. La rendición es un momento difícil para un militar. Debía de sentirse humillado pues no ha sabido defender su causa con suficiente inteligencia y corage para evitar la derrota. La honra, un asunto intangible; pero muy importante para todo ser humano, quedaba en entredicho. Esto fue comprendido por el mando rebelde y se recurrió, en ocasiones, a este singular acuerdo de rendición.
Esta forma de rendir la fuerza enemiga fue utilizada en Sagua de Tánamo un poblado situado en la costa norte del oriente de Cuba. El 17 de diciembre de 1958 tropas revolucionarias del Segundo Frente Oriental “Frank País” iniciaban el ataque a la guarnición de ese centro urbano. La operación no era fácil. Las fuerzas enemigas habían ocupado varios edificios en la ciudad. Al frente se encontraba un oficial de indiscutible valor personal y capacidad que influía positivamente entre sus soldados. Durante el sitio una unidad del ejército desembarcó en Cayo Mambí situado a pocos kilómetros de esa población para rescatarlos. Fracasaron en los dos intentos que realizaron, los rebeldes los rechazaron antes que pudieran llegar a Sagua de Tánamo. Además los sitiados tenían el apoyo de la aviación, todo esto influía en la combativa de la tropa que no pensaba rendirse.
Los guerrilleros estaban dispuesto a llegar a un acuerdo con los militares para evitar más perdidas de vidas. Ya el 18 de diciembre el capitán José Luis Cuza Girón envió una emotiva carta al jefe de una de las tropas situada en las llamadas garitas que defendían el acceso a la población. Entre otras cosas en ella le decía: “¿Ha pensado usted lo inútil de vuestra resistencia y la de los hombres a su mando? ¿Ha pensado bien lo solo y abandonado que usted y las fuerzas a su mando se encuentran por parte de ésos que viviendo en grandes manciones, ajenos a los padecimientos de todos ustedes, pues ellos basándose en que ustedes ofrecen sus vidas por guardar la comodidad de ellos, viven felizmente sin pensar para nada en vuestras seguridades?”.
“En nombre de toda una generación que deseosa de libertad y justicia esta derramando su sangre joven, insto a usted a rendir las fuerzas a su mando […] prometiéndole en nombre del Ejército Revolucionario “26 de Julio” que serán respetadas las vidas de usted y sus hombres.
“Si desea, antes de dar ese paso, llevar a cabo una entrevista con nuestro Estado mayor, puede mandármelo a decir con el portador del mensaje y nos veremos en un lugar intermedio de nuestras posiciones.” (2)
El enemigo no se rindió y continuaron los intensos combates. A un alto costo de vida, los rebeldes fueron desalojando de sus posiciones a los soldados que se concentraron en el Ayuntamiento el edifcio más sólido de la ciudad.
En la mañana del 24 de diciembre el comandate Enrique Lussón, jefe de la Columna 17 una de las fuerzas que sitiaba a Sagua de Tánamo le envió una carta al jefe enemigo, documento que copiamos integramente:
Ejército Revolucionario 26 de Julio
Segundo Frente Oriental Frank País
Sagua de Tánamo, 24 de diciembre de 1958
Al Capt. Santana o a quien esté de Jefe actual de esa Capitanía.
Señor:
La humanidad es algo que debe prevalecer ante todas las cosas, máxime cuando no nos afecta el hacer uso de ella, al mostrar pruebas de valor y cumplimiento del deber.
Me refiero en este caso, Capitán, primero en el reconocimiento de sus condiciones de militar (por la resistencia hecha, prueba de estimado valor), pero es necesario que usted no sacrifique más a sus hombres en una resistencia que es inútil.
Piense usted y los suyos en sus familiares, piense en los nuestros, piense en los civiles que tiene usted ahí dentro, del temor sin tener culpa; piense que somos hermanos y piense por qué luchamos los unos y los otros.
Dese cuenta Capitán, que mientras usted y los suyos hacen lo indecible, los responsables y aprovechados no se preocupan por usted y sólo le dan aliento para que se sigan sacrificando, mientras ellos disfrutan del cabaret, las comodidades y de sus riquezas al lado de los suyos y con los aviones preparados para no esperar que le suceda a ellos como a ustedes y ponerse a salvo, derramando la culpa sobre los que no la tienen, pues creían equivocadamente cumplir con su deber.
