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José Abreu Cardet
Los grandes imperios y los pequeños dictadores que, en algún momento, se han proclamado como propietarios de las Antillas intentaron cerrar sus costas y cielos a toda influencia extranjera. Aduaneros celosos y guardacostas eficientes han fijado vigilancia muy precisa sobre quienes andan por estos lares.
Los señores del poder, pese a sus desvelos y cuidados, han obtenido más fracasos que victorias. Siempre hay una ensenada solitaria, una bahía sin nombre que recibió en algún momento el contrabando intelectual o sentimental subversivo. Un periódico, un libro, el relato de algún viajero abrió espacio de esperanzas para la aspiración insumisa de los humillados.
Cuba no fue una excepción. El celo del imperio español dejó resquicios inconsciente para la idea incendiaria. En ocasiones las mismas autoridades en cierta forma ayudaron a propagar las posibilidades potenciales de un supuesto y soñado aliado de los independentistas cubanos. Echemos una ojeada a acontecimientos que nos pueden ayudar a comprender una forma de pensar de una parte de los cubanos del XIX.
La situación internacional es un elemento a tener en cuenta al analizar los alzamientos de octubre de 1868. Aunque es cierto que estamos ante una sociedad con una gran cantidad de analfabetos, con una prensa escasa y al alcance de una élite reducida. Pese a esto no podemos descartar los acontecimientos internacionales que de una u otra forma llegaron a oídos de esta masa de campesinos y peones.
Los Estados Unidos jugaron un trasfondo subversivo en la masa de hombres y mujeres que tomarían el camino de la independencia en Cuba en 1868. Lo más interesante del asunto es que la misma España había ayudado a divulgar el papel supuestamente subversivo de la república anglosajona del norte de América.
Narciso López había organizado entre 1850 y 1851 dos expediciones para poner fin al dominio español en Cuba. Estas se habían preparado en los Estados Unidos. Las expediciones desembarcaron en el occidente del país donde no encontraron apoyo. En los momentos en que Narciso López preparaba sus expediciones las autoridades españolas organizaron una gigantesca operación en toda la isla que hoy llamaríamos de inteligencia militar.
La sorpresiva ocupación de Cárdenas por el general venezolano que al frente de una expedición desembarcó en la referida bahía creó un verdadero trauma en la capitanía general de la Isla. Se incrementó la labor de inteligencia con el establecimiento de vigías, prácticamente, en todas las costas. Estos debían de estar en comunicación constante con los puestos militares y autoridades más cercanas para lo que se abrieron trochas y caminos en los bosques. Se establecieron pequeños puntos de observación en ensenadas y bahías que hasta entonces apenas habían conocido la presencia humana.
Toda esta actividad se realizó con la población local. Los vecinos de cada comarca fueron emplantillados en unidades encargadas de mantener esta vigilancia. Se explicó públicamente sobre los planes de los enemigos de España. Según la propaganda hispana se organizaban expediciones en la vecina república con entera libertad. De esta forma en apartados rincones de la isla se hizo popular la actitud nada amistosa de Estados Unidos hacia España. Se llevó a cabo una sistemática propaganda por las autoridades denunciando públicamente el apoyo de ese país a Narciso López y sus seguidores.
Es posible que muchos de los vecinos de estos apartados barrios rurales no tuvieran una definición muy clara de que lo que eran los Estados Unidos. A partir de aquel momento si bien es posible que no lograran del todo intelectualizar el concepto donde estaba y que era aquella nación, comprendieron la geografía sediciosa del vecino del norte. Este espíritu de alarma ante la organización de una expedición antiespañola en ese país continuó en boga por varios años. Todavía en 1855 en la jurisdicción de Holguín fueron detenidos dos individuos acusados de preparar las condiciones para apoyar la llegada de una expedición desde ese país. (1)
Un ejemplo elocuente de las dimensiones que había alcanzado, en la mentalidad popular, los Estados Unidos como un posible aliado del pueblo cubano en una futura guerra contra España fue el movimiento de Joaquín de Agüero. Uno de los acontecimientos políticos que más impactó a la sociedad criolla del oriente de la isla fue esta fracasada conspiración. A diferencia del de Narciso López que se desarrolló en el occidente de la isla y con la participación, fundamentalmente, de extranjeros. La sublevación de Agüero no solo se efectuó en la comarca oriental, sino que en el estuvieron comprometidos varios individuos pertenecientes a antiguas familias criollas. En este movimiento también estaba el papel sedicioso de los Estados Unidos. Uno de los detenidos por aquellos acontecimientos declaró que el objetivo de la conspiración era:
“…romper el yugo del gobierno de España para hacerse independiente
y contaba al logro de este proposito con fuerzas que vendrian de los
Estados Unidos y con las de ellos mismos; pero que para esto era
necesario que en cada pueblo de la Ysla hubiera una junta para que
esta se entendiera con la de Puerto Principe y obrase de acuerdo con
el Plan…” (2)
Si la afirmación sobre la participación de fuerzas procedentes de los Estados Unidos era cierta o no poco importa. Lo cierto es que tal criterio se manejaba por la población local como una posibilidad.
