ANOTACIONES (9)

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La creciente de Valmaseda: un documento de la comandancia de Holguín

El universo espiritual mambi y la resistencia

La solidaridad cotidiana mambisa: no abandonar al compañero herido

 

La creciente de Valmaseda: un documento de la comandancia de Holguín

José Abreu Cardet

En octubre de 1868 se produce el inicio de la primera guerra de independencia cubana contra España que concluiría en 1878. Los sublevados lograron controlar gran parte del territorio del oriente de la isla.
En enero de 1869 una poderosa ofensiva española dirigida, en la parte oriental, por el general Blas de Villate «Conde de Valmaseda» desalojaron a los independentistas de gran parte de los territorios que habían conquistado. En estas difíciles circunstancias el general Máximo Gómez fue designado, en agosto de 1869, jefe de la jurisdicción de Holguín. Estuvo al frente de este territorio hasta febrero de 1870, que por órdenes superiores se trasladó a la cercana jurisdicción de Tunas.

Entre noviembre de 1869 y enero de 1870 la ofensiva española se intensificó sobre el territorio de Holguín. Coincidió la llegada de las fuerzas que bajo el mando del Conde de Valmaseda invadieron la jurisdicción procedente de la zona del Cauto con el incremento de las tropas asignadas a la jurisdicción de Holguín.

Las fuerzas cubanas con muy pocas municiones, en ocasiones sin ninguna, lograron sobrevivir a aquella intensa operación llamada por los insurrectos como «Creciente de Valmaseda» pues se parecía a esos fenómenos del río Cauto que todo lo arrasaba a su paso. En este artículo le entregamos al lector un documento firmado por el jefe de las operaciones en la jurisdicción de Holguín, dirigida al Conde de Valmaseda. En el mismo detalla la distribución de las fuerzas. Parte de ellas fueron estructuradas en los llamados destacamentos. Expliquemos brevemente lo que era un destacamento.

Una de las muchas medidas que tomó el ejército español para enfrentar las guerrillas fue que situó como unidad táctica al batallón. Estos cuando las tropas insurrectas eran escasas fragmentaban parte de sus fuerzas en pequeños destacamentos. A los destacamentos se les asignaba un área muy específica de varios kilómetros cuadrados. En un punto cuidadosamente seleccionado la pequeña tropa construía un fortín, casi siempre de madera y piedra, rodeado por un foso. Todos los días salía una patrulla y recorría la zona asignada. También casi diariamente se hacían las llamadas confrontas, que consistían en que el jefe del destacamento se trasladaba a un punto previamente acordado y se entrevistaba con los jefes de los destacamentos limítrofes, intercambiando información sobre el enemigo. De noche parte de la guarnición se dislocaba en emboscadas en lugares de posible tránsito de los mambises.

También estas tropas eran utilizadas para escoltar los convoyes de abastecimientos, correos y otras personas que con autorización y en cumplimiento de misiones recorrían este territorio. Los integrantes de cada destacamento variaban según su importancia. Podía influir en su número la presencia de grupos numerosos de insurrectos en su territorio, objetivos económicos de relieve a vigilar, etc. Pero casi siempre eran una cifra inferior a los 50 hombres. Al mismo tiempo el batallón al que pertenecían estos destacamentos constituían, con parte de sus fuerzas, una columna. Estos destacamentos estaban subordinados a la columna que se movía en el área donde estaban dislocados.

La columna tenía importantes funciones. Se desplazaba constantemente por el área. Cada cierto tiempo esta columna hacía el relevo de las compañías y secciones que operaban en los destacamentos sustituyéndolas con tropa de la columna e incorporando a esta las del destacamento. Le llevaba vituallas y parque. Operaba contra los insurrectos moviéndose constantemente por el área de los destacamentos que le estaban subordinados. En ocasiones reunía fuerzas de varios destacamentos y emprendía operaciones contra zonas donde se pudiera concentrar el enemigo en un número considerable.