Analice todo eso, señor Oficial y añádale que el “26 de Julio” está integrado por un ejército de estudiantes, campesinos, comerciantes, facultativos, en fin, por un ejército popular que defiende un ideal basado en la razón de un pueblo; que no somos asesinos, que no combatimos personamelnte contra determinados guardias (pues somos hermanos de sangre), sino contra un sistema que es tanto repugnante para los nuestros como para sus mismos familiares; que debido a ese sistema nos encontramos alejados de nuestros seres queridos, incluyendo días tan significativos y sagrados con los de hoy 24 y mañana 25.
Recapacite y sostengamos una entrevista en media de una tregua, que será un acto que lo enaltecerá ante todo un pueblo. De nustra fuerza no es necesario que le hable, pues ya usted habrá podido escuchar como hemos rechazado en dos ocasiones los refuerzos haciéndoles varias bajas y ocupándoles las armas.
Los de las garitas todos están en nuestras manos y con la opinión de que si usted conociera nuestro trato se hubiera entregado.
Esperando que piense en Cuba y en la humanidad de los hombres.
Libertad o Muerte.
Antonio Enrique Lussón
Cmdte Jefe Col 17 “Abel Santamaría”(3)
La respuesta del jefe enemigo era que aceptaba una entrevista a las 4 y 30 de la tarde de ese día. Alrededor de las 4 y 15 la aviación batistiana comienza a ametrallar por lo que fue necesario suspenderla. Al cesar el ataque aéreo se inicían las conversaciones entre ambos mandos. Los militares solicitaron una tregua para deliberar. Se acuerda que esta terminaría a las 8 de la noche. A esa hora se reinician las conversaciones.
Los revolucionarios le ofrecen como condición de la rendición; atención a todos los heridos, los militares que se rindieran serían trasladados al cercano poblado de Cayo Mambí ocupado por el ejército, los oficiales podían portar sus armas cortas. Los rendidos debían de entregar todas sus armas y parque. Todo esto fue respetado por los guerrilleros y la tropa enemiga partió hacia Cayo Mambí.
Desde el momento en que se iniciaron las conversaciones y se hizo un alto al fuego el médico rebelde José R. Balaguer penetró en el ayuntamiento y comenzó a atender a los soldados heridos. Era la última Noche Buena de aquella guarnición pero Sagua de Tánamo era territorio libre.
NOTAS
1– Pedro Alvarez Tabío, Habla Fidel 25 discursos en la Revolución. Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado , La Habana, 2008, p. 23.
2–Comisión de Historia de la Columna 19 “José Tey”, Columna 19 “José Tey”, Segundo Frente Oriental “Frank País”, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1982.p. 365.
3– Ibidem pp. 382 y 383.
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Las familias de la mayoría de los mambises los siguieron al campo cuando la ofensiva española ocupó los poblados capturados por los independentistas, al iniciarse la guerra de 1868. Las mujeres, niños y ancianos les ofrecían a estos bravos guerreros el calor humano necesario para continuar la resistencia. Los atendían cuando enfermaban o eran heridos; los alimentaban, cuidaban de sus maltrechas ropas, le entregaban el tan indispensable sexo.
Los colonialistas comprendieron el relevante papel de las familias para los insurrectos y las convirtieron en un objetivo militar. Los hombres preocupados por la suerte de hijos, mujer y padres se podían dispersar en los bosques y sabanas cargando con armas y parque que en lugar de utilizarse en una emboscada mortífera donde se aniquilará una compañía contraría capturando equipos bélicos lo aplicaban en la defensa solitaria de la familia contra una numerosa tropa enemiga que no pocas veces terminaba en la muerte del combatiente y la pérdida de armas y del sentido de la disciplina mambisa.
Carlos Manuel de Céspedes se atemorizaba ante los intentos de sus parientes de proteger a sus respectivas familias de esa forma solitaria. El día el 18 de octubre de 1871 le decía a la esposa, que estaba en el extranjero, en una carta: “Estoy lleno de temores por la vida de Javier y Ricardo; pues no quieren separarse de la familia y con eso hacen sus presas fáciles los verdugos españoles, como ha sucedido con Miguel Figueredo y otros”.[1 ]
Son numerosos los casos de insurrectos ultimados tratando de proteger su familia como Carlos Téllez, uno de los líderes de la insurrección en Holguín, fue asesinado por los españoles al ser sorprendido en una prefectura y defender a sus seres queridos.[2] Mientras el teniente abanderado de la división de Holguín Prisciliano Cardet Rojas era salvajemente macheteado por una contraguerrilla que lo sorprendió en el momento de visitar la esposa.[3] El valiente coronel Eduardo Cordón antiguo oficial del ejército peninsular y coronel de las tropas mambisas en Holguín estaba junto a la esposa y sus hijos en un rancho en el bosque cuando una fuerza colonial lo sorprendió y asesinó a la vista de sus parientes.[4]
Esta especie de inmolación a la que se entregaban los mambises, por proteger a sus familias, creó una gran alarma en el mando. Se producían deserciones de hombres armados que terminaban en el rancho de la parentela. Era necesario, constantemente, buscar a esos prófugos, andar tras carabinas y fusiles que permanecían prácticamente inútiles en un bohío o un vara en tierra de una prefectura cualquiera. No se podía convencer a estos sufridos mambises que era imposible proteger a los parientes cuando el rancho era atacado por una poderosa tropa. Esta dispersión del armamento de un ejército que carecía, muchas veces, de parque y que no pocos de sus hombres iban al combate desarmados debilitaba la capacidad combativa. A esto había que agregar la necesidad de enviar combatientes para requisar esas armas. Existen numerosos documentos que dejan constancia del esfuerzo que hacían para que armas y hombres retornaran desde las rancherías insurrectas a las unidades de combate.
