Los mambises holguineros pusieron sitio a la guarnición española de Holguín desde el 17 de noviembre hasta el 6 de diciembre de 1868. En este día una columna procedente de Gibara puso fin al asedio. Fue el sitio más prolongado realizado por los insurrectos en la guerra de 1868.
Apenas concluyó este el cabildo holguinero y algunos individuos por su cuenta llevaron a cabo una campaña para que el sitio de Holguín fuera enaltecido por el gobierno. Las campañas tuvieron dos vertientes. Una es más conocida y consistía en promover condecoraciones individuales y colectivas para los participantes en aquellos acontecimientos.
El otro es menos conocido. En el cabildo hubo un peculiar intento de promover la conservación de una memoria histórica del sitio y resaltar por medio de un rudimentario museo o exposición los recuerdos sobre aquel acontecimiento. Fue por cierto un cubano y hermano del arrepentido jefe de la conspiración el que suscitó esa propuesta.
El regidor Manuel Álvarez y Céspedes promovió que 3 banderas españolas de las más sometidas al fuego enemigo, dos pequeños cañones abandonados por los mambises y otros objeto utilizados en el acontecimiento bélico:
«todo lo cual será guardado y custodiado como imperecedero recuerdo de la actual campaña» Tambien se forme un «cuadro litográfico» con los nombres de los miembros del cabildo que tomaron parte en el sitio que debía de permanecer en el salón de reuniones.
El reclamar condecoraciones y distinciones también fue un objetivo del cabildo desde el fin del sitio. Se elevaron cartas explicando el heroísmo de los colonialistas y reclamando condecoraciones. Los pobres holguineros no obtuvieron ayuda material ni espiritual. Si Manzanillo y Tunas habían recibido condecoraciones de las autoridades no ocurría así con Holguín. El 17 de noviembre de 1869 había solicitado condecoraciones. Esperan con gran paciencia pero todavía en marzo de 1870 del cabildo no se habían obtenido respuesta. A todo lo largo de la guerra se va insistiendo en ese asunto hasta que se olvida ante la sordera absoluta de las autoridades superiores. (1) De forma individual se hicieron solicitudes.
El antiguo alcalde municipal de Holguín y presidente del Casino Español de Holguín en 1872 envió una carta acudió a S. M. en la forma siguiente:
Señor:
«Don Francisco Rondan y Rodríguez, Presidente del Casino Español de ésta ciudad, a V. M. con el más profundo respeto y veneración, expone: que cuando el grito rebelde osó a la integridad de España en la siempre fiel Isla de Cuba, alzando pendones en los campos de la jurisdicción de Holguín, éste pueblo, imitando el valor y constancia de Gerona y Zaragoza, abatió la soberbia de los que, en su orgullo insano, pretendieron tomarlo a viva fuerza después de un sitio terrible que duró treinta y siete días.»
«No bastaron, Señor, a rendir a los hijos de Holguín, auxiliados tan sólo de pocos soldados del regimiento de la Corona, ni el exhorbitante número de los sitiadores que se elevaban a 5.000, ni el contemplar como día tras día quedaban encerrados en un pequeño recinto a costa de preciosas vidas; ni el hambre y desnudez a que por último quedaron reducidos en medio de las llamas y el humo sofocante de tres manzanas de casas que a su alrededor quemaron los rebeldes para vencerlos, pues en sus pechos leales el sacrosanto ¡viva España! Les infundía alientos de gigantes para sostener, como sostuvieron, incólume el estandarte de Castilla, siempre glorioso, siempre invencible.»
«Ahora bien, Señor: Tanto sufrimiento y constancia tanta, no han tenido el premio que es debido a los pueblos que como el de Holguín, en la hora del peligro, saben con su fidelidad y valor dar un noble ejemplo a las generaciones futuras. Otros, cual Manzanillo y las Túnas, tal vez sin tanto mérito, han visto recompensados sus servicios que los llena de gloria. Y como ante los gobiernos pasados han sido inútiles las reiteradas gestiones del Ayuntamiento de Holguín para conseguir igual distinción, hoy, que al ocupar V. M., con aplauso de toda la Nación…»,
«Suplicando reverentemente a V.M. se digne, si lo tuviere a bien, y en vista de los antecedentes que existen en el Ministerio o en el Gobierno Político de la Isla, otorgar a la ciudad de Holguín el título de Muy Heróica, en justo premio del glorioso Sitio que sostuvo desde el 17 de Octubre al 6 de Diciembre de 1868, así como a sus leales defensores que no hubieran obtenido gracia la recompensa a que se han hecho acreedores y a todos en general una medalla conmemorativa, con lo cual dará V.M. una prueba más de la noble y levantada justificación con que siempre procede, rogando a Dios conserve dilatados años la augusta y preciosa vida de V.M.—Holguín y Marzo de 1875.» (2)
«A. L. R. P. de V. M.»