En el documento que reproducimos textualmente a continuación se pueden observar las acciones de los destacamentos, las columnas y de otras fuerzas que actuaban en la jurisdicción de Holguín. El mismo le fue entregado al autor de este texto por el historiador alemán y estudioso de las guerras de independencia de Cuba Volker Mollin. Hemos respetado la ortografía original del documento. El original del documento se encuentra en: SERVICIO HISTÓRICO MILITAR, Madrid España, Cuba Ponencia 57 Documento 1300.

Comandancia General de Operaciones de la Jurisdicción de Holguín

Exmo Señor (1)
El dia 17 del actual he tenido el honor de recibir la respetable comunicación del V E fecha 9 en la que se digna trasladar otra del 30 de Diciembre ppdº que aun no ha llegado á mi poder.

Según anuncié á V.E en mi comunicación echa 3 del corriente el dia 10 salió el Señor Teniente Coronel Marin con tres compañias de su batallón á situarse entre el Rio de Nipe y Camino Real de Mayari, para esperar las columnas de V.E con instrucciones de ponerse de acuerdo con el jefe que manda la mas saliente, y operar siempre á la derecha y en convinacion de la que sea, asi mismo que es el movimiento general de avance, indique en Tacajo y Vijaru en donde tengo fuerzas de la Habana (2) y racionadas para que enlazándose con estas fuerzas los Destacamentos de Samá, Bariay y demás de aquel lado por una conveniencia de los mismos sobre la Cuaba quede bien reconocido el territorio de los Haticos, Camasan y demás lugares á que aun conserva el enemigo algún apego. Para esto y como la fuerza de que dispone el Teniente Coronel Marin en su columna es reducida, manifiesto á V.E se hace necesario que la columna entre con el de la línea de V E baje hasta Camasan, tanto más cuanto que debiendo ser dicha línea, entre Holguín y el Cauto de menor intensión á medida que avance sobre esta cabecera en línea recta (ilegible) el Cauto, los intervalos entre dichas columnas habrán de ser menores. (3)

Con la fuerza de 500 hombres que procsimamente es lo que tiene el 2º Batallón de la Habana me propongo cubrir según las instrucciones de V.E Cinco Capitanías que serán Fray Benito, Bariay, Vijaru, Tacamara, Cacocum y Yareyal, mas esto podrá ser si no á medida que vaya levantando los Destacamentos.

Las Capitanias de Gibara y Guavasiavo las cubrirán las dos compañías de Nápoles que he mandado reunir de Puerto del Padre, y la de Maniabon las dos Compañías de Guías de Madrid fuerza que es indispensable en aquel punto el más avanzado de la Jurisdicción. La capitanía de Mayarí también corresponde á esta Jurisdicción no las cubro por hallarse muy alejadas y por no tener bastantes fuerzas, pues aunque dos compañías de la corona y unas de Bailen solo tienen entre las tres 90 hombres y se necesita para custodiar la farola de Punta Lucrecia (4)y la guarnición de esta cabecera.

Colocadas asi las fuerzas me queda el Batallón de Artillería con el cual forman la columna que V E me ordena á mi inmediato mando de este Batallón hay tres compañías cubriendo los Destacamentos del O (este) que son Velasco, San Andrés, Purnio y Yareyal y hasta que la línea de columna no esté a la altura de estos puntos no puedo moverlas. Para estar dispuesto á hacerlo, envió al Teniente Gobernador Comandante Obregón (5)que con la fuerza del Velasco y las dos compañías de Nápoles cuando lleguen del Ingenio San Manuel, reconozca y limpie todos los montes de Chaparra, San Cristóbal y orillas de Puerto del Padre (6)y establezca una línea de puntos desde San Andrés por el Vedao, San Pedro, Santa Bárbara á Maniabon adonde hará avanzar entonces las dos Compañias de Guias dejando en Puerto Padre y San Manuel los Voluntarios, y en tal situación esperar el movimiento general de las columnas.

