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José Abreu Cardet
Calixto García nació en la ciudad de Holguín, en el oriente cubano, en el seno de una familia de terratenientes criollos. Muy joven fue trasladado por sus padres a Jiguaní, una jurisdicción situada en el centro del departamento oriental cubano, la gigantesca cabeza del cocodrilo que conforma la isla de Cuba. Vivió y trabajó durante un tiempo en la ciudad de Bayamo. De esa forma Calixto se educó en el territorio donde se iniciarían las guerras por la independencia de Cuba.
Estaría estrechamente vinculado a las jurisdicciones de Jiguaní y Holguín. En menor medida también estaba relacionado con Bayamo. De esa forma se conformaba un hombre que iba mas allá de los estrechos límites de las jurisdicciones. Para él, su región y sus intereses eran el oriente de Cuba y en especial el extenso valle del Cauto. Incorporado a la conspiración que dio inicio a la guerra de 1868 se levantó en armas el 14 de octubre de ese año respaldando el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes. Formado bajo la tutela del general dominicano Máximo Gómez ascendió rápidamente en el escalafón militar.
En 1874 Calixto García Iñiguez era uno de los principales lideres de las fuerzas independentistas cubanas. En septiembre de ese año al frente de una pequeña escolta se encuentra de visita en la jurisdicción de Manzanillo. Durante el recorrido fue sorprendido por el enemigo. A punto de caer prisionero se disparó con su revólver debajo de la barbilla. Aunque gravemente herido, logró sobrevivir. Curado por sus captores fue trasladado a La Habana y tras guardar durante corto tiempo prisión en el Castillo del Morro lo enviaron a España. El buque que lo conducía atracó en el puerto de Santander en las costas del mar Cantábrico. De inmediato fue remitido en el buque León a Santoña, ciudad portuaria situada en la misma provincia de Santander. El cinco de mayo de 1875 ya se encontraba Calixto encerrado en una prisión en ese puerto.
Como la mayoría de las ciudades de alguna importancia de la turbulenta Europa, Santoña era defendida por varias fortalezas. Entre ellas estaban las siguientes: Castillo Solitario, Galván Alto y Bajo, San Carlos, San Martín, y las baterías del pasaje, la Cruz, Punta del Águila y la Nueva. También existía un penal construido en un viejo depósito de anclas.
Desconocemos en cual de estas fortalezas guardó prisión, aunque uno de sus biógrafos señaló el Castillo de Santoña, no hemos encontrado ninguna referencia a que algunas de esas fortificaciones recibieran tal nombre. De todas formas muy poco tiempo permaneció Calixto en las costas del Cantábrico. Fue trasladado a Madrid, el ocho de mayo, y encerrado en el cuartel de San Francisco.
Mientras, en la lejana y cálida isla antillana Lucía Iñiguez imponiéndose a la pobreza en que vivía, obtenía el l4 de mayo de 1875 permiso para ir a España y ya el 12 de junio de 1874 llegaba al puerto de Santander, desde donde se dirigió de inmediato a Madrid.
En esos años en Madrid había una pequeña colonia de jóvenes estudiantes cubanos de ideas independentistas que se nuclearon de inmediato alrededor de Calixto y Lucía.
El régimen carcelario en San Francisco era mucho más benévolo que en la fría Santoña. Se le permitía la visita de su madre, los jóvenes cubanos, de un profesor de francés que lo inició en ese idioma, incluso de una joven española, Paula Ruiz, que subyugada por el legendario mambí le da un hijo. Los prejuicios de la época impiden que lleve los apellidos del padre y fue bautizado como Raimundo Domínguez Aguaras. Lucía se encargó de la crianza del nieto español e iniciarlo en largo camino de la revolución. Falleció en las filas libertadoras en la guerra de 1895.
