José Abreu Cardet

Los canarios en Cuba: conservación y transformación de la naturaleza

En ocasiones, al pensar en el pasado cubano, nos sentimos aplastados por las inmensas plantaciones azucareras. Cuba fue durante el siglo XIX y parte del XX una de los mayores exportadores de azúcar del mundo. Las plantaciones azucareras transformaron la naturaleza desmontado bosques para sembrar caña.

Pero en Cuba existe otra historia; la de los campesinos que cultivaban diversos productos en pequeña escala y fueron la base de la industria tabacalera y en gran medida del abastecimiento de las poblaciones. Entre estos campesinos encontramos una fuerte raíz canaria. Estos inmigrantes sedientos de tierra hicieron un esfuerzo considerable para adquirir pequeñas fincas.

La relación del hombre con la naturaleza es un asunto muy presente hoy en el mundo. Podríamos preguntarnos cómo se comportaron los inmigrantes canarios en su relación con el medio ambiente. El asunto es significativo en la actual provincia Holguín que durante el siglo XIX y parte del XX recibió una importante inmigración de canarios. En cierta medida ellos podían dar su aporte a la desaparición o conservación de especies animales y vegetales. Es indiscutible que estos inmigrantes ayudaron a la transformación de la naturaleza cubana. Unos fueron más indirectos.

En los años iniciales del siglo XX entre los que llevaron a cabo la gran deforestación para establecer los centrales azucareros se encontraban un grupo significativo de canarios. Por ejemplo al comenzarse la labores para construir el central Chaparra y sus áreas cañeras un grupo de canarios procedentes de la zona de Gibara, territorio donde su presencia era importante se encargaron de esas labores.

Algo similar ocurrió con el central Manatí. Muchos de los que realizaron las labores iniciales para construir aquel central eran españoles y canarios que residían en otras provincias de Cuba y fueron contratados con ese objetivo.

Estamos ante los ejecutores de este proceso de transformación, pues actuaron por decisión de los propietarios de estas empresas. Pero algunos canarios se convirtieron por iniciativa en agentes de transformación de la naturaleza. Los que se establecieron como agricultores tienen una responsabilidad en este sentido. Es cierto que derribaron árboles centenarios para establecer sus vegas de tabacos.

Ayudaron a liquidar el habitat de diversas especies. Pero al mismo tiempo jugaron un papel importe en la salvación de un de tipo de explotación que no llegaba a los extremos de las grandes plantaciones azucareras. Fue la industria azucarera la responsable de los grandes desmontes en la isla.

El inmigrante canario que llega a poseer tierra tiene otra actitud ante la naturaleza y la vida vegetal en general. En primer lugar detiene la erosión de la tierra que es un factor de muerte. En sus pequeñas propiedades el canario la delimita con la llamada malla o piña ratón. En estos mallales por regla crecían una gran cantidad de árboles que nacían protegidos por la humedad de esa franja vegetal. Las que los resguardaban además de la depredaciones de las reses, ovejas, puercos y otros animales.

En las cercas que eran linderos con otra finca se dejaban varios árboles corpulentos para que señalara los límites y evitar que el vecino hiciera avanzar el mallal ganando terreno. En los casos en que en el terreno se encontrara una gran cantidad de piedras utilizaba estas para hacer cercas. Las cercas de malla y las de piedras servían para contener la erosión. Incluso algunos canarios sembraban en los terrenos sometidos a la erosión mallales para detener este efecto. Las mujeres mantenían alrededor de la casa un jardín. Junto a las casas se dejaban varios árboles para la sombra.

Se protegían los arboles que crecían junto a los ríos y arroyos. Raramente estos eran desmontados. La tradición campesina señala que esa era una ley establecida por el gobierno español. Esto se hizo una costumbre. También la mayoría de estos campesinos canarios sembraba frutales en su finca. Aunque, en general, esta es una acción común de los campesinos en el caso de los canarios se distinguen por regla por plantar frutales.

