ANOTACIONES (23)

“…hemos sufrido bastante para merecer el perdón”

«El centro comercial tradicional de Holguín»: un libro novedoso

Holguineros en la 23 Feria Internacional del Libro

“…hemos sufrido bastante para merecer el perdón”

José Abreu Cardet

Durante la tregua fecunda, 1880-1895, varios independentistas cubanos publicaron artículos periodísticos o libros testimoniales donde hacían diversas valoraciones de los principales acontecimientos de la contienda del 68. Algunas de estas obras crearon polémicas entre los revolucionarios.

Calixto fue sumamente cuidadoso en ese período en dar criterios que afectaran la reputación de un patriota o crearan divisiones entre los veteranos de la guerra. Nada más elocuente que los frustrados intentos del historiador Antonio Pirala para obtener una entrevista. Al respecto rememoraba Carlos García Vélez.

“Conocí a Pirata en el Ateneo de Madrid. Creo que fue Salvador Canals quien nos presentó, a instancia de Pirata. Al punto empezó a decirme cuanto se alegraba de hablar conmigo pues se hallaba desde tiempo atrás muy interesado en recoger datos de la guerra de Cuba; queriendo comprobar o rectificar algo sobre mi padre.

A este fin me insto encarecidamente que yo le consiguiera una entrevista. Le contesté que papá había mantenido siempre el criterio de no rectificar ni ratificar nada de lo que pensaran o escribieran de él.”

“Durante largos años había observado esta conducta aun cuando tuvo abundantes oportunidades de escribir sus memorias, las cuales nunca podría accederse a publicar ya que en vida muchos de los autores y su propia condición de deportado en España, le vedaban expresar la verdad de tantas cosas y que por lo demás yo sabía que él dejaba a la historia el juicio de sus actos, sin querer sincerarse ni rebatir lo que pudiera opinarse en su contra. Pirala no cejó en su empeño y en vano me buscó donde quiera que yo estuviera ya en el círculo de Bellas Artes, ya en el de Escritores y Artistas ya en los Foyes del teatro, instándome para que convenciera al General que le concediera una entrevista. Visita varias veces mi Gabinete de dentista en el Paseo de Recoletos no 21, entresuelo izquierdo. Sabiendo que mis padres vivían conmigo con la esperanza de ver a Don Calixto lo que nunca logró.

Antonio Pirala sería hombre de unos sesenta años, muy encanecido bajito y cojo, de mirar penetrante a consecuencia de los lentes de sus anteojos do oro que siempre usaba. Hablaba con suma facilidad y era visto en Madrid como un «latoso” insoportable.” (1)

Calixto era del criterio de juzgar a sus antiguos compañeros de lucha más que por sus contradicciones o errores, por el sacrificio que hicieron por la independencia de la patria.

En una carta de fecha 15 de octubre de 1881 refiriéndose a un grupo de insurrectos de la llamada Guerra Chiquita encerrados en una prisión española, expresaba: “Mucha culpa tienen esos en los que está pasando, pues si nos hubieran ayudado no se encontrarían hoy en esa situación; hay que perdonarles su ignorancia pasada en gracia de sus sufrimientos presentes.” (2)

El 20 de enero de 1882 reafirmaba estos criterios en misiva a su amigo Bavastro. En esta ocasión se refería a Antonio Maceo con quien había tenido discrepancias durante la organización de la Guerra Chiquita alegrándose de sus éxitos en Honduras pese a las contradicciones que habían tenido en la preparación de la referida contienda. Calixto, durante su exilio en España, le escribió al Dr. E. Rubio algunas aclaraciones sobre aspectos con los que no estaba de acuerdo del folleto de Máximo Gómez “El Convenio del Zanjón”. Termina su reflexión con las siguientes palabras:

