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José Abreu Cardet
Se ha escrito bastante de las guerras de independencia de Cuba, de sus combates y sus héroes pero mucho menos de la vida cotidiana de los mambises, como se llamaba a los guerrilleros cubanos. No es asunto fácil tal indagación. Lo que han emprendido esa tarea han chocado con lo disperso de la información.
Es necesario leer gran cantidad de cartas, diarios de campaña, informes oficiales y otros documentos para poder entender la compleja vida de aquellos cubanos. Quizás el mejor estudio realizado por un contemporáneo sobre los insurrectos cubanos de la primera contienda independentista que se desarrolló entre 1868 y 1878 salió de la pluma del teniente español Antonio del Rosal y Vázquez de Mondragón.
Este oficial cayó prisionero de las tropas de Calixto García en el combate se Santa María de Ocujal realizado el 26 de septiembre de 1873 en un territorio que entonces pertenecía a la jurisdicción de Holguín en el oriente de la isla y hoy forma parte de la provincia Tunas. Calixto que se destacó por su proceder humanitario con los prisioneros españoles le respeto la vida a Antonio y otros de sus compañeros que se rindieron.
Estuvo en poder de los mambises desde el 26 de septiembre hasta el 18 de noviembre de 1873 que fue liberado. Durante ese tiempo se le permitió conversar con sus enemigos, observar la forma de vivir, oír sus relatos sobre los combates y sus tácticas. Los mambises actuaron con una gran ingenuidad. Hombre de gran fidelidad a su ejército y patria realizó un verdadero trabajo de inteligencia militar enterándose hasta la saciedad de los detalles de cómo vivían estos implacables adversarios del imperio español.
A penas fue dejado en libertad escribió un folleto con el objetivo que fuera utilizado por el ejército colonial para combatir a los insurrectos. Este, el 3 diciembre de 1873, ya estaba listo para la publicación con una dedicatoria al brigadier Francisco de Acosta y Albear. Se imprimó en 1874, en Madrid con el titulo: Los Mambises: Memoria de un prisionero. Imprenta de Pedro Abienzo, Madrid, 1874
Se escribieron otros textos con estas características de enseñar a los colonialistas a combatir a los revolucionarios como el de Adolfo Jiménez Castellanos; “Sistema para combatir las insurrecciones en Cuba según lo que aconseja la experiencia” (1)
En este sendero también está el de Leopoldo Barrios Carrión; “Algunas consideraciones sobre la historia de la guerra de Cuba, segunda parte. Deducciones tácticas, logísticas y orgánicas” (2) Fueron obras escritas por militares que combatieron la insurrección, pero ninguna tuvo las características de la del Rosal, que además de enfrentar a los rebeldes cubanos desde las filas del ejército fue prisionero de ellos por casi dos meses. En ese periodo logró obtener una valiosa información de sus captores.
Antonio luego escribió sus recuerdos sobre el periodo en que estuvo prisionero de los rebeldes cubanos. Publicó este texto con el titulo de: Diario de mi Cautiverio, unas memorias más o menos novelado pero no por ellos menos interesante. Ambos son un texto imprescindibles para conocer la vida cotidiana de los insurrectos. Ponemos a disposición del lector de estos temas históricos el epígrafe XI del folleto Los Mambises titulado Campamentos.
“XI.
Campamentos.