La demanda encontró oídos sordos en Madrid. Mientras a Tunas se le otorgaba el derecho a agregar el título de Victoria a las Tunas por el lograr rechazar el ataque sostenido en agosto de 1869 de las fuerzas del Ejercito Libertador Cubano los holguineros integristas no lograban igual derecho. Incluso un miembro del ayuntamiento que fue condecorado con la gran Cruz Isabel la Católica por su participación en la lucha contra la insurrección hizo una moción particular al respecto
«Mocion—El vocal D. Manuel Nates, dijo: que si la memoria no le era infiel en Octubre de 1872 apoyó este Centro una moción del buen patricio D. Salvador de Fuentes Aguilera, que entonces era miembro de su Directiva, en la que hizo referencia del puñado de valientes que en Octubre, Noviembre y primeros días de Diciembre de 1868, sostuvieron a sangre y fuego, en la casa fuerte, el glorioso pabellón de Castilla, ante las fuerzas insurrectas, solicitando que ese hecho distinguido de armas, que en nada figura, ocupara su lugar en la historia de esa campaña. Pero, parece ser que han sido ineficaces los vivos esfuerzos hechos por éste Centro, y la exposición razonada que el Ilustre Ayuntamiento elevó al Supremo Gobierno, impetrando la concesión a ésta ciudad del título de Muy Heróica, y una medalla conmemorativa para los leales, que cual leones juraron sepultarse en las ruinas del edificio, evocando el recuerdo de Sagunto y de Numancia, antes que rendirse a los insurrectos, que a la par que con el cañón y el fusil, les atacaban con la tea del incendiario.»
«El Sitio de Holguín es, indudablemente, LA FUNCIÓN DE GUERRA MAS HEROICA QUE REGISTRA LA CAMPAÑA DE CUBA, y es necesario que desaparezcan las circunstancias excepcionales que hasta ahora han impedido figure cual debe, abriendo paso al sol esplendente de la justicia y la verdad. Así, pues, insta nuevamente porque éste Centro acuda en demanda a S.M. el Rey por medio de una reverente exposición, impetrando la gracia anteriormente solicitada, y propone que sea elevada al Centro Ultramarino de Madrid, por conducto del de la Habana, y que sin prejuicio, se exciten los elevados sentimientos que sobre el particular tiene demostrado el I. Ayintamiento, para que, como el genuino representante de éste pueblo, preste su apoyo y cooperación.—Dios etc.» (3) Tampoco obtuvo respuesta satisfactoria el denodado integrista.
Pero el cabildo holguinero mantiene tanto en la practica como en lo ideológico su incondicionalidad al régimen que lo ignora a la hora de repartir condecoraciones. El ayuntamiento de Holguín se unió a una declaración de su homologo de La Habana en el que expresaba:
«que si por ventura algún poder extraño desconociese con actos de directa o indirecta hostilidad el derecho de España y atentase contra el decoro de su soberanía el gobierno superior puede obrar con entero desembarazo y enérgica decisión sin detenerse jamás ante el temor de que puedan experimentar prejuicios accidentales a los habitantes de esta provincia… (4) Era una autorización a que el estado colonial cometiera a los vecinos de la isla a todo tipo de excesos por tal de mantener la soberanía española.
Aunque no todo fue olvido. Si bien las acciones del sitio de Holguín no recibieron el homenaje que se debían por parte del estado español otros acontecimientos donde las fuerzas represoras se destacaron recibieron condecoraciones. Este fue el caso de un grupo de voluntarios holguineros a los que se le entrego condecoraciones el 8 de septiembre de 1872. El acto fue realizado en la ciudad de Holguín con la asistencia del cabildo y autoridades militares. (5)
NOTAS
1–Archivo Provincial de Holguín Fondo Ayuntamiento Legajo 66 Expediente 1975
2–Francisco de Camps y Feliu Españoles e Insurrectos En soporte electrónico
3–Francisco de Camps y Feliu Españoles e Insurrectos. En soporte electrónico
4–Archivo Provincial de Holguín Fondo Ayuntamiento Legajo 66 Expediente 1975
5–Archivo Provincial de Holguín Fondo Ayuntamiento Legajo 67 Expediente 1978
En octubre de 1958 las fuerzas rebeldes del Segundo Frente Oriental Frank País operaban en las costas de la bahía de Nipe. Esta está situada en el norte del Oriente de Cuba. La presencia de las referidas guerrillas creó una gran preocupación en el ejército y en especial en el regimiento número siete de la Guardia Rural bajo cuya jurisdicción se encontraba aquella región.
