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Los soldados, los trenes y la guerra.
Sergio, la yunai y la historia.
Arqueología en tiempos de Revolución.
José Abreu Cardet
Se ha escrito tanto sobre la lucha contra Batista que se desarolló entre 1952 1958 en Cuba que parece que todo está dicho y comentado. Pero hay un asunto apenas tenido en cuenta y fueron las acciones contra el transporte ferroviario por parte de los revolucionarios y su defensa por las fuerzas armadas gubernamentales. La vías férreas parecían incentivar la acción subversiva. Extensas, solitarias, imposibles de proteger y relativamente fáciles de sabotear. Aprovechar la complicidad de la noche para quemar un puente de madera, arrancar unos rieles era una posibilidad constante para los revolucionarios.
En la medida en que la lucha se intensifcaba, las acciones contra el ferrocarril eran más frecuentes. Hay diversos ejemplos. Tan solo en el territorio del escuadrón 73, del regimiento 7 de la Guardia Rural, que comprendía los antiguos municipios de Puerto Padre y parte de Gibara las acciones dirigdas a ese objetivo crecían como las aguas de los ríos en tiempo de lluvia. La llegada de la expedición del Granma fue un gran incentivo para los saboteadores.
El 13 diciembre, en el barrio Santa María, en el territorio del escuadrón 73 queman dos alcantarillas, en el kilómetro 5 y el 8, respectivamente, propiedad de la American Sugar Mills Company. Ese mismo día en San Manuel y Vázquez: incendian el puente del kilómetro 38 de la línea férrea de la referida compañía .(1)
El 14 diciembre de 1956 incendiaron las edificaciones de la Compañía Ferrocarriles Consolidados de Cuba en la ciudad de Tunas. (2) El 23 de diciembre 1956 quemaron el puente del kilómetro 41 en Jobabo. Este era propiedad de la referida empresa.(3) El 24 diciembre de 1956 en Santo Domingo, sabotearon el puente del ferrocarril propiedad de American Sugar Mills Company.(4)
En la medida en que se desarrollaba la guerra de guerrillas y columnas y pelotones rebeldes comenzaban a operar en diferentes lugares de la isla la actividad contra las vías férreas y los trenes eran frecuentes. Incluso se llegaron a capturar trenes por los revolucionarios y sabotearlos.
El ejército decidió establecer el servicio de escolta de trenes. En la antigua provincia de Oriente lo harían el regimiento 7, de la Guardia Rural que abarcaba desde Tunas hasta Sagua de Tánamo y el regimiento 1 que tenía bajo su control el sur de la provincia.
El 29 de agosto 1958 se organizó el servicio de escolta de trenes de la siguiente forma: por el ramal norte los trenes que llegaban a Victoria de las Tunas en marcha hacia Santiago de Cuba serían custodiados, por personal del escuadrón 72, del regimiento 7, desde esa población hasta Alto Cedro. A partir de esa estación lo escoltaría personal del regimiento 1. Los trenes que iban por el ramal sur desde Jobabo a Bayamo serían escoltados por personal escuadrón 72 hasta Bayamo y de allí, en caso que continuaran la marcha, por personal de la zona de operaciones de Bayamo y viceversa (5).
Este servicio de escolta dio sus resultados positivos pese a lo muy vulnerable que era el transporte ferroviario. Un ejemplo de la eficacia de este sistema se dio el día 24 de septiembre, cuando en el paradero de Gastón la escolta de un tren que iba de Santiago de Cuba a la Habana y era custodiada por fuerzas del escuadrón 72, fue “…atacado súbitamente por individuos apostados ambos lados vías sufriendo desperfecto el referido tren”. (6) Los soldados rechazaron el ataque de los rebeldes. Aunque estos lograron descarrilar la locomotora al zafar un riel. El tren, reparada la vía, continuó viaje a Camagüey. Un soldado resultó herido y se perdió el fusil de otro.(7)
Las fuerzas de la dictadura llegaron a utilizar por lo menos una avioneta empleada en la agricultura y que tenía su base en una pista situada en un latifundio. Esta fue artillada y vigilaba las vías férreas y los trenes. El día 9 de septiembre una guerrilla que operaba en las llanuras del Cauto informaba que:
“El grupo a las ordenes de Gerardo Hernández, a las 11 de la noche quemó una avioneta de regar líquido y abono a las arroceras, por utilizarlas el ejército para patrullar los trenes, siendo la misma que en la mañana de ese día le tiró una ráfaga de ametralladora en el apeadero Fidel; este hecho fue en esa pista de aterrizaje existente en Cayamas”. (8)
Pero la suerte de estos defensores del ferrocarril tenía sus límites. Los rebeldes cada vez se arriesgaban más sobre los rieles. El 12 de agosto fuerzas del Segundo Frente Orienal Frank País atacan el tren donde era conducido Carlos Iglesias Fonseca, miembro de la Direccion Nacional del Movimiento 26 de Julio, desde Santiago de Cuba a La Habana. Sería jusgado por un tribunal en esta última ciudad. Lograron rescatar al revolucionario y le ocasionaron a la escolta del tren once bajas mortales y un herido. Cinco guerrilleros mueren en el combate.(9)
El 12 de septiembre de 1958 en un lugar llamado Carrera Larga tropas de ese frente atacaron un coche automotor protegido por una escolta. Poco despues llegó un tren, también con escolta. Se produjo un intenso combate. Los militares se rindieron. Se capturaron 16 prisioneros y se le hicieron varias bajas entre muertos y heridos. Los rebeldes tuvieron una baja mortal y tres heridos. Capturaron 37 armas (10).