“Esta es la verdad de lo pasado en el asunto á que se refiere el Mor. Gómez en el capítulo que ha señalado y cuya relación es solo para Ud., mi buen amigo, pues no quiero llevar al dominio público recriminaciones que á nada conducen, sino es á introducir más y más entre nosotros la discordia que nos ha reducido al triste estado en que nos vemos.” (3)

Cuando Fernando Figueredo Socarrás le informó que pensaba escribir la historia de la contienda del 68, Calixto en carta, de fecha 29 de mayo de 1883 le expresaba algunos criterios sobre este tipo de obras históricas realizadas por sus mismos protagonistas:

“Nadie está en mejor situación que V. para escribir la historia de nuestra Revolución. Tan pronto en la Presidencia, como al lado de los jefes militares, y querido por todos, vio V. empezar a formarse el nublado que destruyó en un día nuestros esfuerzos de tantos años.

Nadie mejor que V. puede contar las heroicidades de algunos y las miserias de los otros, las pasiones bastardas y las ambiciones de tantos que ya tenían por seguro el triunfo y olvidaban combatir a los godos por hacerlo a sus compañeros.

Pero reconociendo en V. grandes dotes para escribir la historia de nuestra Revolución, permítame que le diga que es tarea muy pesada la que se impone.

¿Podrá el Coronel Figueredo, ayudante de Céspedes y amigo de los Generales Gómez, García, Calvar, Díaz, etc., hacer justicia a todos, es decir alabarlos cuando lo merezcan, para acusarlos severamente por las muchas faltas que cometieron?

Debe V. hacerlo, que si de momento muchos creemos injustas sus acusaciones, al fin os convenceremos de que las merecimos, y sobre todo, tenga V. presente que V. escribe para los que han de hacer la Independencia de Cuba y que a ellos debe V. enseñarles los escollos en que nosotros tropezamos para que los eviten.

No tema V. acusarnos y pintarnos como fuimos, con nuestros grandes defectos y con nuestras pequeñas virtudes. La posteridad dispensará los primeros y sólo recordará las segundas, teniendo en cuenta que hemos sufrido bastante para merecer el perdón.”(4)

Este criterio del general sobre las inconsistencias que podía tener un testimonio y además la necesidad de mantener la unidad de los revolucionarios sin embargo, frente a estas limitantes de los protagonistas Calixto estaba consciente de la necesidad de escribir la historia aunque él personalmente nunca, lamentablemente, tomó esa decisión.

Entre hombres de acción las fronteras de los errores grandes y pequeños siempre están cercanas. En ocasiones en los testimonios y memorias de los veteranos de las revoluciones hay cierta tendencia a resaltar esos deslices. Lo que crea nuevas divisiones, separa, conforma resentimientos las más de las veces imposibles de olvidar. Propietario del don del altruismo; Calixto parece agregar su autoría a la poesía de Diego Vicente Tejera:

“¡Cubanos! ¡Cubanos!
¿Acaso diversos nuestros fines son?
¡Por Dios! Aun es Cuba mansión de tiranos.
¡Cubanos Unión!”(5)

Notas.
1–Archivo Nacional de Cuba, Donativos y Remisiones, Fuera de caja, 123-A.
2–Museo Bacardí, Santiago de Cuba, Documentos de Calixto García.
3–En: Colección Coronado. Universidad Central de la Villas, Tomo 18, documento 1. En nota al final del manuscrito se informe “Es copia de la última página, y un pliego de papel añadido al ejemplar que posee el Mr. Gen. Calixto García I”.
4– Fernando Figueredo Socarrás. La Revolución de Yara, Instituto Cubano del Libro, La Habana, 1968, p. 5.
5–Roberto Manzano, El bosque de los símbolos Patria y poesía en Cuba Tomo I siglo XX Instituto Cubano del Libro, Editorial Letras Cubanas, La Habana. p. 497.

Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en Internet. Link:

“…hemos sufrido bastante para merecer el perdón” (radioangulo.cu)

«El centro comercial tradicional de Holguín»: un libro novedoso

José Abreu Cardet

Holguín es una plaza importante para el comercio en el territorio del oriente de Cuba. Durante el siglo XIX era la cabecera de una extensa jurisdicción y además contaba con uno de los pocos puertos habilitados del norte del oriente: Gibara. En el siglo XX el desarrollo de la industria azucarera, la ganadería, la agricultura, las facilidades del transporte con el ferrocarril y la carretera central la convirtieron en un centro significativo del comercio.

Aunque algunos autores holguineros han señalado en sus obras esa característica de la economía holguinera, también tesis de estudiantes de Historia incursionaron en esos senderos de la economía, pero hasta el presente no se había escrito un texto sobre la actividad comercial en la ciudad de Holguín. Donde además se ve el asunto desde un punto de vista patrimonial. La historiadora Ángela Peña Obregón aceptó el reto y nos entrega su libro EL CENTRO COMERCIAL TRADICIONAL DE HOLGUÍN. ORIGEN, PROGRESO, AUGE Y VICISITUDES.

Ángela nació en la ciudad de Holguín el 24 de julio de 1945. Estudió la enseñanza media en su tierra natal y en 1963 matriculó Historia en la Universidad de La Habana. Si vemos el asunto en su momento nos sorprende aquella inesperada decisión. La carrera de Historia se había iniciado en Cuba en el año anterior, 1962. Posiblemente en su vida la joven holguinera había conocido a un historiador. Graduada en 1967 Ángela iniciaba una exitosa carrera en la investigación sobre el pasado. Aunque ha incursionado en diversos campos se especializó en los estudios sobre los centros urbanos. Su Holguín natal, donde se radicó ya como especialista en 1977, se convirtió en una verdadera obsesión. Ha publicado alrededor de 20 libros y folletos sobre su ciudad así como otros temas vinculados de una u otra forma a esta población. Entre ellos se destacan algunos que ya son emblemáticos para los interesados en el pasado de esta ciudad como:

-Holguín Colonial: Páginas de su Historia. Editorial Centro Provincial del Libro, 1992.
-La Plaza del Mercado. Colección Premio de la Ciudad Holguín, 1993.
-El Art Decó en la arquitectura holguinera. Colección Premio de la Ciudad 1994
-Imágenes holguineras. Editado, en inglés y español, por Publicigraf, 1994.
-En Holguín dos siglos de arquitectura. Premio de Ciudad, Ediciones Holguín, 2001.
-La Ciudad de los parques. Ediciones Holguín, 2005.

Intelectual afortunada todos los textos que han salido de su tintero han sido publicados. Aunque hay una excepción, su más reciente libro al que ya hicimos referencia: EL CENTRO COMERCIAL TRADICIONAL DE HOLGUÍN. ORIGEN, PROGRESO, AUGE Y VICISITUDES permanece inédito. El libro tiene unas cien páginas en Arial a espacio y medio.

En un gesto generoso la autora nos ha facilitado parte de su libro inédito. Para que el lector de Memoria Holguinera tenga un adelante de esta obra ponemos a su disposición el índice y varias páginas de su primer capítulo.

Índice:
Apuntes preliminares.
– Concepto de Centro Comercial Tradicional.
– Área que ocupa el Centro Comercial Tradicional.
– Las fuentes para la investigación del tema.

Capítulo I. Origen y posterior desarrollo. 1720-1898.
– De la carreta al camino de hierro.

Capítulo II. Progreso y consolidación. 1899-1950.
– Del mostrador a la mesa.

Capítulo III. Época de esplendor: Los años 50.
– La tienda por departamentos. Vitrinas, maniquíes y anuncios lumínicos.

Capítulo IV. Transformaciones y vicisitudes actuales. 1960-
2013.
– Giro de la actividad: de la propiedad particular a la estatal
– Decadencia y esperanza.

