Camino Virgen Barajagua, Cueto

Galería

Virgen de Barajagua

Nombre del sitio histórico propuesto: Paisaje cultural, escenario del hallazgo en 1612 de la imagen de la Virgen de la Caridad en la Bahía de Nipe.

Incluye el espacio conformado por la Bahía de Nipe y su entorno natural, los sitios a los que fue conducida la imagen (Salinas, Cayo Obispo, Cayo de la Virgen y Barajagua La Vieja) y los relativos al sendero hasta su arribo a Real de Minas de Santiago del Prado, entre ellos, como paraje significativo Hatillo[1] perteneciente a la provincia Santiago de Cuba, de ahí que se recomienda se valore a esa instancia nuestra propuesta. Se tiene en cuenta en la declaratoria otros sitios históricos y culturales y asentamientos que están incluidos en el paisaje pues forman parte del devenir histórico ocurrido en el área propuesta.

[1] La procesión que condujo a la Virgen hasta Santiago del Prado, se infiere por la distancia entre Barajagua y El Cobre debe haber tenido varias paradas en distintos sitios, pero  la del Hatillo fue significativa porque allí se reunió la población de las minas, el Alcalde Mayor con el Estandarte Real y se le hicieron salvas de fusilería y alegres y rendidos homenajes para acompañarla hasta la Parroquia del poblado.(Portuondo 2001:307-308)

Provincia: Holguín y Santiago de Cuba.

Municipios: Antilla , Mayarí y Cueto en la provincia de Holguín y Hatillo,      municipio Palma Soriano, provincia de Santiago de Cuba

Superficie a proteger:

 Zona 1: La Bahía de Nipe y su entorno con una superficie a proteger de cuatro millones diez mil M2 (410 Km2.)

Esta zona comprende: desde la Península del Ramón hasta el poblado de Juan Vicente en la cuenca de la Bahía de Nipe y el terreno extendido, desde el poblado de Santa Isabel de Nipe, continuando por la carretera a Deleyte hasta el cruce del antiguo ferrocarril en Santa Isabel II, de ahí a Nipe Guay, Loma Roja a tres kilómetros al este del poblado de Deleyte, cruzando la carretera de Cortaderas-Antilla por la elevaciones rumbo noreste a Punta Pilón.

 

Zona 2: Sitio de Barajagua La Vieja, con una superficie a proteger de treinta millones de M2 (30 Km.2)

Comprende desde el sitio de Mejías en la Carretera Holguín-Mayarí hasta el crucero llamado Caballerías (intersección con la Carretera Holguín-Mayarí y la de Santiago de Cuba) hasta la intersección de los caminos que conducen a los barrios Orozco, Pontezuelo y Marcané, bordeando la Loma La Redonda hasta Monte Frío, y de ahí el camino que conduce de Cordobán a Mejías.

Descripción actual del sitio. Detalles de interés

 El paisaje cultural  donde ocurrieron los hechos esta comprendido en un espacio de más de mil kilómetros cuadrados  que se extiende desde la Bahía de Nipe a las alturas de Barajagua y de este punto al Cobre, sendero en el que se encuentra Hatillo, reportado como el lugar donde la población de Santiago del Prado espera la peregrinación que conduce a la Virgen en andas desde el hato de Barajagua. En el mismo se conservan los sitios históricos, naturales, arqueológicos y etnográficos vinculados al hecho cultural por la información histórica y por la tradición popular, así como los antiguos caminos, ríos  y otros accidentes geográficos que conforman el paisaje

La zona donde se produjo el hallazgo de la imagen de la Virgen por los dos  nativos y el niño esclavo,  formó parte de la provincia india de Barajagua[1], mencionada en carta al Rey, junto a la de Baní,  por Diego Velázquez en 1513, cuya delimitación aparece en el mapa de José María de la Torre. El territorio perteneció a la Villa de Santiago de Cuba desde su fundación, y fue mercedado a vecinos fundadores (encomiendas) y posteriormente fue ocupado por un hato ganadero en el siglo XVI. Perteneció al partido de Mayarí, de la misma jurisdicción. En el siglo XVIII (1752) parte del territorio pasó a formar la jurisdicción de Holguín, a la cual pasó definitivamente, en 1858. En 1976, el espacio de la antigua provincia india de Barajagua se integró además a los municipios holguineros de Cueto y Antilla.