Había tres centros marítimos importantes en la bahía. El puerto de Antilla que estaba protegido por un destacamento de la Guardia Rural y un puesto de la Marina de Guerra. El central Preston, propiedad de la United Fruit Compay, que tenía un muelle por donde se embarcaba el azúcar que producía. Allí se había situado una compañía del ejército integrada por alrededor de un centenar de hombres. Contaba con una pista aérea de gran dimensión que permitía el aterrizaje de aviones bimotores. Por último estaba la planta de Nicaro situada en una península llamada Lengua de Pájaro por su singular forma. En la cercanía de la fábrica surgió un batey donde residían los empleados estadounidenses y algunos cubanos que tenían cargos de relieve. Aquella era una poderosa planta procesadora de Níquel, propiedad de la empresa estadounidense Nickel Proccesing Corporation. Allí se trataban los minerales que se extraían de las minas de Ocujal y La Ramona los cuales transportaban por ferrocarril hasta la planta situada a unos 13 kilómetros. El producto elaborado se trasladaba en buques que atracaban en el espigón propiedad de la compañía y situado en la cercanía de la planta hasta los Estados Unidos. Allá se concluía el proceso y se obtenía níquel.
Ese mineral era estratégico para la industria militar estadounidense, por lo que la protección de la planta en la medida en que se desarrollaba el movimiento guerrillero era una preocupación tanto para Batista como para el poderoso vecino del norte. Estas instalaciones se encontraban en la jurisdicción del escuadrón 74 de la Guardia Rural, subordinado al regimiento número siete. Al frente del mismo se encontraba el comandante Pino Ávila. Este había sido reforzado con fuerzas del ejército. Por el bando rebelde el territorio estaba ubicado en la zona de operaciones de la columna 19 José Tey del Segundo Frente Oriental Frank País. Esta se estructuró en tres compañías. Nicaro estaba enmarcado en el territorio de la compañía A Orlando Regalado bajo el mando, en aquellos momentos, del capitán Demetrio Montseny, Villa. Esta compañía tenía varios campamentos con destacamentos rebeldes. Uno de ellos era dirigido por el teniente Francisco González. Desde este campamento se situaron avanzadas hacia el El Purio y Levisa en las proximidades de Nicaro. De esa forma la guarnición que protegía a la poderosa planta comenzó a recibir noticias de la cercanía de los rebeldes. Por último se estableció un campamento en la zona de Levisa bajo el mando del sargento Ernesto Darias Peña. Este era un poblado donde residían muchos trabajadores cubanos, muy cerca de la planta. Los soldados del ejército sentían la hostilidad que los rodeaba. De vez en cuando eran sorprendidos por alarmantes noticias de acciones del enemigo como la captura de algunas goletas que hacían la línea marítima Antilla-Nicaro-Moa-Punta Gorda o dos ataques realizados a la mina de Ocujal. De forma subrepticia en Nicaro actuaban agentes del servicio de inteligencia rebelde encargado de dar información a los guerrilleros sobre las fuerzas enemigas. También se encontraban células clandestinas del Movimiento 26 de Julio. Estos clandestinos daban información acerca de los movimientos del ejército, el suministro de materiales y la recaudación de fondos. Aunque no lograron descubrir quiénes lo integraban, este grupo de militares debió sentir que ojos anónimos los vigilaban.
La guarnición que defendía Nicaro estaba integrada por unos 26 hombres bajo el mando de un sargento. Hasta el 20 de octubre estos militares veían transcurrir tranquilamente los días en una paz bucólica. Fuera de aquellas noticias que le llegaban de lo que ocurría en otros lugares. Pero tal seguridad era aparente. Ese día todo cambió inesperadamente. Los guerrilleros José Miguel Guerra Jardines y Germán Valle, con la autorización de su jefe Melquiades González y con sendas armas cortas penetraron en el poblado de Nicaro. Encontraron en un comedor a dos soldados a los que intentaron desarmar. Estos ofrecieron resistencia y los mataron. Tomaron los fusiles y se alejaban cuando miembros de la guarnición local al escuchar los disparos acudieron y los rodearon. Tal parecía que la suerte de los dos jóvenes sería ser ultimados. Los militares estaban enardecidos por la pérdida de sus dos compañeros. Miembros del Movimiento 26 de Julio enterados del acontecimiento de inmediato marcharon a informarlo a los rebeldes. Tuvieron suerte, se encontraron prácticamente a la entrada de la península al teniente Renato Rabilero, que tenía un fusil Springfield, y otros dos combatientes. De inmediato se organizó un grupo de unos 15 rebeldes que acudieron en ayuda de sus compañeros. Estos tirotearon el cuartel y rescataron a sus dos compañeros.