Un caso de esto es el campesino Roberto Pérez Fuente, vecino de Iberia, en Gibara y bisnieto de canarios. Su bisabuelo José Antonio Pérez, natural de Canarias estableció una finca de unas 5 caballerías. Sembró un frutal. Este falleció el 30 de julio de 1898 en las postrimerías de la guerra de 1895. El fallecimiento de este individuo fue bastante peculiar.

Según la tradición oral familiar estaba enfermo y un médico le mando el tomarse una pastilla cada cierto tiempo. José Antonio ante las dimensiones tan reducidas de la medicina se tomó el pomo completo y falleció de intoxicación varias horas después. Este acontecimiento anecdótico nos dice de la poca relación de algunos canarios con las atenciones médicas. Historias similares pero de un fin menos trágico nos fueron narradas por otros descendientes de canarios.

Luego de la partición de la finca entre los hijos del fallecido este frutal le correspondió a Pedro Pérez Hernández y posteriormente al hijo de este Roberto Pérez Fuente que todavía lo mantiene. (1)

No nos estamos refiriendo tan solo a una actitud del campesino canario en su relación con la naturaleza sino en general del campesino cubano, pero respecto a la siembra de frutales parece que hay una mayor tradición en los campesinos que tiene por antepasados canarios. Por lo menos esto se puede observar en la zona de Gibara.

Pero esta tradición de respeto a la tierra de los campesinos canarios y en general del campesino ha variado. Pero es una tradición que es necesario recuperar en estos tiempos tan complejos en la relación del hombre y la naturaleza. (2)

Nota

1-Entrevista a Roberto Pérez Fuente por Enrique Doimeadios Cuenca en Iberia Gibara el 16 de abril del 2006.

2- Para confeccionar este texto consultamos el archivo personal del historiador de Gibara Enrique Doimeadios Cuenca a quien le agradecemos su colaboración.

“Atacan sucesivamente el Castillo de La Loma”: El asalto a Jiguaní

Las derrotas son huérfanas, afirmaban los romanos. No dejaban de tener razón, pues por norma se tiende a olvidar o minimizar los fracasos. Esto es un error tales acontecimientos forman parte de la historia querámoslo o no. Este fue el caso del ataque a Jiguaní realizado, en marzo de 1897, por las tropas insurrectas bajo el mando de Calixto García.

Jiguaní era la cabecera de un municipio del oriente de Cuba. Territorio que dio un aporte significativo en las guerras de independencia, muchos de sus vecinos se incorporaron al ejercito mambí.

Al iniciarse el año 1897 Calixto García había acumulado una gran experiencia en los ataque a plazas enemigas. Durante la guerra de 1868 asaltó numerosos centros urbanos entre ellos las ciudades de Holguín y Manzanillo. Aquellas fueron acciones realizadas fundamentalmente por fuerzas de infantería que penetraban de noche en los poblados y se retiraban luego de obtener un botín.

Los ataques tenían como objetivo fundamental abastecerse en los almacenes y comercios más que capturar las guarniciones enemigas. El estrecho bloqueo a que estaban sometidos los independistas hacia en extremo difícil el abastecerse de otra forma. Este concepto de ataque varió por completo en el pensamiento de Calixto en 1896, al incorporarse a la última guerra por la independencia.

El general insurrecto contó con factores favorables. Uno muy significativo y no siempre tomado en cuenta es que el escenario fundamental de la guerra se había trasladado al occidente y centro de la isla. Los españoles habían disminuido considerablemente el número de tropas en el oriente de Cuba.

Como jefe del departamento oriental, que comprendía a las antiguas provincias de Oriente y Camagüey, contó con suficientes hombres y medios para hacer grandes concentraciones de tropas. El arribo de varias expediciones por el territorio bajo su mando que trajeron piezas de artillería, así como armas y parque le permitió disponer de suficientes medios materiales para realizar operaciones contra centros fortificados enemigos.