 Se considera además que, el sitio arqueológico Loma del Cementerio de Barajagua, cercano al actual poblado de igual nombre, pudiera estar conectado con los sucesos. Es parte de una aldea indígena en la que tras la entrada europea se verifica una situación de interacción entre ambas culturas que  parece haber sido intensa.  Desde su cima se aprecia la Bahía de Nipe.

Barajagua La Vieja es uno de los pocos lugares entre Nipe y el Cobre cuya arqueología (se han localizado 29 montículos) pudiera ajustarse a la perspectiva de espacio de concentración poblacional y preeminencia jerárquica inherente al dato de cabecera de hato. No se halla sin embargo solo, muy cerca está el sitio Barajagua II lo que prueba que el sistema de alturas donde se insertan, dominantes en un espacio de llanuras, concentró población indígena, detalle que lo haría más atractivo a fin de situar el punto de administración del hato.

De Barajagua a Nipe, siguiendo la huella de los sitios arqueológicos, se modela un paisaje cultural indígena en el que estos, y ahora su legado patrimonial, resultan omnipresentes impactando también la toponimia y la tradición histórica. Hacia el sur la situación cambia teniendo poco que ofrecer en lo que respecta a indios en los siglos XVI y XVII los contextos arqueológicos santiagueros; tal vez porque la proximidad a la villa de Santiago afectó de forma más intensa las comunidades nativas del mismo modo en que el distanciamiento, como parece ser en Barajagua, determinó un ritmo de interacción diferente quizás menos dramático en términos de supervivencia e integración indígena.

La Bahía de Nipe, relevante elemento geográfico en el que se verifica el hallazgo de la imagen mariana, considerada ya en 1608 “el mejor de los caminos” (AGI, Santo Domingo, 100, doc. 107) porque era utilizada como vía de tránsito para obviar el Paso de los Vientos sin arriesgar mercancías (entre estas esclavos) que transportaban los buques españoles; aparece al sur de Banes, una de las áreas de mayor patrimonio arqueológico en Cuba, y da acceso de modo inmediato a varios sitios ubicados en la Península del Ramón, territorio indígena al menos 200 años antes del arribo hispano.  

Los cayos de la bahía guardan evidencia de esta presencia y junto a las locaciones de la Península del Ramón prueban la movilidad india dentro y entorno a la bahía tanto para el aprovechamiento de sus diversos recursos, entre ellos la sal, como para facilitar el tránsito entre los territorios interiores y del sur y las áreas costeras o de alta dinámica cultural del Banes norteño.

La virgen es hallada por indios en una zona de paso  y de pesca y recolección indígena, a la que estos retornan -junto a un niño negro- en el ambiente de ajuste laboral y refuncionalización de uso de espacios impuesto por los europeos. Aparentemente se siguen caminos y prácticas indígenas que tal vez incluían el aprovechamiento de la red hidrográfica cercana a la bahía a fin de acceder a esta. Ríos, posiblemente combinados con viejos senderos pudieron unir la bahía con la cabecera del hato de Barajagua, punto de salida de los que hallan la virgen y lugar de retorno y acogida inicial de la imagen. Esto no sería una situación nueva en tanto se ha hecho evidente en otras bahías cubanas, donde los ríos y el mar fueron articulados para facilitar el desplazamiento  humano y el control territorial uniendo zonas de costa y locaciones del interior.