Los grupos guerrilleros que operaban en las llanuras del Cauto llevaron a cabo numerosas acciones contra el transporte ferroviario en 1958. Si hacemos un breve recuento de las acciones realizadas en el mes de septiembre nos encontramos que el 3 quemaron: “…una casilla de un tren de carga en Gamboa y cortaron las comunicaciones telefónicas”. (11) El 16 una guerrilla “descarriló un tren en Planas”.(12)
El 18 : “…el grupo al mando de Gerardo Hernández obstaculizó la vía férrea de Herrán”.(13) Ese mismo destacamento el 23 : “…con una bulldozer destruyó 4 kilómetros de línea de los Ferrocarriles Consolidados de Cuba en Plana y Astral, cortando el tendido Telefónico de la misma empresa de Martí a Bayamo ocupando un aparato telefónico.(14) El 24: “El mismo grupo descarriló el tren de pasaje con la máquina Nº. 850 en Astray”.(15) El 25 la referida guerrilla: “…asaltó el tren que conducía la máquina 850 custodiado por siete soldados entablando un combate en que los soldados se dieron a la fuga procediendo inmediatamente a quemarle la locomotora y en esa ocasión resultó con quemadas leves el compañero Hernández”.
(16) El veintisiete: “Se arrancó con una Bulldozer 500 metros de línea y 300 del tendido telefónico en la línea de Tunas a Manati”. (17)
En el paradero de Mareate, los guerrilleros, en octubre de 1958, asaltaban y detenían el tren de carga y pasaje de la línea Manatí-Victoria de Las Tunas, siendo quemado hasta su total destrucción. (18)
El seis de Octubre: “Un grupo a las órdenes de Rafael Verdecia y dirigido por Raúl Cruz arrancaron un kilómetro o más de línea y cuarenta postes de teléfono en el tramo de San Germán a Cacocum, quemando también la Estación de Rey y la de Estrada de la Cuba, lo mismo que la de Levington”.(19)
De todas formas la protección del regimiento logró mantener el transporte ferroviario en gran parte de oriente, hasta los últimos meses de 1958. Pero los sabotajes hacían muy lenta la circulación de los trenes. Era necesario reparar constantemente las vías férreas afectadas por sabotajes. Un ejemplo de esto es que el 3 de octubre se iban a trasladar a La Habana desde Holguín unos reclutas del servicio militar emergente en tren. La jefatura del Regimiento en un comunicado al Estado Mayor reconoció la difícil situación del ferrocarril: “…pero teniendo en cuenta la demora que está sufriendo este medio de transporte…” se hicieron gestiones con la Fuerza Aérea del Ejército y se enviaron por vía aérea. (20) El 31 de octubre 1958 la aviación del escuadrón de patrulla de Camagüey en una incursión de bombardeo a la zona de Gibara informaron por radio que vieron un tren ardiendo en la vía entre Manatí y Victoria de las Tunas.
Las afectaciones a las compañías ferroviarias y otras de transportes por carreteras fueron tales en los últimos meses de 1958 que Fidel en carta a Orlando Lara Batista, jefe de la columna 14, del Cuarto Frente, “Simón Bolívar” le hacia el siguiente razonamiento.
“Solo de una cosa hay que cerciorarse: que no esté actualmente el sistema ferroviario, principalmente la vía del tren central en condiciones de ser reparado rápidamente y utilizado por el enemigo. En vista del bloqueo establecido por nosotros en la Provincia es importante que esas vías no puedan ser utilizadas para abastecimientos.
Aclarado este requisito no tengo objeción en ofrecerle a la empresa seguridades para sus propiedades. No me parece correcto que le cobremos impuestos porque hemos excluido de ellos a los medios de transporte, además, la compañía de ferrocarriles ha sufrido muchos daños. Puedes exponerle que de parte nuestra no hay interés en el cobro de impuestos, por los motivos legales”.(21)
La guerra sobre los rieles tuvo su momento culminante con el envío de un tren blindado a Santa Clara. La llegada de esa unidad militar, que se desplazaba sobre los rieles, tiene dos lecturas por un lado la eficacia de las fuerzas revolucionarias y lo vulnerable que eran esos medios de tranporte, pero tambien que pese a los sabotajes las fuerzas de la dictadura habían logrado mantener en funcionamiento el transporte ferroviario hasta Santa Clara. Estamos ante una historia que es necesario escribir.
Notas a pie de página
Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en Internet. Link:
Los soldados, los trenes y la guerra (radioangulo.cu)
José Abreu Cardet
La United Fruit Company emprendió en Cuba una aventura en el azúcar, instalando dos grandes centrales el Preston y el Boston. Esta empresa marcó la historia de gran parte del norte del oriente de la mayor de Las Antillas donde se encontraban esas industrias llamadas luego de su nacionalización, en 1960, como Guatemala y Nicaragua ubicadas en los municipios Mayarí y Banes de la actual provincia Holguín.
En la primera mitad de los años setenta del siglo XX, un grupo de investigadores de la universidad de la Habana se fue tras las huellas de esta empresa, conocida por la población local como la yunai. El equipo estaba dirigido por Alejandro García y Oscar Zanetti, lo integraban además, los estudiantes de la Escuela de Historia de esa universidad: Sergio Guerra, Rosa Pulperio, Concepción Planos, Josefina Ballester, Manuel Rodríguez, Vivian Peraza, Francisco Román García, María del Carmen Maseda, Armando Vallejo y Rafael García. El esfuerzo dio su fruto y en 1976 la editorial cubana Ciencias Sociales puso a disposición de los lectores el libro “United Fruit Company. Un caso del dominio imperialista en Cuba.”
Era el resultado de aquella aventura intelectual del grupo de profesores y estudiantes de la universidad de La Habana. Por primera vez se hacía el estudio de una empresa transnacional estadounidense, establecida en la mayor de las Antillas. Hasta donde sabemos no existen antecedentes significativos en el área del Caribe.
Este libro, además de su trascendencia nacional e internacional, fue en extremo importante para los estudios regionales del territorio de la provincia de Holguín. Aportó a los estudiosos locales una gran cantidad de información y análisis. Una investigación histórica es una verdadera hazaña del intelecto. El lector recibirá un producto acabado que servirá para ampliar sus horizontes culturales, pero al abrir la página de aquel libro no sabrá el largo camino que hay tras la obra.