Por último la guerra civil estadounidense que puso fin a la esclavitud debió también de causar un impacto en la sociedad cubana. Por lo menos había una preocupación de las autoridades españolas para evitar que el ejemplo se extendiera en la isla. En Santi Espíritus fue detenido un ciudadano italiano que vendía unas láminas con la figura de Abraham Lincoln dándole la libertad simbólicamente a un grupo de esclavos.
De esa forma fue llegando a la población cubana información sobre la potencial actitud de apoyo de los Estados Unidos a una sublevación independentista cubana. Pero la imagen creada en una parte de la población cubana y en especial en estas comarcas del oriente del país era que podían contar con un aliado en el vecino del norte. Es posible que esto explique la actitud de la dirección evolucionaría de solicitar la anexión a los Estados Unidos. Para la mayoría de esta gente el vecino del norte era un viejo conocido. La posterior actitud del gobierno de los Estados Unidos acabaría mostrando que los intereses de ese país eran apoderarse de Cuba no lograr su independencia.
En menor medida Gran Bretaña aparecía ante la imaginación popular como un potencial aliado. En este criterio debió de influir la posición antiesclavista de ese país. En 1844 David Turmbull que había sido cónsul de Gran Bretaña en La Habana visitó Gibara. Estaba tras el rastro de un grupo de negros de las Antillas inglesas que habían sido trasladados como esclavos a ese territorio. El valiente y generoso escocés llevó a cabo una intensa búsqueda de aquellos infelices enfrentándose a los funcionarios y testaferros coloniales. Las autoridades locales acabaron por detenerlo y expulsarlo del país. Es posible que ese acontecimiento dejara alguna huella en la memoria popular. Pero en esencia la actitud antiesclavista de Gran Bretaña comentada y conocida con ejemplos concretos de barcos negreros apresados debió también de calar en el criterio popular en este territorio donde la esclavitud no era importante económicamente quienes propagaran la libertad de los africanos podían despertar simpatías. Es de pensar que en el occidente del país y otras regiones donde la esclavitud era importante económicamente se pensara de otra forma.
Es por esto que en un inicio los sublevados creyeron que su causa recibiría apoyo de los Estados Unidos, Gran Bretaña y otros países. Pero esto no fue solo criterio de la élite de cultos terratenientes que encabezó la sublevación. La opinión caló en líderes locales.
En este sentido se puede valorar las palabras de uno de los caudillos de la frustrada sublevación que se produjo en Guantánamo en 1868. Uno de los detenidos relató a las autoridades hispanas las palabras del insumiso: “En el Norte de América públicamente se estaba reclutando gente para ayudar a los revolucionarios, que ya había más de seis mil hombres que estaban para llegar de un momento a otro…” (3)
El mismo líder en su arenga puso en evidencias las esperanzas puestas en la Gran Bretaña. En su discurso el insurrecto afirmaba que un buque español iba a bombardear una población controlada por los revolucionarios: “…pero una fragata inglesa le dijo al citado general que si bombardeaba… lo bombardeaba a él”. (4)
Tal asunto es incierto. Los revolucionarios no llegaron a controlar ningún puerto. Ni ocurrió el incidente referido. Pero lo importante es que aquella gente lo creía. Se tenía en general una confianza desproporcionada en las buenas intenciones de otros estados. El referido líder guantanamero expresaba: “…que las naciones extranjeras aconsejaban a España por un tratado comercial que abandonase la isla porque si así no lo hacia la revolución triunfaría de todas maneras…” (5)
La imaginación popular extendió sus alas. Hay referencias a imaginarios desembarcos de fuerzas procedentes de los Estados Unidos. Incluso se creyó entre los revolucionarios que un buque había bombardeado en diciembre de 1868 el puerto de Gibara. Asunto por completo incierto.(6)
Tales noticias debieron de ser un incentivo para los sublevados. Tendía a justificar el alzamiento. No era este una sublevación en un apartado rincón del imperio español de un grupo de desconocidos terratenientes y campesinos. En la imaginación popular, tradicionalmente febril en el oriente de la isla, el movimiento sería reconocido por grandes potencias. Todo esto le daba un trasfondo de seguridad y en especial de legalidad. Era una forma de convencer y atraer a los indecisos de sumar hombres y voluntades a la revolución. Era en fin un mecanismo del alzamiento. Aunque había un pequeño problema. Tales criterios eran puramente imaginativos. Los revolucionarios cubanos estaban solos como siempre ha ocurrido con los antillanos en sus luchas de liberación.