La cabecera del hato no esta ubicada con completa certidumbre, no obstante ya en 1598 como límite del hato de vacas  se menciona “Barajagua La Vieja y su asiento”[2] lo que indica la existencia de una célula poblacional. (ANC, Fondo Realengos, Legajo 35, no. 14)[3]  La tradición oral lo refiere como tal  y se conoce por entrevistas a vecinos de edad avanzada y otros que  habitan actualmente el poblado que, el asentamiento primitivo, se encontraba junto al camino carretero, a unos dos kilómetros de la actual Carretera Holguín-Mayarí, muy cerca del saltadero del río Barajagua por donde refieren trajeron a  la Virgen,  a pocos metros del mismo existía el cementerio.[4]

En términos bibliográficos también se ha ido definiendo una notable correspondencia con estos datos arqueológicos. Durante las pesquisas se ha hecho evidente como los rasgos del paisaje  implícitos en la leyenda, han sido historiados y aun hoy puede ser aprehendido. Se ha visto hasta el momento en ese panorama, especialmente en el espacio Barajagua – Nipe, el indio y sus huellas son el soporte del acontecimiento mariano. Esta perspectiva apoya lo referido por otros arqueólogos como María Nelsa Trincado y José Manuel Guarch Delmonte y aunque merece más análisis sirve para abrir caminos en la recuperación de este lado poco conocido de la historia. El devenir histórico de cuatro siglos de actuación humana en el espacio donde se desarrolló el hallazgo de la virgen, su primera veneración y colocación en un rústico bohío en el hato de Barajagua y su definitivo traslado al Real de Minas del Cobre ha contribuido a enriquecer los valores histórico-culturales de los lugares reportados. Sitios históricos de las Guerras de Independencia contra España y de la República Neocolonial; fundaciones de ciudades y asentamientos azucareros con capital norteamericano en el territorio con la inmigración de fuerza de trabajo endógena y exógena, junto a otros vinculados a luchas obreras y campesinas, y de la etapa de liberación nacional, se mezclan con manifestaciones culturales populares, costumbres y tradiciones propias de las distintos lugares que integran el paisaje. La población actual que habita el territorio propuesto para la declaratoria de Monumento Nacional destaca en su conciencia colectiva sentido de pertenencia y arraigo acerca de los hechos, lo que trataremos más adelante.

 

  1. Estado de conservación

El paisaje para la época del suceso vinculado al hallazgo de la imagen de la Virgen de la Caridad era boscoso. La comunicación interna de la zona se realizaba por los ríos o por  senderos, los llamados caminos de indios, atravesados por arroyos y ríos existentes en los distintos lugares, algunos de los cuales aún permanecen y mantienen  los nombres antiguos. Estos aparecen mencionados por el capellán Onofre de Fonseca cuando describe el traslado de la imagen de la Virgen desde Nipe a Barajagua, refiriéndose a los ríos Barajagua y Centeno, que cruzan ese trayecto: “aun siendo los caminos muy ásperos y algunos pasos de ríos malos en el intermedio”. (Portuondo 2001:305) El único camino de cierta jerarquía entonces era el de Cuba. Actualmente las vías para acceder a la Península y al Cayo de la Virgen son intransitables en época de lluvia. El territorio se mantenía en  estado virgen  y despoblado más de un siglo y medio después del hallazgo de la imagen de la Caridad en la Bahía de Nipe, no obstante desde tiempos inmemoriales se aprovechaban sus recursos costeros por los aborígenes. Para entonces se conoce que la bahía de seis leguas y boca estrecha posee “fondo suficiente para buques de mayor porte, desembocan tres ríos casi navegables (Mayarí, Nipe y Centeno) con vegas de tabaco de la mejor calidad, madera, ganado cimarrón”. (ANC Gobierno Sup. Civil, Legajo 630, no 19886, Folio 19)

Tres estudios, realizados durante la segunda mitad del siglo XVIII (1752, 1776 y 1776-1803) entre otros posteriores, dan fe de la prodigiosa naturaleza existente, y nos permiten compararla con la situación que presenta en nuestros días.