Con el objetivo de conocer el universo de esfuerzos que se guarda tras las páginas de aquel libro que en gran medida es un símbolo del desarrollo historiográfico cubana en la década de los setenta entrevistamos a los dos profesores que dirigieron aquella investigación Oscar Zanetti y Alejandro García y a uno de los estudiantes que trabajó en el texto. Sergio Guerra Vilaboy era un joven de unos 19 años que se iniciaba en los caminos de la historiografía. Hoy es una figura de singular relieve en los estudios del pasado de Latinoamérica.
Es autor de alrededor de 20 libros y folletos y coautor de unos 16 así como de mas de 300 artículos sobre la historia de nuestro continente. Es miembro de diversas instituciones científicas en Cuba y el extranjero. Es sendero largo el andar por su curriculum. Pero hoy nos interesa acercarnos al joven Sergio, cuando en los años setenta se iniciaba en los caminos de los estudios históricos.
Elaboramos un cuestionario con una serie de preguntas para tratar de entender quien es este colega y en especial los caminos que fue necesario recorrer por aquel grupo de profesores y estudiantes para poder contar con ese espléndido libro de historia de aquella empresa transnacional. Démosle la palabra a Sergio Guerra:
“Nací en La Habana, el 11 de agosto de 1949. La enseñanza primaria la cursé en un colegio privado norteamericano, cercano a mi casa, el Candler College. La secundaria y el pre en Carlos de la Torre y el Instituto del Vedado.
Aunque siempre me interesó la historia, al graduarme de bachillerato matriculé ingeniería en la CUJAE, (1) pues no conocía de la existencia de esa carrera. (2) Además, había entonces una enorme presión social para el estudio de carreras técnicas. Estando en la CUJAE, comprendí muy pronto que no me interesa esa profesión, a la vez que conocí de la existencia de la Carrera de Historia, por lo que al curso siguiente, en 1968, ingresé en ella.
Sentía verdadera vocación por estudiar historia, me atraía desde la primaria, al extremo que recuerdo claramente que en la secundaria una profesora de Historia puso como bibliografía de un tema a Sergio Aguirre y Ramiro Guerra (3) y pensé que era una señal de mi destino, por el nombre del primero y el apellido del segundo.
La carrera de Historia me satisfizo desde el inicio, era como llegar al paraíso. No obstante, a veces tuve alguna decepción con el claustro, pues pensaba encontrarme a Herodoto de portero y aunque predominaba la alta calidad del profesorado (Carmen Barcia, Sergio Aguirre, Juan Pérez de la Riva, Carlos Funtanellas, José A. Tabares, Pelegrín Torras, Armando Entralgo, Sergio Benvenuto, Manuel Galich, Enrique Sosa, Beatriz Maggi, Carlos Martí y algunos más) otros no daban la talla y me decepcionaban.
Pienso que en cierta forma partíamos con una buena formación precedente, superior a la actual. Recuerdo, por ejemplo, que en el preuniversitario de El Vedado tuve un profesor de literatura hispanoamericana, de apellido Granados, como no tuve después en la Universidad. La investigación de la United Fruit se concibió como ejercicio de graduación, pues no existía entonces tesis de diploma. Oscar Zanetti y Alejandro García, con la colaboración de Oscar Pino Santos, diseñaron el proyecto, ubicaron las fuentes y realizaron la preparación metodología y temática del grupo de estudiantes que participaría en la investigación.
Ellos, en calidad de profesores-tutores, repartieron parejas de estudiantes de cuarto año (la carrera tenía entonces esa duración) por tema, que finalmente elaborarían sus textos como verdaderas tesis de grado. De manera excepcional, a mí me tocaron dos capítulos y en la práctica también fui el único que trabajó solo, pues la compañera que debía acompañarme finalmente no pudo viajar a Oriente y se limitó a proporcionarme alguna información adicional en archivos habaneros, que no me sirvieron de mucho.
No tenía experiencia de investigación, aunque era el único de aquel grupo que ya había escrito y publicado en Granma y Verde Olivo algunos artículos sobre la historia latinoamericana (incluso elaborado ya un pequeño libro que no se había publicado todavía sobre el Nacionalismo en Bolivia) y que ya daba clases sobre esta materia, lo que junto con mis responsabilidades en la Escuela, donde era el Secretario General de la UJC, hicieron más cortas mis estancias en Banes y Nipe.
La información que teníamos sobre la UFCO (United Fruit Company) y la industria azucarera nos la proporcionaron Zanetti y, Alejandro, que desde más de una año antes estuvieron trabajando en el proyecto y en la localización de fuentes y la preparación de la estadía en el Oriente. Además, junto con Pino Santos, nos dieron a modo de introducción un seminario sobre el proyecto en La Habana y otras informaciones para ambientarnos con la tarea a realizar. Que yo sepa no existía un precedente de esta naturaleza, de investigación en equipo, aunque ya existían algunas historias de empresas e incluso una sobre la propia United Fruit a nivel internacional.
Lo que más ayudo a entender el tema no fue ningún estudio en específico, sino la interacción en el equipo, el trabajo de campo y los archivos. No tome parte en el diseño, sino recibí lo que me asignaron. Supongo que me tocó la parte demográfica pues había colaborado como alumno ayudante con el prestigioso demógrafo Juan Pérez de la Riva. Se me encargaron los antecedentes históricos de la zona, denominada “La Región”, en que operaria la UFCO en el Oriente cubano, así como el capítulo dedicado a la política demográfica de la empresa en Cuba. Cada uno investigaba su parte, pero intercambiamos constantemente en colectivo y en forma individual, pues pasamos varios meses en Nipe y Banes.
Me causaron gran impresión las construcciones de la UFCO y el verdadero feudo que tenía en la zona. Además de los archivos de la empresa, revisamos la prensa, archivos locales y nacionales, la Biblioteca Nacional, etc.