El general Julio Grave de Peralta además de atender una de las mayores divisiones del Ejército Libertador debía de encargarse de asuntos como el que detallaba en una de sus órdenes en 1869 en la que disponía que: “El C. Ramírez Sargento 2do tiene una Comisión para recoger todas las armas que halle en mano de hombre que no esté sin prestar servicio en las filas.”[5]
El referido general llegó a designar a un alto oficial con ese objetivo:
“El portador, Gefe de mi Estado Mayor pasa á su casa á recoger el Remington que mantiene en su poder él C. que se halla enfermo en su casa, si este C. se negare a entregar dicha arma le hará V. que inmediatamente venga a á incorporarse a esta fuerza.”[6]
Esto no significa que el ejército insurrecto no hizo todo lo que pudo para proteger estas familias. Pero se intentó hacerlo no dispersando hombres y armas por apartadas rancherías
Máximo Gómez realizó un esfuerzo considerable para cuidar a las familias que residían en el territorio mambí durante la desastrosa campaña del invierno de 1869-1870. Uno de sus oficiales dejó testimonio de la situación creada por las familias: “Los españoles habían ido estrechando el cerco y se movían incesantemente (…) nos batíamos á todas horas; abrumados, además, por el sin número de familias que buscaban al amparo de nuestra fuerza para escapar la persecución del enemigo.”[7]
Se llegaron a entablar combates para defender las familias, el 15 de febrero de 1870, el coronel Loreto Vasallo avanzaba desde Aguada de la Piedra hacia San Antonio en las llanuras del Cauto:
“[…] conduciendo varias familias que habían acudido á el pidiendole proteccion para pasar aquel punto, y ya en camino trató tambien el enemigo emboscado de dispersarle la gente; logro este jefe (…) hacer que a su vez que las nuestras cayeran sobre la emboscada lo que se efectuo desalojando al enemigo de su posicion (…) sin que pudieran quitarle ninguna familia que era todo su interes.[8]”
El documento de este oficial batiéndose por esta gente desarrapada: mujeres, niños y ancianos despierta nuestro respeto. Máximo Gómez al conocer de la presencia de una columna enemiga le ordena a Julio Sanguily uno de los oficiales subordinados: “[…] corra a avisar a las familias para que no cojan a nadie descuidado.” [9]
Fue aquella historia del olvido, de fuga en los bosques de aquellas multitud de mujeres, niños ancianos. Gente indefensa pero convencida y soporte de la resistencia cotidiana del mambí.
NOTAS
[1] Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo, Carlos Manuel de Céspedes. Escritos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982, t III, p 84.
[2] Testimonio a José Abreu Cardet de Jesús Téllez Carracedo.
[3]Testimonio a José Abreu Cardet de Margarita Méndez Carvallo.
[4] Juan Albanés. Eduardo Cordón. Inédito. Archivo personal de Juan Albanés Martínez.
[ 5] Museo Provincial de Holguín, Fondo Julio Grave de Peralta, Libro copiador, copia 850.
[6] Museo Provincial de Holguín, Fondo Julio Grave de Peralta, Libro copiador, copia 852.
[7 ] Enrique Collazo. Cuba Heroica, S.F. p. 275.
[8 ] Museo provincial de Holguín, Fondo Julio Grave de Peralta, Libro copiador, copia 1146, de 22 de febrero de 1870.
[9] Yoel Cordoví Núñez. Máximo Gómez tras las huellas del Zanjón. Editorial Oriente, Santiago de Cuba, 2005, p 111.
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