Las inclemencias del tiempo y la mano indiscriminada del hombre han provocado la degradación del mismo, pero aún es reconocible y deslumbrante. Su mayor deterioro ha sido provocado por la tala de  los bosques para el cultivo de la caña de azúcar  a partir de los primeros años del siglo XX, debido a la fundación en áreas de las bahías de Banes y Nipe de dos grandes colosos azucareros de la United Fruit Sugar Company (Preston y Boston, actuales Guatemala y Nicaragua), y en tierra adentro los  centrales  Marcané (Loynaz Hechavarría), en terreno comprendido en el Hato de Barajagua; Tacajó (Fernando de Dios) en una de las antiguas haciendas,  y Báguano (López-Peña) en un territorio aledaño a Barajagua y Mangos de Mejías, algunos de los cuales han sido desmantelados y los terrenos ocupados por las colonias de cañas, se ha planteado destinarlas a otros cultivos, lo cual contribuirá a mejorar la imagen del paisaje. Entre 1902 a 1905 se construye el ramal férreo Alto Cedro-Antilla con la consiguiente fundación de la ciudad y apertura del puerto de Antilla, en Punta de Corojal (Península del Ramón), población que alcanzó un desarrollo mercantil en pocos años. Los asentamientos costeros, la actividad portuaria, las azucareras, y posteriormente la minera al este del territorio, han provocado la contaminación de la bahía al servir de  depósito  de los residuos líquidos y sólidos de estos, y los que arrastran los ríos que desembocan en ella. Las vías férreas contribuyeron además al cambio de la imagen primitiva y conllevó también a la tala de árboles para la construcción de las vías, y al surgimiento de nuevos asentamientos, como el poblado de Cueto, actualmente cabecera del municipio de su nombre, perdiendo jerarquía aquellos que se habían creado a lo largo de los caminos carreteros y centros de hatos y corrales. Hacia la década del 1940 se construyen las carreteras que unen a Holguín con Mayarí y Banes, y el tramo de camino Cortaderas-Antilla. Por otra parte la naturaleza, con períodos de intensas sequías, y otros fenómenos meteorológicos, como ciclones, además de la falta de sus bosques naturales, ha traído erosión en la costa y la  pérdida en parte de los manglares, así como deterioro de las tierras y el caudal de los ríos, sin embargo en la costa es admirable la existencia de especies de la fauna autóctona, entre ellas el cangrejo azul, fuente de alimento de los actuales habitantes de la zona.  El paso del ciclón Flora en 1963 y el IKE en 2008 contribuyeron, sobretodo el primero, al cambio del paisaje, fundamentalmente a la pérdida de la biodiversidad  y las aguadas que existían para entonces. A pesar de las extensas plantaciones de caña, desde lo alto de la Loma del Cementerio en  Barajagua La Vieja se apreciaba grandes áreas de Palmas Reales, e incluso se usaban en hileras como cortinas rompe vientos para proteger a la caña, y también fueron arrasadas por el ciclón Flora.

Los principales sitios citados por Juan Moreno y el paisaje descrito por los presbíteros Onofre de Fonseca y J. Bravo y los que le continuaron, saltan a la vista. El sitio  de acceso a la costa  que utilizaron los hermanos Hoyos y Juan Moreno para llegar hasta Cayo Francés o Vigía (actualmente Cayo Obispo),  y de regreso de las salinas, con los tres tercios de sal,  en el cual colocaron la imagen en una barbacoa, para acto seguido conducirla hasta el hato de Barajagua, es hoy conocido como Cayo de la Virgen. Está situado en Playa Morales[5], entre las desembocaduras de los ríos Nipe y Centeno. Es un promontorio internado en el mar, inaccesible para entonces cuando subía la marea y en tiempos de lluvias,  con una áspera lengua de tierra pedregosa que le da acceso en tiempo de seca. Fue  rellenado unos 115 metros  para facilitar el acceso al sitio, considerado religioso,  pues tradicionalmente hasta allí acuden creyentes a pagar promesas, llevar flores, o simplemente conocer el lugar por donde fue traída la Virgen a Cuba, después de su hallazgo en Nipe, independientemente que, también ha sido usado con fines recreativos y actualmente cercano a él, existe un campismo. Está protegido por una vegetación autóctona de Uvas Caletas, algunas Palmas Canas, ya en extinción y Mangle Plataban de las especies amarilla, roja y negro.