Conocía algo de inglés y la investigación me obligó a profundizar en el idioma, pues debía leer y traducir la documentación que estaba casi toda en ese idioma. En mi caso específico no recuerdo que utilizara fuentes orales, que para otros temas fueron imprescindibles, como por ejemplo, el movimiento obrero. La interacción entre todos los participantes fue fundamental en todo el proceso de investigación, aunque la redacción era individual (en realidad por pares de autores) y luego para la versión editorial Zanetti y Alejandro se encargaron de la redacción de los textos para su publicación como libro.
A la mía, que recuerde, solo le hicieron correcciones de estilo, al extremo que el capítulo de la Política demográfica de la United lo publique con mi nombre en la revista Universidad de La Habana, en 1973, mucho antes de la salida del libro (1976).
No recuerdo a historiadores locales involucrados. La investigación fue financiada por la Universidad de La Habana y el Partido Comunista Cubano Provincial o Regional como se le decía entonces. Guardo un grato recuerdo de los lugares visitados, aunque se veía abandono por aquellas edificaciones hoteles, casas, etc.
El libro fue muy importante para la historiografía cubana e internacional por la índole del tema, la forma multifacética en que fue realizada, el novedoso enfoque, sin precedentes, y el trabajo en colectivo. Además, llegamos en el momento justo para usar las fuentes de la empresa que estaban tiradas en almacenes y que dejamos clasificadas y preservadas, aunque dudo que existan hoy. (4)
No se me ocurre que le agregaría de hacerla hoy, quizás menos maniqueísmo, propio de la época. Fue muy importante en mi formación académica, pues fue mi primera investigación en fuentes de archivos y como trabajo de campo, experiencia que no he vuelto a repetir.”
Notas:
1–Ciudad Universitaria José Antonio Echeverria donde se encuentra las carreras de ingeniería de la Universidad de La Habana actualmente se llama Universidad Tecnológica de La Habana José Antonio Echeverría
2–La carrera de historia se inicio en la educación superior en Cuba en 1962.
3–Destacados historiadores cubanos ya fallecidos.
4–La documentación de la United Fruit Company forma parte hoy del archivo municipal de Banes.
Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en Internet. Link:
http://www.radioangulo.cu/memoria-holguinera/17811-sergio-la-yunai-y-la-historia
José Abreu Cardet
Hiram Pérez Concepción nació en Mir, Holguín el 12 de septiembre de 1945. Profesor, museólogo, funcionario político y sobre todo historiador, defensor y promotor incansable de la cultura y el patrimonio holguinero. Actualmente dirige la Oficina de Monumentos y preside la Comisión Provincial de Monumentos y la Unión de Historiadores en la provincia de Holguín.
Es uno de los especialistas entrevistados para el libro “Un Rostro Local para la Arqueología Cubana.” coordinado por Roberto Valcárcel Rojas y Jose Abreu Cardet y publicado por la editorial La Mezquita de Holguín y Ediciones Nuevos Mundos de Estados Unidos. Es de destacar el meritorio papel desempeñado por la editora Soledad Pagliuca para llevar al papel y la tinta la referida obra. Soledad en uno de sus muchos gestos de generosidad nos permitió situar en internet el libro gratuitamente en el siguiente sitio: https://www.academia.edu/30881611/Un_rostro_local_para_la_Arqueolog%C3%ADa_Cubana_editado_por_Roberto_Valc%C3%A1rcel_Rojas_y_Jos%C3%A9_Abreu_Cardet_
Reproducimos la referida entrevista que le concedió Hiram Pérez Concepción a los coordinadores de este libro. Ella nos narra su larga huella en la arqueología cubana.
-¿Cómo se inicia tu interés por la arqueología?
Siendo yo profesor de Historia en la secundaria básica José Martí en los años 1968–1969, me empezó a interesar más el tema de la investigación histórica y arqueológica, por lecturas y por vínculos con otros compañeros. Pienso que este interés no comenzó de momento, estando de profesor, sino que es algo que venía de antes, de mi niñez y de la influencia de mi familia, sobre todo de mi padre, que sin grado académico, era un embarcador de plátanos en Mir, leía mucho, nos hablaba de la historia, de personajes históricos de la Biblia. También la influencia de la historia de los lugares donde nací (Mir) y donde viví la niñez y parte de la juventud (Barajagua). Dos lugares con una rica historia, vinculados a hechos de la historia nacional como Mala Noche, donde los holguineros se alzaron en la guerra del 95 y donde Maceo organizó el Estado Mayor de la Invasión, y Barajagua, sede de un sitio aborigen, de luchas campesinas, vinculado a la Virgen de la Caridad, la patrona de Cuba.
También influyeron las relaciones con José A. García Castañeda, que fue nuestro profesor en el preuniversitario Enrique José Varona y el que me casó con Georgelina Miranda. Fue mi profesor, mi amigo, compañero y subordinado. Su influencia fue muy importante, fue como un detonador. También fue importante la relación con Francisco García Benítez, periodista e historiador. Muy amigo de nuestra familia, sobre todo de mi hermano Hernán. Estos son los factores que me impulsaron a crear un grupo de aficionados a las ciencias, que abarcaba varias disciplinas, no solo la arqueología. Le pusimos Grupo Científico de Holguín García Feria, como aspiración de lo que queríamos ser algún día y en honor a Eduardo García Feria, padre de Pepito García Castañeda.
El Grupo de Jóvenes Arqueólogos Aficionados nos precedió en estos intereses; lo integraron compañeros muy valiosos que tuvieron un desempeño importante bajo la dirección de Milton Pino. Recuerdo algunos nombres como Pedro Pérez Hernández, Arturo Pérez, Austrialberto Garcés Gómez, Vinicio Ferrán, Eduardo Solana, Miguel Céspedes, Ramón Guerrero Mastrapa, Marcelo Pino. Entre sus principales logros está la creación del Museo Guamá, primer museo público de Holguín. Se vincularon con la recién creada Academia de Ciencias de Cuba. El nombre verdadero era Asociación de Jóvenes Arqueólogos Aficionados y fue creada en la década del 50 y realizaron actividades de arqueología y espeleología. Fue con el triunfo de la Revolución cuando pudieron crear el Museo Guamá inaugurado el 22 de julio de 1964.
