ANOTACIONES (24)

La nueva guerra: economía, racismo e insurrectos de Cuba en 1895

El chivirico: “somos pobres pero muy limpios y honrados”

El sitio de Holguín: una necesaria reedición

 

La nueva guerra: economía, racismo e insurrectos de Cuba en 1895

José Abreu Cardet

El 24 de febrero de 1895 estalló la última guerra contra el colonialismo español en Cuba. Aquel domingo de carnaval y día de San Matías y San Modesto, según el santoral católico, cambiaría definitivamente la historia de la mayor de las Antillas. La contienda que se iniciaba tendría características muy diferentes de las dos anteriores.

A diferencia del 68 que la comenzaron hombres y mujeres sin experiencia militar y fue necesario buscar a los maestros que los enseñaran a combatir entre extranjeros radicados en Cuba o que vinieron en expediciones, en la nueva contienda abundaban los veteranos de las dos guerras anteriores. Algunos de ellos verdaderos genios militares.

El grado de organización fue muy superior a las dos anteriores. A diferencia de 1868 que estalló en La Demajagua, Manzanillo y la de 1879 en Mala Noche, Holguín, en la de 1895 se produjeron alzamientos simultáneos en Matanzas, Las Villas y Oriente, aunque en esta última provincia fue donde único tuvieron éxito.

Si bien aquella guerra es uno de los periodos más estudiados y debatidos, menos se ha valorado la crisis económica en que se encontraba sumergida la Capitanía General. Como han afirmado dos historiadores españoles: “Una coyuntura de bajos precios del azúcar hacia reinar la miseria en los campos para colonos y jornaleros”. (1) La crisis fue un factor importante a tener en cuenta para valorar la decisión de muchos en marchar al campamento mambí como afirmara el colega Jorge Ibarra Cuesta. (2)

Otro asunto importante fue el fin de la plantación esclavista. El sistema colonial mantenía en las guerras anteriores alrededor de 344 618 (3) esclavos y una gran cantidad de ingenios y cafetales. Esta cifra en una población que no alcanzaba el millón y medio es significativa. La mayoría de los plantadores esclavistas se convirtieron en defensores incondicionales del colonialismo. En las zonas donde predominaban estas instalaciones eran prácticamente inexpugnables como el valle de Guantánamo que continuó produciendo durante toda la guerra.

Pese a que en el Centro y el Oriente se desarrolla una descomunal guerra de independencia entre 1868 a 1878 Cuba produjo anualmente más del 15 por ciento de toda el azúcar del mundo. Incluidas en ese periodo están las zafras de 1868 a 1876 en que llegó a fabricar más del 20 por ciento anual de la producción mundial. (4) Esta producción azucarera se realizaba fundamentalmente en el Centro y el Occidente donde predominaba la plantación esclavista. Lo que nos demuestra el control pese a la guerra que llegaron a tener sobre esta masa de hombres y mujeres los plantadores. La invasión al Occidente al igual que las sublevaciones en esa región fracasó. No sería hasta que se eliminó la esclavitud que se produjo la invasión.
El hecho de que Antonio Maceo fuera reconocido como Lugarteniente del Ejército Libertador en 1895 y otros negros y mulatos como: José Maceo, los hermanos Cebreco, Quintín Banderas desempeñaron relevantes cargos y alcanzaron altos grados militares nos dice de una sociedad que ha cambiado.

Hay una gran cantidad de referencia a la actitud racista de miembros del gobierno insurrecto respecto a Maceo y otros líderes negros, pero se ha visto menos la realidad de que los cubanos blancos aceptaron a estos destacados caudillos y les obedecieron. Por citar un ejemplo en el territorio de Holguín, una zona de población blanca, la sublevación del 24 de febrero no se generalizó e intensificó hasta que Maceo no llegó a esa comarca y la recorrió.

Algunos líderes militares blancos, veteranos de la guerra anterior, no se levantaron en armas hasta que no vieron al General Antonio. En una sociedad que apenas 10 años atrás, en 1886, había abolido la esclavitud esto es sorprendente.