Siempre que no están reunidas las partidas insurrectas para practicar alguna operación de campaña, tiene cada batallón su campamento en un punto fijo de la zona que le está señalada, del cual no sale á menos que sea perseguido muy activamente, en cuyo caso varía de lugar con la frecuencia que exija la persecución de que es objeto. Estos campamentos, que podemos llamar permanentes, los establecen siempre dentro del bosque, cerca de alguna aguada, y á las inmediaciones de una finca. Hay casi tantos ranchos como individuos, y están bastante bien construidos, formando calles, que cuidan mucho de tener aseadas; cada ranchito tiene una barbacoa, que se construye con el doble objeto de sentarse y dormir. Los de los jefes se distinguen en que les hacen además un asiento pequeño y delante de él una mesita, todo de palos delgados: debajo de la barbacoa entierran en un hoyo, que sirve de despensa, las provisiones que puedan tener, cuando sacan viandas de nuestros campamentos. Casi en el centro de los suyos forman una bonita glorieta con asientos, que es á la vez plaza de armas y casino, donde dan bailes cuando no temen la aproximación de nuestras tropas. Acuden á ellos todas las mujeres de las prefecturas que hay á las inmediaciones del campamento, y se engalan mucho, colgándose cuantos moños pueden adquirir, sin cuidarse gran cosa de que casen bien sus variados colores. Bailan y se divierten con los hombres, todos confundidos, sin hacer distinción de razas ni clases. Les gusta con predilección la danza, sin que por eso dejen de bailarse la caringa y el zapateado y les sirven de música cuantos instrumentos pueden haber á las manos, entre los cuales nunca falta el indispensable güiro y el tamboril, sustituido el último, cuando carecen de él, por la tumbandera.
El cabecilla de mayor graduación concede muchas veces á los oficiales y soldados licencia para ausentarse del campamento por dos ó tres días, que emplean en visitar á sus mujeres, y cuando cree que puede hacerse sin inconveniente, permite que pasen ellas alguna temporada en el campamento, acompañando á sus maridos.
Cuando están en operaciones, colocan siempre sus campamentos sobre el camino, por lo cual rara vez necesitan más de dos avanzadas, si la partida es de un número tan crecido que se considera capaz de rechazar cualquiera agresión nuestra, no tienen inconveniente en acampar en potreros (3) pero fuera de este caso, se sitúan siempre dentro del bosque. En estos campamentos transitorios no se construyen muchos ranchos pero sí gran número de barbacoas junto á las cuales enciende cada uno una hoguera, que procura hacer durar toda la noche. (4)
Notas
1–Adolfo Jiménez Castellanos: Sistema para combatir las insurrecciones en Cuba según lo que aconseja la experiencia”, Madrid, 1883.
2–Leopoldo Barrios Carrión: Algunas consideraciones sobre la historia de la guerra de Cuba 2 segunda parte. Deducciones tácticas, logísticas y orgánicas segunda edición, Habana Imprenta del Ejercito, 1892.
3–Cotos destinados al pasto, cría y ceba de toda especie de ganado (Nota de Antonio del Rosal y Vázquez Mondragón)
4—Este epígrafe Antonio del Rosal y Vázquez Mondragón: En la manigua diario de mi cautiverio seguido del folleto Los Mambises. Segunda edición Imprenta del Indicador de los Caminos de Hierro, Costanilla de los Ángeles, número 3, Madrid, 1879.
Publicado en Memoria Holguinera, Radio Angulo en Internet. Link: Campamentos mambises (radioangulo.cu)
José Abreu Cardet
El general insurrecto Calixto García, en septiembre de 1874, para no caer en poder de los españoles intentó suicidarse. Tomado prisionero fue curado y enviado a España, donde sufrió prisión hasta el fin de la contienda de 1868 que lo dejaron en libertad.
De inmediato se trasladó a Estados Unidos, allí al frente de la emigración revolucionaria organizó la nueva guerra por la independencia de Cuba. Pero al igual que en 1868 la guerra estalló sin previo acuerdo de los conspiradores. En esta ocasión fue Belisario Grave de Peralta quien se sublevó en territorio holguinero. El alzamiento rápidamente fue apoyado en Oriente y Las Villas. El abrupto levantamiento fue justificado por sus compañeros pues existía, como siempre ocurre en una conspiración, la posibilidad de que los revolucionarios fueran descubiertos y detenidos por las autoridades.
El estallido de la guerra, sin un acuerdo previo, creó una situación en extremo difícil para la emigración; pues no contaba con recursos suficientes para enviar armas y parque a los sublevados. Luego de un gran esfuerzo lograron organizar una pequeña expedición bajo el mando del general Gregorio Benítez. Mientras, Calixto hacía desesperados esfuerzos por llegar a los campos de combate lo más rápido posible, pero sin dinero para comprar un barco y armas veía pasar los días desde el exilio en New York.