Capítulo I: Origen y posterior desarrollo. 1720-1898.
De la carreta al camino de hierro.

Fundado el pueblo de San Isidoro de Holguín en la segunda década del siglo XVIII, se conoce que por unos cien años, aproximadamente, la economía fue de subsistencia. Dedicado el territorio a la ganadería, a cultivos alimenticios y a pequeñas industrias, como la del fomento de trapiches en las márgenes de los ríos para los mismos fines, la ciudad se mantenía en un letargo económico y solamente recibía la venta de alguna carne, como señaló el Obispo Morell de Santa Cruz, en su Visita Pastoral, en junio de 1756. (García del Pino 1985:88) Los vecinos comerciaban tabaco con la Real Compañía, por la Bahía de Gibara(1), así como carne a Santiago de Cuba y a Bayamo, o el de contrabando de cueros y otros derivados del ganado por las costas.

Causas objetivas fueron determinantes y hoy nos demuestran por qué un territorio tan rico y vasto no dio el salto económico, como lo hicieron otros pueblos, para salir de las condiciones feudales de ese primer momento fundacional.

Holguín por su condición mediterránea necesitaba de vías comerciales para expender sus productos pero durante todo el período colonial, los caminos que lo unían a Santiago de Cuba, Bayamo y Puerto Príncipe, las ciudades que incidían en su proyección económica y política, y cercanas relativamente, eran prácticamente intransitables, fundamentalmente en tiempos de lluvias, cuando las oquedades y el fango interrumpía el tránsito de las carretas y carruajes. Pero lo más significativo en cuanto a vías de comunicación fue lo alejado que se encontraba también del Camino Real de la Isla, el camino ganadero que unía a Bayamo con Las Tunas, lo cual imposibilitaba la comunicación por esa vía con el resto del país (2).

Esta situación explica el interés de los holguineros por buscar una salida al mar, aunque el camino hacia la costa o puerto de Gibara, a una distancia de más de 30 kilómetros, presentaba las mismas condiciones y resultaba fatigoso, pues el último tramo se enlazaba con la bahía por medio de la Sierra de los Cupeycillos.

La escasa mano de obra fue también otro de los aspectos negativos en todo el período colonial para la evolución económica. El territorio se fue cubriendo de sitieros, y la esclavitud, ni aún en los momentos de auge de la industria azucarera alcanzó cifras considerables. La jurisdicción era un ejemplo elocuente del poco desarrollo económico del Departamento Oriental, en relación con el occidente del país, ya planteado por importantes figuras, desde fines del siglo XVIII (1794), como el obispo Joaquín de Ozés y Alzúa. (Irrisarri 2003: 329-359)

A pesar de las dificultades expuestas, al unísono, como parte del desarrollo, económico y social, había nacido y daba sus primeros pasos el Centro Comercial de la ciudad, centrado, como todo asentamiento hispano fundado en la América, alrededor de la llamada Plaza de Armas. Esta disposición urbana partía de una tradición nacida en tiempos remotos por culturas ancestrales, y ya en el siglo XVI se impuso para las fundaciones de los nuevos pueblos durante la colonización hispana, como una prolongación de las ciudades campamentos, por medio de las Leyes de Indias, un modelo medieval tardío… adaptado a las necesidades prácticas de un proceso fundacional. (Venegas: 1977, 24)

El Centro Comercial de la ciudad, con el devenir de los años, se fue conformando alrededor de dicha plaza, actual parque Calixto García, unido también a la actividad de mercado de abasto (3), ya que, siguiendo las Leyes de Indias (4), ese era el espacio destinado, entre otras funciones públicas, para el mismo, «… todo en contorno y las cuatro calles que de ella salen tengan portales para la comodidad de los tratantes…». (García Castañeda 1949: 179)

En la de Armas debía construirse la Tienda de Ordenanzas según la citada legislación (Ordenanza 9, Título 6, Libro 4to), pues el estado debía garantizar la carne y el café a los vecinos; así encontramos que el primer comercio, la carnicería, un bohío con cubierta de guano sobre horcones, quizás con las paredes de embarrado, como lo eran las primeras viviendas, se edificó en uno de los ángulos de esa plaza, en el formado por las calles San Isidoro y Rosario (Libertad y Frexes).