Los soldados pensando que serían atacados escaparon rumbo a Antilla en una lancha. Al día siguiente desde el puesto naval de ese poblado se trasmitía un mensaje a la jefatura del Distrito Naval de Oriente, que radicaba en Santiago de Cuba:
El jefe Puesto Naval Antilla informa que el personal del ejército perteneciente al puesto Nicaro compuesto de un sargento un cabo y veinticuatro soldados abandonaron su puesto Nicaro por haberlo así exigido un grupo como de 400 hombres forajidos PUNTO Dicho personal llegó este puerto en una embarcación de la Compañía de Nicaro PUNTO El jefe de la guarnición es el sargento Ángel Bretón Teruel, todos pertenecientes al escuadrón Guardia Rural Mayarí dentro de pocos momentos saldrá la embarcación con el mismo personal expresado para el subpuerto de Preston ahí a continuar a su respectiva unidad, Escuadrón Mayarí PUNTO» Este mensaje fue impuesto a las16:00 horas hoy.
J. M. RODRÍGUEZ HERNÁNDEZ MNMP
Contralmirante. Jefe dirección
La marina mentía en su informe pues los guerrilleros eran apenas unos 15. Los rebeldes luego de rescatar a sus compañeros se habían retirado pero al ser informados de que el ejército abandonó Nicaro, lo ocuparon. Los primeros en llegar en la noche del 20 fueron los integrantes del destacamento que operaba en el campamento de Los Mulos bajo el mando del teniente Melquiades González. Se iniciaba así la operación Nicaro.
El pueblo lleno de júbilo saludaba a los rebeldes. Melquiades envió un mensaje al jefe de la columna, informándole de la ocupación de Nicaro. De inmediato acudieron más rebeldes que operaban en las inmediaciones bajo el mando del teniente Francisco González, segundo jefe de la Compañía A. Las fuerzas que allí se reunieron fueron distribuidas en las posibles vías de acceso por donde pudiera avanzar el enemigo desde Mayarí. Un grupo de guerrilleros se situó en el puente de Felton, otro en las lomas que están a la izquierda de la salida de Nicaro, por la carretera que va hacia Mayarí y un tercer grupo se emboscó en el entronque de Ocujal. En la mañana del 21 llegó el jefe de la columna 19, comandante Belarmino Castilla Mas «Aníbal». Este situó una emboscada en la carretera de Mayarí, en el lugar conocido por Guerrita.
Los rebeldes reciben un informe de los combatientes clandestinos de Antilla que los militares se preparaban para recuperar la plaza perdida. Para esto utilizarían varios lanchones. De inmediato situaron una emboscada integrada por 11 hombres armados de fusiles en un lugar conocido por punta de Dos Bahías. Las lanchas debían pasar obligatoriamente por ese lugar si querían llegar a Nicaro y lo harían muy cerca de la costa. El otro punto de posible acceso al escenario del futuro combate era por un costado de Cayo Saetía. Para obstruirlo lanzaron algunos carros viejos al mar. En Carenerito se situaron otros combatientes. De esa forma los rebeldes habían emplazado emboscadas desde tierra contra las embarcaciones enemigas.
Informado el comandante Raúl Castro, jefe del Segundo Frente Oriental Frank País, de la captura de Nicaro impartió órdenes de mantener el control del lugar para lo que dispuso el envío de refuerzos. El 22 por la noche llegaba el comandante Luzón, jefe de la columna 17. Mientras en Nicaro los rebeldes se preparaban para enfrentar un posible desembarco por el muelle. Los guerrilleros reciben un nuevo refuerzo de unos 50 hombres bajo el mando del comandante Efigenio Ameijeiras, jefe de la Columna número seis Juan M. Ameijeiras.
El día 23, en la tarde, llegó el comandante Raúl Castro a Levisa y asumió el mando de la operación. Las fuerzas armadas batistianas decidieron recuperar a Nicaro. En Nicaro se encontraba un grupo de funcionarios y técnicos estadounidenses con sus familias. En la mañana del 24 varios de ellos le pidieron permiso al mando rebelde para abandonar el poblado. El ataque enemigo era eminente. Se les autorizó y comenzaron a abordar una embarcación, el Klim Smith, enviada desde la base naval con ese objetivo.
Los rebeldes reciben información de que una fragata se acercaba a Nicaro para atacar a las fuerzas revolucionarias. Realmente eran dos embarcaciones: la fragata Antonio Maceo y el buque Baire. La fragata tenía un desplazamiento de dos mil 199 toneladas, contaba con tres cañones de tres pulgadas cada uno, dos cañones antiaéreos de 40 mm y seis cañones antiaéreos de 20 mm. La tripulación era de 15 oficiales y 135 marinos. El barco Baire tenía un desplazamiento de 295 toneladas con un cañón antiaéreo.