Por fin logró salir de Jamaica en un bote con un pequeño grupo de expedicionarios y desembarcó por Aserradero en mayo de 1880. La guerra llegaba a su fin. La mayoría de las fuerzas sin recursos y fragmentadas en el escenario bélico habían depuesto las armas. Calixto no pudo unirse a los que todavía combatían. Un informe español nos dice que:
Perseguidos de tal suerte, que aún no habían esquivado el encuentro con una de nuestras columnas cuando se veían acosados por otra, obligados á andar errantes, desnudos, descalzos, enfermos y sin recursos de ningún género, sin esperanzas de conseguirlos(1)
En estas circunstancias depone las armas. Lo acompaña Modesto Fonseca, Juan Soto, Miguel Cantres, Juan Espinosa, y Juan Moncada. El 8 de agosto llegó, junto con 4 compañeros a La Habana. Uno de los cinco insurrectos que depusieron las armas junto con Calixto fue indultado por las autoridades, poco después de la presentación. El Comandante del apostadero naval de La Habana por indicación del Capitán General, dispuso que Calixto y sus compañeros fueran situados bajo custodia en el buque surto en esa bahía “San Francisco de Borja”. Este era un transporte de hélice que había sido utilizado en la persecución de las expediciones insurrectas y el traslado de prisioneros cubanos a las cárceles españolas de África. A bordo de él se celebró, el 7 de noviembre de 1873, el primer consejo de guerra contra los expedicionarios del Virginius en la bahía de Santiago de Cuba. Este estaba presidido por el capitán del buque Narciso Fernández Pedruñan. En aquella ocasión 37 revolucionarios fueron condenados a muerte y ejecutados ese mismo día. El barco tenía una fama siniestra en la represión del movimiento independentista cubano. La capitanía general informa que:
Previniendo á su comandante por encargo especial de la autoridad mencionada lo guardasen especialmente al primero, (Calixto García) todo género de consideraciones dándoles su mesa verificándose así hasta el día en que pasaran al vapor «Méndez Núñez” para su conducción a la Península. (2)
En varias ocasiones fueron a bordo del “San Francisco de Borja” el Capitán General y el Comandante del apostadero naval a conversar con el legendario mambí. Estas autoridades informaron: «Que su conducta a bordo ha sido decorosa y circunspecta, habiéndose mostrado agradecido al trato y consideraciones de que él y sus compañeros han sido objeto». (3)
Sin embargo, el Capitán General español dispuso la salida de Calixto lo más rápidamente posible hacía España «…atendiendo á su influencia e importancia entre los de ideas separatistas…” (4)
El 15 de agosto de 1880 en el primer buque correo que salió hacía España, el “Méndez Núñez”, embarcaron a Calixto en compañía del Brigadier Modesto Fonseca (5), Juan Soto, Juan Espinosa y Juan Moncada. Como escolta iba el Coronel graduado que desempeñaba las funciones de Teniente Coronel de Estado Mayor de Plaza, Manuel de Jesús Tejera y Penson.
El Méndez Núñez era un buque de vapor y vela de la empresa Compañía Trasatlántica Española que hacia viajes de forma regular entre España y Las Antillas. Esta empresa estaba estrechamente ligada a los intereses coloniales españoles. Una buena parte de las tropas que tomaron parte en las guerras de independencia en la mayor de Las Antillas fueron trasladadas en estos buques.
Así concluía la breve detención del general Calixto García en la bahía de La Habana. Se iniciaba otra historia que tendría por escenario las prisiones de España.
Notas
1–Centro de Información de las Guerras de Independencia, Museo Casa Natal de Calixto García, copia del expediente seguido por los españoles al Mayor General Calixto García, (1874-1896) el original se encuentra en el Archivo Histórico Nacional de Madrid. La fotocopia fue donada por el historiador Raúl Rodríguez la O al Museo Casa Natal de Calixto García.
2- Ídem.
3- Ídem.
4- Ídem.