El ataque en 1896 al fortín de Loma de Hierro, en Gibara y luego la toma del poblado de Guáimaro fue una verdadera escuela para las tropas bajo su mando. En ambas acciones utilizó la artillería con éxito. Este era un arma que hasta aquellos momentos fue pocas veces manejada por los mambises y con resultados muy mediocres.

Calixto al iniciarse el año 1897 decidió atacar el poblado de Jiguaní para lo que realizó una concentración de tropas. Si importante serían los combates por la toma del poblado no menos necesario era mantener una estrecha vigilancia sobre Bayamo una población situada a relativamente cerca de la plaza sitiada y desde donde podían acudir refuerzo.

En pleno ataque recibió información de uno de sus generales que desde el puerto de Manzanillo había llegado a Bayamo una poderosa columna enemiga. En esas circunstancias decidió levantar el sitio, pues era imposible detener a la tropa enemiga y al mismo tiempo continuar el sitio.

Sin embargo, el general no tardó en comprender que la información era equivocada. Es cierto que una columna salió desde ese puerto llegó al poblado de Veguitas y retrocedió a Manzanillo. Ya se había producido la retirada y Calixto decidió no arriesgar a sus tropas en un nuevo asalto.

Ponemos a disposición del lector de Memoria Holguinera un fragmento del diario de Calixto García donde narra detalles de los preparativos del ataque y luego del desarrollo de este. Hemos respetado la ortografía y redacción original.

Febrero 14.
Diana á las 5 a.m. Marcha á las 6:30 a.m. Jomada de 4 leguas, acampan¬do á las 10 a.m. en «Las Cabezas» el Dr. Vieta queda en el campamento de Baire vacunando.
Febrero 15.
Diana á las 4 a.m. Marcha á las 5:30 a.m. Jornada de 5 leguas acampando á las 10 a.m. en «Cupanicú»=. Al medio día se despachó al Tte. Cnel. Dupoté que sale en comisión para el extranjero.

Febrero 16.
Diana á las 4:30 a.m. Marcha á las 6 a.m. Jomada de 3 leguas acampando á las 9 a.m. en «Mabay», Bayamo, donde encontramos fuerzas de la Prime¬ra División Segundo Cuerpo al mando del Gral. Ríos. Buen Campamento.

Febrero 17.
Acampados.

Febrero 18.
Acampados.

Febrero 19.
Diana á las 5 a.m. Marcha á las 6 a.m. Jornada de 4 leguas acampando á las 10 a.m. en «Masio Arriba» lugar de pasto regular y mala aguada.

Febrero 20.
Diana á las 3 a.m. Marcha á las 4 a.m. Jornada de 7 leguas pasando por «Masio Abajo», «Buena Vista», «San Rafael», «Estrella», «Los Arroyos», pasando el río Cauto por «Cauto El Paso», que es una pasada mala por lo pantanosa de la orilla. Acampamos á las 10 a.m. en la estancia de «Castillo» donde hay un poco de pasto y viandas abundantes.

Febrero 21.
Acampados.

Febrero 22.
Acampados. Al medio día llega el Jefe de Estado Mayor Brig. Mario Menocal de vuelta de Las Villas.

Febrero 23.
Acampados.

Febrero 24.
Acampados.

Febrero 25.
Diana a las 5 a.m. Marcha a las 6:30 a.m. Jomada de 4 leguas pasando por «Los Cayos» y «Hato Nuevo» y acampando á las 10 a.m. en Corral Nuevo, lugar de buena aguada y pasto ninguno.

Febrero 26.
Diana á las 4 a.m. Marcha á las 5 a.m. Jornada de 6 leguas atravesaño «Cauto» por «Las Coloradas» y pasando por «Limones» y «Palmante” acampando en «La Mula» á orillas del Cauto y con buen pasto.