¿Podríamos considerar que fueron estas pérfidas invenciones de los insurrectos para atraerse a los timoratos? Es posible que algún avispado caudillo local propagara tales criterios con el objetivo de fortalecer la revolución. Pero en ocasiones al estudiar el pasado creemos que muchos asuntos ocurrieron por decisiones y voluntad de los protagonistas. Sin embargo lo real es que en la vida cotidiana y, en especial, en momentos de revolución muchos acontecimientos se forjan y precipitan sin planificación ni lógica alguna. En ocasiones ni los mismos beneficiados con el asunto tienen nada que ver con ello. Lo importante para comprender los aspectos subjetivos y los hechos que influyeren en un período determinado no es tanto determinar lo que era cierto y lo imaginario sino en ocasiones lo que se creía.
En este caso era necesario creer en el apoyo internacional y en especial de los Estados Unidos, Gran Bretaña y otras potencias. Este se produjo tan solo… en la imaginación popular.
NOTAS
1- Archivo Nacional de Cuba. Fondo Comisión Militar. Legajo 123. Número 1.
2- Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Comisión Militar. Legajo 100. Expediente 4. Folio 118.
3- Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Comisión Militar. Legajo 126. Número 12.
4- Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Comisión Militar. Legajo 126. Número 12.
5- Archivo Nacional de Cuba. Fondo: Comisión Militar. Legajo 126. Número 12.
6- Museo Provincial de Historia. Fondo Julio Grave de Peralta. Libro de Borradores
José Abreu Cardet
Uno de los asuntos más serios a que tuvo que enfrentar el estado español en su guerra colonial en Cuba fue el control de la población. Sabían que la base esencial de las tropas insurrectas eran los campesinos y peones agrícolas. Gente, la más de las veces, estrechamente relacionada por parentesco o amistad con los líderes insurrectos locales. El gobierno colonial tomó una medida que fue fundamental en la represión de la sociedad cubana; la formación de los llamados destacamentos.
En un barrio rural construían un fortín u ocupaban una edificación de condiciones óptimas para cuartel la que fortificaban. Dejaban algunos soldados regulares y formaban un pelotón de voluntarios con los vecinos de la comarca. ¿Hasta qué punto estos individuos formaban esta fuerza de forma voluntaria o bajo la presión de los colonialistas? En medio de una guerra a muerte donde cualquier vecino podía ser considerado sospechoso de colaborar con el enemigo es comprensible que la decisión de no pocos campesinos de integrar esta fuerza no fuera muy voluntaria.
Para mejor comprender la vida en uno de estos destacamentos y sus acciones nos acercamos al de Sao Arriba situado en la jurisdicción de Holguin en el oriente de la isla. Tomaremos un día, el 17 de junio de 1869, para conocer de su vida cotidiana. Ese día se presenta un vecino al jefe de la pequeña fuerza que cuida aquellos predios e informa que: “[…] fue hecho prisionero de este al estallar la insurrección por hallarse en aquel punto, por haber ido a visitar a su padre que lo tenía enfermo allí.” (1)
Pese a que la noticia parece poco creíble, pues lo más probable es que este individuo se incorporó a las fuerzas insurrectas voluntariamente como hicieron muchos al iniciarse la guerra, el jefe del destacamento realiza una indagación entre los vecinos:
“Habiendo tomado antecedentes sobre su conducta anterior y modo de proceder por personas de providad de este punto todos me han manifestado que esta era buena por lo cual no he tenido inconveniente en perdonarlo para que se dedique a sus trabajos” (2)
El individuo a cambio del perdón brinda información sobre los insurrectos: “Al propio tiempo examinando al mencionado Ricardo, del número del enemigo que allí había dice que no pasaban de 200 y que los dirigía el titulado Coronel Guereño.”(3)
En los destacamento se da un asunto de interés. La combinación de voluntarios integrado por vecinos de la comarca con tropas regulares. Esto permite ir abarcando nuevos territorios y creando más unidades de ese tipo. El jefe del destacamento de Sao Arriba informa a sus superiores el 17 de junio de 1869:
[…] en el día de hoy se ha establecido el destacamento en el punto denominado de la Palma, el que consta de 1 cabo y 4 soldados de este y 20 voluntarios.(4)
Es decir 5 militares y 20 vecinos de la comarca que han sido reclutados como voluntarios.