Pero además ambas actividades, como todo el modo de vida de la colonia, estarían reguladas por las Ordenanzas de Cáceres(5). En cuanto a los abastecimientos, la número 29, responsabilizaba al cabildo del manejo de los mismos y normaba que uno de los regidores por rueda (turno) visite la carnicería, la pescadería y haga las posturas del vino y otros mantenimientos y requerir los pesos y lo demás… (Marrero 1974: 432)

El propio estado español mostraba el interés de desarrollar el comercio, como se expresa en la siguiente cita: El establecimiento de pulperías (6) y tiendas de comestibles se iban haciendo común; en 1730 se concedía por Real Cédula establecer una pulpería en cada ciudad, fuera de La Habana y Santiago. (Venegas 1977: 62)

En un primer momento los comercios holguineros fueron mixtos, entre los primeros se encontraban, los de José Plácido Fernández, que en 1759, inició una tienda pública: Y bende en ella todas las frutas de la tierra, caldos y ropas de buena entrada. (A.N. Guía de Forasteros 1847:6) Le continuó a esta, en 1766, según el mismo documento, la de Juan Felipe Hostos.

En 1822 se abrió oficialmente el puerto de Gibara como de tercera clase, aspiración de los holguineros desde la propia fundación del pueblo y que materializaba un criollo, el Teniente a Gobernador y Capitán a Guerra, Francisco Zayas y Armijo. A partir de la década de 1830, comenzaron los embarques de azúcar y un acelerado desarrollo mercantil. Fueron abiertos embarcaderos fluviales en los ríos Gibara y Cacoyugüín. Los propietarios de las haciendas trasladaban entonces las mercancías hasta estos sitios desde donde, por medio de barcazas con palancas, las transportaban y embarcaban en goletas y buques surtos en la Bahía de Gibara, a la vez que lo hacían con la que llegaban de distintos países.

La prosperidad económica repercutió en Holguín, notablemente, con la fabricación de varias obras de beneficio social, aunque estas no estaban a la altura de la imagen de las más importantes ciudades de la Isla, y aceleró el desarrollo de la actividad comercial al elevarse el estatus de las familias que habitaban la ciudad las que podían adquirir asiduamente en ella productos que entraban por dicho puerto.

El comercio y la agricultura, en la medida en que se convierten en hábito diario hacen de la ciudad un centro de estos nuevos servicios, pues estabilizan su organización, haciendo más complejas sus estructuras sociales y económicas. ((Venegas 1977: 62)

Los cambios económicos que se palpaban exigían el mejoramiento urbano y el ordenamiento de las funciones citadinas. Con ese propósito, el Síndico Procurador, Licenciado Rafael Ignacio Curbelo, presentaba en 1839, una moción al Ayuntamiento en la que expresaba el mal estado de la Plaza de Armas, llamada entonces de Isabel II, la que, según su opinión, no poseía la prestancia e higiene que correspondía con el estado de civilización y de hermosura á q’ marcha agigantadamente Holguín exige q’ se nivele á los otros Pueblos de esta siempre fiel Ysla… (ACPM Exp. H-39 F 3 vt.).

Uno de los problemas que más le afectaba a dicha plaza, ya corazón de la vida social, era el de mantener en ella al mercado de abastos por la suciedad que traía aparejada, a pesar de que los tratantes pagaban para la limpieza de la misma medio real de impuesto los sábados en la noche al ayuntamiento. Además, la portalería, donde debían realizarse las ventas era escasa, y no se garantizaban los espacios públicos requeridos para realizar el abastecimiento diario que necesitaba la ciudad.