 Ya están en Tacajo las 20000 raciones que V.E me ordena situe en aquel punto para el aprovisionamiento de las columnas.

Hasta la fecha no he tenido noticia ni aviso alguno de la situación que ocupa el Teniente Coronel Marin, no puedo pues decir á V E si se ha puesto al habla con el Coronel Cámara.

Desde aquí le he enviado avisos que he tenido confidenciales acerca de la madriguera del cabecilla Macsimo Gómez.

Las operaciones de Puerto Padre, al envío del convoy, el movimiento de los Destacamentos y otras atenciones de mi cargo me han hecho quedar aquí por ahora.
Sigo recibiendo aviso de que toda la Ensenada (7)está completamente limpia de enemigos.

Con fecha 12 de este mes he pedido al Excmo Sor Capn Gral 60000 raciones de Etapa y considerando que para el movimiento que han de hacer las columnas convendrá tener provisiones en Puerto del Padre he suplicado á dicho Excmo Sor que al traer el Vapor las 60 000 raciones a Gibara deje 20 000 en el citado Puerto del Padre.

La ecsistencia de víveres que hay en esta jurisdicción en el día de la fecha para racionar las tropas es la que espresa el adjunto listado.

Asi mismo por el otro que acompaño se enterará V E de las municiones que tienen los depósitos de Gibara y esta Ciudad.

Los medios de transporte de que puedo disponer con unos 20 caballos por compañía que tiene el Batallón de Artillería á pie, que la necesitarlos para conducir raciones carecen en general de lomillos y demás que se necesita para las cargas.

Los caballos que tiene el vecindario y unas cincuenta carretas de los vecinos del Partido de Gibara que son las que se embargan cuando hay que traer viveres de aquel punto á esta Ciudad.

Las fuerzas del 2º Batallón de la Habana que está en la Jurisdicción de Bayamo, y específicamente el Medico hacen suma falta puesto que el dia que salió (ilegible) Artillería con su Batallón no queda ninguno para la asistencia de las tropas.

Dios gue á V.E. ms as Holguín 20 de enero de 1870

Exmo Señor
Adolfo Morales de los Ríos

NOTAS
1– Se refiere al general Blas de Villate Conde de Valmaseda.
2– Se refiere a tropas del regimiento de La Habana que operaban en Holguín en esa época.
3– Las fuerzas españolas avanzaban en un frente por el que se desplazaban varias columnas batiendo a las fuerzas cubanas que se encontraban a su paso.
4– Se refiere al faro Lucrecia.
5– Holguín era una jurisdicción cuya máxima autoridad política militar era el teniente gobernador. En 1869 se dispuso separar el mando político del militar por lo que se nombró un comandante militar y un teniente gobernador.
6– En la época Puerto Padre pertenecía a la jurisdicción de Holguín. Posteriormente le fue asignado a la de Tunas.
7– Se refiere a la zona del actual municipio de Banes de la provincia de Holguín.

Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en Internet.

Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en Internet. Link:

El universo espiritual mambi y la resistencia (radioangulo.cu)

 

El universo espiritual mambi y la resistencia

José Abreu Cardet

Los mambises habían creado un mundo espiritual que podíamos considerarlo como un elemento útil para comprender la gran resistencia. La religiosidad popular cubana era un soporte en ese sentido.

Pese a que la iglesia católica se oponía al movimiento independentista y apoyaba a España esto no mermó esa creencia del común de los cubanos en el panteón católico. Se sentía una especial devoción por la Virgen de la Caridad del Cobre. En esto pudo influir la misma aparición mitológica de su imagen.