Debo decirte que Pedro Pérez Hernández fue estudiante de la secundaria básica Juan José Fornet, estábamos juntos ahí. Pedro estaba un año antes que yo y era miembro de los Jóvenes Arqueólogos, que presidía Milton Pino Rodríguez. Milton se va para La Habana a trabajar en la Academia de Ciencias y quedó como jefe otro compañero que le decían Pepe. Había otros compañeros, los hermanos Solana, Austrialberto Garcés, Miguel Céspedes; a través de Pedro yo me comienzo a vincular con ese grupo, pero manteníamos nuestro propio grupo. Pedro Pérez Hernández fue como un enlace con el grupo de Jóvenes Arqueólogos, él se vinculó con los dos grupos. Había otros compañeros, los hermanos Solana, Austrialberto Garcés. A través de Pedro yo me empiezo a vincular, pero decidimos crear nosotros un grupo de jóvenes aficionados a la ciencia, no solo a la arqueología.
Los Jóvenes Arqueólogos en una ocasión me invitaron a visitar el sitio arqueológico El Catuco; no se hizo la excavación en ese momento, pero fue mi primer contacto importante con la arqueología, porque fueron varios miembros del grupo como Pedro Pérez, Eduardo Solana y su hermano, Austrialberto Garcés, Vinicio Ferrás, etc. El Grupo de Jóvenes Arqueólogos se había anquilosado, casi no salía, estaba estancado, estaba muy pasivo, entonces Austrialberto Garcés, que era el organizador del Comité municipal del Partido en Holguín, nos planteó unificar los dos grupos. Yo estuve de acuerdo y lo hacemos y desaparece el Grupo de Jóvenes Arqueólogos. Este dejó de existir y sus miembros pasaron al Grupo García Feria, aunque ambos grupos llegaron a estar paralelos durante cierto tiempo.
Del otro grupo pasaron Eduardo Solana y su hermano, Marcelo Pino, Pedro Pérez, Arturo Pérez padre, Miguel Céspedes Sánchez. Finalmente el Grupo Científico de Holguín García Feria estuvo integrado por ese grupo y los que ya eran del Grupo García Feria. Wilfredo Martínez (que se incorporó posteriormente), Alfredo Rams, Georgelina Miranda, Ángel López Castillo, Rigoberto González Limiñana, Hernel Pérez, Jesús Novoa, William Corona, Arnoldo Martínez Rojas, Néstor Robert, que era estudiante de la “Martí”, Felipe Rodríguez, los profesores Julián León, Pedro Luis Rodríguez y Oniel Santiesteban, y yo que lo presidía. Así nos fusionamos todos en el Grupo García Feria.
Fuimos a hacer exploraciones arqueológicas a diferentes sitios. Por ejemplo, en el año 1969 del 3 al 10 de agosto fuimos a la zona de Yaguajay Arriba, en Banes; del 17 al 24 de agosto de 1969 fuimos a excavar en el sitio Barajagua, ya como Grupo García Feria. El 2 de enero de 1970 fuimos a la cueva de Quiñones en Banes, el 11 de enero del 70 fuimos a la zona de La Jíquima, en algunas de estas exploraciones nos acompañó Pepito (José A. García Castañeda). El 2 de mayo de 1970 fuimos a las lomas de Cupeycillo, el 7 de junio a la playa Pesquero, el 1 de agosto fuimos a explorar la bahía de Naranjo (ahí estuvimos 25 días); el 9 de febrero de 1971 fuimos a Santa María, en Puerto Padre, del 25 de febrero al 5 de marzo de 1971 estuvimos en la excavación de Aguas Gordas en Banes con la Academia de Ciencias. Fuimos Arnoldo Martínez, Israel Aguilera, Miguel Céspedes, Rigoberto González Limiñana y yo, estaban por la Academia José Manuel Guarch Delmonte, Milton Pino y Jorge Calvera.
Una de las excavaciones más importantes en que participamos fue la de Esterito, Banes. Se hicieron dos trincheras, una cuya excavación dirigió Guarch Delmonte y él me dio la posibilidad de dirigirla del 25 de marzo al 25 de abril. Estuvimos en la excavación Israel, que hizo los dibujos, así como los integrantes de la sección de Arqueología del grupo, Arnoldo, Rony, Alfredo y yo. Ahí me encontré un pendiente de oro, una laminilla con una pequeña perforación, fue muy estimulante que Guarch nos diera la oportunidad de excavar solos, de hacerlo como grupo. Creo que hicimos un buen papel en esa excavación. El 25 de febrero de 1973 estuvimos en Levisa con la Academia de Ciencias y el arqueólogo polaco Janusz Kozlowski; estuvimos Rigoberto González, Arnoldo Martínez y yo. Del 6 al 9 de diciembre del año 1971 se trabajó en los planos de la excavación de los sótanos de la Periquera. De todo esto yo llevaba una libreta de notas, pero se me extravió y ahora no recuerdo todo. También hicimos exploraciones en Majibacoa, nos acompañó Pepito, a El Yayal y Ochile, La Forestal, Pedernales, La Cuaba, Mejías, Pesquero, Tacajó, Alcalá, entre otros sitios.
-¿Cómo eran las excavaciones que ustedes hacían? ¿Recibieron algún entrenamiento para esto?