Uno de los alzamientos más numeroso del “95” y donde los insurrectos realizaron el primer enfrentamiento armado se produce en Guantánamo. Este fue un territorio de una fuerte base integrista en la contienda de 1868. El alzamiento de 1868 fue aplastado y no se incorporó a la Revolución hasta 1871 que fue invadido por las tropas de Maximo Gómez. Uno de los líderes más importante del Oriente de Cuba era un negro, Guillermo Moncada. Todo esto no era pensable en octubre de 1868.

Los hombres del 95 tenían el trasfondo de los mitos heroicos que se habían ido extendiendo por todo el país. Este asunto es en extremo importante. Los mambises del 68 sacaron sus leyendas heroicas de gente que eran sospechosas de tener más intereses de unir la isla a los Estados Unidos que de obtener su independencia. La misma bandera había tenido un origen anexionista.

Los hombres y mujeres del 95 tenían un trasfondo de mártires que se habían sacrificado por Cuba Libre. Era el aporte del 68. Este mundo espiritual también fue importante para comprender como la guerra se extendió por todo el país y en general los éxitos del 95.

En 1895 hubo un cambio en parte de la emigración española que estaba más ligado a los intereses de la isla que de la metrópoli. La ley de relaciones comerciales de 1882 la había afectado pues esta: “Además al hacer, prácticamente imposible el comercio directo de Cuba con terceros países (con otro que no fuesen la metrópoli ni tampoco los Estados Unidos)” (5)

El socio comercial más fuerte era Estados Unidos. Los otrora exaltados patrioteros que se sentían protegidos en el seno del Estado español durante la guerra de 1868 y además estaban comprometidos con el orgullo nacional sobredimensionado, de pronto se encontraron en una situación económica nada agradable. Las medidas proteccionistas de España tenían respuestas en otros países, entre ellos Estados Unidos, lo que afectó el comercio de la isla y los intereses de los inmigrantes españoles.

Esto en cierta forma explica la actitud de parte de la inmigración peninsular. Antonio Maceo expresaba en carta de agosto de 1895:

“Hace tres días estoy recorriendo las inmediaciones de Santiago de Cuba y toda su jurisdicción, visitando a los vecinos y poblados que nos reciben con marcadas demostraciones de contento sin que se noten las señales de traición de cubanos y españoles como acontecía en otros tiempos…”

“Lo que más me llama la atención es ver como el elemento español nos ayuda eficazmente con sus confidencias y recursos.”(6)

El Capitán General Arsenio Martínez Campos se refería el 25 de julio de 1895 a que: “…ya son pocos en el interior los que quieren ser Voluntarios.”(7) El líder autonomista Eliseo Giberga al referirse a la entrada de la columna invasora a Pinar del Rio reflexionaba que:

“… se les entregaron poblaciones; se les entregaron armas; se les acogió como libertadores, asociándose peninsulares- no de buen grado, sin duda- a las demostraciones de que eran objeto…hubo bailes, y banquetes y serenatas y otras fiestas y se alzaron algunos millares de hombres. Pueblos hubo que quedaron casi reducidos a los ancianos, mujeres y niños; de algunos salieron también familias enteras para los campamentos insurrectos; y no faltaron mujeres que empuñaron las armas y tomaron parte en reñidísimos combates.” (8)

Mientras el historiador Jorge Ibarra nos indica que: “A diferencia de la burguesía comercial e industrial española, la clase media de esa procedencia no había formado parte de las élites coloniales, ni se había identificado de una manera fervorosa e incondicional, con el poder colonial durante la última gesta independentista cubana.” (9)

Gibara es un ejemplo de los cambios que habían ocurrido en la isla. Territorios de larga tradición integrista durante la Guerra del 68 ahora estarán presentes en el movimiento revolucionario. Gibara pueblo donde en la guerra del 68 prevaleció la defensa del Imperio Español dará su aporte a la nueva contienda. Es de destacar el alzamiento de Ricardo Sartorio, terrateniente del barrio de Velasco, a los que se suman otros vecinos de esta zona. Otros territorios con predominio de los integristas en el pasado se unen a la guerra. En Santa Lucía se alza Don Lorenzo de la Cera, oficial de la guerra del 68, en Fray Benito José García Portelles, Diego Yebra y Pedro Ricardo.