Según la tradición fue encontrada por tres humildes vecinos de la Bahía de Nipe, flotando en el mar. Había aparecido en el corazón del universo de los criollos, en los territorios donde se sedimentó la nacionalidad con más fuerza. La construcción de su mito no se trajo de España como ocurrió con las demás figuras de la religión católica. Era una virgen cubana y sobretodo oriental. Es de pensar lo que esto significaba para personas muy ligadas a un concepto regional de la vida. Máximo Gómez había caracterizado al cubano del siglo XIX con ese espíritu muy vinculado a lo local:

El hijo de la tierra es hombre de condición esencialmente domestica; mejor dicho, es hombre de casa. Ni siquiera es dado a las aventuras callejeras. Joven contrae matrimonio, crea una familia, la educa en el molde de sus hábitos y llega a la vejez sin que la modesta historia de su vida haya traspasado los límites estrechos del batey de su hogar. (1)

Este hombre tan ligado a un universo regional ya no solo vivía rodeado de parientes y amigos, del paisaje geográfico y cultural que lo vio nacer, sino también podía sentir que las fuerzas sobrenaturales alcanzaban cierto relieve de lo local, de lo conocido. Esta devoción por la virgen fue interpretada por el intelectual mambí Ignacio Mora escribió en su diario personal:

El fanatismo del pueblo cubano raya en locura. La fiesta de la Caridad es un delirio para él. Sin tener que comer, pasa dedicados estos días en buscar cera para hacer la fiesta al estilo mambí, esto es, encender muchas velas y suponer que la imagen de la Virgen está presente. En todos los ranchos no se ve fuego para cocinar sino velas encendidas á la Virgen de la Caridad. (2)

La buena madre de Cristo parecía estar atenta a los muchos sufrimientos de sus hijos antillanos. No los pudo rescatar de los pelotones de fusilamientos, de la acción implacable de las contraguerrillas, pero por lo menos estos sufridos combatientes debieron de sentirse acompañados en sus momentos más trágicos por la piadosa imagen. Quizás en cierta forma conformaba una especie de abstracción de la Patria para esta gente de un sentido muy recto y simple de la imaginación. Cuba era representada como una mujer. La Virgen podía en alguna medida ser el símbolo de la Republica que se quería construir La masonería también podía conformar un sentido de la resistencia. Mas teniendo en cuenta que era una institución solidaria y de enaltecimiento de los valores morales.

En plena manigua se hacían talleres masones. Un insurrecto anotaba en su diario en diciembre de 1870: «Como quiera que nos hallamos reunidos varios Masones, acordamos instalar un taller masónico celebrando sesiones por la noche». (3) Carlos Manuel de Céspedes participó en una: «Tenida masónica en que se dio la luz al teniente coronel Pancho Vega» (4)

Mientras Calixto García en una proclama dirigida a los españoles integristas dejaba constancia de su pensamiento masónico al afirmarle que el fin del dominio colonial en Cuba estaba cercano como: «…justo castigo aplicado por el Gran Arquitecto del Universo» (5) al decadente imperio hispano.

Las religiones de raíz africana también debieron de tener un espacio en el mundo mambí. Hay referencias en algunos diarios y cartas a las ruidosas fiestas realizadas por los revolucionarios que habían sido esclavos. Quizás estemos ante la materialización de ritos de origen africano. Pero como los testimonios sobre la guerra fueron escritos, fundamentalmente, por blancos no tenemos referencia a ese asunto que nos pueda conducir a un análisis de carácter histórico.

El arte acompañó a los libertadores a sus campamentos. La música tomó expresión especial entre esta gente de vida tan insegura. Thomas Jordán fue uno de los primeros que imaginó que el establecer una banda de música en el sentido tradicional de la marcialidad militar podía darle solución a las serias deficiencias de disciplina que tenían los libertadores. Su interés llegó al extremo que, el 21 de junio de 1869, le escribió a Francisco Javier Cisneros adjuntándole una lista de instrumentos musicales para crear una banda para la división de Holguín. Jordán estaba convencido que esto ayudaría a que: …estos hombres se conviertan en soldados…. (6)

Pero esta era una parte de la función que podía tener el arte y en especial la música. Esto encajaba muy bien en la mentalidad de un general acostumbrado a la vida de un ejército regular con bandas y marchas. El asunto cambiaba por entero para estos hombres donde lo irregular en todos los sentidos era mucho más común.