Uno de los asuntos más importantes de estos destacamentos es el control de un área determinada y sus vecinos. Asunto imposible de hacer por las fuerzas de las columnas volantes que se desplazaban constantemente por un amplio territorio. Mientras los destacamentos se mantienen actuando sobre un área determinada. Llegan a tener cierto dominio de esa zona y cuentan además con el apoyo de vecinos que por simpatía o temor los ayudan brindándole información. Los destacamentos estaban asentados sobre un mar de pasiones encontradas. Por un lado una parte de sus vecinos eran convencidos integristas. Mientras otros sentían simpatías por la insurrección. En algunos casos tenían parientes o amigos cercanos en ese bando. En ocasiones los ayudaban. Un informe de fecha 17 de junio de 1869 del jefe del destacamento de Sao Arriba refleja una actuación bastante controvertida de un vecino del barrio.
“Habiéndome dado conocimiento en el día de anteayer a cosa de las 12 del mismo, de que en el punto denominado La Escondida, a media legua de este de que en una casa se habían presentado tres insurrectos dos de ellos extranjeros y uno cubano, el que portaba un revolver y que se había llevado a la fuerza a dos vecinos, amenazándolos con dicha armas, con el fin de que los sirviese de práctico para que los llevasen a San Fernando, en donde se hallaba el grueso del enemigo y este tenia su cuartel general, acto seguido , Salí con 4 soldados de este destacamento y 4 voluntarios que me servían de guía y habiendo practicado un escrupuloso reconocimiento por donde aquellos aparecieron y sus inmediaciones resultó el no hallar nadie pero tuve la satisfacción de que los dos paisanos que aquellos se llevaron pudieron engañar a estos internándolos en la espesura del monte, dejándolos allí y fugándose estos viéndose de este modo, libres de caer en manos del enemigo entonces dispuse que 6 voluntarios se quedasen y diesen una batida por el monte, no dando esta el resultado que yo deseaba.” (5)
La descripción nos pone ante una situación bastante peculiar, pues a los tres días que recibe información del jefe del destacamento del secuestro de los dos individuos. Además estos se fugan lo que nos pone en guardia sobre la buena fe de esos campesinos. ¿Realmente fueron secuestrados o se brindaron de forma voluntaria a ayudar a los mambises?. En cierta forma es comprensible la actitud de estos individuos que viven a media legua del destacamento por lo que deben se subsistir con los insurrectos pero al mismo tiempo ponerse a resguardo de las fuerzas represivas.
Sin embargo dos días después el 17 de junio de 1869 ocurre un acontecimiento que muestra la otra cara de esos destacamentos para España:
“Mas en el día de ayer dos vecinos de esta d. Nicomedes de la Rosa y Joaquín Infante que tiene propiedad en aquel punto, y al salir a sus trabajos y los que están autorizados, el primero para portar una pistola y el segundo escopeta, por ser voluntarios y personas que han prestado muy buenos servicios en particular el primero este ultimo distinguió al pie de un monte cercano, un hombre y haciéndosele este sospechoso su presencia en aquel lugar, se dirigió hacia el y con pistola en mano le intimo a que hiciera alto y habiéndolo interrogado, conoció por sus palabras y porte no era hombre de bien y determinó junto con su compañero Infante el traerlo preso a este punto y a mi disposición.” (6)
El individuo detenido resultó ser un insurrecto. Incluso es uno de los que hacia dos días había “secuestrado” a los dos vecinos de que hicimos referencia. En este caso estamos ante dos individuos fieles a la metrópoli que son del cuerpo de voluntarios, incluso, se les permite portar armas de forma permanentemente para ir a sus labores. Ambos son verdaderos agente de la represión. Vigías permanentes en este territorio. De esta forma los destacamentos eran territorio en lo político en extremo complejo. Bajo la aparente tranquilidad se movían intereses por completo encontradas. Este 17 de junio de 1869 fue un día más de la guerra. Aparentemente no ha ocurrido nada importante. Pero en el se han desarrollado acontecimientos que nos muestran el estado de vigilancia a que había sometido el gobierno colonial a sus súbditos. Es como una biopsia de aquella contienda. Aquel día se iniciaba un sendero terrible para el mambí apresado por estos esbirros voluntarios de la represión. Lo más probable es que fueran ejecutado como ocurría con la mayoría de los mambises capturados. Uno de los muchos héroes anónimos de las guerras de independencia.