Nos basamos en lecturas que hacíamos, en la bibliografía que podíamos conseguir en aquella época. A mí me llegaron folletos de unas excavaciones que se hacían en Brasil. También estaba lo que ya conocían algunos que habían tenido participación en trabajos arqueológicos con la Academia de Ciencias, como eran Pedro Pérez, Arturo Pérez, Miguel Céspedes, etc., y después los vínculos que logramos con Guarch y la Academia de Ciencias. Eso nos fue preparando para hacer excavaciones que fueran controladas, teniendo en cuenta la estratigrafía, llevando registro de la excavación, croquis y planos, conservando las muestras en los bolsos correspondientes. También trajimos en una ocasión a Manuel Rivero de la Calle, que nos dio un curso de Antropología Física; estuvimos en el curso Arnoldo, Ángel López, Rony y yo. Yo no seguí esa línea porque entonces trabajaba en Educación como maestro; esto lo hacíamos en tiempo libre, nos metimos también en el empeño de hacer los museos, y después a mí me pasaron a la tarea de dirigir el movimiento de los activistas de Historia en el Partido Comunista de Cuba (PCC), pero realmente yo sentía mucho interés por la arqueología. Me hubiera gustado haberme desarrollado y lo intenté, hice resistencia al cambio, pero el Partido insistió y me pasaron al trabajo político y esto no me dejó tiempo para esta labor.
-¿Qué se hacía con los materiales arqueológicos que se obtenían en las excavaciones?
Se guardaban en el Museo de Historia en La Periquera, que comenzamos a crearlo en octubre de 1969, restaurando el inmueble y a la vez formando los fondos con donaciones, búsqueda de exponentes, información, preparando el personal, etc. Se inauguró la primera parte el 25 de julio de 1976. Antes de la fundación del Museo La Periquera lo guardábamos en la sede del Grupo, es decir, en el Museo de Historia Natural Carlos de la Torre, inaugurado el 31 de mayo de 1969. Ambos museos son frutos del trabajo del Grupo García Feria junto al Movimiento de Activistas de Historia.
-Antes de la Revolución había aficionados como los Boy Scouts de Banes y Antilla. ¿Ustedes llegaron a establecer vínculos con ellos o con gente que había estado con ellos, o con los coleccionistas como Orencio Miguel?
No mantuvimos vínculos con ellos, pero sí con Orencio en un trabajo orientado por la Academia de Ciencias de señalización de los sitios arqueológicos. También recuerdo algunas relaciones de trabajo con grupos en Gibara y Báguano que surgieron posteriormente.
-¿Las concepciones de Pepito predominaban en el grupo de arqueología?
Pepito asesoraba, aportaba sus conocimientos, su experiencia, pero no imponía sus criterios. Guarch influyó y nos ayudó mucho. Había un nexo mutuo con este último, ya que el grupo se había dado a conocer y nosotros le servíamos de apoyo, teníamos relaciones con las autoridades del territorio. El soporte material venia del Gobierno, el PCC nos apoyaba, principalmente Miguel Cano Blanco, aunque no se le pagaba a los integrantes por hacer arqueología. Todo lo apoyaba el Partido, si era en la costa coordinábamos con la gente de tropas guardafronteras, y si era en otro sitio con las autoridades más próximas. El Gobierno nos daba arroz, frijoles, pasta cubana, carne rusa, que era mucha en aquellos tiempos. Cuando la gente salía al campo le dábamos pasta cubana, una lata de carne rusa y pan y ya tenía el almuerzo, no tenían que cocinar. Las excavaciones arqueológicas las hacíamos como habíamos leído en los textos y nos habían explicado, se hacían las trincheras, se cuadraba con el hilo, buscábamos los instrumentos más adecuados, cucharas de albañiles, media luna, tratábamos de hacerlo todo del modo más serio, llevábamos libreta de notas, bolsos para guardar las muestras, cintas métricas. Israel hacía los planos, era meticuloso, Arnoldo las fotos; los que más trabajamos en Arqueología fuimos Arnoldo, Israel y Rony, también colaboraron Alfredo Rams y Roberto Campani.
-¿Qué era el Museo Guamá y cómo se produce su disolución?
El Museo Guamá estaba ubicado en la calle Libertad esquina a Aguilera, era un pequeño local donde funcionó antes del triunfo de la Revolución una colchonera, hoy está el dispensarial. Era un museo general donde había muestras de arqueología, historia, historia natural, etc., algunas importantes piezas colectadas por el grupo de Jóvenes Arqueólogos. Cuando se fusionaron los dos grupos y quedó el Grupo Científico de Holguín García Feria y creamos el Museo de Historia Natural Carlos de la Torre y Huerta, todas las piezas que tenían valor para este museo se llevaron para allá y las de historia y arqueología se conservaron en La Periquera para el futuro Museo de Historia.
-¿La creación del museo de Historia Natural trajo una disminución en el trabajo del Grupo García Feria?
No hubo una disminución de la actividad arqueológica, el grupo tenía secciones de arqueología, historia, historia natural y salíamos en composición completa y trabajamos en todo. Cuando se inició la idea del museo el grupo tuvo que integrarse más al museo. Por ejemplo, la sección de Historia investigaba sobre la historia del lugar donde estábamos explorando, aplicaban encuestas para conocer la historia y las tradiciones, el origen del nombre del lugar, costumbres… no éramos profesionales, éramos gente que estábamos empíricamente tratando de rescatar la memoria. Parte de esas encuestas se divulgaron en un informe que publicamos en el boletín de Historia del Movimiento de Activistas de Historia, que trataba sobre la bahía de Naranjo. Fue un trabajo que redacté y del que no guardo copia.
El Grupo García Feria fue un factor importante en el desarrollo inicial del Movimiento de Activistas de Historia, en su acción y composición como grupo. También aportó compañeros que ocuparon responsabilidades, que situaron a Holguín entre las regiones con mejor trabajo en la antigua provincia de Oriente y en el país. Creamos primero el Boletín de Historia y luego la Revista de Historia de Holguín, donde se publicaron artículos sobre arqueología y se dedicaron números completos a la arqueología.