5- Modesto Fonseca Milán, nació en Bayamo en 1847. En octubre de 1868 se unió a las fuerzas libertadoras. Se mantuvo en la contienda hasta el fin de esta en 1878. Marchó al extranjero e integro la expedición que trajo a Calixto García a Cuba en 1880. Cayó prisionero junto con su jefe. Deportado a España con Calixto. Al ser dejado en libertad se estableció en Madrid. No participó en la guerra de 1895. Alcanzó el grado de general de brigada del Ejército Libertador Cubano.
Publicado en Memoria Holguinera, Radio Angulo en Internet. Link: Drama a bordo del San Francisco de Borja (radioangulo.cu)
José Abreu Cardet
Hay un acontecimiento que ocurrió a principios de 1869 en el territorio holguinero que ha llamado la atención de los historiadores. Es el llamado Motín de Tacajó. El hecho se ve desde diferentes criterios.
Pero veamos que fue este movimiento político y por qué se desarrollo en territorio holguinero. En octubre de 1868 los independentistas capturaron la ciudad de Bayamo y establecieron allí un gobierno presidido por Carlos Manuel de Céspedes. (1) Mientras en Camagüey que se había levantado en armas el 4 de noviembre y creó un gobierno que no se subordino al de Bayamo.
En enero de 1869 los españoles reconquistaron Bayamo. La ciudad heroica y orgullosa fue incendiada para no rendirla al enemigo. Luego de la captura de Bayamo por los españoles el gobierno revolucionario y los vecinos de esta población se dispersaron por los bosques y campos de la jurisdicción. Esto tuvo un profundo significado para la administración revolucionara. Se hizo muy difícil el contacto entre los revolucionarios de las jurisdicciones que habían reconocido el gobierno de Céspedes. Eran estas las de Santiago de Cuba, Bayamo, Holguín, Jiguaní, Tunas y Bayamo.
Se puso en evidencia lo endeble de las estructuras de gobierno creadas por los revolucionarios. Así como la vitalidad de los intereses regionalistas y caudillistas. El papel preponderante de Céspedes entre los líderes regionales estaba en sus éxitos militares. Una vez que fue estrepitosamente derrotado comenzó a desdibujarse su figura a los ojos y criterios de quienes lo habían seguido hasta entonces.
El primer golpe lo propinó el general Donato Mármol. (2) El era el líder político y militar de las jurisdicciones de Santiago de Cuba y Jiguaní. Este, apoyado por un grupo de oficiales, se proclamó dictador en el sentido romano de la palabra. Es decir tomar las riendas del gobierno para salvar la situación de caos impuesto por las derrotas. Sobre las causas de la decisión de Mármol hay diversos criterios. Según Máximo Gómez (3) fue porque: “Eduardo Mármol (4), culto y funesto, aconsejo a Donato la dictadura”. (5)
Mientras para el historiador y economista Cepero Bonilla (6):
“Tacajó no fue una mera peripecia determinada por la ambición de un hombre o de un grupo. Respondió a los intereses de las clases populares que formaban el grueso del ejército libertador de Oriente.”(7)
No es nuestro objetivo historiar ni ofrecer criterio sobre tan singular acontecimiento en este texto breve. Si no más bien tratar de valorar su impacto en Holguín. Conocer como pensaban y actuaron los holguineros respecto a este movimiento nos puede ofrecer una visión interesante sobre las concepciones que prevalecían entre una parte de los revolucionarios de la forma de organizar la naciente república.
Es interesante que este movimiento se desarrollara en su proceso final en el territorio de la jurisdicción de Holguín. Las fuerzas de Donato Mármol se habían desplazado hacia las márgenes occidentales de la inmensa bahía de Nipe en espera de una expedición, que la emigración le había prometido que desembarcaría por la península del Ramón. Esta concentración sirvió de escenario al movimiento político. Parte de estas tropas se situaron en Tacajó. Una hacienda de la región oriental de Holguín.