Al iniciarse la operación se había situado en Dos Bahías una emboscada que desde tierra hostilizaría a las lanchas que se preparaban en Antilla para traer las fuerzas del ejército. Pero ahora la situación había cambiado por entero. La fragata contaba con artillería y si descubrían a los rebeldes los barrería. Se envió una pequeña lancha para trasladar a los rebeldes emboscados en Dos Bocas a Nicaro. Todos esperaban el regreso de la embarcación. Por fin se le vio aparecer en el horizonte. Esta se acercaba a Nicaro lentamente. En aquel momento apareció la figura gris del buque de guerra enemigo. Al mismo tiempo este último abrió fuego sobre el lugar donde habían estado emboscados los revolucionarios. Un avión de reconocimiento los descubrió horas antes y le avisó a la fragata. Pero ya aquellos llegaban a Nicaro.
Entre las armas que los rebeldes habían llevado a la operación se encontraba un cañón de 20 milímetros. Si la situación era difícil para los rebeldes tampoco era asunto fácil para el ejército el recuperar la plaza perdida. Aunque tenían una superioridad en hombres y armas, no estaban entrenados para combatir a guerrillas. Ahora el jefe de la fragata seguramente pensó que por fin se lucharía en una ciudad contra aquellos volátiles rebeldes que podían aparecer y desaparecer inesperadamente. Para la sorpresa de los marinos fueron recibidos con el fuego del cañón. Una bala alcanzó la fragata y le hizo seis heridos. El buque, al verse atacado, se alejó hacia el centro de la bahía y ripostó con un atronador fuego de cañones y ametralladoras. Trasladaron a los heridos al barco Baire. Este los condujo a Preston donde los ingresaron en el hospital local.
Los rebeldes se retiraron de la población. Estaban en una situación desventajosa pues el enemigo podía ocupar la entrada de la península de Lengua de Pájaro y atacarlos con gran superioridad de fuerzas. Además la fragata disparaba indiscriminadamente sobre el poblado. Algunos proyectiles caían cerca de unos tanques de amoniaco que si eran alcanzados y estallaban podían causar una verdadera masacre en la población civil.
Mientras los rebeldes de retiraban la fragata se acercó al muelle y desembarcó a la compañía que conducía. Por tierra el ejército envío desde Mayarí dos compañías al mando del comandante Pino Águila. El avance se producía con el apoyo de aviones bombarderos B-26. Esta tropa logró conocer de la existencia de emboscadas y avanzó por terrenos bajos, por guardarrayas y caminos cañeros. Pese a esta táctica los militares tuvieron que enfrentar tres destacamentos rebeldes que los hostigaron pero lograron sobrepasarlos y continuar la marcha hasta entrar en Nicaro. Entre el 24 y el 25 mientras concluía la operación Nicaro los rebeldes atacaron la mina de Ocujal. No pudieron tomarla y se retiraron.
La Operación Nicaro había concluido. Una de las más complejas realizada durante la guerra contra el dictador Batista pues se utilizó infantería, marina y aviación. Además se realizaba en presencia de un grupo de ciudadanos extranjeros que permanecieron en Nicaro hasta que fueron retirados por un buque de guerra de su país.
Bibliografía.
Comisión de Historia de la Columna 17″ Abel Santamaría, Triángulo de Victorias, Columna 17 Abel Santamaría, Casa editorial Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 2008.
Comisión de Historia de la Columna 19 «José Tey», Columna 19 «José Tey» Segundo Frente Oriental «Frank País», Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1982.
Gálvez Aguilera Milagros, La Marina de Guerra de Cuba (1909 1958), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2007.
Contradicciones entre Máximo Gómez y los holguineros (1869-1870).
El general independentista Máximo Gómez Báez (1), fue designado en agosto de 1869 jefe de la división de Holguín. Julio Grave de Peralta, el líder local de más arraigo, había sido destituido y sometido a un proce¬so por el general Thomas Jordán, (2) quien consideró que no lo apoyó en ¬sus operaciones en esa comarca entre mayo y junio de 1869. Julio fue absuelto del proceso y designado en septiembre del referido año como segundo jefe de la división. Máximo Gómez designó a Grave de Peralta para que operara en la zona occidental de Holguín mientras él lo hacía en la oriental.
El general Gómez tomó importantes medidas organizativas y disciplinarias. Obligó a los soldados y oficiales a permanecer en los campamentos disminuyendo los permisos para que efectuaran prolongadas visitas a sus familias. Montó una improvisada salina en Torrentera, Banes; en Báguano instaló un taller de zapatería. Creó las proveedurías militares. Designó a Ignacio Leyva como responsable del parque. Leyva debía elaborar proyectiles con un poco de pólvora que habían obtenido en esos días. Impartió órdenes para que confiscaran las armas que estuvieran en poder de individuos que por diversos motivos no formaron parte del Ejército Libertador. La aplicación de estas medidas dieron excelentes resultados. Un ejemplo de esto fue que en determinado momento en la brigada oriental llegaron a sobrar fusiles al aplicar estrictamente la medida antes enunciada.