-¿Castañeda era un individuo con ideas distintas a las que se estaban imponiendo en ese momento, a las ideas de la Revolución?
Pepito no fue un enemigo de la Revolución como algunos extremistas quisieron presentarlo. Él era crítico de la obra de la Revolución, como podemos ser tú y yo, pero no era un enemigo de la Revolución. Todo lo contrario, sabía reconocer lo positivo, los logros de la Revolución. Pepito era un cubano reyoyo que de cualquier cosa hacía un chiste, porque la gente hay que medirla no solo por lo que habla sino por lo que hace, porque cuando Núñez Jiménez vino a pedirle la colección arqueológica él podía negarse y la dio para que la Academia tuviera un fondo arqueológico, la mejor colección arqueológica de Cuba. Además, todo lo que tenía en su casa lo entregó para los Museos de Historia Natural y La Periquera. No solo lo entregó, sino que trabajó consagradamente para hacer los museos.
Participó en el Movimiento de Activistas de Historia, en sus concursos, en el salvamento de documentos, etc. Nosotros lo propusimos para que se le entregara el Hacha de Holguín, estaba Cano Blanco y hubo voces que se alzaron contra esa propuesta. Y entonces Cano me llamó y yo le dije: vamos a poner en la balanza lo que dicen que él habla y lo que él ha hecho y Cano lo comprendió y se aprobó la propuesta. Él hacía chistes de la mujer, de los hijos, él hacía chistes de mí y yo considero que era mi amigo. Yo lo mido por como él se consagró para mantener los museos, como era como profesor, transmitiendo conocimientos, ejemplo, desarrollando en los estudiantes el interés por la investigación.
-¿Pero en el medio político de Holguín en esos momentos a él se le consideraba como una persona negativa?
Yo creo que fue un acto de justicia cuando se le entregó el Hacha de Holguín, además no me arrepiento. Yo creo que hicimos lo correcto, él fue uno de los más influyentes en la historia y la cultura de Holguín y también de Cuba. Los revolucionarios no se pueden medir porque griten consignas, sino por la obra científica, cultural, estética y ética que desempeñan en su vida. Cuando falleció el 4 de noviembre de 1982, quien me avisó fue otro de los grandes de la cultura holguinera, Francisco García Benítez, que me dijo: “Hiram, falleció Pepito, que recibió el Hacha de Holguín”, estoy seguro que no nos equivocamos.
-¿Cómo ustedes llegaron a un entendimiento con él, no por la política sino por la diferencia de edad?
Nos entendimos porque Pepito era un maestro, era un profesor, un educador. Entre Pepito y nosotros no podía haber una barrera, él fue profesor de algunos de nosotros. Algunos de los miembros del Grupo de Jóvenes Arqueólogos tenían criterios de Pepito, pero era porque no se acercaban a Pepito, de que era muy ácido, de que era muy difícil de tratar, pero para mí la razón de esto fue que no se acercaron a él. Ya anciano llevamos a Pepito a una excavación por Yaguajay, se nos cayó por allá, tuvimos que mandarlo en el camión para Holguín. Pepito nos apoyó en la creación del Museo de Historia Natural y en la creación del Museo La Periquera, la casa natal de Calixto García, la primera sala que se hizo. A Pepito logramos liberarlo de maestro del preuniversitario y lo llevamos como trabajador del Museo de Historia de la Periquera. Era un extraordinario trabajador, consagrado, disciplinado, rápido en lo que se le pedía.
Desde el punto de vista arqueológico Pepito nos ayudó aportando conocimiento de piezas, lugares, información que nos brindó, publicaciones que tenía que nos ofreció, pero él no estaba formado para la arqueología de ahora y del momento ese, que ya surgía. Él no hacía excavaciones estratigráficas teniendo en cuenta todos los requerimientos, porque él no se formó en eso, pero nos dio mucha información de lugares, nos habló de la arqueología de Banes, de los sitios más importantes, más relevantes, de Barajagua, de El Yayal, etc. Nos dio e indicó publicaciones que era importante leer y conocerlas, pero decir que Pepito era un arqueólogo como ya estaban tratando de ser los arqueólogos de la Academia de Ciencias, no, como Guarch con excavaciones controladas, eso no. Pepito no se formó en eso, no era su tiempo.
-¿Cómo surge la idea del Museo de Historia?
La idea surgió del trabajo del Grupo García Feria. En una de las conversaciones que sosteníamos con Pepito de hacer los dos museos (el de Ciencias Naturales y el de Historia), Pepito nos habló de que en varias ocasiones se había intentado que la Periquera se destinara para museo, entonces dijimos: vamos a hacer primero el de Historia Natural y luego el de Historia. Para ese último propósito sí hubo que subir la parada con las autoridades de la región, tuvimos que hablar con el ideológico del Partido en ese momento. Teníamos a nuestro favor que el museo de Historia Natural se había abierto, estaba siendo visitado por las escuelas, era algo que ya tenía un impacto grande en la ciudad. Entonces cuando estamos pidiendo la Periquera estábamos solicitando algo que ya estaba teniendo un resultado, yo estoy convencido de eso, fíjate si es así que nos dan primero una tienda que estaba en los bajos que se llamaba La Periquera (octubre de 1969); cuando yo entré allí estaban todas las vitrinas, todos los paneles, anaqueles, caja fuerte, etc.
El edificio estaba destruido, como edificio patrimonial, los arcos del patio tapiados, las puertas grandes habían desaparecido y los vanos estaban tapiados. Yo entré allí con la hermana de Georgelina que era dibujante y trabajaba en el Instituto Técnico de Holguín y me ayudó a hacer el levantamiento. Entonces empezamos a trabajar con la misma brigada con la que habíamos laborado en la Colonia Española, para el Museo de Historia Natural. Lamentablemente no se ha concluido la restauración del inmueble y aún no se ha montado el museo que ameritan la ciudad y la provincia.