NOTAS
1–Archivo de Historia Holguín Fondo Tenencia de Gobierno Expediente 6010 Legajo 159
2–Idem
3–Idem
4–Idem
5–Idem
6– Idem
Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en internet. Link :ompartUn día de la guerra: 17 de junio de1869 (icrt.cu)
José Abreu Cardet
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Máximo Gómez y Calixto García, después de trazar un minucioso plan, se separaron en Guaramanao, Holguín, el 21 de agosto de 1896. Ambos habían participado en una operación en Holguín que concluyó en la toma del fortín de Loma de Hierro. El primero marcharía a Camagüey, donde continuaría las operaciones, el segundo a la zona de Jiguaní, donde les dio algún descanso a las tropas y preparó las condiciones para realizar una nueva concentración y trasladarse al Camagüey.
En ese territorio existía una desfavorable situación debida a la ineptitud del anterior mando. Calixto era jefe del Departamento Oriental del Ejército Libertador que incluia a las antiguas provincias de Oriente y Camagüey.
El 21 de septiembre, Gómez atacó Cascorro. El sitio se extendió por 15 días: «Se les hacen más de 200 disparos de cañón. Las cápsulas no revientan y sólo hacen el efecto de balas de arrasar. Hacen daño a los edificios, por encima, pero insuficientes para destruir los atrincheramientos que son bastante sólidos. El enemigo, a pesar de su estrecha situación como tiene abastecimientos dentro y ha comprendido lo inútil de nuestra artillería, resiste ante nuestra tenacidad». (1) (1)
Una poderosa columna de refuerzo obligó a los mambises a levantar el sitio. Los españoles desataron una intensa campaña de prensa sobre el fracaso cubano tanto en Cuba como en el extranjero.
El 30 de septiembre, Calixto, al frente de una poderosa columna, salió de los límites de Jiguaní y se encontró con el obstáculo del río Cauto desbordado por las lluvias. Había dos factores desventajosos para el cruce del río: la gran cantidad de hombres, más de 2 000 y el exceso de impedimento, debido a las armas y parque que llevaba para Máximo Gómez. Sin embargo, estaba incitado por la urgencia de llegar lo más rápidamente a Camagüey.
El fracaso de Cascorro obligaba a los cubanos a forzar al paso del Cauto sin detenerse a esperar que la creciente del río disminuyera. Ante la imposibilidad de encontrar un vado, recurrió a la utilización de medios ingenieros. Tradicionalmente, los vecinos del río tenían pequeñas canoas, pero en aquellos momentos el número era bastante reducido. El traslado de la columna insurrecta, en esas embarcaciones, se hubiera prolongado indefinidamente, y con la amenaza de quedar fragmentada, nada conveniente en una operación militar. Gracias a la experiencia de los vecinos del Cauto, y a la mano de obra de los combatientes la mayoría campesinos, se talaron una gran cantidad de árboles, muy abundantes en las riberas del río, y se construyeron numerosas balsas. En dos días, a pesar de los intensos aguaceros, contaban con una flotilla de balsas.
El jefe del Departamento organizó minuciosamente el paso del río, dividió las tropas en pequeños grupos, asignándole a cada uno una embarcación. La caballería, más de doscientos jinetes, iban en canoas con los caballos cogidos por las bridas. La impedimenta se dejó para el final. En la otra ribera del río, los mambises encontraron extensas llanuras inundadas, y fueron atravesadas cargando, cada soldado, además de sus utensilios personales, 60 ó 70 libras de parque destinado a Gómez.