 Cerca del mismo existen dos lagunas saladas: Laguna playa Morales y La Salina donde también han aparecido evidencias arqueológicas. La flora es de terreno árido: Cactus y Pitajaya, y sobre la fauna nos comunican habitaban Alcatraz y Flamencos, ya desaparecidos

En el Cayo de la Virgen quedan restos de un oratorio que estuvo presidido por una imagen de la Virgen de la Caridad en bronce sobre una base de hormigón de unos 5 metros de altura, con escalones de acceso desde la costa y otros hacia el mar, que era custodiada por una familia que tenía su vivienda en el lugar. Después de 1959 la imagen fue desmontada por un vecino de Cueto y trasladada al santuario de El Cobre. Actualmente el cayo está deshabitado. La casa fue destruida por el ciclón Flora, solamente se conserva el aljibe. Sobre la ruina del oratorio, el sacerdote de Mayarí, junto a miembros de la comunidad, colocó una rústica cruz de madera, el 25 de abril de 2009, que tiene una pequeña tarja, con la siguiente inscripción: “400 años de presencia de la Caridad. Madre bendice a tu pueblo”. Además de esta casa, en las primeras décadas del siglo XX, hacia la desembocadura del río Nipe existió un pequeño caserío de pescadores, desaparecido también por la misma causa y sus vecinos, ante un nuevo peligro, se trasladaron al antiguo central Prestón, hoy poblado de Guatemala.

A unos 2 kilómetros del Cayo de la Virgen se localiza, en el interior de la bahía Cayo Obispo, antiguamente conocido por Cayo Francés o Vigía, en el cual pernoctaron por tres noches los dos hermanos indios Hoyos y el niño Juan Moreno. En el mismo se han encontrado evidencias arqueológicas y conserva una tupida vegetación.  Todo el paisaje, según los vecinos que habitan sus cercanías, lo transformó el ciclón Flora. Cuentan que la costa era recta y se podía ir a Cayo Obispo a pie cuando la marea estaba baja. En el tenía su casa a mediados del siglo XX, Miguel Redondo, quien hacia las travesías a los distintos lugares de la cuenca de la bahía en lancha.

El paisaje está muy bien representado en la leyenda. En cuanto a la Península del Ramón[6], declarada por el CITMA, Reserva florística manejada, se conservan pequeñas playas, malezas y  salinas, una de ellas, la más pequeña, situada en  Punta Negra, al Sur de Canalito, fue de donde los indios Hoyos tomaron los tres tercios de sal y también ha sido reportada como sitio arqueológico.  Actualmente las salinas no se explotan aunque los vecinos extraen algunas cantidades de sal, sin tratar, para usos comunes.

Los bosques de corpulentos árboles: Acanas, Tabiques, Robles, Caobas,  Guayacanes, Barias, Brasil, Brasilete, Granadillos y pequeños Erarios y Nazarenos ya no existen. Actualmente el área está cubierta de maleza tupida y reforestada con Acacias Africanas y Caobas. El agua es salada, desde la época colonial se abrieron dos pozos, uno de ellos a mano, localizados uno en el Ramón y otro en el Júcaro, dan un agua dulce pero desagradable. En la península se conservan importantes sitios arqueológicos aborígenes y de antiguos palenques,  y las ruinas y pozos del paraje donde vivió el corsario alemán, al servicio de España, William Heastie. En Punta de Corojal, hacia el interior de la bahía, se fundó  la ciudad portuaria de Antilla, actualmente cabecera del municipio de su nombre, y en el poblado de Canalito, a unos seis kilómetros, al  este de Antilla, existe un pequeño monumento conmemorativo a la expedición del Perrit (1869).