No es pensable que sería de esa pomposa banda en las dispersiones y las escaramuzas. Pero la música alcanzó otro sentido en estos mambises acompañándolos en sus fiestas, en sus guateques. Con ese objetivo intentaron constituir bandas o por lo menos grupos musicales de diversas dimensiones según los instrumentos que hubieran conquistado a los contrarios. En el asalto a Holguín en diciembre de 1872 lograron conformar una banda de música. Según Céspedes esta era: «una orquesta completa» (7) En Holguín el joven oficial Pedro Martínez Freyre creaba un vibrante himno para esa división que enaltecía el patriotismo y la resistencia.
El mambí no iba al combate ni enfrentaba las miserias cotidianas en la soledad del espíritu. Se sentía acompañado por la familia, la noble amante, la Virgen de la Caridad del Cobre, por una deidad africana o por el mundo universal de la masonería. Quizás también por otras creencias y pasiones de las que no han quedado evidencias. Todo eso de alguna forma fue un soporte de la resistencia.

NOTAS

1—Máximo Gómez, El viejo Edua, Instituto del Libro, La Habana 1968, pp. 80, 81
2—Nydia Sarabia, Ana Betancourt, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1970, p. 153
3—Francisco de Arredondo, Recuerdos de las Guerras de Cuba (Diario de Campaña 1868 1871) Introducción y Notas por Aleida Plasencia. Biblioteca Nacional José Martí, La Habana, 1963, p. 91
4—Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo. Carlos Manuel de Céspedes. Escritos, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1974, Tomo I, p. 354
5—Proclama de Calixto García del 1 de junio de 1870 En: Pirala, Antonio, «Anales de la guerra de Cuba» Tomo 1. Pág. 763
6—Aleida Plasencia. Bibliografía de la Guerra de los Diez Años. Biblioteca Nacional José Martí Departamento Colección Cubana. La Habana, 1968, p 126.
7—Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo. Carlos Manuel de Céspedes Escritos Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1982, t III, p 179

Publicado en Memoria Holguinera Radio Angulo en Internet.

 

La solidaridad cotidiana mambisa: no abandonar al compañero herido.

José Abreu Cardet

Los mambises habían creado profundos lazos de solidaridad entre ellos. Cada líder independentista trataba de atender a sus heridos y enfermos como mejor podía. Hacia esta suma de desgraciados, de gente herida por la metralla o derrumbadas por pérfidos microbios se creaba una cálida solidaridad. Existen diversos ejemplos.

En un combate, en febrero de 1875, Vicente García tiene: «… dos muertos en la acción y veintiún heridos, diez y seis muy graves y cinco leves.» (1)
El general tunero nos dice que:

«Consultado el Dr. Rafael Pérez Martínez si podrían moverse los heridos hoy, manifestó no ser conveniente y sobre todo no hacerlo con el sol ni a muy larga distancia, pudiendo moverse esta tarde, aunque caminando de noche.

Desde esta tarde me ocupé de sacar dichos heridos moviéndolos a puesta de sol y acompañándolos;» (2)

En padre con hijo lastimado se transforma inesperadamente este implacable guerrero. Prácticamente el único que logró resistir la «Creciente de Valmaseda» sin abandonar su territorio. Ya no es el inflexible guerrillero capaz de ejecutar al desertor sin temblor en la consciencia. Ahora todo lo subordina a evitar el dolor innecesario del mordido por la metralla.

El general tunero, el 11 de mayo de 1876, en un combate tiene cuatro heridos. La atención de la tropa se concentra en aquella infausta herencia que les ha dejado el plomo y el sable. Se inicia la retirada al paso lento del traslado de los lastimados. Démosle la palabra al guerrillero mambí.