Miro Argenter, líder fundamental del alzamiento en Holguín y Gibara, recordará de aquellos días: “…hermoso y animado panorama el de nuestras campiñas al resplandecer los albores de la revolución. Donde quiera se veían grupos de campesinos a caballo; salían del fondo del bosque, de la llanura limpia, de lo alto de la sierra, de la cuenca del río, convocados no se sabe por quién no por qué pregones acudían, sin embargo al llamamiento de la patria, aviados del todo, en son de guerra. El sitiero dejaba su estancia, el veguero sus posturas, el labrador sus utensilios de trabajo; todo el mundo abandonaba la faena a medio hacer…” (10)

Es interesante que hay un asunto poco tratado por los estudiosos de aquella contienda y es que el ejército hispano contó, en febrero de 1895, con una bibliografía expresamente elaborada, con indicaciones de cómo combatir una insurrección en Cuba. Los militares en octubre de 1868 tenían a su favor la larga tradición de luchas contra fuerzas irregulares en Marruecos, República Dominicana y la propia España. Pero aquel día de carnaval y alzamientos de febrero de 1895 el ejército hispano tenía a su disposición una valiosa bibliografía elaborada por oficiales que tomaron parte en las anteriores contiendas y adaptados los análisis y propuestas a las condiciones de la isla.

El más relevante es el que escribió el oficial Leopoldo Barrios Carrión publicado unos años antes del estallido del 95 con el título de La historia de la guerra de Cuba. (11)

El proceso independentista cubano tiene un hilo común: la primera guerra, 1868, y la última 1895 fueron iniciadas por dos poetas. Carlos Manuel de Céspedes, el Padre de la Patria y su más destacado apóstol: José Martí. El largo camino de la independencia cubana está estrechamente unido al arte.

En cierta forma quizás sea la más hermosa poesía imaginada en la isla no en la soledad de la creación de un poeta sino aporte de todos los cubanos a su guerra de independencia.

Notas:

1-Antonio Elorza y Helena Hernández Sandoica: La guerra de Cuba 1895 1898, Alianza Editorial Madrid, 1998, p 179.
2.-Para conocer de la situación económica ver entre otros textos a Jorge Ibarra Cuesta, Guerra del 95 ¿Guerra de la voluntad e ideal o de la Necesidad y la pobreza? En Jorge Ibarra Cuesta, Patria, etnia y nación, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2007, pp93- 105.
3.-Ismael Sarmiento Ramírez, Cuba: Entre la opulencia y la pobreza Agualarga editores S.L. Sin año de publicación. p. 51.
4.-Manuel Moreno Fraginals. El Ingenio. Editorial Ciencias Sociales. La Habana. 1978. t. 3. p. 37.
5.-Antonio Elorza y Helena Hernández Sandoica, La guerra de Cuba. 1895- 1898, Alianza Editorial Madrid, 1998, P. 127.
6.-José Luciano Franco, Antonio Maceo apuntes para una historia de su vida, Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 1973, tomo 2, p 151.
7.-Raúl Izquierdo Canosa, La Reconcentración 1896-1897. Ediciones Verde Olivo, Ciudad de La Habana, 1997, p. 23.
8.-Leopoldo Giberga, Apuntes sobre la cuestión de Cuba, por un autonomismo, La Habana, 1987, pp. 146-147.
9.-Jorge Ibarra Cuesta, Herencia española, influencia estadounidense. En: Nuestra Común Historia. Cultura y Sociedad. Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1995.
10.-Constantino Pupo Aguilera, Patriotas Holguineros, Holguín, 1956, p. 120.
11.-En el 2020 la editorial española Deslinde con el auspicio del Frente de Afirmación Hispanista realizó una edición facsimilar con un estudio de Ángela Peña, José Abreu y José Novoa.

Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en Internet. Link:

La nueva guerra: economía, racismo e insurrectos de Cuba en 1895 (radioangulo.cu)

El chivirico: “somos pobres pero muy limpios y honrados”

José Abreu Cardet

 

La palabra me llegó entre brumas de mis recuerdos de conversaciones de parientes campesinos; chivirico para uno o chirivico para otros. Las definiciones son muchas. Se denomina así un tipo de alimento popular una especie de empanadas fritas y dulces.

También Chivirico es un poblado situado en la costa sur de Cuba, a unos 75 kilómetros de la ciudad de Santiago de Cuba. Tiene fama por sus bellas playas y acogedores hoteles para el turismo. En Centroamérica es un helado casero de sabores.

En los campos cubanos había o hay otra definición. El chivirico es un “instrumento” de limpieza, prácticamente, olvidado en la actualidad. Surgió producto de dos constantes en la vida del campesino y los trabajadores agrícolas. Una era la pobreza que sufría una parte considerable de ellos. Cualquier gasto por mínimo que fuera significaba una merma importante del peculio familiar. Por lo que se ahorraba al máximo.

Paralelo a esta escasez de recursos estaba el afán de las familias campesinas de mantener en un estado decoroso el bohío. La limpieza era un factor fundamental. Las mujeres de la casa eran las encargadas de esta labor. Había un verdadero orgullo campesino por que el recién llegado, el visitante esporádico o el familiar cercano encontraran una escrupulosa limpieza en piso, paredes y patios del bohío por humilde que fuera. Los pisos de esas rústicas construcciones que la mayoría de las veces eran de tierra se barrían varias veces al día. En ocasiones se le regaba ceniza de los fogones que casi siempre eran de leña, y se apisonaban.

También los alrededores de la casa se mantenían limpios. La limpieza llegaba a alcanzar un grado de obsesión en algunas familias campesinas. Se tenía sumo cuidado que no crecieran hierbas en la cercanía de la casa. Las piedras también eran retiradas. Algunas mujeres regaban agua tanto en el piso, cuando era de tierra y en los alrededores para evitar el polvo. Pero una escoba criolla no siempre estaba al alcance de estos pobres bolsillos.

La escoba formaba parte de la artesanía campesina. Se hacía con un pedazo de madera y yarey. Vendedores ambulantes se encargaban de su comercialización. También en las bodegas se vendía. Pero era distintivo de un nivel de vida que sobrepasaba la pobreza. Los de muy escasos recursos no podían adquirirlas.

Las campesinas pobres a falta de escoba hacían el trabajo de limpieza con el “chivirico” o “chirivico”, rústico instrumento fabricado con el racimo seco y sin el grano o semilla de la palma real llamado en el argot campesinos cubano como palmiche. Esta solución no era encontrar una sustitución a la escoba sino un paliativo brindado por la pobreza. Se ataba por el centro de manera que fuera más compacto y barriera con más eficiencia la basura y el polvo. Algunos campesinos utilizaban la escoba para la limpieza del piso de la casa; pero para los patios esta era sustituida por el chivirico. Una forma de proteger la escoba de piedras y la tierra suelta de los patios.

Un testimoniante nos recuerda que: “El racimo de palmiche, cuando ya se secaba y no tenía el grano como era ancho, de gajitos dispersos se cogía se amarraba con un yarey por el centro para hacerlo más compacto. Siempre lo vi usar en la familia de mis abuelos para barrer los pisos en especial los patios” (1)

Para hablar de la cultura campesina cubana es asunto obligado mencionar al “chivirico” como se la llamaba en el territorio rural de Holguín en la parte oriental de Cuba. Esta nota muy breve sobre la larga vida de aquel instrumento de limpieza, hoy casi desaparecido, es un intento de que se le recuerde y un silencioso tributo a aquellas pobres campesinas que hicieron de la limpieza de sus hogares un orgullo que se le mostraba a todos. Una especie de bandera de combate algo asi como somos pobres pero muy limpios y honrados. El criterio aparentemente simple tiene una gran sentido emotivo.