… mediante á q’ siendo en la calle el lugar donde se acomodan las
benteras y benteros presiso es q’ este falle en la primavera pr q’ no
es posible q´ en los pocos portales q’ hay puedan acomodarse los
bendedores y de aquí resulta un perjuicio deno poca consideración á los leales vecinos…». (ACPM H-39 Exp. F 3 vt.)

NOTAS.

1–Fechado en 1704 aparecen en un plano de la Isla, entre los sitios que cosechan tabaco: Mayarí, Gibara y Holguín.
2–En 1777 fue aprobada la Subdelegación de Marina y para poder realizar las transacciones comerciales los capitanes de las embarcaciones que arribaban a Gibara, hasta la apertura oficial del puerto, tenían que trasladarse hasta Holguín pues allí no les era permitido proponer y gestionar la venta y compra de mercancías.
3–Ciudades de cierto desarrollo urbano, pasado el primer momento fundacional, el mercado tenía su propio espacio en las llamadas Plazas del Mercado que, en Holguín, se construye a fines de la década de 1840 del siglo XIX.
4–Las Leyes de Indias (1525) fueron implantadas en el país en 1647 y reformadas en 1680.
5–Dictadas por el Oidor de la Audiencia de Santo Domingo Alonso de Cáceres, Visitador y Juez de Residencia de la Isla, aplicadas a todo el país. (1574)
6–Tienda de comestibles, drogas y otros géneros en América. Diccionario Ilustrado Aristos de la Lengua Española. Edición Cubana (1980), p. 515.

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«El centro comercial tradicional de Holguín»: un libro novedoso (radioangulo.cu)

Holguineros en la 23 Feria Internacional del Libro

José Abreu Cardet

En febrero del 2014 se inició en La Habana la 23 Feria Internacional del Libro. Cientos de textos de diversas editoriales cubanas y de otros países se presentaron en la capital de La Mayor de Las Antillas. Un grupo de autores que residen en el territorio de la actual provincia de Holguín dieron también su aporte.

En tres libros los presentados son de autoría de vecinos de la provincia de Holguín los siguientes: «El sistema defensivo hispano de Holguín y Gibara» de Enrique Doimeadios Cuenca y Ángela Peña Obregón Ediciones Holguín 2013

«De Isla en Isla: Los canarios en el Azúcar» de Elia Sintes, José Abreu y Rolando Bellido Ediciones Holguín 2013
«Cierra…viene el derrumbe: Reflexiones y relatos sobre la guerra de guerrillas en la llanura oriental» de Roberto Pérez Rivero y José Abreu Cardet Editorial Oriente Santiago de Cuba 2013 De los autores el ultimo es holguinero.

El libro «El sistema defensivo hispano de Holguín y Gibara» estudia las tipologías de las fortificaciones que conforman el sistema defensivo de Holguín y Gibara. En el texto se hace un estudio integral de esas fortificaciones construidas durante las guerras de independencia. Hasta ahora se habían estudiado aisladamente sin embargo en este trabajo se muestran las características comunes. En el libro también se refiere a los sucesos que se desarrollaron en torno a este sistema. También realizan un estudio económico y social de la zona donde se construyeron. Los autores hicieron un análisis patrimonial y la necesidad de conservarlo.

«De Isla en Isla: Los canarios en el Azúcar»; es un estudio bastante peculiar pues se refiere a la presencia de los inmigrantes canarios en la industria azucarera cubana en el siglo XX un asunto poco estudiado. Por regla se vincula más este tipo de inmigrante con la vega de tabaco y el sembrado de subsistencia que con los centrales azucareros.

«Cierra…viene el derrumbe: Reflexiones y relatos sobre la guerra de guerrillas en la llanura oriental» es un estudio sobre las guerrillas que operaran entre mediados de 1957 y 1958 en el norte del oriente cubano. Entre los asuntos novedosos del texto es que se refiere a las motivaciones de los soldados de ambos bandos para ir al combate.