Me retiré en buen orden y reforzado el enemigo salió en número considerable en mi persecución, alcanzándome al fondo de la finca Quesada, poniendo los heridos en camillas a los que hice retirar sosteniendo con unos sesenta el fuego hasta que consumido por completo el parque seguí retirándome y el enemigo persiguiéndome hasta cerca de S. Pablo.

En este segundo combate tuvimos tres muertos, dos heridos graves, unos diez o doce caballos muertos y extraviados y algunos cinco o seis rifles perdidos. Seguí marcha y reunida la gente acampé en el Triunfo. (3)

Se ha enfrascado en un intenso combate por cuidar de gente de las que quizás no puedan dar más su aporte a las fuerzas libertadoras. La solidaridad aparta el sentido pragmático de la guerra. El 17 de febrero de 1877, luego del ataque a Puerto Padre, el general Vicente García dispone: «… que se mandaran los heridos y enfermos a sus casas….» (4)

Se destacaban fuerzas para custodiar los hospitales insurrectos. El 18 de septiembre de 1870, una columna ataca uno de estos hospitales, situado en la jurisdicción de Tunas: «… le hizo fuego una pequeña avanzada que lo resguardaba». (5) Lograron evacuar a los heridos y enfermos a una zona segura.

En la atención a estos heridos y enfermos del ejército libertador se recurrió a los mecanismos del barrio como los curanderos y la tradicional atención familiar a los de salud precaria.

Julio Grave de Peralta le escribe, en febrero de 1870, al prefecto de Majibacoa, al que le manda a un oficial herido: «Haga usted que el chino curandero que se encuentra en ese punto lo atienda lo cure y atienda lo mejor posible». (6)

Esta solidaridad no es exclusiva de los jefes regionales del oriente. Máximo Gómez, descreído y agrio en su trato con sus subordinados, no duda en cambiar sus planes cuando es necesario el cuidado de los alcanzados por el fuego contrario. Asunto que se puso en evidencia con la atención a los heridos del combate del 4 de julio de 1874, en las llanuras camagüeyanas. El dominicano resume su actuar en este caso: «El 5 tengo que retirarme a colocar bien mis heridos». (7)

James O Kelly de su visita a Cuba Libre se dio cuenta que: «Los cubanos conocen plenamente la importancia de mantener la confianza de sus soldados en la absoluta seguridad de no caer en poder de los españoles». (8)

Agregaba el periodista Irlandés que: «Por muy crítica y apurada que sea la situación para los mambises, en el momento en que un hombre cae, sus compañeros se apoderan de el, llevándolo a la retaguardia». (9)

Incluso siempre que era posible se rescataba el cadáver de los caídos. Un ejemplo elocuente de esto fue la muerte del coronel Felipe Herrero:

Cayó de su caballo y entonces algunos números de la Caballería sostenidos por los disparos del Capn. Rivero y Subt. Almaguer, hicieron los esfuerzos imaginables para sacar el cadáver y libertarlo del enemigo, el que sin duda envalentonado por el poco número y la debilidad del fuego avanzaba á paso de carga. Recibí aviso de lo que pasaba y fue dando avanzar la infantería (Regimiento Yara, Guerrilla) logrando después de media hora de fuego, rescatar el cadáver. Tuve dos heridos. (10)

Mientras, Francisco Estrada al ser informado en un combate, que un sargento de su escolta fue muerto y el cadáver había quedado en el territorio batido por el fuego contrario, no dudo tomar una resolución desesperada: «Cogí ocho hombres para que me acompañasen con la resolución de perecer todos antes que el quedara en poder de los españoles» (11)
Producto de la temeridad por rescatar el cuerpo del caído cuatro combatientes fueron heridos entre ellos el propio Coronel Estrada. El general que dirigía aquella fuerza le ordenó a uno de sus subordinados: «… que fuesen a arrancar… » (12) de sus posiciones en la extrema vanguardia a los que todavía intentaban rescatar el cadáver del compañero.