En julio de 1875 Calixto solicitó a las autoridades españolas que:
Se le autorice para trasladarse desde luego a la casa particular que él elija en donde bajo el cuido de su familia y con las condiciones necesarias pueda someterse a las operaciones que indispensablemente debe sufrir para la curación de las lesiones que padece y atender al restablecimiento de su salud. (1)
El 24 de septiembre de 1875 el ministro de Ultramar le comunicó al Capitán General de Castilla la Nueva, bajo cuya jurisdicción estaba el cuartal de San Francisco:
Así mismo de lo manifestado por los profesores médicos del cuerpo de sanidad militar que han reconocido al recurrente (Calixto García)en el certificado que VE. remitió a este ministro con su escrito de veintitrés de Julio próximo pasado SM. de conformidad con lo acordado en consejo de ministro ha tenido por conveniente resolver que el referido Don Calixto García Iñiguez sea trasladado en calidad de preso y con las debidas precauciones al hospital militar de esta plaza para que en el pueda practicarse la operación que necesita, encareciéndole la más rigurosa vigilancia en su custodia y bajo la más estrecha responsabilidad del jefe del puesto a quien le será exigido en caso de evasión, y siendo por último de Real voluntad que una vez que se halla curado el interesado vuelva a ser conducido a las prisiones militares en que hoy se encuentra… (2)
El trato humano de las autoridades españolas no socavaron la fidelidad de Calixto a la revolución. Américo Feria, un cubano que lo visitó en presidio, le comentó que lo más seguro era que Cuba obtuviera la autonomía producto de la guerra del 68: “Que autonomista, ni autonomista, responde el mambí. Cuba será libre o independiente”.
Pero no siempre el veterano mambí recibió un trato humano de sus carceleros como veremos en otro artículo que pondremos a disposición del lector de Memoria Holguinera.
Notas.
(1) Centro de Información de las Guerras de Independencia, Museo Casa Natal de Calixto García, fotocopia del expediente seguido por los españoles al Mayor General Calixto García, (1874-1896) el original se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de Madrid Legajo 4837, Numero 62. año 1875, Subsecretaria Ministerio de Ultramar Negociado 2, Cuba.
2-Idem
Lucía, Calixto y la prisión (Segunda parte) (radioangulo.cu)
José Abreu Cardet
G
En el artículo anterior titulado Prisión de Calixto García en España (Primera parte) nos referimos a la llegada de este general a las cárceles españolas en 1875. En este centraremos nuestro interés en las gestiones y acciones de Doña Lucía Iñiguez, la madre del patriota, para mejorar su situación.
Lucía se trasladó hasta la fría Pamplona, donde se encontraba su hijo preso, tratando de mejorar su situación. En abril de 1876 se le unió el fiel patriota Eusebio Hernández. La anciana mambisa burlando prohibiciones y vigilancias, lograba hacerle llegar alimentos. En mayo de 1876 regresó a Madrid, parte del camino acompañada por Eusebio Hernández, donde solicitó a las autoridades un régimen carcelario más humano para su hijo. El joven patriota Raimundo Menocal se unió también a Lucía en las gestiones para mejorar las condiciones del general mambí.
Las gestiones de Lucía mejoraron durante algún tiempo las terribles condiciones de Calixto. Le permitieron pasear por los patios de la fortaleza unos 20 minutos en compañía de su madre, de Raimundo Menocal, el Mayor de la Plaza y el Capitán de guardia. También podía tomar el sol de 05.00 p.m. a 05.30 p.m. El 14 de octubre, día de su santo, pudo comer con la madre y Raimundo. Pero muy pronto la situación volvió a hacer como antes. El 15 de diciembre de 1876 escribió Lucia desolada:
Estoy hecha un mar de dolores, hasta sabañones en los pies me han salido; mi pobre Calixto está con dolores de hueso y malo del estómago, esto lo atribuye a no hacer ejercicios, así lo quieren los señores. (l)
Durante 1877 las autoridades incrementaron el rigor carcelario. El nueve de enero de ese año Raimundo Menocal testimoniaba:
El pobre Calixto cada día empeora su situación. Hoy han prohibido que entre la criada, porque saludó a un oficial delante del gobernador. Este dice que aún es muy benigno y se compromete con dejar entrar a Lucía. Considera, amigo, lo que sufrirá él, con esta intransigencia sin límites, puesto a merced de un bárbaro oficial… (2)
El 16 de enero de 1877 le escribió a su amigo Hilario Cisneros:
El mes pasado escribí a U. por conducto de un amigo y hoy aprovecho la oportunidad de la marcha a esa de Raimundo Menocal para volver a hacerlo.