Los holguineros no estaban acostumbrados a una disciplina militar por lo que pronto se iniciaron las contradicciones entre Gómez y los jefes locales, principalmente con Grave de Peralta. Una primera discrepancia con este último fue que asignó más armas a la brigada oriental, donde operaba Máximo Gómez. El holguinero protestó de esto en una carta a Manuel de Quesada. (Hemos respetado la ortografía y redacción del documento original)
«El total de armas que tiene la division actualmente se compone de 1014 de modo que ¬siendo mis líneas de 15 a 20 leguas mas estensa que aquella se ha recervado el Mayor Gral (Maximo Gomez) 689, armas. Teniendo que advertirle además que el camino de Bayamo y el de Cuba los tengo yo por los cuales continuamente hay salidas…» (3)
Además Gomes era en extremo cauteloso y no informó a Grave de Peralta sobre las operaciones que planificó. Este se quejaba a Manuel de Quesada «No conosco el plan del Gral Gomez porque no me lo ha manifestado.» (4) ¬
Máximo trató de zanjar esta contradicción disponiendo que se le suministraran parque y algunas armas. El dos de octubre en una amigable carta le expresaba a Julio Grave de Peralta:
«Aun no han llegado los pertrechos que se han solicitado del C. Lugar Teniente Gefe del Estado una vez sea previsto este cuartel le seran remitidos a¬ V. inmediatamente.
Además de su pedido al C. Prefecto de Bijaru le he robustecido su orden con otra de este Cuartel para que si tiene pertrechos se los facilite de in¬mediato de este cuartel las órdenes oportunas para ver la manera de como se le prevea esa linea de otras mas armas. (5)
Bijarú pertenecía a la parte oriental de Holguín. También tuvo sumo cuidado en no separar de la brigada occidental a los oficiales más allegados a Julio, sabiendo el cariño de los holguineros por su jefe. Uno de estos oficiales, Jesús de Feria, había quedado en las tropas directamente subordinado a Máximo Gómez. A una petición de Julio le respondió de inmediato:
«Esta pasada la orden al C .J. de Feria para que se le incorpore lo mas pronto posible». (7) Incluso en ocasiones dejó que soldados de filas escogieran entre incorporarse a las fuerzas de Grave de Peralta o las de él. En una carta a este último le expresaba sobre unos combatientes:
«El C. Gefe de la compañia de voluntarios Pedro Castellano pasa una comunicación que le adjunto para que V. se sirva resolver lo conveniente pues segun se comprende por la citada comunicacion puede resultar que esos c.c (8) que no están ya incorporados en dicha compañia quieren estarlo con V. y en este concepto puede V. pasarse ordenes o recogerle las armas que podra V. utilizar mejor. (9)
Grave de Peralta también puso bastante de su parte para evitar cualquier discrepancia con su jefe. Enrique Collazo que tomó parte en la campaña en Holguín escribió años después «… el general Peralta lo recibio afablemente y lo acompaño en la primera excursión que hizo Gómez para conocer el territorio». (10)
Manuel, hermano mayor de Julio, se hacía eco de estas relaciones en una carta de seis de octubre de 1869: «Me alegro la buena armonia en que estas con Gomez dios quiera que nunca haya motivo para que sea alterada» (11)
El tres de noviembre, Gómez, continuando con su política conciliadora, le respondió a Julio una reclamación que le había hecho sobre el destino de un fusil
C. Gral Julio Peralta
Muy Señor mio y amigo
También siento en el alma no atender á la solicitud que V. me hace del (…) hoy porta el C.C. Guidas y que fue recogido de manos del C. Francisco la Cruz y que no dudo sería anteriormente de la propiedad de V. pero que hoy por una regla general es de la propiedad de la Republica y en este concepto es igual y conveniente lo tenga este o aquel soldado. Estas mismas razones podía V. alegar con respecto á la Cruz cuando lo recogí de mano de este para entregarlo a Guides para esto contare con la franqueza que me caracteriza en todos mis actos que si lo recogí de Cruz fue porque en el ataque se Sama este individuo se portó muy mal.
Sin más por ahora quedo de V. Su afm y (ilegible)
Máximo Gómez (12)
La inflexible aplicación de esta medida sobre las armas fue el detonador que pondría fin a las buenas relaciones de ambos jefes. El 10 de noviembre Máximo Gómez mandó una comunicación a Julio, esta vez en términos muchos más duros. Aunque no hemos podido encontrar el original, en su respuesta, el holguinero reprodujo parte de la carta a Gómez.
Al C. Mayor General Máximo Gómez.