Como una característica de los tres libros es que fueron productos de un trabajo colectivo lo que nos dice de un salto en estos tipos de análisis por los estudiosos del pasado holguinero.

«De Isla en Isla: Los canarios en el Azúcar»; se presentó el día 21 de febrero a las 10 am en la sala Lezama Lima de la sede principal de la Feria en la fortaleza de la Cabaña. «Cierra…viene el derrumbe: Reflexiones y relatos sobre la guerra de guerrillas en la llanura oriental» se presentó el 23 de febrero a las 11 am en la sala José Antonio Portuondo también de la sede principal de la Feria en la fortaleza de La Cabaña.

Mientras «El sistema defensivo hispano de Holguín y Gibara» se presentó también el día 5 de marzo en el marco de la Feria Internacional del Libro en Holguín.

A continuación reproducimos las palabras de presentación del libro «Cierra…viene el derrumbe: Reflexiones y relatos sobre la guerra de guerrillas en la llanura oriental» pronunciadas por Rene González Barrios presidente del Instituto de Historia de Cuba:

-Uno de los imperativos actuales de mayor urgencia para la historiográfica cubana, es el análisis integral de la génesis de los diferentes hechos y conflictos que han caracterizado la Revolución Cubana en cada una de sus etapas. Los nuevos tiempos exigen el salto cualitativo del testimonio y el relato, al análisis multidisciplinario, con la mayor complejidad, de los temas a investigar.
En el caso de las ciencias sociales, y dentro de ellas la historia, la exigencia es mayor, puesto que de los resultados se deriva la argumentación objetiva de un proceso de historia reciente, aún viva y latente, abocado a un cambio generacional de sus protagonistas y por ende de sus intérpretes.

Este escenario se complejiza, por la avalancha de antehistoria o contra historia, que , avalada por los ideólogos del imperialismo, tratan de desmontar el pasado, desfigurarlo, restar valores a la obra de la Revolución triunfante de 1959, y restaurar en la memoria colectiva una Cuba idílica de glamour y desarrollo galopante, que nunca existió, o, para ser más precisos, solo existió en las mentes maquiavélicas e inescrupulosas de Fulgencio Batista y la camarilla de bandidos que conformaban su cohorte.

En este escenario, viene a la luz la obra Cierra… viene el derrumbe, de los autores Roberto Pérez Rivero y José Abreu Cardet.
Se trata de un excelente ensayo histórico que recrea con minucioso rigor investigativo, el accionar revolucionario y su entorno, del IV Frente Simón Bolívar, en la antigua provincia de oriente; obra que califico de oportuna y necesaria.

Debo resaltar, en primer lugar, la exhaustiva búsqueda bibliográfica y multiplicidad de fuentes empleadas para reconstruir los hechos en especial, el aprovechamiento apreciable de los testimonios de protagonistas. Con ello demuestran el imperativo y necesidad de que, por complejo y controvertido que resulte, no se debe escribir o analizar un hecho, sin escuchar, siempre que sea posible, el testimonio de los protagonistas vivos.

Resultó además la estructura y diseño del proyecto investigativo, en el que los autores no dejan prácticamente ningún cabo suelto, en el análisis de la lucha armada. Ello permite, desde las primeras páginas, ubicarnos mentalmente en el complejo escenario bélico en el que tuvieron lugar las operaciones y acciones analizadas.

Quienes transiten hoy por las carreteras de las actuales provincias de Granma , Holguín , Tunas y el oriente de Camagüey, les resulta difícil la abstracción para imaginar en esos terrenos llanos, la sostenibilidad de un Frente Guerrillero con tres columnas, operando en toda la compleja topografía oriental.