Febrero 27.
Diana á las 4 a.m. El Jefe de E. M. con parte de la caballería se separa para ir al depósito de caballos para relevarlos. (1) El Cuartel Gral. marcha á Baire donde acampa.

Febrero 28.
Acampados.

Marzo 1°.
Acampados

Marzo 2.
Acampados.

Marzo 3.
Acampados.

Marzo 4.
Acampados.

Marzo 5.
Diana á las 4 a.m. Marcha á las 5:30 a.m. acampando á las 11:30 en “La Yaya» donde se concentran las fuerzas.

Marzo 6.
Acampados. Llega el Gral. Pedro A. Pérez. Por la noche se reciben noticias de que está el enemigo en Baire y el Gral. decide marchar á primera hora.

Marzo 7.
Marcha á las 5 a.m. con la Escolta de Caballería y la Segunda Brigs la Segunda División del Segundo Cuerpo. Jornada 8 leguas pasando «Monte Alto». Al llegar á Baire se supo que el enemigo se había retirado y acampamos á las 12:30 p.m.

Marzo 8.
Acampados. El Jefe de E. M. Brig. Menocal marcha con algunos ayudan¬tes á «Monte Alto».

Marzo 9.
Diana á las 5:30 a.m. Marcha á las 6:30 a.m. Jornada de 4 leguas, acam¬pando á las 10:30 en «Monte Alto» donde se encontraba el Jefe de E. M. y algunas fuerzas.

Marzo 10.
Acampados.

Marzo 11.
Acampados. Por la mañana el Gral. García con el Jefe de E. M. Brig. Menocal, y algunos ayudantes practica un reconocimiento sobre «Jiguaní» y se ordena la construcción de las trincheras.

Marzo 12.
Acampados. Se terminan las trincheras y se colocan los cañones en la noche de hoy al 13.

Marzo 13.
Ataque de «Jiguaní». Ocupa la trinchera del «Corujal» el Gral. Pérez; la de «Manantiales» el Brig. Collazo; la de la «Loma» el Gral. Cebreco y la de «Jiguaní Abajo» el Gral. Torres, situándose el Cuartel General en el «Corujal». Se rompe el fuego de cañón á las 6 a.m. que es contestado por el enemigo con disparos de granada hasta las 12 m. en que teniendo abierta brecha el castillo de la «Loma» y escaseando el parque, se manda disminuir el fuego de cañón. A las 7 p.m. se da el asalto apoderándose de una esquina de la plaza del pueblo, el Coronel Cartajena, de la otra los Ttes. Coroneles Pantoja y Guardia. Los Grales. Cebreco y Collazo atacan sucesivamente el Castillo de La Loma y el fuerte de Gerona; pero no pueden apoderarse de él.

Se preparaba una pieza para atacar la plaza del pueblo, cuando se recibe avi¬so del Gral. Rabí de que una gran columna española, burlando su vigilancia, había salido de Veguitas y entrando en Bayamo, por lo que consideró el Gral. que no tenía tiempo para apoderarse del pueblo antes de la llegada de la columna, y se mandó retirar la Artillería, y la infantería se retiró por la mañana á «Monte Alto» y «Cañadón». Tuvimos 35 bajas.

Marzo 14.
Acampados en «Monte Alto». Se recibió aviso á las 5 p.m. de que la co¬lumna enemiga de que se había dicho que había entrado en Bayamo, había retrocedido á Veguitas.

Marzo 15.
Salida de «Monte Alto» á las 2:45 p.m. acampando á las 5:30 p.m. de Baire. (2)

Notas
1– Una de las medidas tomadas por Calixto García y otros jefes mambises era organizar lo que llamaban un depósito de caballos, para sustituir a los fallecidos, enfermos o agotados. Esto nos da una idea del nivel de organización que llegó a contar el general García Iñiguez durante el desarrollo de la contienda.
2– Diario de Calixto García. Sala Cubana Biblioteca Nacional de Cuba.