En el guion inicial del museo trabajaron varias personas, el que más aportó fue David Gómez Iglesias, en la parte de arqueología se pidió ayuda a Guarch. Yo te voy a dar un criterio, creo que es bochornoso que aún Holguín no tenga el museo que merece y queremos, pues no hemos logrado que La Periquera sea restaurada en su totalidad y montadas las salas de exposiciones que debe llevar. No se ha llevado una estrategia de cómo hacer el museo, de situar el dinero dándole prioridad al Museo Provincial La Periquera.
-¿Qué impacto tuvo la inauguración del Museo de Historia Natural para el Grupo Científico García Feria?
Se fortaleció en el sentido de que tiene ya una obra y tiene un local donde funcionar, pues nosotros no teníamos local, habíamos tenido el Guamá, pero hubo que entregarlo cuando nos dieron la Colonia Española para el Museo de Historia Natural. Con la creación del Movimiento de Activistas de Historia y de los Museos de Historia Natural, La Periquera, Casa Natal de Calixto García, etc., y al profesionalizarse el personal de los museos y aparecer otras tareas, el grupo fue perdiendo fuerza. El grupo fue propiciador para crear los museos, para apoyar el desarrollo del Movimiento de Activistas de Historia, pero ya cuando estas estructuras se consolidan, porque ya estas inquietudes del grupo se podían canalizar por otras vías, empieza a perder el protagonismo. La última excavación en que participamos fue en 1973, en Levisa, que fue la más importante porque fue un trabajo de carácter internacional con Kozlowski y la Academia de Ciencias, en uno de los sitios más antiguos de Cuba.
-¿Qué piensas de la sala de Arqueología de La Periquera y de otros museos de arqueología de Holguín?
Creo que la sala de Arqueología que existe actualmente en La Periquera es muy mala, siempre he pensado que esa sala puede ser una de las mejores de Cuba, por las piezas arqueológicas existentes en la provincia. Así lo concebíamos desde 1969 cuando comenzamos a restaurar La Periquera. Igual pienso con el Museo Baní que necesita más espacio para exponer en un montaje atractivo y moderno todo lo que tiene almacenado. Son dos museos que pueden atraer mucho turismo nacional y extranjero.
-¿Qué importancia crees que tiene el Departamento Centro Oriental de Arqueología creado por J. M. Guarch Delmonte, para la provincia de Holguín?
Su importancia es grande. Cuando Guarch decidió mudarse para Holguín y crear el departamento recibió todo el apoyo de nosotros desde el PCC provincial, que vimos la oportunidad de contar con un centro de alto nivel científico y profesional para desarrollar las investigaciones arqueológicas en esta zona del país. Hoy cuenta con un personal altamente calificado. Lo que hizo Guarch y familia de venir de La Habana a Holguín los holguineros deben reconocerlo y agradecerlo, fue un acto muy valiente. Por lo general en el mundo intelectual la gente va de las provincias a la capital pensando que así pueden progresar. Aquí fue al contrario y progresó nuestra cultura.
-¿Cuál fue tu participación en la creación del Museo de El Chorro de Maíta?
Entre el 27 de septiembre de 1986, que se dio a conocer el descubrimiento de los entierros en el cerro de Yaguajay, y el 1ro. de octubre de 1990, que se inauguró el Museo de El Chorro de Maíta, en Banes, yo ocupé los cargos de jefe de Sección de Historia, jefe del DOR y miembro del Buró Provincial del PCC y con el doctor José Manuel Guarch gestamos la idea de crear el museo que logramos lo financiara inicialmente Cubanacán, como un atractivo para el turismo que ya se fomentaba en Guardalavaca.
Guarch, Cacha y su equipo desempeñaron un papel decisivo desde el punto de vista técnico, metodológico, científico en la creación del museo. Nosotros realizábamos un chequeo de la obra de manera sistemática, primeramente quincenal y luego semanalmente. El arquitecto que hizo el diseño (proyecto) del inmueble fue Sandón. Debo decirte que este fue un objetivo alcanzado a partir de un amplio y profundo estudio que hicimos de las potencialidades que tenía la provincia de Holguín para su desarrollo socioeconómico, pero visto a partir de sus valores históricos, arqueológicos, culturales, geográficos, etc. Para ello creamos una comisión integrada por historiadores, arqueólogos, geógrafos, arquitectos, y después de un minucioso estudio de la provincia se elaboraron dos carpetas con las propuestas, entre las que estaban: restauración del patrimonio construido en Gibara, un parque en el valle de la Masanga, también en Gibara, el monumento en Bariay y el Museo de El Chorro de Maíta, estos dos últimos se pudieron ejecutar con financiamiento de la corporación Cubanacán.
-¿Cómo ves la investigación arqueológica en Holguín y sus retos?
Creo que tiene buena salud, que marcha bien. El Departamento Centro Oriental de Arqueología del CITMA tiene un personal capacitado, de alto nivel científico, vinculado con otros centros científicos en el extranjero que garantizan calidad científica. Este departamento tiene el personal más capacitado para desarrollar la arqueología aborigen e histórica. Tú conoces que la Oficina de Monumentos modestamente viene trabajando en un proyecto denominado Hatos Fundadores, para conocer mejor los orígenes de la ciudad de Holguín; en este sentido podemos hacer una pequeña contribución. También a través de la Filial Provincial de la UNHIC con el doctor Roberto Valcárcel Rojas publicamos una compilación de trabajos con el título Indios en Holguín, que ha alcanzado varios reconocimientos, el último fue el Premio Provincial de la Academia de Ciencias, y hemos colaborado en trabajos de exploración y excavación de sitios cercanos a la ciudad. Los retos son grandes para la investigación arqueológica en la provincia de Holguín, por el potencial existente de sitios arqueológicos y los conocimientos para develar.
Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en Internet. Link:
http://www.radioangulo.cu/memoria-holguinera/15977-arqueologia-en-tiempos-de-revolucion
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