Mi posición en nada ha variado de nueve meses a esta parte cada día se inventa alguna cosa nueva para mortificarme y si puedo escribir es valiéndome de mis medios para poder entregar las cartas a mi madre.
He sabido que ya mi esposa está en esa y le agradecerá a U. (ilegible) que hiciera cuanto en su mano estuviese para que la (ilegible) de ella no influyera en la educación de Calixto. Mi único deseo es que este sea un hombre útil a la sociedad, sea cual sea la posición que en ella (ilegible) y crea U. que me preocupa más que mi prisión la idea de que mi hijo vuelva a cometer las faltas de antes y que según U. dice había ya afortunadamente abandonado. En U amigo mío que ha sido su verdadero padre, es en quien espero que le corrija y encamine como podría hacerlo yo.
Le recomiendo a U particularmente al portador de esto Raimundo Menocal uno de mis mejores amigos.
Soy de U. Sfmo y agradecido amigo.
Calixto G. Iñiguez. (3)
Calixto miraba la formación de su hijo mayor desde una visión muy machista. Esta era una mentalidad muy de la época. Desconocía la lucha cotidiana de su esposa para educar y mantener viva la nacionalidad de sus pequeños hijos. El cinco de mayo de 1877 Calixto expresaba sobre su desesperada situación:
Estoy con un gran dolor en la espalda, (…) cada día estoy peor, he de estar aburrido y cansado. No tongo voluntad para nada. (4)
El siete de abril de 1877, al conocer la muerte de Francisco Vicente Aguilera, le escribió a la viuda:
Ninguno en mayor grado que yo debió al general Aguilera respeto y gratitud. Iniciado por él en la gran empresa de la libertad de nuestra Cuba y mirándolo como el patriota, le quería como debe de quererse al hombre que nos enseña el camino de la justicia y de la gloria. Fui uno de los últimos que se honró en estrechar su mano cuando salió de Cuba. (5)
El 11 de abril le decía a E. Codina «mi situación es bastante mala, ocupo un pequeño calabozo desde hace un año y estoy casi incomunicado». (6).
La indomable Lucía continuó a su lado. Para llevarle alimentos tenía que atravesar el profundo foso que rodeaba la fortaleza por estar inservible el puente. En el verano de 1877 se trasladó de nuevo a Madrid para gestionar que mejoraran las condiciones del hijo. Regresó a Pamplona ante lo inútil de sus peticiones.
El invierno de 1877 era terrible. El 13 de noviembre Lucía expresaba a un amigo: «Calixto me encarga te diga que cuando esté bueno te escribirá, está muy débil y desganado». (7) Imponiéndose a la soledad y el frío perfeccionó el francés y el inglés, lee Literatura pero sobre todo estudia táctica y estrategia, fortificaciones e historia militar. Su amigo Rojas Oria se encargó de comprarle y mandarle libros a la prisión.
En noviembre de 1877 llegó al castillo de San Francisco de Figueras, Tomas Estrada Palma, presidente de la República de Cuba en armas, hecho prisionero por los españoles. Calixto de inmediato trató de comunicarse con su antiguo compañero; desconocía el insurrecto que ya en esa época Estrada Palma profesaba claras ideas anexionistas. El 28 de noviembre le escribió, al no obtener respuesta le remitió otra carta el siete de diciembre donde le narra «… el estrecho calabozo en el cual las autoridades españolas le han condenado a asfixiarse”. Le ofrece una gramática inglesa y una suma de dinero que le deben aduciendo derecho de antigüedad en la prisión para ayudar a sus compañeros. Indagaba por la situación en los campos de Cuba libre, le pregunta por Salvador Cisneros Betancourt y Félix Figueredo. El 21 de diciembre por fin Estrada Palma le respondió dándole pormenores sobre diferentes sucesos acaecidos en el seno de la revolución. El ocho de mayo le vuelve a escribir Calixto una carta que Estrada Palma respondió el 12 de mayo.