 El universo cosmopolita del batey azucarero cubano

Al viajar por los campos cubanos podemos observar esos centrales azucareros con sus chimeneas rodeadas de apacibles bateyes. El visitante se puede engañar si considera que la base de esos pequeños centros urbanos está en la vida reducida de una aldea. La industria azucarera está estrechamente vinculada a una intensa vida cosmopolita.

El azúcar permitió crear la superestructura de transporte que unió definitivamente a la isla. Primero fue el Ferrocarril Central, creado en 1902, en el preámbulo del gran asalto de la industria azucarera al oriente y el centro de la isla y luego la Carretera Central que unía a La Habana con las demás provincias. Con el desarrollo azucarero se construyeron vías férreas, carreteras y terraplenes que unieron la mayoría de los pueblos de cierta importancia.

Los centrales eran nudos de comunicación. De otra forma no podían sobrevivir. Todos los adelantos de la tecnología de las comunicaciones y el transporte eran rápidamente insertados en su maquinaria productiva. Desde el ferrocarril hasta el transporte automotor pasando por el telégrafo, el teléfono y las plantas de comunicación por microondas estaban presentes en el batey. Incluso una parte considerable de estos centrales tenían pequeños campos de aterrizaje para aviones. El central se convirtió en un centro cosmopolita. Sus dueños muchas veces eran extranjeros o residían en otros lugares de Cuba. Entre sus empleados y obreros industriales y agrícolas abundaban los extranjeros o los naturales de diversos confines del país. La industria azucarera produjo una migración interna sin precedentes en la historia del oriente y parte del centro de la isla.

El poeta cubano Pablo Armando Fernández, en un recuento de su niñez, en el central Delicia, en el norte de Oriente, nos deja un testimonio interesante sobre los hombres y mujeres que hicieron ese prodigio que es el azúcar cubano:

“La fundación del central data de 1911 y su población estaba constituida fundamentalmente por españoles que emigraron a Cuba (…) por algunas familias cubanas (…) millares de emigrantes de las islas menores del Caribe…En Delicias también abundaban los chinos (…). Y había sirios y libaneses. Atraídos por el auge económico (…) llegaron (…) hombres de otras procedencias y nacionalidades: Puertorriqueños, dominicanos, venezolanos colombianos, mexicanos” (1).

La población de la ciudad de Banes, en el norte de Oriente, es un ejemplo elocuente de esta situación. Esta ciudad estaba en el centro del gran emporio azucarero de la United Fruit Company. En 1911 sus vecinos tenían el siguiente origen.

 

El 7.1 por ciento han nacido fuera de la isla. Tal composición demográfica se repite en muchos poblados azucareros. Esto permitió crear cierto matiz cosmopolita en todo el país. La afirmación del poeta Pablo Armando Fernández que era más fácil viajar desde su natal central Delicias, en el oriente de Cuba, a New York que a cercanas ciudades como Holguín o Tunas no es producto de la imaginación artística (3). Los centrales azucareros en ocasiones tenían comunicaciones más fáciles con Haití, Jamaica o los Estados Unidos que con las cabeceras de los municipios a los que pertenecían.

La portentosa industria azucarera del siglo XX creó una riqueza material, para una parte de la población, que dejó una profunda huella en el país. Era aquella riqueza mal distribuida. Los inmigrantes que acudieron de diversos países para dar su aporte al desarrollo azucarero cubano en general fueron muy mal compensados. A muchos se les asignaban las tareas más duras y peor remuneradas en las zafras como el corte de caña. Pero todos ellos dejaron su impronta en la historia de la mayor de las Antillas.

NOTAS
1- Pablo Armando Fernández, De memorias y anhelos, Ediciones Unión, La Habana, 1998 p 24.
2- Museo Municipal de Banes, Fondo United Fruit Company, Documentos sin Clasificar.
3- Entrevista a Pablo Armando Fernández por Eugenio Marrón Casanova, Inédita.