Los cuerpos de los caídos no eran abandonados a la merced de la naturaleza. Al campo mambí se habían trasladado las costumbres funerarias cubanas. Se intentaba realizar una ceremonia lo más decorosa posible. Hay una descripción de las honras fúnebres de Francisco Maceo Osorio, fallecido el 16 de noviembre de 1873, donde se refleja esta tradición:

Lo habían vestido con decencia, atándole un pañuelo de la cabeza a la barba, y lo habían puesto dentro de una especie de caja larga, sin tapa, hecha de varitas verdes. (….) Cargándole 4 libertos semi desnudos (…) Aunque sin ceremonias, lo más le echamos un puñado de tierra: luego se le cubrió enteramente y por último se le pusieron encima muchas piedras sueltas; ordinario túmulo de los mambises. Allá despedimos el duelo y volvimos á la casa mortuoria, en la que nos dieron á cada uno una taza de café, y finalmente en dispersión regresamos á nuestros ranchos. (13)

Por la intensidad de la campaña, en ocasiones, no había tiempo ni medios de construir un ataúd por rústico que fuese. En esos casos al difunto se le envolvía en yaguas. La carne humana no era dejada en ningún caso al contacto directo con la tierra. Separación esencial entre lo humano y el simple instinto animal de abandonar al de la especie a la naturaleza sin otro preámbulo.

También se intentaron rescatar mambises capturados por las fuerzas colonialistas. El rescate de Sanguily fue el más famoso pero no el único. Tropas cubanas atacaron el poblado de Guisa, en octubre de 1872, para liberar a agentes cubanos capturados por los hispanos. El informe de Calixto García sobre esa operación nos dice:

El mismo comandante me comunica que teniendo noticias que el enemigo había aprendido algunas individuos en la antedicha población por sospechar estar en connivencia con nosotros, decidió penetrar en ella, a fin de ponerlos en libertad y protegerlos, a cuyo efecto se acercó el 2 de octubre con parte de las fuerzas a sus órdenes y rompiendo el fuego sobre una numerosa guardia destacada á la entrada del pueblo, la puso en fuga, introduciendo tal alarma, que, merced a la confusión, pudieron escapar los mencionados presos, incorporándose inmediatamente. (14)

En general existió entre los jefes y oficiales mambises una política de no exponer la vida de sus hombres en acciones muy arriesgadas. Esta solidaridad de proteger al compañero formaba parte de los mecanismos de la resistencia de los cubanos en su lucha por la independencia. Para entender la resistencia de los independentistas cubanos debemos de acercarnos a esta solidaridad cotidiana.

NOTAS

1— Diario de Vicente García, en Víctor Manuel Marrero. Vicente García Leyenda y Realidad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 1992, p 189.
2— Ídem.
3– Ibídem, p 230.
4– Ibídem p 253.
5— Ibídem, p 107.
6— Museo Provincial de Holguín, Fondo Julio Grave de Peralta, Libro copiador, número 1059, de 4 febrero de 1870.
7— Máximo Gómez, Diario de Campaña, Instituto del Libro, La Habana, 1968, p 62.
8— James O Kelly, La Tierra del mambí, Instituto del Libro, La Habana, 1968, p 244.
9— Ibídem, p 222.
10— ANC. Donativos y Remisiones, Legajo 157 # 46-16. Publicado abreviado en el periódico La Independencia. Órgano de los pueblos hispanoamericanos, Nueva York 19/11/1874. Año II No. 98.
11— Francisco Estrada Céspedes, Cartas familiares, Universidad de Oriente, Santiago de Cuba, 1969, p 118.
12— Ídem.
13— Eusebio Leal Spengler. Carlos Manuel de Céspedes El Diario Perdido. Publicimex S. A. Ciudad de La Habana, 1992, pp. 180- 181.
14— Parte oficial de Calixto García del 29 de octubre de 1872. En: Periódico La Revolución de Cuba, Nueva York. 14 de diciembre de 1872 ANC, Donativos y Remisiones, Fuera de Caja # 2.

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