Sobre manera he estrañado su comunicacion fecha de hoy con que me dice que habiendo ordenado el C. Gefe de operaciones de Vijaru la recolección de toda clase de armas en todo individuo no perteneciente al egército he sentido que el C. Rafael Feria le halla presentado un permiso firmado por mí para conservar una carabina que poseia y como quiera que estas ordenes no solo contrarían sus disposiciones cuyo proposito por mi parte no debo de ninguna manera proponerme sino que de ningun modo debe permitirse que tenga arma ningún individuo que de hecho no se halla incorporado en ningún cuerpo pues de ese modo se imposibilita la organizacion militar que tanto necesitamos le hace esperar en lo sucesivo la abstención por mi parte de no contrariar ninguna de sus disposiciones. (13)
Grave de Peralta aduce que Rafael Feria había recibido la misión de tratar de localizar unas cajas con parque de la expedición del Perrit que se habían extraviado, lo que parece ser cierto por una documentación de fecha anterior. Lo más importante de este hecho es que marca un punto muy bajo en las relaciones entre los dos patriotas y puso en evidencias otras contradicciones.
En la misma carta se refiere a:
«… por otra parte creía que todas la disposiciones que de ese cuartel salieran deberían ser dirigidas a mi para yo transmitirlas a todos mis subalternos como segundo jefe de esta division; por cuya razon espero me diga si mi misión he inmediato mando solo se con (deteiorado) esta línea o es a toda la división como mi nombramiento le ha sido comunicado á V.» (14)
Julio llegó a amenazar a Gómez de informarle, al general en jefe del Ejército Libertador de esta situación.
Gómez al referirse a estas contradicciones anotó en su diario: ¬
… que encontré ( a Holguín) en el estado mas completo de abandono y desorganizacion, allí principie a trabajar sin descanso, sin embargo de que sufrí dos fatalidades; estuve muy mal de salud y el descontento de muchos holguineros que mal acostumbrados no podían avenirse con las disposiciones de órden y disciplina que puse en planta. Julio Peralta que habia sido depuesto, explotaba esta circunstancia y cada momento tropezaba yo con las consecuencias de la intriga… (15)
Esto era solo una parte de la verdad. Existía indisciplina y desorganización y no solo Gómez tuvo que sufrirla sino Grave de Peralta también fue víctima de ella, prácticamente desde el inicio de la contienda. Otros factores influyeron en las contradicciones entre los dos jefes. El holguinero estaba prejuiciado hacia su jefe. Creía que Gómez poseía parque en abundancia y se lo ocultaba. Con indudable ironía, el 12 de diciembre de 1869, le escribió al dominicano anunciándole, que de un momento a otro recibiría parque, una parte del cual se lo mandaría. «… se lo aviso porque aun cuando esta Ud tan favorecido de este artículo quisas esta columna vaya a batirlo por muchos dias y 40 000 cartuchos se le acaban a Ud muy pronto»(16)
Este documento había que analizarlo en el contexto en que fue escrito. Con anterioridad Julio le había pedido parque y Gómez se lo negó aduciendo que no tenía. Sin embargo, en la carta el holguinero se refiere a 40 mil cartuchos que supuestamente tenía el jefe de la división. Esta cifra para los libertadores era verdaderamente fabulosa. En otra ocasión Grave de Peralta le solicitó refuerzo a Gómez para enfrentar las operaciones enemigas en la brigada occidental. Refuerzo que nunca llegó pues en la brigada oriental los españoles, en esos mismos momentos, llevaban a cabo una intensa ofensiva.
Estamos ante uno de los factores que influyeron en las contradicciones entre ambos jefes: la falta de comunicación que impedía que estuvieran al tanto de las operaciones en toda la división. No hay duda que esto fue aprovechado por algunos patriotas para influir sobre Grave de Peralta y prejuiciarlo con su jefe. También es posible que algo similar ocurriera con Gómez.
Otro elemento que influyó para agriar las relaciones entre ellos fue el poco caso que hizo Gómez de las estructuras administrativas que existían en la división, la que no estaba subordinada al mando militar. En una nota encontrada entre la documentación del jefe holguinero ejemplifica esta actitud.
Nota de los avusos, cometidos por el Mayor General Gomez en Majibacoa. Sin contar con el Prefecto tomaron cabaIlos de los vecinos, a Delfin de Zayas le quitaron un caballo y por reclamarlo le quitaron un lomillo y otro Caballo y quiso ponerlo en el cepo por Juan Saes quitó caballos en las parras cogió caballos del potrero sin pedirlo en Tacajó a José Ma hidalgo mandó que le quitaran su caballo.