Los líderes holguineros dirigidos por Julio Grave de Peralta, estuvieron en contacto con Mármol y sus hombres. Incluso se realizó una entrevista entre Grave de Peralta y Donato Mármol en Tacajó. Pero los holguineros no se suman al movimiento de Mármol. El asunto radica en concepciones diferentes de ver la organización de la revolución. Es indiscutible que estamos ante dos criterios. Unos estaban por una dirección centralizada como la de Céspedes. Otros creían que era más conveniente un gobierno elegido por medio de elecciones con un parlamento que sirviera de contrapartida al ejecutivo. En Camagüey triunfaron los criterios de este último grupo. Los holguineros estaban más acorde con ese criterio que con un mando centralizado en torno a una figura fuera esta Céspedes o Donato Mármol.
Aunque los holguineros tuvieron que aceptar el tipo de gobierno establecido por Céspedes. La forma de régimen en el oriente estuvo marcada por las circunstancias en que se produjo el alzamiento. Este fue la decisión de un grupo regionalista que escogió la fecha sin contar con los demás caudillos. El factor decisivo fue la victoria militar que significó la toma de Bayamo. Luego la derrota de los intentos de conquistar esta plaza por los españoles entre octubre y noviembre de 1868. No menos importante fue la capacidad e inteligencia de Céspedes. Su flexibilidad y comprensión hacia los demás líderes regionales. Además la inclusión en la nómina del naciente ejército libertador de un grupo de militares extranjeros que actuaron con relativo éxito. Las victorias de estos prestigiaron a Carlos Manuel.
Nos podríamos preguntar si había realmente una diferencia sustancial respecto a los criterios de Céspedes y Mármol para gobernar. Realmente entre el gobierno a que aspiraba Mármol en Tacajó y el que fue establecido por Céspedes en Bayamo no había diferencias significativas. En ambos la dirección dependía de un hombre y no existía la posibilidad de elegirlo o destituirlo por medio de la votación. Los holguineros demostrarían que no estaban de acuerdo con esta forma de gobierno. Por esas ironías de la historia este acontecimiento pasó a la posteridad como sedición o movimiento de Tacajó.
Pese a que los holguineros no tuvieron nada que ver con él. La importancia de este acontecimiento es que impulso el proceso de unidad de las fuerzas revolucionarias que terminaron en la formación de la Republica de Cuba en abril de 1869. En esencia fue la expresión del descontento a la situación que prevalecía entre las fuerzas libertadoras por la falta de unidad. El movimiento concluyo con una reunión de Carlos Manuel de Céspedes, Donato Marmol y otros patriotas en Tacajo en febrero de 1869. Por ese se le denomina con ese nombre aunque no hubo participación de los vecinos de esta comarca.
Notas
1– Carlos Manuel de Céspedes. Hacendado y abogado natural de la ciudad cubana de Bayamo en el oriente de Cuba. Se sublevo el 10 de octubre de 1868 en su ingenio Demajagua en Manzanillo en el oriente de Cuba. Fue el primer presidente de la Republica de Cuba en Armas Destituido en octubre de 1873 fue muerto por los españoles el 27 de febrero de 1874. Se le considera por los cubanos como el Padre de la Patria.
2– Donato Mármol Mayor general del Ejercito Libertador Cubano. Se alzo en octubre de 1868 en Jiguaní. Fue jefe de la división integrada por los territorios de Santiago de Cuba y Jiguaní. Falleció en 1870 de enfermedad en el campo insurrecto.
3– Máximo Gómez Báez Natural de Republica Dominicana se unió en octubre de 1868 a las fuerzas libertadoras cubanas. Combatió en la guerra de 1868 y la de 1895. Llego a ser general en jefe de las fuerzas libertadoras en la última contienda.
4– Eduardo Mármol Ballagas nació en 1823. Secundo el alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes. Llego a ser general de brigada. Fue capturado y fusilado por los españoles en junio de 1871
5– Diario de Martí. En Máximo Gómez Diario de Campaña, Instituto del Libro, La Habana, 1968, p 363.
6—Raúl Cepero Bonilla destacado economista cubano. Funcionario del gobierno revolucionario, falleció en un accidente de aviación cuando cumplía una misión en el exterior.
7– Raúl Cepero Bonilla, Azúcar y Abolición, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1971, p. 166.
Publicado en Memoria Holguinera, Radio Angulo en Internet. Link: “Tacajó”: ¿Una sedición de los holguineros? (radioangulo.cu)
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