El río Salado, inundado también, fue atravesado por un puente que se le construyó. Al llegar a San Andrés de la Rioja, zona mucho más alta, los cubanos habían ganado una difícil batalla a la naturaleza. Allí se incorporaron las fuerzas de Holguín con dos cañones y una gran cantidad de mulos y caballos. En este campamento: «…la columna se había fortalecido militarmente en dos sentidos: con la incorporación de nuevas fuerzas y con la inclusión de la artillería; había ganado en movilidad el pasar la carga adicional de la artillería para las acémilas. Por otro lado la lluvia cesó y los caminos se hicieron más transitables». (2)
El 13 de octubre Máximo Gómez y Calixto García se encontraron en San Antonio de Blanquizal y trazaron el plan de operaciones: el ataque a Guáimaro. El primero, al frente de una columna de caballería en las inmediaciones de la ciudad de Camagüey, impediría la llegada de refuerzos a los sitiados. Los mambises tuneros desempeñaron similar función en su zona. El sitio del poblado por Calixto, se prolongó entre el 17 y 28 de octubre, cuando finalmente se rindió la plaza.
Después de esta victoria, ambos generales, unidos, decidieron atacar el poblado de Cascorro. El general José M. Capote, con parte de las fuerzas, recibió la misión de construir trincheras alrededor del poblado, impedir la entrada de alimentos y hostigar la guarnición, constantemente, para desmoralizarla. Mientras, Gómez y Calixto se enfrentaron a la poderosa columna de refuerzo del general Jiménez Castellano, quien logró, después de combatir con los cubanos, entrar en Cascorro.
El plan trazado por ambos estrategas, se adaptaba a las nuevas circunstancias; en esos momentos era imposible atacar Cascorro, defendido por más de 4 000 españoles, por lo que bloquearon y repartieron las fuerzas en todos los caminos de acceso al poblado.
Jiménez Castellanos decidió retirar la guarnición de Cascorro. El 5 de noviembre, después de incendiar el poblado, inició la marcha. En su recorrido hasta San Miguel de Nuevitas fue continuamente hostigado por los cubanos. En la operación reconoció tener 20 muertos, 59 heridos graves y 138 leves. Los cubanos, 6 muertos y 44 heridos, entre graves y leves. Poco después, los españoles también se vieron obligados a retirar la guarnición de San Miguel de Nuevitas.
Estas acciones cubanas demostraron la capacidad y organización del Ejército Libertador. Vencieron los obstáculos de las crecidas de los ríos Cauto y Salado, alimentaron durante más de un mes una concentración de alrededor de 3 000 combatientes y sostuvieron durante once días el sitio de Guáimaro. Luego, obligaron al mando enemigo por medio de acciones combinadas de grandes unidades y hostigamiento guerrillero, a abandonar los poblados de Cascorro y San Miguel.
Aunque también tienen otra lectura estas acciones. El ejército español había concentrado la mayoría de sus tropas en el oriente y el occidente de la isla donde el Capitán General Weyler llevaba a cabo una intensa ofensiva. No era pensable en el occidente esta concentración de tropas y su desplazamiento sin ser hostigado por el enemigo. Mucho menos dedicar tiempo a construir un puente para facilitar la marcha.
En buena medida los éxitos de los mambises en Oriente y Camagüey, los sitios relativamente prolongados a plazas enemigas como los de Güaimaro, Tunas, Guisa… eran también producto de la resistencia de los mambises del occidente y Las Villas. Ellos obligaban al mando hispano a mantener el grueso de sus fuerzas en el occidente pues no lograban aplastar la insurrección.
Surge otra pregunta sin respuesta ¿Por qué no fueron trasladadas al occidente y Las Villas parte de esos mambises orientales bien armados y entrenados? Las respuestas pueden ser muchas; pero en cierta medida pese a la triste experiencia de la contienda de 1868, donde las divisiones internas y regionales fueron un factor que dispersó el esfuerzo independentista también estaban presentes en el 95. Eran los terribles fantasmas de la contienda de 1868 a 1878 que habían sobrevivido. La destitución de Céspedes, el motin de Laguna de Varona acompañaban a estos mambises. La multitud de hombres y mujeres que entregaban familia y vida a la guerra estaban imbuidos de un sentido de la autodestrucción inconciente.
Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en internet. Link :
CompartiOperación Guáimaro- Cascorro y los fantasmas del “68” (icrt.cu)
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