Mientras Calixto soportaba estoicamente las inclemencias de la prisión, en Cuba las contradicciones surgidas en el seno de la revolución más que las operaciones militares propiamente ponían fin a la guerra. En febrero de 1878 se firmó en Camagüey el Pacto del Zanjón, pese a la heroica actitud de patriotas que como Antonio Maceo y Leocadio Bonachea protestaron el pacto y continuaron luchando, y la guerra llegó a su fin.
Producto de los acuerdos del Zanjón los insurrectos cubanos prisioneros durante la contienda, fueron puestos en libertad. El ocho de junio Calixto vio abrirse las puertas de la prisión. De Pamplona se trasladó a Madrid y se alojó en la casa de su entrañable amigo Eusebio Hernández. Gestionó y logró embarcar a Lucía para Cuba, luego se trasladó a Paris donde se entrevistó con Ramón Emeterio Betances, patriota puertorriqueño que se había puesto al servicio de la causa cubana y residía en esa ciudad. El 23 de julio le escribió a Hilario Cisnero:
Mi querido amigo A mi llegada a esta (19 corriente) me fue entregada su grata carta de 26 pasado y le dije a U. las gracias por el interés que se ha tomado para proporcionarme recursos en que trasladarme a esa. Ya he recibido los mil francos que me ha enviado el Sr. Aldama y le ruego haga presente la expresión(sic) de mi gratitud.
Las circunstancias de haber tenido que demorar mi salida de España hasta dejar embarcada mi madre para Cuba me ha hecho demorar también mi salida para New York pero hoy estoy haciendo lo posible para a algún amigo que tengo en esta con objeto de ver si puedo marcharme a principio del entrante.
Cuento, pues, con que pronto nos hemos de ver y entonces tendré el gran placer de conocer a U. y darle un estrecho abrazo.
Le doy las gracias por su enhorabuena. Ojalá me hubiera U. poder dármelo pues ha sido desde mi libertad a la (ilegible) de la causa de la patria.
Mis afectuosos recuerdos a toda su apreciable familia y U. cuenta siempre con su verdadero amigo.
Calixto G. Iñiguez (8)
De París se trasladó hasta el Havre y de allí a Londres en el buque Alicia. Después de una breve estancia en Gran Bretaña Calixto embarcó con destino a Nueva York a donde llegó en septiembre. De inmediato encabezó el movimiento conspirativo que dio inicio en agosto de 1879 a la Guerra Chiquita.
Notas:
1.- Juan José Casasús: Calixto García, El Estratega, Oficina del Historiador de la ciudad, La Habana, 1982. p. 117.
2.- Idem.
3.- Biblioteca Nacional, Sala Cubana. Carta de Calixto García a Hilario Cisneros del 16 de enero de 1877.
4.- Juan José Casasús, Ob. cit, p. 118.
5.- Idem.
6.- Ibídem. p. 119.
7.- Ibídem. p 119.
8.- Carta de Calixto García a Hilario Cisneros del 23 de julio de 1878 Biblioteca Nacional, Sala Cubana.
Prisioneros, cartas e inteligencia militar (radioangulo.cu)
José Abreu Cardet
El general Julio Grave de Peralta operó en el territorio de la jurisdicción de Holguín entre octubre de 1868 y marzo de 1871 cuando se trasladó al extranjero en busca de una expedición. Al retornar a Cuba en junio de 1872 murió en combate.
Como todos los mambises Grave de Peralta utilizó la inteligencia militar para obtener información del enemigo. Además de los agentes que actuaban desde las filas españolas utilizó otras fuentes. En este breve artículo haremos una valoración de esa forma de conocer al contrario en aquella implacable guerra.