Notas.
1- Entrevista por el autor a Hiram Pérez Concepción el 26 de febrero del 2022.
Para la confección de este trabajo entrevistamos a José Vega Rodríguez, Nery Suñol Ricardo el 16 y 19 de junio del 2007 y Aleida Gómez Figueredo el 23 de enero de 2010.
Nos ofreció una valiosa información el historiador de Gibara, Enrique Doimeadios Cuenca.

Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en Internet. Link:

El chivirico: “somos pobres pero muy limpios y honrados” (radioangulo.cu)

 

El sitio de Holguín: una necesaria reedición

José Abreu Cardet

 

El 14 de octubre de 1868 una parte de los holguineros se sublevaron contra España secundando la decisión de Carlos Manuel de Céspedes. Ya el 20 de octubre eran prácticamente dueños de los campos de la jurisdicción. Pero la sublevación estuvo mal organizada.


El líder principal de la conspiración se negó a unirse a la revolución. Esta quedó acéfala y no fue hasta el 23 de octubre que se creó un mando central. Carlos Manuel de Céspedes, desde Bayamo, envió al venezolano Amadeo Manuit como jefe de Holguín. El 30 de octubre los insurrectos atacaron la ciudad. Los colonialistas tuvieron tiempo de fortificarse y rechazan el asalto. Los revolucionarios la bloquean y el 17 de noviembre de 1868 penetran en ella y ponen sitio a las casas defendidas por el enemigo. Esta lentitud en el ataque permitió al mando español tomar medidas para la defensa. Se atrincheraron en la manzana donde está situada la residencia del comerciante Francisco Rondan, en el hospital militar y la iglesia San José. Esta última fue tomada pero los demás defensores resistieron el sitio a que fueron sometidos hasta el 6 de diciembre de 1868 en que una columna de refuerzo procedente de Gibara obligó a los insurrectos a retirarse a los campos. Sucintamente estos son los acontecimientos que el poeta y periodista Antonio José Nápoles Fajardo describe en su folleto «El Sitio de Holguín».


En Cuba existe una tradición de publicar documentos u obras pretéritas más o menos olvidas. Siguiendo esa tradición han llegado a la imprenta gran cantidad de documentos de: Céspedes, Agramonte, Aguilera, José Martí, Calixto García, Julio Grave de Peralta, Antonio Guiteras, Ernesto Che Guevara, Camilo Cienfuegos y otras personalidades destacadas del pasado cubano. Incluso existió hace unos años una colección de la editorial Ciencias Sociales, de La Habana, llamada Palabra de Cuba que tenía como objetivo el editar colecciones de documentos o libros de autores desaparecidos y poco recordados. En el olvidado concurso Primero de Enero entre los géneros que concursaban se encontraba el de Compilación.


Respecto a las compilaciones de documentos y textos de las guerras de independencia de Cuba, por regla las compilaciones son de documentos producidos por los revolucionarios. En este caso particular nos encontramos que luego del fin del dominio colonial en la Isla, muy pocas obras con la visión de los integristas se han publicado. Hasta donde sabemos tan solo ha sido llevada a la letra de imprenta el libro testimonio del soldado español José Moure Soto. (1)La mayoría de los textos producidos por quienes defendían el integrismo se han ido deteriorando en las bibliotecas. Aunque no queremos absolutizar, pero no abundan las compilaciones o reediciones de obras integristas. Tampoco estudios críticos de esas obras.

 

Uno de estos fue el de la profesora Carmen Almodóvar que hizo un breve análisis, seis páginas de crítica y 23 de textos, de los autores integristas, Justo Zaragoza y Antonio Pirala. El referido texto aparece en su libro Antología Crítica de la historiografía cubana. (2) Es un estudio valioso y fundamental para la historiografía. Pero es una antología con los límites respecto a la extensión de ese tipo de obra. Los integristas han sido olvidados por los compiladores cubanos. Para los estudiosos del proceso independentista es lamentable, pues tan solo se tiene información sobre el bando cubano. Mucho menos han sido tenidos en cuenta los autores cubanos que militaron en el integrismo. Pese a que el periodo de las guerras de independencia es el más estudiado y abundan las compilaciones sobre los patriotas, el universo de las compilaciones y los estudios sobre el integrismo es prácticamente virgen.