Al C. encargado del taller lo amenazó con el ultimo suplicio por no haverle hecho zapatos segun el pidió igual amenaza á los zapateros segun parte del C. Rafael, Villarreal. (17)
Julio fue muy cuidadoso en el respeto a la estructura administrativa de la revolución lo que demostró en varias ocasiones. El 11 de noviembre de 1869 le escribió a uno de sus subordinados que se había inmiscuido en los asuntos de la administración civil mambisa «…tenga Ud entendido que nada tiene que ver la fuerza militar con las haciendas y mucho menos o cuando estas no sean de enemigo por cuya rason (sic)… espero que a todo trance solo se entienda Ud con lo militar…» (18)
Un oficial de apellido Arias se mezcló en los asuntos administrativos por lo que protestó al gobernador de Oriente, Pedro Céspedes. El 16 de febrero de 1870, Julio le respondió:
«Siempre he respetado y tratado también de dar al poder civil todo el prestigio de que lo creo digno, pues mis tendencias no estan para el militarismo, ni por ningun hecho que tienda el desorden, y solo se velar por el bien de la patria, razón por la cual creo comprendera V. que tanto los avusos de Arias como los de cualquier Gefe militar o comisionado no hallaran acojida en mi» (19)
Las causas de estas contradicciones no podemos buscarlas tan solo en la cantidad de parque o fusiles que se reserva Gómez para su tropa o las ambiciones personales de Grave de Peralta. Eran dos concepciones sobre la forma de llevar a cabo la guerra. Para Gómez, educado en un ejército profesional, lo esencial era fortalecer el Ejército Libertador cubano a lo que subordinaba cualquier criterio e intereses. Grave de Peralta se había formado en una sociedad donde predominaba una cultura campesina y estaba imbuido al mismo tiempo de ideas profundamente democráticas. Para él, los mambises eran ante todo ciudadanos de la República de Cuba, y se les debía respetar sus derechos, aunque esa república solo existiera en el limitado perímetro de las rancherías insurrectas. Nada más elocuente para comprender esas contradicciones que el concepto que tenían ambos patriotas sobre las familias de los soldados libertadores. Mientras Grave de Peralta dedicaba una parte de sus fuerzas para tratar de evitar que estas familias cayeran en poder de los españoles, Gómez en esta fecha tenía el criterio que era imposible resistir la Creciente de Balmaseda y proteger al mismo tiempo una impedimenta de miles de mujeres, niños y ancianos. El dominicano dio el ejemplo ordenando que sus dos hermanas se presentaran al enemigo. Con concepciones tan diferentes, quizás lo que es de extrañar no es el surgimiento de contradicciones, sino que ambos revolucionarios supieron mantener la unidad y el respeto mutuo y acabaron por subordinar a la patria sus intereses y criterios. Era antagonismo táctico y nunca fue irreconciliable.
Citas.
1–Máximo Gomes Báez era dominicano. En su país lucho a favor de los españoles durante la guerra de Restauración (1863 1865) al concluir esta se traslado a Cuba con el ejercito peninsular. En 1868 se unió a los independentistas cubanos. Alcanzo el grado de mayor general y en la guerra de 1895 fue general en jefe del Ejército Libertador.
2–Tomás Jordán estadounidense y veterano de la guerra civil de su país. Llegó a Cuba por las costas de Holguín en mayo de 1869 al frente de la expedición trasladada en el buque Perrit. Fue designado jefe de las tropas cubanas en Oriente. En Holguín entre mayo y junio desarrolló algunas operaciones. Fue jefe del Estado Mayor del Ejército Libertador. En 1870 regreso a su país.
3–Museo Provincial de Holguín. Fondo Julio Grave de Peralta. Libro de borradores de correspondencia de Julio Grave de Peralta número 425.
4– Museo Provincial de Holguín. Fondo Julio Grave de Peralta. Libro de borradores de correspondencia de Julio Grave de Peralta número 425.
5—Museo Provincial de Holguín. Fondo Julio Grave de Peralta Carta de Máximo Gómez a Julio Grave de Peralta 2 de octubre de 1869.
¬6—Idem.
7–ciudadano.
8–Museo Provincial de Holguín fondo guerra del 68 documento número 59.
9– ciudadanos cubanos.
10—Enrique Collazo. Cuba Heroica. La Habana 1912 p. 273.
11—Museo Provincial de Holguín. Fondo Julio Grave de Peralta número 37.
12—Ídem Carta de Máximo Gómez 3 de noviembre de 1869.
13—Museo Provincial de Holguín. Fondo Julio Grave de Peralta. Libro de Borradores de correspondencia de JuIio Grave de Peralta. Número 118.
14— Ídem.
15–Máximo Gómez Báez. Diario de Campaña. Comisión del Archivo de Máximo Gómez. La Habana. 1940.
16–Museo Provincial de Holguín. Fondo Julio Grave de Peralta. Carta de Julio Grave de Peralta a Máximo Gómez doce de diciembre de 1869.
17–Museo Provincial de Holguín. Fondo Julio Grave de Peralta. Libro de Borradores de correspondencias sin número Abusos cometidos por el mayor general Máximo Gómez en Jibacoa.
18—Ibídem. Libro de Borradores de correspondencias de Julio Grave de Peralta.
19–Ídem.
Protección del Patrimonio Cultural
Copyright Centro Provincial de Patrimonio Cultural Holguín / Desarrollado por ACCS Holguín