Derrotada la ofensiva de la tiranía contra el núcleo central del Ejército Rebelde en la Sierra Maestra- la llamada operación FF o Fin de Fidel-, nuestro Comandante en Jefe tuvo la estratégica visión de consolidad el poder revolucionario en el llano. De la importancia de este escenario de combate para la consumación de los planes posteriores de la revolución, incluido la salida de las columnas invasoras, ya había dado señales cuando envió previamente, en marzo de 1958, el comandante Camilo Cienfuegos a operar en los llanos del Cauto.

En esta ocasión, la orden recaería en el comandante Delio Gómez Ochoa. En octubre de 1958, se conformaría el Frente. En lo adelante, las fuerzas de la tiranía no tendrían descanso ni paz. Desde los llanos de Bayamo en el sur, hasta Gibara o Puerto Padre en el norte, y de este a oeste, los rebeldes desbordaron, con acciones de leyenda, la resistencia del Ejército de Cuba.

El Teatro de Operaciones Militares en el que operó el IV Frente Simón Bolívar, fue siempre estratégico durante los años de guerra de nuestro pueblo por su independencia. Allí tuvo Carlos Manuel de Céspedes el Cuartel General de la República en Armas, y sentaron su impronta generales como Vicente García, Calixto García, Julio Grave de Peralta, el dominicano Modesto Díaz, los venezolanos José Miguel Barreto y José María Aurrecoechea, el mexicano José Inclán y el puertorriqueño Juan Rius Rivera.

La obra revela los nombres de los nuevos paladines y demuestra que su épica lucha, fue tan homérica como la de sus predecesores. Nombres como Eddy Suñol, Eduardo «Lalo» Sardiñas, Cristino Naranjo, Omar Fernández, Orlando Lara, Carlos Borja, Lizardo Proenza, Marcos Carmenate, Víctor Paneque, Arsenio García, Jesús Bermúdez Cutiño, entre muchos otros, engrosan el monumento contemporáneo al heroísmo cubano.

Una de las mayores virtudes de esta obra es el análisis detallado y objetivo que realizan los autores sobre el enemigo, sus potencialidades, disposición para el combate, y estado moral. Resalto el particular, pues en el análisis de una guerra se hace necesaria la comparación constante de los bandos contendientes pues, como en la física en la guerra se impone la ley de acción y reacción.

Con respeto y rigor científico, Abreu y Pérez Rivero, explican en detalles la tozudez del soldado cubano que, imbuido de un adoctrinamiento anticomunista, más la rígida disciplina impuesta por el sistema cuartelario, rechazaban a las fuerzas rebeldes con firmeza, incluso, entonando las notas de nuestro Himno Nacional. Ello explica el costo en vida de valiosos patriotas, para alcanzar la victoria.

El análisis del entramado social que conforma ambos bandos, es otro aporte importante de la obra.

Al final, como en el 98, las fuerzas del régimen de Batista, quedaron atrapadas en sus cuarteles y los rebeldes eran los dueños de los campos y carreteras hasta que en diciembre, se lanzaron a la ocupación de las ciudades de Holguín, Tunas y los principales poblados del territorio.

Esta obra, referencial, debe servir de base a los historiadores de las provincias de Tunas, Holguín, Granma y Camagüey, en la elaboración de las síntesis históricas municipales y provinciales.

La obra es un reconocimiento táctico a la genialidad como estratega militar del compañero Fidel, y alas cualidades como jefe ejemplar, educador en la acción, del compañero comandante Delio Gómez Ochoa cuya vida ejemplar se yergue como monumento vivo a la lealtad.

Roberto y Abreu demuestran en ella la madurez profesional que los ha llevado a ser reconocidos, el primero como Presidente de la Unión de Historiadores de Cuba, y el segundo como uno de los más importantes historiadores cubanos, premiado ayer con el premio Ramiro Guerra de la UNHIC.

A la Editorial Oriente, el reconocimiento por el tino de incluir esta obra en su colección Bronce, que ya hace historia.
Para todos mis sinceras felicitaciones.

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