En este año Ediciones Holguín publicará El Sitio de Holguín de Antonio Nápoles Fajardo con una introducción y notas a pie de página de Ángela Peña Obregón y el autor de este breve artículo. Hemos incluido unas 252 notas a pie de página. En estas notas además de ofrecer información sobre lugares, personas y acontecimientos poco conocidos a los que Nápoles Fajardo hace mención en su obra incluimos análisis sobre el texto. En la introducción nos concentramos en analizar la obra más que los acontecimientos y la biografía del autor del Sitio de Holguín.


Sobre la vida de Nápoles Fajardo existe muy poca información. Su ciudad natal, Tunas, fue destruida en dos ocasiones por las fuerzas revolucionarias. Primero Vicente García la capturó y destruyó en la guerra de 1868, luego Calixto García la volvió a tomar en agosto de 1897 y la incendió. La documentación donde aparecía información sobre Antonio José se quemó. Figura poco atraída por los estudiosos del pasado por su condición de integrista tan solo existe una breve biografía de su vida publicada por Carlos Tamayo. (3)


Sus padres fueron Manuel Agustín Nápoles Estrada y Antonia María Fajardo vecinos de la ciudad de Las Tunas. El matrimonio tuvo tres hijos varones, a los que bautizaron con los nombres de Juan Cristóbal, Manuel y Antonio José. El primero sería el famoso poeta conocido con el seudónimo de «El Cucalambé». Las hembras fueron Antonia, Ismaela, Manuela, Ana Gertrudis y María de la Concepción Cleofás. La familia aportó dos poetas de renombre a la cultura cubana: Juan Cristóbal y Manuel. También Antonio José tenía sensibilidad de poeta. Aunque de él apenas han quedado tres poesías. En criterio de Carlos Tamayo, estudioso por excelencia de esa familia de intelectuales, existen otros poemas inéditos.


La biografía de Antonio José está llena de imprecisiones. No hemos podido determinar la fecha de su nacimiento. Su partida de bautismo ardió con el templo local en una de las ocasiones en que Tunas fue incendiada. Contrajo matrimonio con Josefa María Resolló con la cual tuvo una niña que nació el 4 de febrero de 1861. (4)


Antonio José se relacionó desde joven con la tipografía. El 7 de marzo de 1859 cinco vecinos de la población le dirigen una solicitud al Capitán General para comprar una imprenta y crear un periódico semanal titulado El Hórmigo. (5)


El grupo de promotores adquiere la imprenta en Puerto Príncipe y la establecen en Las Tunas bajo la dirección de Manuel Nápoles Fajardo. En diciembre de 1860 Manuel traspasa la administración a su hermano Antonio José. Por su parte Antonio José la traspasa más tarde a Lorenzo de Artime y Moran pues ha decidido trasladarse a Holguín.


Nápoles llegó a Holguín en 1861. En esos años esta población era el centro de un amplio desarrollo económico promovido por la creación del puerto de Gibara en 1822. En términos de la economía actual se le podría definir como una especie de locomotora de la región o el milagro gibareño. Nápoles estableció una imprenta y fundó un periódico: El Oriental (6). El local donde estaba la imprenta era una casa de mampostería y tapia situada en la calle Idelfonso número 19 entre San Isidoro y San Miguel. Este inmueble era propiedad de Miguel Ignacio Ochoa. El alquiler era de 600 pesos al año. El propietario Miguel Ignacio Ochoa era vecino de Fray Benito. Esto era todo un símbolo del desarrollo local. Si bien Holguín era una ciudad que progresaba, la base económica fundamental estaban en las capitanías de Fray Benito, Gibara y parte de Maniabón que integraban el hinterland del puerto. Cada vez un número mayor de vecinos de la jurisdicción se establecía en esa zona. (7)


Durante muchos años fue el único periódico de la jurisdicción de Holguín que se mantiene de forma continua. Su imprenta fue la única en la jurisdicción hasta 1873 que se creó una imprenta en Gibara. Dado el auge económico de Gibara y las muchas necesidades del comercio internacional, la imprenta debió de ser un buen negocio.