Una de las fuentes utilizadas por Julio Grave de Peralta para obtener información del enemigo era por medio del interrogatorio a los prisioneros capturados en las acciones militares. Existen varios ejemplos, uno de ellos se refiere a los datos brindados por tres hermanos de apellido Pérez que militaban en las filas enemigas y fueron capturados en mayo de 1869 cerca del poblado de Velasco. Julio, en carta a Manuel de Quesada le informaba: “… la noticia suministrada por los hermanos Pérez acerca del refuerzo que de Gibara espera Velasco…” (1)
El jefe holguinero trató por todos los medios que los prisioneros hechos durante las acciones no fueron ejecutados de inmediato, incluso a pesar del decreto vigente de guerra a muerte del presidente de la Republica de Cuba Carlos Manuel Céspedes en respuesta a los crímenes colonialistas. En los primeros días de noviembre de 1869 el comandante José Martínez le informaba a Julio sobre un combate donde hicieron un prisionero “… que fue preciso matar por hallarse en punto comprometido…” (2)
Peralta le respondió: “De todo quedo satisfecho a eseccion de la muerte del prisionero pues por comprometido que sea el sitio donde se halle debe tratar de salir siempre con ellos a fin de poder examinar cuanto sea posible referente al enemigo. (3)
Este criterio fue sostenido por Julio durante toda su campaña. El 15 de febrero de 1870 le escribió al coronel Loreto Vasallo: “… haga todo lo posible por coger prisionero á los del país q. las circunstancias no le obliguen a matarlos q. siendo español no les guarde V. ninguna consideración a ninguna de ellos y solo deje vivos á algunos q. crea V nos pueda ilustrar de la situación del enemigo. (4)
El 18 de mayo de 1870 le ordenó al coronel Quintilio Villareal: “Los prisioneros que se hagan los remitirá Vd a este cuartel bajo la mayor vigilancia para que no sea necesario matarlos antes de que se pongan a mi disposición como tiene que ser” (5)
Incluso se realizaron operaciones que tenían como objetivo capturar soldados u oficiales enemigos que pudieran brindar información. El cuatro de junio de 1870 le ordenó al entonces comandante Belisario Grave de Peralta, que con sus fuerzas se emboscara en el camino entre Camazan y Holguín: “…hasta tanto pase fuerza enemiga y la hostilise o haga prisioneros… (6)
Esta emboscada dio magníficos resultados. Al día siguiente le escribió a uno de sus oficiales:
“Según el prisionero que hizo el C. Comandante Belisario Grave de Peralta, debe el enemigo conducir un convoy á Tacámara quisa sea mañana por cuya rason al romper el alva deberá estar toda la fuerza colocada desde este cuarte al Rejondon es sobremanera preciso que aquel quede en nuestro poder” (7)
El 18 de junio situó fuerzas en el camino de San Jerónimo a Tacajo: “… con el objeto de hacer prisioneros a todo el que pase…” (8)
La correspondencia capturada a los colonialistas era también una inestimable fuente de información. El 22 de septiembre de 1869 le expresaba al general Máximo Gómez: “Paso a mano de V las adjuntas cartas cogidas al enemigo para que se entere de su contenido y los dirija donde corresponda.” (9)
La correspondencia enemiga como fuente de información llegó a tener tanta importancia que ordenó a sus fuerzas efectuar emboscadas para capturar correos. Quizás, lo más interesante fue la realizada en los primeros días de diciembre de 1869. El día siete Grave de Peralta fue informado de que se había escuchado hacia las costas un intenso cañoneo. Era probable, pensaba el general mambí, que la causa fuera la llegada de una expedición revolucionaria. Trasladar de inmediato hacia ese lugar el grueso de sus tropas era muy peligroso. En esos momentos se encontraba prácticamente sin parque y ese fragmento de la costa, cerca de Gibara, estaba estrechamente vigilado por el enemigo. Si enviaba exploradores era posible que no encontraran a los supuestos expedicionarios. Decidió conocer la verdad por medio de la correspondencia española. Conocía que en Bayamo radicada el mando español de operaciones que dirigía la ofensiva en el centro y norte del departamento, cualquier noticia de importancia, de inmediato era comunicada por rápidos correos a esa ciudad. Decidió capturar uno de estos mensajeros por lo que ese mismo día le ordenó al comandante José Gorgas, que operaba en el camino entre Holguín y Bayamo:
“Puede suceder que a consecuencia del cañoneo de hoy, el cual puede que sea de alguna expedición nuestra que halla algun correo sobre Bayamo en esta virtud, tome V todas las medidas oportunas para que caiga en nuestro poder en caso de que así suceda. El punto del camino que da á este punto (deteriorado) lo haré vigilar por mi escolta (10)
Similar medida tomó en el camino entre San Andrés y Guabasiabo. Como le explicaba a Máximo Gómez en carta de fecha 17 de diciembre:
“En dias pasados hice colocar una parte de la fuerza que se halla acantonada en Aguarás entre San Andres y Guabasiabo con objeto de ver si podía coger un correo de los que transitan por aquel camino y tuvo que retirarse de aquel punto sin poder lograr mis deseos a causa de la lluvia”. (11)
Aunque no era cierta la noticia de la expedición y no se logró capturar un correo español, este hecho nos da una idea de la importancia dada por Grave de Peralta a la correspondencia enemiga.
Los esclavos fugados también constituyeron fuentes de información, aunque hemos encontrado solamente dos casos de este tipo. Concluido el sitio de Holguín, el seis de diciembre de 1868 con la llegada de una columna española procedente de Gibara, los cubanos mantuvieron un férreo bloqueo sobre la ciudad. El 29 de diciembre parte de las fuerzas enemigas se trasladaron a Gibara en busca de vituallas. Durante el camino fueron hostigadas por las tropas cubanas. Julio pudo conocer el daño causado a los colonialistas por medio de un “…moreno esclavo de Atanasio Calderon, enemigo acérrimo de nuestra causa, que pudo escapar de la casa de su dueño en Gibara, donde los tienen presos a todos”. (12)
Este esclavo informó: “… que el gefe que mandaba la columna enemiga murió al llegar á Gibara que tambien llegaron seis soldados muertos y una mujer; lo mismo que muchos heridos y que los soldados estaban muy rendidos…” (13)
En lo referente a los criados, el 27 de octubre de 1869, le pedía permiso a Máximo Gómez para ejecutar un plan elaborado con la información brindada por una criada.
“Pudiendo darnos un magnifico resultado un movimiento en combinación de acuerdo con toda la fuerza de esta linea consecuente con una noticia sobre manera importante que nos a traido una criada que fue del ingenio Guabajaney espero tenga la bondad de manifestarme si podre ejecutarlo no poniendole de manifiesto el plan por no aventurarlo perdiendose esta. Puedo asegurarle a V que el resultado sera seguro y de mucha importancia. (14)
En este caso estamos ante una elemental medida de seguridad; no dar detalles sobre planes futuros utilizando medios poco seguros como podía ser la correspondencia. Tampoco era despreciable la información de los desertores de las fuerzas enemigas. Un soldado que se pasó a las tropas holguineras le dio valiosos datos sobre la columna del general Blas de Villate, conde de Balmaceda, que en los primeros días de enero de 1869 marchaba desde Tunas para conquistar Bayazo. (15)
Si bien estamos ante métodos muy rudimentarios de inteligencia militar, no hay duda de que Grave de Peralta más por intuición y sentido común que por formación, llegó a aplicarlos y obtener algunos éxitos.
Notas.
1–Museo Provincial de Historia de Holguín, Fondo Julio Grave de Peralta, Libro borrador de correspondencia de Julio Grave de Peralta, comunicado número 305.
2—Ibídem, 713.
3—Ibídem. 717.
4—Ibídem 1104.
5–Ibídem 1401.
6–Ibídem 1434.
7–Idem.
8–Ibídem 1473.
9–Ibídem 602.
10–Ibídem 805.
11–Ibídem 831.
12–Ibídem 13.
13–Idem.
14–Ibídem 372.
15–Ibídem 51.
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