Entre la bahía y las alturas de Barajagua existe una vasta sabana. Las lomas del sitio de Barajagua La Vieja forma parte de las Alturas de Maniabón. Actualmente es un poblado de pequeños agricultores, asentados junto al río del mismo nombre y a los pies de la Loma del Cementerio, donde existen los residuarios arqueológicos, (antes finca La Esperanza o Loma Savedra), a ambos lados de la Carretera Holguín- Mayarí. Se conserva la ruina de una pequeña iglesia católica, construida en la década de 1950[7], que al decir de algunos pobladores nunca fue terminada. El río Barajagua, que atraviesa al poblado y a la carretera, ha perdido su caudal original, es un pequeño arroyuelo, pero conserva aún parte de los bosques de galerías y plantas de gran belleza cono distintas especies de trepadoras y helechos. El saltadero del río, a pesar de que la caída del agua es pobre es un sitio singular. En Hato del Medio (área central de la antigua provincia de Barajagua, segregada en 1776) fue construido, en 1917, el Central Marcané, actual Loynaz Hechavarría por la West Indias Sugar Company, enmascarada como la Alto Cedro S.A., que mantiene su funcionamiento, y  conserva el batey. En el sitio Mangos de Mejías, incluido dentro del hato de Barajagua (corral y después hacienda de Mejías), localizado a unos 4 Km. al noroeste del poblado de Barajagua La Vieja, existe un obelisco dedicado a Antonio Maceo, que se visualiza desde la carretera.

[1] El vocablo Arauco Barajagua está compuesto por  Bara que quiere decir mar y por Jagua (Gerife Americana, Gerife Carcito, Gerife Clausioelen) “árbol de bastante elevación y muy común, fruto ovalado pardo, carnosidad ácida, se empleaba para compotas y refrescos y en acta del Ayuntamiento de La Habana de 19 de junio de 1551 se deduce que era frecuente la venta de jaguas en las calles de la ciudad. Herrera celebra el fruto y lo compara con la pera” (Zayas 1931:Tomo II 118)

[2] En la cartografía antigua consultada aparece otra Barajagua, cercana a Cayo Rey, en la parte norte del río Cauto que existió hasta finales del siglo XIX, actual territorio del Municipio Mella,  Provincia de Santiago de Cuba. También otra Barajagua en El Caney, Santiago de Cuba. No obstante Barajagua La Vieja, precisamente por el adjetivo denota ser la de mayor antigüedad.  

[3] Otra referencia sobre un asiento dentro del Hato de Barajagua la encontramos en el deslinde de la venta al sacerdote Juan de León de Nápoles, con dos leguas a cada viento desde el fundo principal de Barajagua del Medio, en 5000 pesos, y se hizo constar que el mismo partía ¨desde el centro que está en la sabana de Limones en el camino real a Cuba, un montón de piedras antes de llegar a las casas de dicho hato, al norte hasta el río Birán que hay tres leguas y volviendo al centro, al sur 33 grados…” (APH Protocolo Notarial, año 1776, escribanía de Lorenzo Castellanos, f: 57vt)

[4] Al hacerse la carretera Holguín Mayarí el poblado fue trasladándose  hacía la vía.  En 1957 las fuerzas del ejército batistiano incendiaron al caserío que existía a ambos lado de la carretera, luego, al edificarle la Revolución las viviendas a los afectados lo hace en terrenos que ocupó el antiguo cementerio, aproximadamente a un kilómetro de la Carretera y frente al camino viejo de Barajagua. Durante las excavaciones para los cimientos de los inmuebles salieron a la luz restos humanos. Se ha reportado el hallazgo de una botijuela con monedas españolas.

[5] Vecinos del lugar refieren que el nombre lo tomó de un señor de apellido Morales que se lo comió un tiburón en la desembocadura del río Nipe. (Rafael Perdomo Suárez, Cosme Batey, 15 de septiembre del 2009) Otros dicen que tomó el nombre por un señor que vivió allí. Una de las lagunas saladas también se llama Laguna Morales, al igual que una de las lomas, se infiere que fue propietario del terreno.

[6] Su nombre procede de un árbol indígena llamado Ramón (Trophis racemosa (L.) Urb. Familia Moráceas), conocido vulgarmente por Palo ramón y ramón de bestia – Cuba. Es común en los bosques húmedos, matorrales, colinas calcáreas, de mediana y poca elevación pero sombreados. La resina era usada por los habitantes del lugar para lavar la ropa. La península también se le ha llamado de la Torre por el Márquez de la Torre, Capitán General de la Isla.

[7] De una nave, sobre cuatro gradas, con el vano de acceso en arcada y la fachada rematada por una espadaña. El lugar lo habita una familia. Se proyecta su recuperación por la Diócesis de Holguín.