Antonio José se convirtió en un integrista convencido. Para él los muchos problemas de su isla se podían resolver en el marco del régimen colonial. Esa era una corriente de no pocos nacidos en la Mayor de Las Antillas antes del estallido de la revolución de 1868. Viéndolo en el contexto del Nuevo Mundo Nápoles tenía muchos motivos para defender la presencia española en Cuba. En la Isla a diferencia, de las repúblicas latinoamericanas, se conservaba una paz que parecía eterna. Es cierto que existía un bandolerismo prácticamente endémico pero esto comparado con las guerras civiles en muchos países de Latinoamérica era un mal menor.

 

En Cuba se había mantenido un permanente incremento del desarrollo económico. La producción azucarera y tabacalera se había acrecentado constantemente desde el principio del siglo. La base de esa riqueza era el trabajo esclavo. Pero a Nápoles no le preocupaba la horrible condición de esos desdichados. Era un hombre que no superó su época y la esclavitud era asunto aceptado y justificado. Nápoles gozaba de los privilegios de pertenecer al grupo vinculado al poder. Hasta 1866 su periódico fue el órgano oficial de la Tenencia de gobierno (8). Es cierto que existían profundas contradicciones en la sociedad colonial pero a los ojos de Nápoles se podían resolver en el marco de la colonia. Esclavos, negros y mulatos libres, campesinos y peones pobres fueron olvidados por este poeta y periodista.


Con tales presupuestos morales no es de extrañar que Nápoles participara activamente en el sitio de Holguín en el bando español. Concluido el sitio Nápoles se trasladó a La Habana donde falleció en 1869. Su libro El Sitio de Holguín fue publicado en ese año en La Habana.


Pese a que discrepamos con muchos de los criterios expuestos en el referido libro consideramos que estamos ante un texto de indiscutible valor como testimonio de una época y una forma de pensar y actuar: el integrismo. Por lo que hemos decidido poner a disposición del lector de «Memoria Holguinera» este texto en próximas entregas.


NOTAS:


1–José Moure Soto. «1102 días en el ejército español: Recuerdos de un soldado de la guerra de Cuba». Compilación y prólogo de Ramón Dacal Moure. Ediciones Boloña, publicaciones de la Oficina del Historiador de La Habana. La Habana, 2001.
2–Ver: Carmen Almodóvar Muñoz. Antología crítica de la historiografía cubana. Época colonial. Editorial Pueblo y Educación, La Habana, 1986, pp. 663-693.
3–Carlos Tamayo Rodríguez. Réquiem por una oveja. Editorial Sanlope, Las Tunas, 1993.
4–Iglesia de Las Tunas. Libro de bautizos de blancos, folio 37, número 165, Libro 1.
5–ANC: Fondo Gobierno Superior Civil de la Isla de Cuba, Legajo 679, Registro 1, Expediente 1376, No. 21592.
6–Para 1866 aparece su imprenta y tipografía en un inmueble arrendado, sito en el ángulo de las calles San Ildefonso y San Isidoro (Aricochea y Libertad), enfrentado a la Plaza de la Parroquial, hoy parque Julio Grave de Peralta. (APH: Fondo Tenencia y Ayuntamiento, Relación de Fincas urbanas, año 1866)
7–Fondo Tenencia de gobierno y ayuntamiento Fincas urbanas Legajo 132 Expediente 5029 Folio 51 28 de abril de 1861.
8–En el cajetín aparece «Periódico oficial de la Tenencia de Gobierno del Ilustre Ayuntamiento y demás oficinas del Estado» (AMP: El Oriental, Año IV, no. 122, Holguín, 1 de febrero de 1866) En otro número revisado, año 1867, aparece como: «Periódico Literario, agrícola, mercantil y de noticias». (Ibídem: Año V, no. 144, 3 de mayo de 1867)

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El sitio de Holguín: una necesaria redención (radioangulo.cu)